La situación de Guinea exige sacrificios, honestidad, entrega e imaginación.
Desde el 2011, con el viaje de mañana dia 23 de septiembre 2014, son ya tres los viajes realizados por mí a Guinea con ánimo de plantar cara a la dictadura, haciendo cosas dentro de Guinea como si se tratase de un país normal, libre y democrático.

Pero Guinea no es nada de eso. Y tenemos que hacer que lo sea, entrando en el conflicto entre la realidad guineana y lo que Guinea debe ser. Aquellos que siempre fueron malos, informaron mentiras sobre mi primer viaje. Nunca entendieron la estrategia subyacente.

El dictador y su gente llevan décadas mintiendo y queriendo engañar siempre. Tanto tiempo llevan en esos menesteres, que se han acostumbrado a la realidad ficticia que sus mentes fabrican. Pero Guinea no funciona. Esta realidad es incuestionable y el dictador se niega a reconocerlo.

La oposición toda entera, la verdadera, hemos exigido al dictador una negociaciones para solventar la crisis añadida a la actual, que se cierne sobre Guinea. La democracia y la racionalidad se tienen que imponer para que otras realidades deseables puedan llegar, como un verdadero desarrollo económico y una verdadera paz.

Dialogar no es un verbo reflexivo. Un verbo reflexivo se utiliza cuando alguien está llevando a cabo una acción sobre sí mismo, usandose pronombres reflexivos (me, te, se, nos, os) que concuerdan con el sujeto. Por ejemplo: yo me lavo la cara. Jamás podemos decir "yo me dialogo conmigo".
Pero Obiang, el torcido, pretende usar el verbo dialogar en forma reflexiva, a la vista de todos, sin rubor. Cuando llama a la mesa de diálogo a sus ministros de la ficticia "oposicion", miembros de la pseudomayoria presidencial, Obiang pretende dialogar consigo mismo, pues los Alfonso Nsue Mokuy son imagen suya, cumplidores de sus mandatos y cómplices de sus ilicitudes.
Cuando traen del Gabón a unos "exiliados" por gestión del partido del dictador y los pasean por la television dictadorial, mostrando la buena convivencia que mantienen con el dictador, y poniendoles como ejemplo de la supuesta oposicion en el exilio que debe dialogar con el dictador, está Obiang haciendo un ejercicio de mentira pública, o sea, montando puro teatro, para, suponemos, su propia complacencia, ya que nosotros sabemos con certeza, que no es así como deben volver los exiliados.

Traer a unos "exiliados" del Gabón, recibirles en clave de "hijos pródigos" en medio de la acostumbrada fanfarria dictatorial, es hacer otra payasada... y conjugar el diálogo en reflexivo.

Yo viajo a Guinea y no soy el hijo pródigo de ningún dictador. Soy un ciudadano exigente en sus derechos que reclama, con los demás, la apertura de una verdadera mesa de diálogo. Y para constatar la buena voluntad del dictador para ese diálogo, tras años de incumplimientos por su parte, debe Óbiang cumplir antes unas condiciones, que todos, los verdaderos opositores, hemos acordado en convergencia y que figuran en cualquier documento que la oposicion haya producido recientemente.

De modo que el dictador debe dejar atrás los intentos de dialogar con su alter ego y hacer frente a la verdadera oposición, a nosotros, despertando de esa realidad ficticia y brumosa que lleva años fabricando. Es así como se ven a las personas valientes, encarando realidades "reales" y no huyendo hacia episodios del tipo "yo dialogo conmigo mismo".