LA CRISIS DE IDENTIDAD
Por: Samuel Mba Mombe, Médico
Alguien escribió que una persona sin identidad propia es comparable a un perro sin dueño. Analizando lo dicho, se deduce que nuestra identidad es la que hace que seamos dueños de nosotros mismos. Si es así, la pregunta que se hace es si los africanos en general y los guineo-ecuatorianos en particular, tenemos nuestra propia identidad o si la seguimos teniendo, es decir que somos dueños de nosotros mismos. Esta pregunta surge a raíz de los debates que se están dando por las redes sociales sobre la tradición y costumbres africanas. Yo no soy tradicionalista puro ni mucho menos conservador en cuanto a la exigencia del respeto de nuestras tradiciones y costumbres que hemos heredado de nuestros antepasados.
Ninguna cultura, costumbre, tradición es en mi opinión mejor o peor que otra. Todo depende de la lectura que se hace de ella o de los intereses u objetivos que se quieren conseguir estigmatizando algunas costumbres que nos son ajenas. Cada pueblo, etnia, tribu, ha arrastrado desde los tiempos más remotos sus modos de vida que le son propios, que los identifican y por lo tanto no debería ser considerado ni por propios ni por extraños como primitivos. Este fenómeno está hoy arraigado en la juventud africana que cree y piensa que nuestros antepasados eran unos primitivos razón por la que proponen dejar algunas de nuestras costumbres y a “modernizar” las otras.
Antes de que los africanos fueran esclavizados, deportados, humillados, colonizados, teníamos nuestras costumbres primitivas para algunos, pero eran nuestras costumbres como las que nos impusieron a punta de pistola incluyendo su religión. Este choque frontal del africano con la cultura europea o blanca si quieren, ha comprometido seriamente nuestra existencia como africanos al querer abrazar ciegamente a unas costumbres que nos son ajenas. La civilización es un concepto que han inventado los opresores para imponer su supremacía a los africanos. Si comer con la cuchara y no con las manos es la civilización, recordaré que los fang por ejemplo ya comíamos con el ekpwas, el Nto’ong o el mbeb, es decir con la cuchara. Si es el Dios de Israel que nos impusieron es la civilización, recordar que los africanos ya conocíamos la existencia de Dios.
En mi modesta opinión, creo que el tema no es la modernidad ni la civilización, sino el afán de algunos de imponer su saber a los demás sin que estos tengan que preguntar el por qué deben aceptar lo que ellos dicen. A los africanos se les han impuesto todo y nadie ha respetado sus costumbres razón por la que hoy en día vemos que los propios africanos hasta incluso niegan a comer su comida típica o a defender su cultura porque se sienten ya “modernos” y “civilizados”. ¿Acaso los orientales y me refiero sobre todo a los japoneses, chinos, surcoreanos no son modernos y civilizados?
Ser moderno y civilizado no significa negar tus orígenes, tus costumbres, tu cultura, tu tradición porque un europeo por muchos años que viva en África nunca dejará de serlo tanto en comportamiento como en su forma de pensar. Pero los africanos una vez cruzado el mediterráneo nos convertimos en más blancos que los propios europeos. He pasado más tiempo de mi vida en Europa que en África pero nunca me he desraizado de mi África, de mi Guinea, de ser fang y me considero “moderno” y “civilizado”. Lo único que no he conseguido en mi vida es que mis hijos hablen mi lengua materna y la culpa quizás no es mía sino el contexto que me tocó vivir con ellos pero me puedo sentir orgulloso de haberles educado con la idea de que son africanos, negros y que no deberían ser acomplejados por su color de la piel y es así como se han impuesto.
El escritor Inongo –vi- Makomé se pregunta en su libro titulado “España y los negros africanos” si pecamos los africanos de tener muchas tradiciones y él mismo responde “¡posiblemente! Pero, por muy absurdas que los demás las puedan encontrar, nosotros no podemos desprendernos de ellas así como así. Lo importante de las tradiciones no es que se crea en ellas, sino que se forma parte de ellas. Muy pocos se preguntan en cualquier parte, ¿para qué sirven?, sino que se encuentran envueltos en ellas y siguen con ellas…” Una interesante observación que nos escapa a muchos. Hasta en los llamados países civilizados y modernos se sigue practicando muchas cosas que nada tienen que ver con la ciencia o civilización. El mismo autor nos comenta en el mismo libro que “una amiga finlandesa me dice que en su pueblo, después de la cena del día de Navidad, todo el mundo deja las mesas sin recoger los restos de la comida porque, según la tradición, aquella noche los enanitos salen del bosque para venir a comer ellos también. Esta tradición-continua el autor-, que supongo que hasta los más sabios del pueblo y de una sociedad tan avanzada y culta como la finlandesa practican, no se diferencia mucho de la que muchas tribus africanas dedican a sus muertos…”.
Como se ha dicho arriba, todos los pueblos tienen sus costumbres para bien o para mal. Yo nací en mi pueblo y antes de viajar a Europa la educación que yo recibí fue de mis padres, tíos, tías y crecí respetando todo lo que me decían es decir saber diferenciar entre lo malo y lo bueno, no hacer mal a nadie, no robar, evitar problemas, no hablar por hablar, ser respetuoso con los demás. Esta es la educación que recibí de unos padres que ni siquiera habían ido a la escuela y puedo con razón estar orgulloso de esa gente que marcaron mi andadura por el mundo. Yo puedo afirmar que no me educaron en Europa sino que me dieron formación para ser lo que hoy soy pero no me educaron porque la educación la recibí en mi casa, en mi pueblo, en mi aldea y es la razón por la que respeto a mis viejos porque fueron gente sabia sin ser ni modernos ni civilizados.
Lo que es primitivo para mí es que los africanos nieguen sus raíces. El sabio Hampâté Bà (maliense) afirmó: “…Antes de la llegada de los blancos había tabúes, prohibiciones que nadie se atrevía a desobedecer, incluidos los reyes (jefes): Por lo que no necesitaban policías ni gendarmes. La gente no robaba por miedo a violar lo sagrado…Ahora nada hay ya sagrado para el africano, ya sea el depositario del poder como el simple ciudadano…” Para terminar se pregunta en forma de consejo: “¿No sería necesario volver a restaurar lo sagrado…? Aquí está el quid del problema: RESTAURAR O NO LO SAGRADO.
Fuente: LD
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