Estos días hemos visto cómo dos supuestos policías propinaban una salvaje paliza a una mujer embarazada en Rebola, a la que después metían en el maletero de un vehículo privado para llevarla, supuestamente, a la comisaria de policía de Malabo. Decimos supuestamente porque no sabemos si eran policías de verdad y si la condujeron de verdad a una lugar oficial de detención. Es frecuente que unos policías desarrollen sus funciones dentro de  una acción privada. Sabemos que por esos servicios privados, esos policías corruptos y salvajes cobran unos dineros o unos favores.

La imagen de la mujer brutalmente agredida, que después perdió a su hijo a causa de la salvajada, se ha quedado en nuestro cerebro grabada para siempre, mientras un nudo de rabia nos ahogaba. Rabia e impotencia.

¿Qué más podemos decir que no hayamos dicho ante estas crueles imágenes?. Nada más. Estamos hartos de ver y de sufrir la crueldad de los esbirros de Obiang. En apariencia Obiang espolea las acciones criminales de sus colaboradores. Ninguno de estos salvages ha sido jamás juzgado y condenado, que se sepa, desde que tenemos el régimen de terror.

Luego vimos las imágenes de dos detenidos que, dentro de una comisaria de policía, eran obligados a golpear la cara del otro mientras los policías se divertían con este dantesco espectáculo. 40 años atrás, bajo el reino de terror de Macias Nguema, el precedente de Obiang Nguema, unos presos eran obligados a pelearse con machetes hasta dar muerte al otro, otras veces los presos cavaban sus tumbas, donde caían bajo las balas de los guardias asesinos. El terror en Guinea no ha decrecido en más de 40 años. Todas las alarmas se han disparado en las cancillerias de todo el mundo civilizado. Guinea es un Gulag moderno en el Golfo de Guinea. Una democratura salvaje comandada por una persona extraña que solo sabe golpear.

Obiang Nguema ha ido lo más lejos que un tirano puede ir.

Sus tribunales acaban de condenar injustamente a más de 30 personas del partido CI por haber intentado ejercer sus derechos en las pasadas elecciones. Formaban parte de un grupo de 147 procesados a los que el fiscal pedía la pena de muerte. Los tribunales del dictador también fallaron la ilegalización del partido Ciudadanos por la Innovación CI y la inhabilitación de su presidente Nze Obiang. Los recursos no han surtido efecto. Obiang juró a destruir a ese partido que ayudó a crear. Al fin lo ha logrado y no ha sido difícil. Solo había que usar la crueldad y la injusticia y el éxito estaba cantado.

No sería la primera vez que Obiang destruye un partido. Lleva destruidos hasta ahora cuatro partidos: Unión Popular, Partido del Progreso, APDP y CI. Podríamos incluir a los otros partidos, un total de 12, que están con él en la mal llamada coalición gubernamental. De esos partidos coaligados solo quedan sus presidentes, que se sientan con Obiang en su gobierno o en su parlamento, convidados de piedra.

Obiang solo entiende su acción de gobierno como apropiación de los bienes de todos y como destrucción de los disidentes, de cualquier forma y a cualquier precio.

Hablar y denunciar el atropello que se hace al partido y a los militantes de CI, una vez más, no tiene resonancia en las filas gubernamentales. Hacen el mal bien convencidos de la injusticia y nada les puede hacer cambiar. La falta de empatía del dictador y de sus colaboradores es notoria. Ya lo sabemos.

¿Qué hacer ahora?. Stop and Go. Vamos a parar, repensar todo y reiniciar el camino de la lucha bajo otros supuestos generados durante la reflexión que se impone. La unidad sigue siendo, mas que nunca, un imperativo categórico. La unidad de los guineanos que creemos necesario el cambio profundo. La unidad de los guineanos y no tanto unidad de los partidos, en un movimiento por la democracia y las libertades.

Celestino Nvo Okenve Ndo