Acabamos de enterrar a Don Adolfo Suárez en Avila. Este lunes 31 de Marzo se celebra en la catedral de la Almudena el funeral de Estado en su honor. Don Adolfo fue una persona que hizo lo que nadie se atrevió.

  En Mayo de 1992, Suárez viajó a Guinea y mantuvo contactos con miembros de la oposición. La periodista Ana Camacho reflejó así las peripecias que tuvo en Guinea en ese viaje: "...Pero el colmo fue el día en que, al iniciar sus entrevistas con la oposición, Suárez se enteró de que miembros de las fuerzas de seguridad tomaban nota de los nombres de los que acudían a él. No titubeó: se dirigió de inmediato al palacio presidencial, donde, saltándose una vez más el protocolo, entró en el despacho de Obiang sin ser anunciado para exigir el fin inmediato de esa medida...." Su osadía se puso una vez más de manifiesto, como en anteriores ocasiones, aquellas que ahora dejan en nuestro mente la idea incontestable de que acabamos de perder a un gran hombre, a un gigante.

  Aquello, evidentememnte no le gustó a Obiang, así que hizo lo imposible para que Suárez no volviera a Guinea un mes más tarde como estaba previsto.
Obiang había solicitado a Felipe González, cuando éste viajó a Guinea en noviembre de 1991, asesoramiento para llevar a cabo una transición a la democracia. Y González nombró en enero de 1992 a Adolfo Suárez embajador volante y responsable del equipo asesor para llevar  a cabo una verdadera transición a la democracia en Guinea.
 Obiang, el que siempre promete pero no cumple, había prometido tras mucha presión, que iba a llevar a cabo el proceso de paso a la democracia, pero argüía que ellos no sabrían hacerlo y necesitaban para ello  de una ayuda técnica.

  Cuando en junio de ese año 1992 Suaréz volvió a Guinea para continuar con el trabajo, el dictador no autorizó el vuelo en el espacio aéreo de Guinea ni el aterrizaje del avión de Adolfo. Llegó al extremo de colocar bidones en la pista del aeropuerto, pues conociendo a Suárez, Obiang pensaba que iba, a pesar de la prohibicion, a aterrizar en Malabo. Y mandó el tirano apagar las luces de balizaje del aeropuerto, un aeropuerto calificado como H24 (1).

Nunca supimos qué pasó después cuando Suárez informó a Felipe sobre lo ocurrido y lo que él pensaba que se debia hacer. Lo que sabemos es que Felipe González no tomó ninguna medida contra Obiang por aquel acto, un flagrante "casus belli" contra España. Este hecho, junto con otros, marcarían penosamente la vida del hombre que ahora en España todos honran su memoria, pero que en vida todos, de alguna forma, traicionaron. Felipe González nos debe una explicación sobre este hecho y sobre otros más que consolidaron la dictadura de Obiang y se llevaron muchas vidas guineanas.

Obiang engañó a Felipe González sobre sus intenciones verdaderas. Y no sería la última vez. Tampoco se descarta que ambos hubieran negociado el devenir político de Guinea.
Lo cierto es que fue gracias al apoyo inicial de Adolfo Suárez que Obiang pudo realizar el golpe de Estado de agosto de 1979 y gracias a él pudo ocupar y estabilizar su poder en los iniciales momentos, marcando decisivamente la historia de Guinea.  Diez años más tarde, Obiang impedía la entrada al país al hombre al que debía tanto. Eso no solo es felonía sino un acto impropio de un ser humano. Desde entonces supe que Obiang no es un ser humano.

Obiang no tiene respeto por nada ni por nadie. El agravio a Adolfo Suárez no era el primer caso en que maltrataba a aquellos que le ayudaron a llegar, lo había hecho con todos, incluidos los compañeros de armas.

Muchos de los que han participado en la historia de Guinea lo han hecho o lo hacen sin caer en la cuenta de los actos inhumanos de hombres bestias, de aquellos que traman el mal mientras el resto está distraido planificando por el bien del país. Como casi ocurre en estas circunstancias, los enanos ganan sobre los gigantes porque éstos no les presentan batalla, ocupados como están batallando por el bien del país. Los gigantes vuelan tan alto que no ven las incursiones de los enanos contra sus vuelos.

Cuando el sábado 22 de marzo pasado firmamos en los locales de UGT el manifiesto de Madrid, mientras Suárez agonizaba, yo tenía presente aquel acto cruel de Obiang y lo leía como propio de un perfil patológico. Y tenía mis dudas sobre lo que estabamos haciendo, porque en el trasfondo de lo que se discutía estaba situado el inhumano que nada ni a nadie respeta.
Lo importante del acto de Madrid debia ser y es el acto en sí mismo, un reflejo de la capacidad de la oposición por lograr acuerdos, siendo tan dispares nuestras ideologías, creencias y estrategias. Y esa capacidad tan necesaria en política posibilita la gobernabilidad de un país ultrajado por la caótica, cruel y larga dictadura del inhumano Obiang Nguema Mbasogo.

