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Editorial

¿POR QUÉ NO REGRESAMOS? OBIANG ESPERA A LOS EXILIADOS CON EL GARROTE EN LA MANO


publicado por: La Díaspora Boletín informativo para la communidad ecuatoguineano en el extranjero el 11/05/2013 0:09:08 CET

¿POR QUÉ NO REGRESAMOS? OBIANG ESPERA A LOS EXILIADOS CON EL GARROTE EN LA MANO

Desde que nuestro país accedió a su independencia política el 12 de octubre de 1968, el reto ha sido encontrar el camino de la libertad y el progreso. Los casi cuarenta y cinco años desde aquella fecha inmemorable están llenos de momentos que, la mayoría de los guineo-ecuatorianos pensaron fueran la oportunidad de enderezar el timón. Desafortunadamente, aun desde ópticas dispares, todos constatamos que ninguno de esos momentos fue puesto a provecho.

Desde hace unos años, el Mundo entero está viviendo momentos de cambio y se están viendo los esfuerzos que Pueblos, Naciones y Estados están haciendo para restaurar, ampliar y en algunos casos consolidar la democracia. Todos están dejando atrás los viejos esquemas y todos están encaminados a poner en pie el pluralismo político en ideas y partidos.

Guinea Ecuatorial pudo haber adelantado en los momentos presentes y ser el ejemplo precursor en África si se hubiera llevado a cabo el Plan de Acción (Resolución del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas 1982/36 de 7 de Mayo de 1982) que el Gobierno y la Comisión de los Derechos Humanos acordaron. La mayoría de los exiliados apoyaron en su día el Plan de Acción y se felicitaron por el hecho de que el Gobierno de Guinea Ecuatorial lo aceptara. Sin embargo, nosotros los exiliados estuvimos de nuevo preocupados al ver en el Informe del enviado de la Comisión de los Derechos Humanos (E/CN.4/1990/42) que el Gobierno no aprobó la proposición del Experto de que se elaborara una Ley de Asociaciones, así como se negó a la realización de una apertura política en Guinea Ecuatorial. Los sucesivos informes de la Comisión así como de otras organizaciones internacionales, tampoco daban ni dan la impresión de que haya habido un gran avance en el campo del respeto y promoción de los Derechos Humanos en nuestro país.

Una nueva puerta de esperanza para los exiliados vuelve a abrirse con el viaje de Felipe González a Guinea Ecuatorial el 22 al 24 de noviembre de 1991. Se recoge con satisfacción en los círculos del exiliado guineo-ecuatoriano las declaraciones del Presidente Teodoro Obiang Nguema durante ese viaje sobre el pluralismo político así como la invitación formulada a los guineo-ecuatorianos residentes en Europa en general y, en particular, a aquellos en España para que regresen al país a fin de participar en el proceso del desarrollo democrático. Por encima de todo, los exiliados esperaban que estas declaraciones no fueran aisladas sino que debían marcar el inicio de una verdadera apertura pluralista y al mismo tiempo, eran de la opinión de que la entonces situación de nuestro país (aunque hasta ahora no ha cambiado sustancialmente) no nos permitía esperar el momento ideal: necesitábamos y necesitamos hoy mismo un diálogo constructivo y de amplio alcance.

Nosotros los exiliados desde ópticas diferentes, hemos defendido siempre que la visión completa de la realidad de Guinea Ecuatorial no puede lograrse con un solo ojo. Sólo desde ambos se puede conseguir un centro de verdad y no falso o desviado. Y en este contexto, estimamos que no se debería descartar a nadie de tal proceso porque somos de la opinión de que la situación de nuestro país requiere una actuación amplia, profunda y paciente de toda la sociedad en general y en particular, de la Oposición ya que en su entorno giran ciertamente la mayoría de los elementos más preparados y que el gobierno reconoce que tanta falta hace al país. Esta gente, cuadros valiosos y en activo en sus diferentes profesiones, están obligados a vivir en el exilio.

En 1990, el régimen del Presidente Teodoro Obiang Nguema sostiene que el pluralismo político es una “diabólica idea importada” que se combatirá con todos los medios a su alcance. En el mismo año en que Francia anuncia en la Conferencia franco-africana de la Baule, la nueva alternativa de cooperación con el Tercer Mundo que exigirá necesariamente la democracia plural y el respeto y promoción de los derechos humanos. Un año después, el régimen se pronuncia por primera vez como favorable al multipartidismo, si bien, anunció su implantación cuando las circunstancias lo aconsejen y siempre teniendo en cuenta “las especiales circunstancias de Guinea Ecuatorial, derivadas del hecho de su africanidad”. A pesar de esta tímida aceptación del multipartidismo, el régimen solicita de España su apoyo y asesoramiento para la transición democrática en nuestro país durante la mencionada arriba visita de Felipe González a Guinea Ecuatorial.
Un hecho decepcionante que hemos de subrayar a pesar de las declaraciones del presidente Obiang, es el Proyecto de Reforma de la Ley Fundamental de 1991.

