No es fácil opinar de Guinea Ecuatorial, sobre todo de su política y sus políticos; pero tampoco lo es dejar pasar todas las oportunidades sin expresar el sentir de uno mismo. Creo, si no me equivoco, que como guineano, me asiste el deber y la obligación de participar en cualquier coloquio donde se debata temas de Guinea Ecuatorial. Y antes de lanzarme a opinar, debo situarme en el contexto global: no sólo Guinea Ecuatorial, sino en el mundo en general existen problemas. Ciertamente Guinea Ecuatorial tiene serios problemas y muy profundos: dictadura, corrupción, violación de derechos humanos, crisis de valores, ignorancia, sanidad, educación, desigualdades, muchos políticos aventureros, alcohol, droga, promiscuidad, etc., pero no hay que pensar que sólo somos los únicos que tenemos problemas y muchos de estos problemas, lo compartimos, sin embargo, con nuestros vecinos africanos.

En este contexto, Guinea tiene juventud y se ha hecho un esfuerzo importante en la formación de su juventud, dentro de las limitaciones que ofrece el sistema, y teniendo en cuenta que podía haber sido peor. Son signos positivos, la creciente juventud con deseo de adquirir una buena formación, la tímida apertura del sistema (ya sea por sus trampas, ya sea por cansancio de hacer lo mismo, ya sea lo que sea), el envejecimiento de la burbuja dictatorial, cada día se ve menos a los portadores de ADN dictatorial en los puestos importantes de la dictadura, el desarrollo de las infraestructuras que ya es un trabajo hecho, se está modernizando la administración con apoyo y monitorización de países occidentales (hacienda, Seguridad, Educación, sanidad, etc.).

Entiendo que hemos heredado de España la dramatización y la exageración, pero hay que reconocer que Guinea Ecuatorial mejora en algunos aspectos y en otros se desmorona. No aseguro que estos signos de mejora sean obra del gobierno de Guinea Ecuatorial, ni que fuera la intención última del dictador, pero hay que reconocer que, aunque fuera por osmosis, la Guinea Ecuatorial de hoy, no es la Guinea Ecuatorial de ayer, con todo lo que eso implica. Y si el deseo de todos es mejorar el camino ya recorrido, es imprescindible que se haga dialogando, que al parecer es el gran deseo de los políticos guineanos: ¡pues entonces que dialoguen, por favor!. Un diálogo que no debe a priori recurrir a eso que Max Weber llamaba “tipos ideales”: la acentuación unidimensional de uno o más puntos de vista y por la cantidad de síntesis de fenómenos concretos difusos (...) los cuales se colocan según estos puntos de vista enfatizados de manera unilateral en una construcción analítica unificada (...) dicha construcción mental(...)puramente conceptual, no puede ser encontrada empíricamente en la realidad.

La condena que los escépticos al diálogo hacen a Teodoro Obiang Nguema, son sus engaños en otras ocasiones, la falta de cumplimiento de promesas, su actitud predominante. Ha venido valorando muy negativamente la labor de la oposición de ambas esferas. Ejemplos, han sido las continuas acusaciones de desestabilización del país de sus oponentes políticos, las detenciones arbitrarias y el aislamientos social que sufren los que no son del PDGE, el partido en el poder. El tono y el lenguaje que ha utilizado y utiliza el gobierno de Guinea Ecuatorial y su presidente manifiesta que, a veces, prefiere el palo que el diálogo, Pero no olvidemos que desde el pacto nacional (1993), hasta la nueva convocatoria del diálogo nacional (2014), ha habido constantes, aunque tímidas apelaciones al diálogo, aunque sea para disimular.

Teóricamente hablando, Obiang podría proponerse reducir al mínimo tales apelaciones procurando apartarse del trato respetuoso con la oposición exigente y desenvolviendo con esos partidos títeres que pueden o no avalar su ‘democracia’. Igualmente, podría promover cruzadas contra los opositores turbulentos, como había perseguido violentamente a los que osaran oponerse a su gobierno en epocas pasadas. Me parece, sin embargo, que el dialogo gobierno-oposición, sin excluir otras formas legítimas, debe realizarse.