Y con este acto de Madrid como portada, en sobrerrelieve, Obiang quedaba situado justo donde debe estar situado por su poca estatura moral y humana, relegado casi al nivel de los bestias que se mueven en dos dimensiones.

Este enanismo moral del dictador del Golfo de Guinea, contrasta con el gigantismo del hombre que se nos fue, Don Adolfo. Un hombre que por su audacia y generosidad ha hecho Historia. A pesar de que muchos enanos se esmeraron en malbaratar su obra, como es el caso del tirano guineano. O como muchos otros enanos en España.

Si de mí en exclusiva hubiera dependido, el "Manifiesto de Madrid", hubiera quedado redactado de otra forma. Pero tuve que ceder, para que Guinea ganara, para que yo ganara también ganando Guinea.
Por primera vez, toda la oposición que queda todavía en pie tras el ciclón Obiang, la de dentro y la de fuera, ha sido capaz de reunirse, de debatir y de consensuar un documento corto pero hondo, al que solo le faltó la palabra democracia para que quedara pluscuamperfecto.

Obiang, según nos informan los compañeros del partido CPDS, asume que efectivamente no se ha llegado a ningún sitio en el desarrollo politico y que para avanzar, en realidad para echar a andar, es necesario hablar.

A estas alturas el balance para Obiang es negativo, tras mas de 35 años en el poder. No hay libertad, no hay democracia. Actualmente hay una crisis de liquidez monetaria, la evasión de capital en términos relativos es la más alta del mundo, los escándalos por desfalcos en BANGE, GETESA, ADUANA, GECOTEL, GEPETROL, EGA, General Works y en varios ministerios están a la orden del día y son obra de sus hombres de confianza. Estos desfalcos han vaciado las arcas en una proporción tal que el Estado no dispone de liquidez para pagar a proveedores, contratistas y personal. Las dos ciudades siguen sin tener agua corriente en los hogares, después de más de 20 años extrayendo petróleo; Oyala, Mongomoyen y Corisco son el exponente de la dilapidacion desenfrenada de los recursos del País, obras de cientos de millones de dólares que no tienen ningún uso, siendo uno de ellos, Oyala, el mayor exponente de las locuras del hombre-bestia, a donde ha ido a sepultar al país, una ciudad fantasma en medio de la selva que será  bosque de nuevo antes de quince años. Aparte de ello, la economía del país sigue siendo de monocultivo, basado en un petróleo cuya producción ha disminuido a casi la mitad en relación al máximo alcanzado hace seis años  y la tendencia es declinante. Aparte de ello, la propia renovación de la dictadura, la reproducción del sistema para dar lugar a sí mismo y mantenerse así en el tiempo a pesar del tiempo, ya se ha revelado imposible, pues los posibles cuadros jóvenes de la dictadura carecen de formación y de autoridad moral y estan implicados, como sus padres, en el expolio que la dictadura ha sometido al país y, sobre todo, la operación Teodorín es un fracaso rotundo. La "monarquía presidencial" guineana es una cuadratura del circulo. El otoño del patriarca es tenebroso.

 Y mientras todo sucede. el silencio de la población, que sufre los estragos del mal hacer del dictador y de su gente, esconde un descontento y un odio brutal que he podido apreciar en mi último viaje a Guinea Dictatorial. El país, en su aparente tranquilidad, es un volcan latente.

 Tanto si Obiang acepta el reto del "Manifiesto de Madrid" como si no, la oposición, toda ella, deberá negociar el futuro inmediato del País y de manera inmediata. Si el dictador acepta el reto, deberá dejar sus trampas, mediocridades y mentiras y dar un paso reservado a los gigantes como Adolfo Suarez. Pues la Historia la escriben los gigantes como el que hoy celebramos sus exequias en Madrid, aquel que fue vilipendiado por el déspota y al que éste no le llega ni a la suela de los zapatos.

El manifiesto de Madrid y su corolario podrían ser obra de gigantes. Siempre que nos comprometamos con el futuro, nos dejemos de partidismos e imitemos, al menos por dos años, la altura de miras y la osadía de Don Adolfo Suárez, sabiendo como ya sabemos que el dictador no es hombre de palabra, es experto en trampas y mentiras y su visión no vás más allá de su nariz. Seamos, en honor a Adolfo, gigantes. Y dejemos atrás a los enanos que han destruido nuestro País en los últimos 40 años.