De Madrid a Malabo: el viaje de Moratinos a ninguna parte

Exilio, 23 de octubre de 2006.-

Es archiconocido que las cosas que ocurren en Guinea no ocurren en ningún otro sitio. Los procedimientos dictados por la razón o la ley que se usan en los demás países del mundo, nunca tienen lugar en Guinea.
Hablar por tanto de Guinea es hablar de una tierra donde nada es apenas comprensible para la razón humana. Entrar en Guinea es sumergirse en un mundo que no existe para el resto de la humanidad.

Guinea es ninguna parte, un agujero negro en pleno planeta tierra y en pleno siglo XXI, en cuyo vórtice atractor los guineanos somos aspirados para desaparecer como personas y convertirnos en objeto de escarnio de una banda inhumana.

En ese espacio singular donde la dignidad humana desapareció hace 37 años, es a donde acude el ministro español de Asuntos Exteriores, no sabemos realmente para qué, porque todos los viajes de los políticos españoles a Guinea son un verdadero misterio.

Desde que acuden políticos españoles a Guinea, España no ha conseguido nada positivo en Guinea. Los guineanos tampoco han ganado nada con estas visitas extrañas, si acaso, y es lo más sorprendente, una pérdida de la seguridad de los exiliados y residentes guineanos en España. Para el estado español, aparte de la importación del petróleo que podría traerse de otras latitudes, nada ha ganado salvo el desprecio del Obiang. Ante esta evidencia, muchos estamos pensando que en Malabo el tirano ofrece cosas muy especiales y apetecibles a ministros y secretarios de estado españoles.

Es posible que en Malabo Obiang haya levantado un templo en honor de un nuevo dios, Kalunga, a quien acuden los políticos españoles a recibir sus favores. Kalunga es el nombre del Dios africano al sur del Congo y es también el nombre del conglomerado empresarial creado por Obiang en el exterior. Dentro, toda la economia gira en torno a Obiang a través del conglomerado Abayak. Abayak es la dueña de Kalunga, un conglomerado de conglomerados empresariales y familiares.

Kalunga es un imperio anclado en Suiza, Bégica, Sudáfrica, Londres, Marruecos, Alemania, Francia, Madrid, Panamá y el Caribe. Ahora se dice que Kalunga quiere comprar un banco en Ginebra. Así se instalaría la ilegalidad en el corazón de Europa y sería el banco con más liquidez del mundo.

En noviembre de 2003 estuvo en Malabo la ministra de Exteriores Ana Palacio. Recibió una medalla por ello de manos del mandaúnico. También estuvo la ministra de sanidad Ana Pastor para, según se dijo entonces, crear un centro de enfermedades tropicales único en la zona. No hablamos de las visitas de Miguel Angel Cortés y de Juan Costa en el 2002. De todo lo que se dijo y prometió en favor de la democracia, contra la pobreza y por el estado de derecho o la sanidad, nada hubo después.

El acuerdo sobre garantia de inversiones firmado en la época del PP fue un dislate puesto que el Derecho Civil y el OHADA ya serían suficientes para garantizar los derechos de las personas jurídicas. Pero el caso es que Guinea no es y no parece que a corto plazo vaya a convertirse en un Estado de Derecho, de modo que no hay garantias para nadie, salvo la fuerza o la amenaza de ella. El empresariado español está al pairo en la medida en que Moratinos no supone ningún freno para Obiang sino todo lo contrario. Por tanto España no hace nada en Guinea para su empresariado, como se pretende presentar.

Así que todos los viajes a Guinea fueron a ninguna parte si nos basamos en la virtualidad de sus consecuencias y a ninguna parte fueron tales viajes si, como sabemos, Guinea es una singularidad espacio-temporal sin relevancia para el resto del mundo, al menos en apariencia. Tras este viaje de Moratinos las cosas seguirán igual, si no peor por simple entropía. El viaje de Moratinos es una ligera deformación sin consecuencias en el campo de fuerzas del agujero negro de Guinea.

En marzo del 2005 Moratinos estuvo en Malabo a garantizarle a Obiang de que ningún guineano en España pondría en peligro su dictadura. Para los medios de comunicación sin embargo dijo que fue a recordarle al dictador ”el compromiso del Gobierno español con el proceso de democratización y de modernización política, institucional y económica de Guinea Ecuatorial”. Desde marzo del 2005 hasta la fecha no hemos objetivado ese compromiso con ningún proceso de democratización ni de modernización. Lo que hemos visto es la guerra desatada por los servicios secretos españoles contra la oposición guineana, como nunca la hubo. Moratinos es un personaje que da miedo ya que parece desconocer los límites de la acción de gobierno.

Kalunga, el dios de los dineros, es la gran atracción de Malabo. Hay tanto dinero en Guinea que aunque Teodorín pasara todos los fines de semana en Sudáfrica gastando lo que gastó la otra vez en coches de lujo, arreglos millonarios de su mansión y en putas de altos vuelos con vulvas de oro, su padre seguiría nadando, si pudiera, en billetes verdes hasta el fin de sus días. Y sobra dinero porque falta vida para los guineanos.

Así que no nos dicen nada los viajes a Malabo en lo que se refiere a la democracia y la libertad. Cada político y empresario español que puede va a Guinea a buscar su gran oportunidad para llevarse los millones que Obiang nos roba, antes de que éste se muera. Y Obiang sigue reclamando que le lleven a Severo para ponerle en el hotel de 5 estrellas llamado Black Beach. No entiende otra cosa por más ministros de justicia españoles le visiten. No se trata de que Obiang sea tonto sino que no quiere entender nada. Siempre ha hecho su voluntad y ahora más, gracias a Kalunga, el dios de Don Dinero que todo lo puede y que se ha aliado con el anticristo que reina en el Golfo de Guinea.

Ningún ministro español lleva la esperanza para los que fuimos despojados de dignidad a golpe de fusil. Solo nos queda esperar el sonido de las trompetas del juicio final de Mefistofeles.

Nvo e´Zang Okenve Mituy Etuituy Nkulu Obono Nvo Mituele Mbomio Baa


Fuente: propia

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