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Editorial

CARTA AL VICEPRESIDENTE


publicado por: Crispin Mba el 23/09/2018 11:38:28 CET

Estimado vicepresidente:

No estoy seguro si usted podrá leer esta carta, pero sí estoy seguro de que
la leerán las personas que estos días han seguido, algunos con mucha rabia,
otros con mucho humor y el resto con bastante indiferencia, el insultante y
desagradable affaire de los 16 millones de dólares en Brasil y repetida,
hasta la saciedad, en los medios de comunicación de medio mundo. Estos
últimos hechos le han valido muchos calificativos de muy mal gusto, que no
me atrevería a repetir aquí. Incluso han hecho que los periódicos y las redes
sociales vuelvan a refrescar la memoria de sus lectores las condenas de
París y las distintas causas que pesan sobre usted en Francia, Estados
Unidos y Suiza.

Nunca había escrito una carta abierta a nadie, ni mucho menos a una
‘autoridad’ tan relevante como usted, por eso, el motivo de esta carta es,
precisamente, hacerle partícipe de estas reflexiones sobre sus continuos
actos que, no sólo denigran su calidad de persona y el cargo que ocupa,
sino denigran todo un país y menosprecian a todo un continente de una
manera ignominiosa. Lo hago como paisano y africano, como padre y
educador y como hermano y creyente.

Como paisano y africano quiero decirle que sólo una vez en mi vida le he
estrechado la mano, fue en la campaña de zinc en mi pueblo de Asok,
Ebibeyín, allá en 2012. Nos obligaron a recibirle a usted en la explanada de
la entrada al pueblo, usted tardó mucho en aparecer por allí hasta que a eso
de las 13:30h llegó su comitiva con algo más de un centenar de coches,
camiones de zinc, escoltas, su sequito y la prensa, una broma de muy mal
gusto. Estuve atento a su discurso, observé sus movimientos, sus continuos
palpamientos de manos. Sobre todo, escuché su explicación del por qué de
la Campaña del reparto de zinc. Usted tocó varios temas sin ninguna
estructura ni coherencia literaria. Me llamó la atención cuando de repente
esparció usted una ávida crítica a los occidentales; no voy a hablar de ella,
porque no es el motivo de esta carta. Algunas palabras me parecieron
adecuadas y otras bastante vacías de corta y pega de las locuciones de su
padre. Dentro de su larga comitiva, estaba la exministra de cultura
Guillermina Mekuy, que hace un par de año también se llevó de las arcas del
estado unos 4 mil millones de Francos CFAs (según redes sociales, Radio
Macuto y Diario Rombe). Estaba también una diputada de nombre Silvia y
otras personalidades muy poco relevantes. Al finalizar esa campaña, que dio
mucho de que hablar se supo, por boca de sus detractores, que la campaña
de zinc fue una manera de dar salida económica a una empresa de zinc que
usted y su madre tienen adjudicado en Mongomo. Años mas tarde, viví la
escena de los juguetes de Navidad. Debo decirle que ese acto nunca me ha
gustado ni me ha impresionado, y puedo asegurarle que no impresiona ni
gusta a muchas familias guineanas. Sencillamente, porque muchos, entre
ellos yo, creemos que la primera necesidad de los niños de Guinea
Ecuatorial no son los juguetes. Gente de nuestra generación, donde le
incluyo a usted, aunque es usted bastante mayor que yo y fuese hijo del
mandatario del país, nunca tuvimos juguetes de China, ni de Europa;
nosotros hacíamos coches de bambús, aviones con hojas de cacao y todos
muy felices. Creo, con todos mis respetos, que los niños de Guinea
Ecuatorial necesitan una buena nutrición, vacunas, atención neonatal,
educación, salud... De vez en cuando han salido como goteos noticias sobre
becas de estudiantes enviados por usted, no me aseguro el alcance de la
verdad de estos hechos que le atribuyen, o fueron frutos de las
responsabilidades del estado que usted ha ocupado y ocupa en el País.
Fuera lo que fuese, como filántropo, tiene usted parte de mi admiración.