Desde mi punto de vista, se debe dar cuatro condiciones básicas para poder dialogar:

COMPRENSIÓN Y ”SIMPATÍA” hacía el otro. Hay que explicar aquí que “simpatía” está en su sentido etimológico de la palabra sym-pátehis=comunidad de sentimiento. El gobierno incluido la oposición, tienden siempre a identificar Obiang con Guinea Ecuatorial; para la inmensa mayoría de guineanos, derechistas e izquierdistas, conservadores y demoledores, Obiang es Guinea Ecuatorial y Guinea Ecuatorial es Obiang, y nada más lejos de la realidad que esta errónea identificación. Se trata de poner entre paréntesis este modo habitual de ver Guinea Ecuatorial e intentar verlo desde el deseo de que Guinea Ecuatorial nació sin Obiang y seguirá sin él. Por tanto, el sentimiento patriótico debe ser compartido. Guinea Ecuatorial es nuestro país, no es de nadie, sino de todos.

SINCERIDAD EN LA BÚSQUEDA. Los que tienen todas las respuestas de los problemas que hoy tiene Guinea Ecuatorial, podrán en el mejor de los casos enseñar, pero, desde luego no pueden dialogar. Buscar el diálogo con sinceridad significa que no estoy satisfechos con los problemas que tenemos, los guineanos y yo no tengo todas las respuestas a estos problemas.

RECIPROCIDAD, quizás la asignatura que más pesa a mi y a mis paisanos guineanos es la reciprocidad, lo cual significa que ambos interlocutores deben situarse al ‘mismo nivel’. A veces, a los guineanos, nos puede la arrogancia, la presunción, las ganas de llamar la atención como los niños chicos. Los interlocutores en un diálogo están llamados a dar y a recibir, aprender y a enseñar. El diálogo no se desarrolla en torno a la cátedra, sino en torno a una mesa redonda. No somos ingenuos, sabemos que cuando se inicia el diálogo, cada uno de los interlocutores da por su puesta la superioridad de su propia doctrina y el descuello de sus argumentos. Sin embargo, no es eso lo que rompe la paridad de la que hablo, sino esa que infravalora la doctrina de otro y tumba los argumentos de los demás sin admitir concesiones.

HAY QUE ESTAR DISPUESTO A ACEPTAR LA VERDAD. Ir a dialogar para no aceptar nada, es mejor no ir a dialogar. Podría ser que el diálogo nos descubriera cosas que contradicen nuestras previas convicciones o las del grupo al que pertenecemos, pero es necesario estar dispuesto a poner en tela de juicio las certezas que uno trae en su carpeta, siempre y cuando dejan de ser certezas durante el transcurso del diálogo.

Si son las cuatro condiciones que exige el diálogo, debo reconocer que todavía, los guineanos, estamos muy lejos de saber dialogar, aunque muchos se esfuerzan en hacerlo. Las actitudes predominantes durante los años que llevamos son siempre las mismas y corren en la dirección de insultos, descalificaciones, críticas de unos a los otros, intolerancia, cerrazón. Muchos exiliados y no exiliados vuelven a la rienda tensa de no hacer un buen estudio para verificar qué hay detrás de todo esto; y si fuera más de los mismo para Obiang, que sea más de diferente para la oposición, pero caen en la misma trampa; si es más de lo mismo en la actitud de Obiang, entonces debe ser más de lo mismo en la oposición exiliada y los que no estudian la propuesta del diálogo.

Esas experiencias ponen de manifiesto que hay todavía muchas personas, dentro y fuera de Guinea Ecuatorial que no desean ver un mínimo cambio de rumbo de las cosas, pero es una pena que no están reflejando el estado actual de la situación de Guinea Ecuatorial, porque Obiang no es eterno y la posibilidad de que continúe su ideología pedegista es real.

Veamos las dificultades para el diálogo que pueden proceder en el mundo de los políticos, intelectuales y activistas exiliados.

Agresividad verbal contra Teodoro Obiang, su gobierno y la oposición en el interior. La cultura dominante en la viña de los políticos, activistas e intelectuales guineanos exiliados, se caracteriza por una agresividad verbal creciente hacía todo lo que se haga en Guinea Ecuatorial, casi es una “guineanofobia”. Hay una creciente agresividad contra lo que pasa en Guinea Ecuatorial. Defender un mínimo signo positivo que haya ocurrido durante en estos años de dictadura, es anatema. Este agresividad casi primaria que está adquiriendo proporciones enormes en opositores, exiliados y activistas guineanos no es sano en absoluto. Tenemos derecho a criticar, pero criticarlo todo con saña y con argumentos modestos y demasiado estilo publicitario que les permite buenamente una gran difusión a través de redes sociales, no es de todo buen gusto. En mi opinión es una postura virulenta y anti todo que imposibilita cualquier diálogo y desarrollo. Basta recordar algunos títulos que han salido en varias páginas de exiliados y activistas guineanos: Obiang moviliza todos sus partidos serviles para blindar su dictadura; o esta otra la oposición de dentro de Guinea Ecuatorial indulta al ”dios” Obiang Nguema Mbasogo; La otra cara del fracaso anticipado del diálogo político nacional; Ante el mensaje del presidente Obiang, la CORED se pronuncia; Comunicado institucional de la junta directiva de la candidatura independiente de guinea ecuatorial (C.I.), Sr. Obiang Nguema: su discurso es pura basura; No tenemos propuestas... pactadas; etc.

