”España y la cooperación para el subdesarrollo en Guinea Ecuatorial”
Humberto Riochí, portavoz del MAIB, 13 de julio 2009
Desde que Guinea Ecuatorial entrara a formar parte de la historia de las naciones con este nombre, los gobernantes españoles habidos, empezando por Franco, no han sido capaces de dar puntada con hilo cuando se ha tratado de poner soluciones a los innumerables problemas de aquel país. En muchas ocasiones, España se ha convertido incluso en freno y en problema añadido a los que de por sí ya tienen los guineanos.
Con este marchamo se han movido todos los Gobiernos democráticos habidos en España. Algunos, con mayor o menor acierto, y siempre desde las mismas políticas de Estado, fueron capaces de edulcorar los disparates con posicionamientos poco comprometedores para salvar el expediente. Pero los guineanos que creíamos haberlo visto todo nos estamos quedando sorprendidos con el formato del Gobierno actual del señor Zapatero, y concretamente de su Ministro de Asuntos Exteriores, señor Moratinos.
Las distintas varas de medir utilizadas por el Canciller español a cuenta de las turbulencias políticas que se desarrollaban hacen pocos días en Honduras, han cautivado nuestra atención. El señor Ministro se puso el primero en la fila para condenar el inequívoco golpe de Estado. Acto seguido llamaba a consultas a su Embajador en Tegucigalpa y animaba al resto de embajadores de la UE acreditados en aquel país a abandonar sus misiones diplomáticas como acto de protesta.
En Guinea Ecuatorial, sin embargo, llevamos cuarenta y un años soportando autogolpes y quiebras constitucionales, pisoteos indiscriminados de derechos de toda laya, asesinatos extrajudiciales, extorsiones sistemáticas, impresionantes desfalcos de lo público, nepotismos abracadabrantes, anemias crónicas de libertades, terrorismos de estado… y nunca ha habido un solo pronunciamiento de condena en la Unión Europea o en cualquier otro foro internacional a propuesta de un Gobierno español. Y es más, las iniciativas tomadas por ONGs y algunos grupos parlamentarios minoritarios españoles han ternimado ignoradas o mal vistas por quienes toman las decisiones. Los desmanes y despropósitos de un sanguinario, son catalogados de pecata minuta y en tono menor, desde infundados presupuestos de cambios inminentes hacia una democracia que nunca llega.
El penúltimo capítulo de este culebrón lo acaba de escribir otra vez el señor Moratinos con su último viaje a la que fue colonia española. Un viaje en el que el señor Ministro ha repetido la misma partitura y ha dado una vuelta de tuerca más en el proceso de minar la confianza que los guineanos teníamos en este país con el que nos unen lazos que van más allá de una lengua y una cultura comunes.
Los guineanos creímos que hasta tanto no se firmara el acta de defunción de las energías fósiles, España, por su renta de situación podría tener en Guinea Ecuatorial su despensa energética particular, aprovechando la inequívoca voluntad habida entre los pueblos de aquel país en revalidar las relaciones que hubo entre los dos Estados. También creímos que podría, a cambio de los recursos que esquilman otros países con los que no nos une nada, ayudar a desarrollar Guinea Ecuatorial y desde allí, ganar cuotas de mercado en las plataformas en las que se mueve nuestro país. Esto no se ha producido y posiblemente no se produzca por las políticas laxas y las imprecisiones que han venido desarrollando los distintos Gobiernos españoles. Por esas mismas políticas, España ha ido perdiendo terreno como referencia preferente sobre Guinea Ecuatorial ante sus socios occidentales. Hoy, el diminuto país que levanta las apetencias de muchos, está en manos de no se sabe quién y los españoles tienen que ir y vivir por él casi de prestado.
Y todo es así porque los Gobiernos españoles se han empeñado en confundir a un dictador con los pueblos de Guinea Ecuatorial. Con su canciller como oficiante mayor, el actual Gobierno está decidido a cambiar derechos humanos, seguridades jurídicas, estabilidades políticas, progreso y democracia por migajas de un pastel económico y comercial que podría haber tenido en exclusiva. En lugar de soluciones duraderas, España busca atajos para unirse al zafarrancho de Obiang con apuestas quinielísticas baratas. Hasta que no se demuestre lo contrario, este viaje significa un nuevo espaldarazo a Obiang. Las palabras del señor Moratinos son harto elocuentes: “se ha abierto una cartera de oportunidades” para el empresariado español. Lo demás poco importa.
Lo demás poco importa en un país en el que los hospitales son auténticos mataderos; la educación una calamidad; la Administración en todas sus manifestaciones, un gran club de corruptos; el tribalismo, una moneda de curso legal; el precio del kilogramo de guineano vivo en el mercado de Obiang por los suelos; el futuro de nuestros pueblos, hipotecado… Ante esta realidad, quienes tendrían que ayudarnos a erradicar el cáncer que nos mata, hablan de progresos de cemento y ladrillo. Al señor Ministro no le produce ningún empacho afirmar que “lleva una nutrida delegación para que conozca la nueva Guinea Ecuatorial que crece al 30% cada año, que vive un nuevo desarrollo político y social…” Obiang se está quedando con todo el dinero de los guineanos, y eso poco le importa al Canciller español.
De los demoledores informes de las organizaciones humanitarias internacionales, solo le interesa que hayan estado en Guinea Ecuatorial. Lo que cuentan, los datos, sobran. En lo que toca la concesión hecha por Obiang permitiendo (dice) “el regreso de uno de los líderes de la independencia de Bioko”, preferimos no hacer ningún comentario.
Los guineanos estamos llenos de dudas respecto a lo que pueda significar la expresión “progreso político y social” en un país en el que la oposición tiene que pedir permisos para reunirse; en el que la Delegación que viaja se sienta a hablar solo con un grupo étnico con carta de dudosa legalidad como oposición; en el que los derechos de las minorías están siendo lapidados de manera inmisericorde. Un país con progresos donde el derecho a la propiedad depende de la distancia que se tenga del poder y la pertenencia étnico-clánica…
Esta es la política de la Madre Patria, del Gobierno de las “alianzas de civilizaciones” que antepone sus intereses económicos a las vidas de las personas. Pese a todo, las mentiras tienen las patas cortas. Obiang seguirá siendo lo que siempre fue: un hombre sin palabra, que insulta un día a todo lo español, para al día siguiente declarar que anda ayuno de hispanidad y que el hermanamiento entre nuestros pueblos tiene que ser un hecho. Y así hasta que llegue el día en el que se levante con el pie izquierdo. Entonces no necesitará encomendarse a nadie para expulsar, como lo ha hecho infinidad de veces, al empresariado español que no se pliegue a sus caprichos y… aquí paz y después gloria. Entonces será el ministro español de turno el que hable de lazos culturales y otras lindezas.
¿Dónde están las recetas de Tegucigalpa, señor Ministro? Lo que hemos visto hasta ahora se llama cooperación para el subdesarrollo de Guinea Ecautorial.
Fuente: bosila
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