Como hermano y creyente, sus actos me resultan muy llamativos y
sorprendentes. Los creyentes pensamos que la peor injuria a Dios es
cuando lastimas a los demás seres humanos que son criaturas e imagen y
semejanza de su creador. En la primera carta de Juan capitulo 4 versículo
20 dice textualmente así: “Si yo amo a Dios, y aborrezco a mi hermano, soy
un mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto; cómo
puede amar a Dios a quien no ha visto”. Las injusticias, la explotación, la
corrupción y el robo de los fondos públicos, el hambre, la pobreza, el
desprecio a hombres y mujeres son realidades que ofenden a Dios. Cuando
alguien se hace rico a base de quitar los bienes a los demás es un auténtico
perverso. No olvide usted que la ostentación, casi siempre, es fruto de la
delincuencia y del dinero mal adquirido. Cuando se hace ostentación de
tanta riqueza en un país como Guinea Ecuatorial, donde miles y miles de
guineanos mueren de una apendicitis, pasan hambre y miseria, no tienen
seguro de salud, hay un alto nivel de mortalidad infantil, no existe educación
digna de ese nombre; llevarse 16 millones en una excursión a Brasil es una
auténtica perversión, una ofensa a Dios y una impudicia moral inhumana.

En muchas ocasiones le he visto por la televisión ponerse de rodillas en las
distintas celebraciones oficiales, le he visto santiguarse, le he visto
escuchar con devoción y atención las lecturas y la escucha de la Palabra de
Dios, le he visto recibir el cuerpo de Cristo; mi pregunta viene a colación
¿Qué sensación le queda en el cuerpo, cuando a ese Dios que adora usted y
gasta tiempo y momentos para acudir a recibir sus sacramentos, al mismo
tiempo le desautoriza para oprimir y maltratar a su gente pobre? Soy
creyente y voy todos los domingos a misa y le aseguro que lo que más aflige
y enfada a Dios es cuando se explota y maltrata a sus criaturas, sobre todo,
a los más desfavorecidos, los pobres. La iglesia, por medios de sus oficios
litúrgicos y documentos oficiales, promueve la defensa de la dignidad
humana y la lucha contra las injusticias. Porque lo que más ofende a Dios es
cuando explotamos al pobre.

Creo, si no me equivoco, que no hay gobierno sin un pueblo, ni un pueblo
sin sus gobernantes. Si hoy el mundo le reconoce como tal, es gracias a
Guinea Ecuatorial y sus hijos, esos hijos que usted oprime, explota y
maltrata. Su continuo derroche de dinero es reflejo de su fogosa explotación
del país, desvalijando por completo toda aquella riqueza que posee y
dejando a sus hijos vivir en la miseria. La explotación siempre es mala
porque deja a los pueblos en situación de miseria absoluta. Durante el siglo
pasado, Occidente explotó a África. Tanto la colonización como la esclavitud
tenían un denominador común: la explotación. Esto nos llevó a la pobreza y
a la miseria, mientras muchos africanos observan con impotencia cómo la
belleza occidental fue diseñada y realizada por la riqueza explotada de sus
países y cómo sus recursos transitan a diario por Europa. En la actualidad la
explotación tiene cara: las dictaduras y la corrupción. Hoy muchos
occidentales han hallado un colaborador común y eficaz; el propio africano.
Todavía seguimos sufriendo la peor explotación, la que usted está
realizando a su propio país Guinea Ecuatorial y a su propio continente. ¿No
soy quién para pedirle un examen de conciencia, pero piensa usted cuántos
puestos de trabajo daría a muchos jóvenes, cuántos orfanatos y residencias
abriría para guineanos desamparados, cuántos colegio de calidad se
construía y cuánta aceptación popular tendría usted si todos estos millones
de dinero que usted va desperdigando por medio mundo se invirtiera en
esos supuestos? Tengo que decirle, Sr. vicepresidente, que su tren de vida
y su ostentación, son ofensas directas a este pueblo que le ha dado fama,
dinero y todo lo que usted tiene y por extensión son brutales ofensas a
Dios.

