Por: Samuel Mba Mombe, Médico. Representante de la CORED en Camerún

El ex secretario general de la ANRD (Alianza Nacional para la Restauración Democrática) de Guinea Ecuatorial en el periodo 1983-1987, el difunto Nsono Okomo, siempre nos decía en las reuniones lo siguiente: “Si no sabemos hacer las cosas, al menos intentemos hacerlas como se hace en otros sitios”. Esto extrapolado al tema que nos ocupa ahora que es el Diálogo Nacional, creo que la oposición guineo- ecuatoriana debería aprender ya hacer las cosas como se hacen en otras partes, que debería ya darse cuenta en estos 35 años de dictadura asesina y cruenta, que Obiang y su gente no pueden propiciar un clima de diálogo sincero, libre y transparente en el país. Seguir concediéndole el beneficio de duda es pecar de ingenuo y soñar despiertos.

Nuestra historia reciente con la supuesta apertura política en el país, demuestra a todas luces que si Obiang tuviera una mínima voluntad de apertura pluralista en ideas u opiniones, Guinea Ecuatorial sería hoy un país de corte democrático, pero democrático en su concepción universal. Vamos a tener que seguir repitiendo más de lo mismo que no se puede hacer democracia sin demócratas y que nadie puede dar lo que no tiene. Pues Obiang no es demócrata y por lo tanto es imposible que se espere de él que nos ofrezca la democracia.

Resulta difícil de comprender que después de más de 20 años del llamado proceso de democratización, la oposición siga esperando que suceda un milagro o que el Espíritu Santo le ilumine a Obiang Nguema para que se pueda llevar a cabo políticas que permitan el ejercicio del juego democrático en Guinea Ecuatorial. Yo personalmente no creo que tal milagro se produzca si en 35 años no ha sido el caso.

Cuando se produjo la revuelta de Palacio el 3 de agosto de 1979, una buena parte de la población aplaudió el evento en la esperanza de que por fin nuestro país empezara a caminar hacia los derroteros de la democracia. La desilusión no pudo ser mayor cuando el nuevo régimen encabezado por el dictador Obiang, lejos de cumplir con sus promesas, el terror volvió adueñarse las calles de todo el ámbito nacional. El ciudadano volvía ser vapuleado, perseguido, torturado, humillado, encarcelado, asesinado u obligado al exilio forzoso.

Tras el anuncio de la supuesta apertura política a principios de la década de los ’90, muchos guineanos independientes o afiliados en los partidos o movimientos de la oposición en el exilio, se precipitaron a regresar al país a fin de secundar el proyecto de democratización anunciado por el dictador Obiang. Se firmó el PACTO NACIONAL que después el régimen hizo agua de borrajas y el país lejos de caminar hacia adelante, se ha quedado estancado o más bien se ha registrado un retroceso en cuanto a las libertades inherentes de las personas. Ser opositor al régimen ha vuelto a ser uno de los peores pecados que puede cometer un guineano.

Algunos que le ríen las gracias al dictador se dicen que bailando al son de la música del Gran Maestro de la Orquesta se puede llegar a democratizar el país cuando se constata que esa estrategia sólo sirve para que el dictador siga ridiculizando a la oposición. Todas las sutilezas que emplea el dictador para aparentar flexibilidad ya no deberían engañar a nadie. En otras partes cuando el régimen se muestra inflexible y utiliza la demagogia como arma arrojadiza contra la disidencia, la mejor postura que suelen tomar los disidentes es el boicot llamando a la desobediencia civil a fin de obligar al gobierno a negociar en las condiciones que le son exigidas. Cuando se ha querido persuadir a ciertas personas para que no hagan el juego al dictador, este llamamiento siempre es calificado de “ataques”, “hacer oposición a la oposición” y alguna otra cosa más, pero nunca han dado una explicación convincente del ¿por qué acompañan al dictador en su huida hacia adelante que suele bautizar “elecciones” cuando de antaño ya se sabe cuál será el resultado de las mismas?

Me llama una poderosa atención la postura del principal partido de la oposición costamarfileña que según los resultados de las últimas elecciones presidenciales, obtuvo casi el 49% los votos y que actualmente está fuera de las instituciones del Estado por su no participación en los procesos electorales que se llevan a cabo si no son liberados todos sus miembros y dirigentes encarcelados. 49% de la población que vota por el FPI si no participa en los procesos electorales es porque las instituciones que rigen el país son obsoletas y no pueden pretender ser legales en términos de participación popular. En Guinea Ecuatorial sin embargo, vimos cómo un partido político de la oposición con su máximo dirigente en las mazmorras de la dictadura se iba a unas elecciones presidenciales bajo la égida del terror entonces reinante en el país con centenares de disidentes encarcelados y torturados e incluso asesinados.

Aquí sobran teorías y argumentos para defender lo indefendible. La oposición es la que tenía que liderar el Diálogo Nacional presentando y poniendo condiciones al régimen para ver si de verdad está para dialogar. No ha sido así y el dictador con toda su habilidad ha vuelto a tomar delantera presentándose como el forjador del diálogo político en Guinea Ecuatorial cuando se sabe que lo único que puede hacer Obiang es dictar u obligar.

Me atrevo a sentenciar que en Guinea Ecuatorial no habrá ni un ápice de democracia mientras siga Obiang dictando sus leyes que ni siquiera respeta y si alguna vez las tiene que aplicar siempre será para su beneficio.

Fuente: LD

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