XIV DOMINGO DEL TIEMPO DEL ORDINARIO
LA RESPONSABILIDAD DE LA COMUNIDAD ANTE SUS PROFETAS
IDEAS PRINCIPALES DE LAS LECTURAS DE ESTE DOMINGO
- 1ª Lectura: Ezequiel 2, 2-5: La actividad de Ezequiel no es fructífera, todo lo contrario. Experimenta la aparente esterilidad de su misión sigue presente y preocupado por su pueblo.
- 2ª Lectura: II Corintios 12, 7b-10: La fuerza se fragua en la debilidad, dice el Apóstol; o lo que es lo mismo, en la debilidad se ha presente la fuerza de la cruz de Cristo y, desde esta referencia, la debilidad se convierte en lugar adecuado para la manifestación de la fuerza del Señor.
- Evangelio: Marcos 6, 1-6: Lo que ocurre en Nazaret, lo habían experimentado anteriormente los profetas. El asombro por Jesús se convierte en desconfianza. Jesús es rechazado por su pueblo. Solamente el profeta es rechazado en su pueblo. Sus palabras quedaron escritas y sus obras permanecen. Sus compaisanos juzgaron por las apariencias externas y no descubrieron su mesianidad.
1. Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Aunque todos somos profetas, es decir, todos hemos recibido la misión de hablar a nuestros hermanos en nombre de Dios, las lecturas de este domingo están enfocadas más bien a la figura del hombre que ha sido llamado por Dios para hacer de su vida una misión entre los hermanos, esto es el sacerdote. Ezequiel, Pablo y el mismo Jesús viven esta experiencia de sentirse llamados y enviados por Dios para hacer presente la Palabra de salvación ente los suyos, pero los suyos se resisten a la voz del profeta.
2. Basta leer el prólogo del evangelio de San Juan para entender la catequesis de hoy en su plenitud. Jesús es la Palabra del Padre, enviada a los suyos, “y los suyos no la recibieron”, constata San Juan. Así fue, es y será siempre. Y así se escribe la historia de la salvación, entre el amor de Dios que habla y la rebeldía de su pueblo que rechaza. Veamos el caso concreto de Jesús.
3. Jesús llega un día a su pueblo de Nazaret. Sus compaisanos conservaban todavía la imagen del carpintero, pues no hacía mucho tiempo que había dejado el pueblo. No comprendían sus palabras, ni su sabiduría y desconfiaron de él. Para ellos, Jesús era el hijo de carpintero. Vieron a Jesús por las apariencias externas. No es una tarea fácil reconocer a Jesús como Mesías. Solamente quien cree en él reconoce su mesianidad, acepta sus palabras y admira sus obras y milagros. Miran sin ver y oyen sin escuchar. Cristo sigue desconcertando, su palabra escandaliza, su mensaje engendra oposición y su vida y obras crean conflictos y peligros. Quien lo reconoce con ojos de fe no juzga desde las apariencias externas.
Fuente: Jesús Rafael Edu Eyama Achama