Pensamos que el Pueblo guineo-ecuatoriano no pretende que una Constitución deba hacerse mirando al pasado y no al futuro. Lo que sí queremos afirmar es que deberíamos aprender la lección de nuestro poco logrado proceso anterior de experimentos constitucionales, de 1968 a 1982; largas teorías de textos bien intencionados, procesión interminable de brillantes discursos, pero todo ello sin resultados convincentes. Ninguna de nuestras constituciones logró el asentamiento popular, la duración mínima, el respeto del tiempo y el valor de la eficacia. Para nosotros, una Constitución hoy ha de ser un equilibrio de fuerzas políticas, económicas, sociales, culturales, religiosas, etc. suficientemente armonizado, no sólo para el momento presente, sino para absorber cambios posteriores, encajándose por vía de reformas o reajuste.

El Proyecto de Reforma de la Ley Fundamental de Guinea Ecuatorial publicado en el Boletín Oficial del Estado (B.O.E.) en su número extraordinario del 15 de octubre de 1991, nuestro juicio, está lejos de ser el Texto Consensual que debía armonizar las posiciones y opciones políticas de los diferentes grupos de nuestra sociedad y legitima el poder del actual presidente. El texto contiene además, sombras muy profundas y muy oscuras. Lo más grave, sin duda alguna es la redacción de la “Disposición Adicional”. El aceptar que Teodoro Obiang Nguema terminó con el régimen político antidemocrático y dictatorial; que ha conducido el país durante doce años con niveles de realizaciones óptimas del desarrollo político, económico, social y cultural; que es el artífice de la introducción del multipartidismo en nuestro país así como el auto-indulto de que no podrá ser perseguido, juzgado, ni declarar como testigo antes, durante y después de su mandato. Pues, el que teme, algo debe.

También se debe juzgar de negativo que la comisión constituyente no había sido de amplio espectro y cabía esperar que su obra, lo mismo en la parte de los principios dogmáticos que en el desarrollo orgánico de las instituciones, no había permitido diversas alternativas de programa político y de gobierno y un turno pacífico entre las fuerzas políticas de nuestro país. Pues, el proyecto de reforma de la Ley Fundamental había sido elaborado dentro de una óptica partidista que no permitió la participación cualitativa de las ideas pluralistas que hubieran hecho de él, el Texto consensual en el que todos los intereses debían venir armonizados para ser la base en la que se reconocerían la mayoría de los guineo-ecuatorianos. La condición de arraigo que fija el Art.33 inciso (e), perpetúa la división entre los guineo-ecuatorianos de dentro y los de fuera y no facilita la Reconciliación Nacional. Por lo tanto, este Artículo es inaceptable.

Comprendemos que darle a una Nación su Constitución política es indudablemente una acción de rango histórico. Pues, se trata de establecer la Ley de las Leyes; de establecer los cimientos de su ordenamiento jurídico; de escribir las iníciales de todos los grandes capítulos que van a regular el orden y la justicia; de formular el Pacto de la alianza civil que a ser la medida de toda la legitimidad base inconmovible de la paz y de la convivencia y prenda firmísima de un proceso político a la vez garantizado y flexible. Labor de tal transcendencia sólo puede ser acometida por hombres de Estado responsables, desde una obligada confesión de humildad.

Con el Golpe de Estado del 3 de agosto de 1979, el Presidente Teodoro Obiang Nguema en sus monótonos discursos, anunció que pondría fin a los abusos y que convocaría elecciones para convertir a Guinea Ecuatorial en una democracia. La realidad hasta la fecha ha sido completamente diferente; todo ha desembocado en un periodo en el que la aplicación de métodos brutales se ha recrudecido. Esta violencia azota a todas las clases sociales de nuestra sociedad guineo-ecuatoriana.