Sin discutir que algunas causas de tanta agresividad son del régimen de Malabo, pero debo emplazar a muchos a que dialoguen. Ojo, no estoy invitando a nadie que regrese a Guinea Ecuatorial, pero sí, les invito al diálogo. Ni mucho menos estoy en contra de esa pulsión y esa necesidad colectiva de matar psicológicamente a la dictadura, lo que no favorece al pueblo de Guinea Ecuatorial es el estancamiento y habituarse en la costumbre de no dialogar sino insultar. Ya hemos visto, varias veces, que cuesta, incluso entre los mismo opositores exiliados y no exiliados sentarse a dialogar.

Y veamos las dificultades en el dialogo que pueden proceder en el mundo de los políticos que viven dentro del país.

Los políticos que viven en Guinea Ecuatorial, deberían preguntarse si todas las críticas y ataques que reciben son precisamente consecuencia de ser fieles al proceso de democratización de Guinea Ecuatorial, o se deben a formas equivocadas que han inmortalizado el proceso de democratización del país. Pienso por ejemplo que las dificultades aumentarían si, como reacción a la negativa de algunos políticos, activistas e intelectuales exiliados, los otros se lancen a participar en un dialogo excluyente. No sólo hay que sintonizar con aquellos que nos caen bien o son vecinos ideológicos, hay que hacer partícipes a todos; en los mayores se gana en sabiduría y prudencia y en los jóvenes la fuerza y la valentía.

Los políticos que viven en Guinea Ecuatorial, hablo de todos, la dictadura incluida, no deberían caer lo que podríamos llamar el “síndrome del arca de Noé”; es decir, presentarse ante los demás como si estuvieran inmunizados contra el mal, dentro de una Guinea Ecuatorial que, sin democracia puede conocer una guerra civil que no va a diferenciar rostros ni status social. A menudo el discurso de los que viven en Guinea Ecuatorial, incluyo PDGE, CPDS y otros partidos políticos parece ir acompañado de un mantra que dice “Tú tienes problemas y yo tengo soluciones”. Sin embargo, basta con abrir los ojos para ver que nadie vive en una zona inmunizada en Guinea Ecuatorial. Basta recordar las muertes sospechosas de Ministros y Secretarios del Estado, las detenciones arbitrarias, los secuestros, juicios sin garantías jurídicas, los envenenamientos, enfermedades, la violencia callejera y militar etc. Eso nos dice que nadie está a salvo. Y las soluciones de estos problemas no las tiene únicamente los que viven y hacen política en Guinea Ecuatorial, ni el gobierno que las provoca. La solución lo tiene una mesa redonda de diálogo donde quepan todos los guineanos.

Los políticos que viven en Guinea Ecuatorial, deben hacerse a la idea de que no pueden dirigirse a los de fuera con la misma autoridad que a los de dentro. Necesitan convencer a los de fuera con argumentos sólidos basados en la democracia que es lo que todos queremos. La otra actitud que puede dificultar el dialogo, son estos gestos y palabras adustos. Hablar con arrogancia y seguridad que produce alergia. Esta actitud es compartida entre todos. Parece que el guineano habla siempre contra alguien y contra algo. Hay ciertos gestos que hieren, que dificultan el acercamiento, que impiden el diálogo. Hagamos esfuerzo todos de dialogar.

Termino insistiendo en un marcho de diálogo franco y sincero, con un mismo esfuerzo de búsqueda de un encuentro que facilita el diálogo. Nadie es ingenuo para saber que es difícil que se den todas estas condiciones, pero busquemos el mínimo común denominador que facilite en ambas partes una sentada en una mesa redonda.




Fuente: reflexiones

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