Se acaba de cumplir un nuevo aniversario de la independencia de Guinea Ecuatorial, una efemérides que todo pueblo debería celebrar. Sin embargo, no es el caso en nuestro país. Pocos guineanos hemos disfrutado desde el de 12 de octubre de 1968 los beneficios que se esperaban fuera ya de la colonización. Durante los 42 años transcurridos dos dictaduras provenientes de la misma familia han marcado con suma violancia el pasado, presente y futuro de la mayoría de los que nacieron en ese territorio africano. Bueno, hay que hacer una precisión en este punto, muchos hijos de los que vivieron ese acontecimiento vinimos al mundo fuera de las fronteras de Guinea debido a la persecución implacable a la que se vieron sometidos nuestros progenitores por parte de las dos dictaduras: la de Francisco Macías, tío del que tras un golpe de estado asumió la presidencia sine die, Teodoro Obiang Nguema. Este último, se mantiene en el poder a base de elecciones fraudulentas, eliminando a diestro y siniestro de forma violenta a posibles aspirantes al puesto que ostenta contra toda legalidad nacional e internacional, haciendo que el país se asemeje a una cárcel..

Pero, no es necesario que recordemos- por archiconocido- cual es el sistema y situación implantado por el que se cree enviado de un dios “verdadero” para el bienestar del pueblo; arbitro de un cambio hacia una democracia inexistente, nunca implementado; único poseedor de los beneficios de las explotaciones de las materias primas guineanas, así como único conocedor de los beneficios que considera “son secreto de Estado”, (del que ha convertido en su Estado) como si de una herencia familiar se tratara; del que a pesar de ser uno de los más crueles dictadores, consigue - a base de dólares hurtados a los que dice gobernar- que la UNESCO, instaure un premio que lleva su nombre con la ironía macabra que subyace en el mismo “para investigación de Ciencias de la Vida” cuando tantas y tantas vidas ha sesgado, ha malogrado, el que le da nombre, promueve y financia.

Decía al principio que los guineanos en contra de lo lógico, no celebramos este día como una fecha festiva sino como el principio de un sufrimiento prolongado, agónico, sin apenas esperanza del punto final del infierno en el que estamos inmersos. Salimos de la dependencia colonial para entrar en la esclavitud a la que nos somete un sátrapa que ha sabido rodearse de impunidad, silencio total a sus excesos por una comunidad internacional sorda, ciega, muda, cómplice de quien no valora, respeta, ni cumple ley alguna: Teodoro Obiang Nguema, premio internacional contra la vida y DDHH de los guineanos. Ese sí que es el galardón que bien merece por su trayectoria.
Esta es, a grandes rasgos, la realidad de Guinea Ecuatorial, por mucho que se quiera maquillar a golpe de dólares por los colaboradores oportunistas que Obiang ha ido “reclutando” a lo largo de los años de abundancia en ingresos del país tomados y gastados como propios. Y no se queda solo en silencio comprado, en maquillaje de su régimen, lo más lamentable y terrible es la “contratación de expertos en terror” que a parte de desarrollar su “conocimientos” en artes criminales en el país, adiestran a guineanos para ponerlos en práctica contra sus propios hermanos.
Uno quiere sintetizar cuando expresa su opinión, pero, con el “caso Guinea Ecuatorial” es imposible dada la cantidad de ilegalidades y violaciones que en el país se reproducen día a día . No se puede soslayar en la enumeración, aun siendo abreviada, de los actos criminales cometidos por Obiang, el asesinato de José Abeso Nsue Nchama, Manuel Ndong Anseme, Jacinto Micha Obiang Obono y Alipio Ndong Asumu, hace escasos meses. En esta misma página comentaba si ésta sería la última o penúltima fechoría de Obiang contra nuestro pueblo, se quedó en la penúltima, para desgracia nuestra. Obiang dura y dura al igual que nuestro sufrimiento, nuestro dolor. No hay voces de condena, no hay medidas contra su felonía por aquellos que no dejan de repetir los beneficios de un Estado democrático cuando el guión lo exige en sus respectivos paises. Y ¿qué pasa con Guinea?. Todo queda en impunidad, silencio espantoso, solo roto por los ahogados sollozos de un pueblo que no puede manifestar sus sentimientos si no quiere engrosar la lista de detenidos en cárceles infectas desprovistas de los más elementales servicios o de los desaparecidos por “orden de la superioridad” que no es otra que la de Obiang .
Año tras año, nosotros los guineanos, vemos cada vez más lejos nuestro retorno, por imperativo de un impresentable dictadorzuelo que eso sí, cuenta con la bula que le conceden los paises más desarrollados. Las recomendaciones a Obiang emanadas de instancias internacionales en materia de DDHH, no han sido puestas en práctica y no ha pasado nada. Pero, sí tienen el descaro gobiernos e instituciones a pesar de las ilegalidades que se cometen en Guinea a diario, de dar crédito al dictador cuando se queja de ser objetivo de golpes de estado inventados por él mismo para torturar, represaliar, asesinar, mantener a raya a posibles adversarios con los que teme – eso sí que es cierto - enfrentarse en lar urnas, en unas elecciones transparentes, sin trampa ni cartón aun no conocidas durante su “mandato” tan fraudulento como el desarrollo de los comicios que convoca.
El cambio en nuestro país no se operará como insiste esa comunidad internacional por medios democráticos al uso. Obiang nos viene invitando a ello reiteradamente con sus actos criminales. Se burla constantemente de las normas, de las leyes. ¿No es lícito que el pueblo busque otras soluciones en legítima defensa , ante las agresiones del sátrapa? Y ¿qué podemos esperar de la oposición existente en la actualidad? Hace casi una década Obiang comenzó a descabezarla de diversas formas. Por otro lado, gran parte de aquellos opositores han “abandonado” la escena política de nuestro país o han dejado de resultar “ molestos”. Algunos pagados en cierta manera para mantener el tipo; otros, quieren pero, no pueden. Durante años hemos asistido a coaliciones entre partidos, la mayoría de ellas con firma alejada de nuestras fronteras para al poco, comprobar que todo quedaba en agua de borrajas a causa de tirarse los trastos a la cabeza por protagonismos personales. Como compatriota sí que deseo hacerles un ruego: no alimenten la esperanza de quienes pueden ver algo tangible en sus movimientos. El tiempo, la experiencia, viene demostrando el fracaso de sus “uniones” que al igual que nuestro opresor dura, dura, dura. Ojalá, que me equivoque y la última nos brinde buenos resultados. Me refiero al “manifiesto” al que solo se menciona en una banda…informativa.
Hermanos, no esperemos milagros. Solo nosotros con nuestra resistencia podremos lograr lo que tanto ansiamos: la libertad, la justicia, el bienestar, la paz verdadera, no la impuesta a base de represión y obligado silencio, en el que nos venimos debatiendo hace ya cuarenta y dos años. Bienvenida la Independencia, no la esclavitud.

Son cosas sabidas, pero no está de mas el recordarlas y tomar nota.



Fuente: Propia

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