Finalmente voy a hablarle como padre o educador. Su reiterada corrupción y
evasión de dinero al país, su frenético tren de vida, el ejemplo fehaciente de
alguien que ha enriquecido de forma brutal por el hecho de ser hijo del
presidente son una falta de educación de libro. Si hay algo que nunca le
exime a uno la responsabilidad social es la ejemplaridad. No voy a
cuestionar dónde saca tanta pasta, podría decirme que es una herencia que
dejó su abuelo Nguema Eneme, se lo daría por hecho, y si fuera así,
tampoco le plantillaría un presupuesto de cómo deberías gastar su dinero;
pero en un país donde hay tantos pobres y personas que mueren por falta
de una aspirina, en una Guinea sin trabajo, sin vida, los jóvenes buscando
cómo abandonar el país, su suntuosa vida, es, ciertamente un perverso
ejercicio de vandalismo. Tiene todo el derecho del mundo de viajar a Brasil,
a salir jugueteando con rubias nórdicas, a comprar coches de último
modelo, pero siempre que haya ganado ese dinero con honradez y limpieza.
No tiene usted ningún derecho de acumular tantísima riqueza en nombre y
sufrimiento de los guineanos. No tiene ese derecho. Por que lo que usted ha
hecho es robar y desvalijar a Guinea y a los guineanos que viven con
honradez y que han entregado y entregan sus vidas diariamente a causa de
que gente como usted puedan vivir como lo estan haciendo. Sus actos nos
matan. ¿Usted no se imagina algún día en Guinea Ecuatorial caminando
libremente sin escolta en las calles de Bata y Malabo? ¿Se imagina el odio y
el rencor que usted ha sembrado y acumulado en los corazones de muchos
guineanos? Le aseguro que no soy persona de baño de multitudes, ni
rencorosa, pero me reconozco sociables, los bares, las plazas, y los
encuentros de guineanos sólo se escuchan exabruptos y expresiones de
mucho odio a usted. Que los aduladores no le engañen Sr. vicepresidente,
no quieren revelarle la verdad. La gente ya le odia por sus continuas
indignidades. La delincuencia no es derecho, no se tiene derecho para
delinquir, Sr. vicepresidente, lo que usted hace es delincuencia y es un mal
ejemplo para nuestros jóvenes, que ya han aprendido que no hace falta un
esfuerzo para conseguir las cosas, sino aprendiendo bien las prácticas
corruptivas se puede llegar a ser como usted.

Como padre o educador me esfuerzo en transmitir cada día a mis hijos y
alumnos, que el trabajo duro y el sacrificio son alicientes para lograr los
objetivos, que la honradez es el mejor ejercicio para lograr la dignidad
humana, que el servicio es la mejor forma para asumir y ejercer las
responsabilidades y que con la verdad por delante se construye un mundo
habitable y mejor para todos. Pero su vida de ostentación, de corruptelas
propio de un gánster es un demoledor ejemplo de intransigencia que ofende
a los padres y educadores, a las familias y a todas las personas que quieren
transmitir los valores éticos morales y religiosos a sus hijos.

Los poderes públicos y personas que llevan las responsabilidades públicas
están llamados a ser ejemplo. Su vida, Sr, vicepresidente es una suma
contradicción con lo que usted representa. Robar a los pobres, perdona que
se lo diga, es un ejercicio de cobardía. Hay una instantánea que recoge su
salida en el aeropuerto de Viracopos (Brasil), bastón en mano y simulando
una cojera, no sé si era un gesto cómico o una picardía engañosa. Se me fue
la imaginación y me preguntaba a mi mismo si usted era consciente que
medio mundo estaría viéndole, y tratándose del vicepresidente de un país,
qué fama le perseguiría. Se lo digo yo, pasé vergüenza ajena y personal.Se
me vino el mundo encima. Parecía que Brasil haya detenido una banda de
criminales y atracadores de peligro mundial. Usted nos ha lanzado, a todos
los hijos de Guinea, a la fama por la puerta de la vergüenza, la puerta de la
delincuencia y del bochorno.

He visto comentarios inverosímiles, he saboreado la rabia de los guineanos
y los no guineanos, la impotencia, insultos y desprecio indescriptibles a su
persona, todo por esos actos tan inhumanos que maltratan a los guineanos
y a su honor y dignidad. Usted nos ha arrastrado a ser considerados un
pueblo despreciable, a vivir aguantando las burlas y las hilaridades de
medio mundo, a soportar horas y horas de denigrantes platos de televisión
donde usted y el pueblo guineano aparecen como monigotes de burlas. Le
aseguro que no me uno al insulto, ni a descalificaciones, ni mucho menos al
menosprecio fácil, pero creo sinceramente que, lo que usted hace a Guinea
y a los guineanos no es digno de una persona que quiere a su país y que
piensa gobernarlo en un futuro no lejano. No sé si mis hijos y educandos les
gustaría que les diga algo sobre usted, pero, así como creo que tiene una
faceta filantrópica, pero también me veo obligado a decirles que usted se
parece más a un delincuente y un explotador que un vicepresidente de una
república. Por favor deje de realizar esos actos de delincuencia y deja de
deshonrar el nombre de los hijos que derramaron la última gota de sangre
para la independencia de este país, que en 20 días usted va a celebrar con
Champán y Vega Cicilia en su palacio como si nada hubiera pasado. Le pido
en nombre de ese pueblo, del sufrimiento de ese pueblo sencillo y en
nombre de Dios que cese ya de violentar al pueblo, que deje de ridiculizar a
todo un país y que de verdad deja que Guinea Ecuatorial siga su propio
camino.

Un cordial saludo..


Fuente: reflexiones

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Véase también la declaración sobre el uso de seudónimos

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