El gran deseo del pueblo de Guinea Ecuatorial es contar con un régimen democrático para ordenar nuestra convivencia social presente y futura; el actual gobierno y en primer lugar su presidente, Teodoro Obiang Nguema no pueden olvidar que el desencanto, el pesimismo, la inseguridad, la miseria, las injusticias y la desesperación, son rasgos dominantes en el ánimo de no sólo los guineo-ecuatorianos que viven en el país, sino y de los que nos ha tocado “saborear” el amargo pastel llamado, EL EXILIO. Ningún habitante de Guinea Ecuatorial se siente seguro con el despliegue de la política dictatorial desatada por el gobierno de Teodoro Obiang Nguema. La toma de conciencia de esta política es el éxodo de guineo-ecuatorianos formando así grupos de oposiciones en el exterior contra el régimen actual. La valoración de un sistema político y democrático, viene determinada por el grado de funcionamiento de las instituciones y su enraizamiento en la conciencia social. ¿Cómo sería posible establecer una estructura democrática si no se establecen antes una serie de condiciones básicas como el respeto a los derechos humanos y entre ellos, el de participar en la vida política del país?

Un observador imparcial dijo en su día que “el proceso (el de apertura) se mueve a impulsos. No tiene continuidad. Un día aprueban leyes de redacción intachable y al siguiente se olvidan de ellas”. Y esos impulsos dependen, por lo general, de la presión exterior. Con esta observación imparcial queda claro que la elaboración de normas es una cosa y otra muy distinta es la aplicación de esas normas. La aplicación es indudablemente una obligación primordial de las autoridades que actúan a escala nacional. En Guinea Ecuatorial las autoridades nacionales están acostumbradas a abusos de poder en gran escala por parte de las fuerzas militares, paramilitares y seguridad que operan al margen de toda efectiva fiscalización parlamentaria o judicial.

El 19 de marzo de 1993, se firma en Malabo el PACTO NACIONAL entre el gobierno y los partidos políticos de la oposición. De carácter vinculante, el Pacto Nacional contenía elementos que deberían garantizar la observancia de los derechos humanos y la implantación de un clima favorable para los procesos electorales que se avecinaban y que llevarían el país a la democracia. Como se sabe, varios hechos graves se sucedieron desde entonces tanto en el orden político como en el relativo a violaciones de los derechos humanos incluyendo asesinatos perpetrados por agentes del régimen.

Las condiciones actuales a nivel político demuestran a las claras un gran retroceso de las pequeñas libertades de actuación política que habían logrado los partidos políticos gracias a las presiones internacionales. Desde el exilio constatamos que la dictadura no desea una apertura democrática real y desarrollo económico en el país. El régimen despliega a diario grandes esfuerzos para limitar la acción de los partidos de la oposición democrática y adulterar la esencia de un sistema democrático. La postura ambivalente del gobierno respecto a la problemática del exiliado guineo-ecuatoriano no sólo dificulta el retorno sino hace crecer el escepticismo de aquellas personas con ganas de regresar al país sin condicionamientos de ninguna índole. En ese sentido, cabe recordar la iniciativa de los exiliados residentes en Alemania y Suiza en 1991, en la que expresaron su voluntad de regresar al país. Esta iniciativa fue respaldada por la Alianza Reformada Mundial y por la Iglesia Reformada Cantonal de Berna (Suiza).

Precisamente y en respuesta a esa iniciativa, se reunieron en conferencia exiliados guineo-ecuatorianos y miembros de la Iglesia Reformada de Guinea Ecuatorial (IRGE) en Ginebra del 11 al 14 de julio de 1991, a fin de estudiar los mecanismos que permitan el retorno voluntario de los exiliados a su país. Los participantes en la Conferencia en vista del deseo expresado por los exiliados de regresar voluntariamente a su patria, reafirmaron una vez más que este retorno constituye una solución durable a la problemática y un incentivo importante para el desarrollo social, económico, político y cultural de Guinea Ecuatorial. Para facilitar dicho retorno en condiciones de seguridad y confianza, los participantes adoptaron proposiciones que deberían haber garantizado el respeto y la seguridad de los que regresen, sus familias y sus bienes. Claro que la evolución posterior a esa conferencia, la idea del retorno quedo sepultada.

Teniendo presentes los resultados de los casi 20 años de la experiencia del proceso de democratización, marcados por convocatorias electorales fraudulentas, ha quedado clara la imposibilidad de que el actual ordenamiento jurídico y su práctica sea favorable a los intereses de la población guineo-ecuatoriana en su conjunto. Muy al contrario, puede hablarse de una regresión en el nivel de desarrollo de los derechos humanos, civiles, políticos y económicos.

Un sector muy importante del exiliado de Guinea Ecuatorial no ha dejado a pensar de todo de creer en la necesidad cada vez más imperiosa de una negociación y búsqueda de alternativas para diseñar y articular unos proyectos capaces de enderezarnos hacia un futuro mucho más esperanzador. Por eso queremos recordar a Gustav Le Bon quien dijo que: “LAS VOLUNTADES DÉBILES SE TRADUCEN EN DISCURSOS; LAS FUERTES EN ACTOOS”.



Fuente: LD

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