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“Mesa de Diálogo Nacional: si se quiere, se puede” publicado por: bosila wecha saha el 02/10/2014 20:12:40 CET
“Mesa de Diálogo Nacional: si se quiere, se puede”
de Humberto Riochí.
2 octubre 2014 Política
Obiang está siendo empujado a hacer panes con tortas. En 1993 se salvó de la quema por chiripa. En aquella ocasión le bastó pergeñar lo que él y sus conmilitones bautizaron como “Pacto Nacional Vinculante”. Un invento étnico que nada tuvo de vinculante y mucho menos de nacional. Desde entonces a ésta parte, han corrido aguas bajo los puentes. Hoy, el que se creyera inmortal y vitalicio se encuentra atrapado entre un tiempo cronológico que se le escapa y otro político que está dejando de controlar. Por eso está volviendo a sus fueros. Y esta vez porque, además de su limitación existencial y su colosal desgobierno, sobre su cabeza pende otra agresiva presión motivada por sus incontables desafueros. Para algunos, sus socios de Occidente le reclaman gestos; y para otros, el leitmotiv está en una familia, la suya, que le solicita imperativamente definiciones acabadas de la línea sucesoria. En otras palabras, se le está diciendo que está listo para el desguace.
Con este panorama adverso, ha tirado de los ingenieros que le asisten para el patroneo de otro remedo que (le) ayude a tranquilizar el chiringuito. Hará otro “remake” del otrora pacto vinculante. Esta vez bajo la denominación de Mesa de Diálogo Nacional y con draconianas condiciones, oficiosamente publicadas y aliñada con la socorrida indigencia argumental -marca de la casa-, conocida por todos. Con estos mimbres tenemos asegurada una versión más paródica y agravada que las anteriores. O sea, otra patochada congénita a su dictadura ( quebradiza algunas veces, inhumana siempre) en busca de homologaciones que le garanticen prórrogas, pero con mecanismos tan disparatados como los de preterir obviedades indiscutibles.
Desde los presupuestos señalados, creemos, en principio, que habrá mesa; pero sin “diálogo”. Entendido éste concepto como discusión de puntos de vista diferentes para lograr acuerdos. Y ese imposible vendrá impuesto en primer lugar, por el papel arbitral y de moderador que se ha auto adjudicado el convocante. En segundo lugar, por la catadura (exceptuando a la “cenicienta de la disidencia interna) del resto de individualidades internas invitadas a participar con voz y voto en la ceremonia de la confusión y que eufemísticamente son denominados “grupos”, con el apelativo de legalizados. La elección de otros actores externos unipersonales sin legitimidad será el tercer argumento de esa cadena de despropósitos. Y, finalmente, y sobre todo, el minado legislativo que brujuleará el proceso completa lo que faltaba del vodevil. Total, tenemos que, con este aperturismo hermético erróneamente calculado, Obiang pretenderá presentarnos otro oxímoron. Es decir, otra provocación mayúscula, colocada en el escaparate de sus innumerables extravagancias y sustanciada por enésima vez en la subrogación de la representatividad de los sujetos nacionales en turiferarios con botafumeiros. O lo que es lo mismo, otra reincidencia ampliada y mejorada, en el premeditado camino de destrucción de lo que queda de un Estado que no levanta cabeza. Porque hasta los ingenuos irredentos – el que esté más allá de esta categoría que se busque un diván-, saben que Guinea Ecuatorial se fabricó con fragmentos inconexos de realidades que, pudiendo cristalizar en sentimientos patrios, divergieron en el espacio y el tiempo por procesos como el que se pretende.
Así pues, es un secreto a voces que lo que persigue nuestro Hombre no es la posibilitación de una apertura democrática que augure estabilidades y/o incrementos de las amordazadas libertades individuales y colectivas. No. Con sus fantasías políticas, repletas de sueños imperiales, se ve que está una vez más, aventando descaradamente sobre los rescoldos del fuego de la división, significando elocuentemente que, excepto la de su pueblo, el resto de las estrellas que cuelgan sobre el escudo nacional, son netamente ornamentales. O sea, tendremos otro raspado profundo en las heridas no cicatrizadas de tantos años de abusos que, habilitarán a los otros pueblos a reforzar sus convicciones para abjurar de los inexistentes sentimientos patrios que se les trata de inocular por vía impositiva.
Pero Guinea Ecuatorial es mucho más que Obiang. La ilimitada capacidad de desplante que le ha sido consentida, con episodios de involución política vendidos con retumbantes nombres como el de la actual “Mesa de Diálogo Nacional”, pueden ser revertidos. Desde esa convicción, pensamos que no se puede capitular sin batallar contra los chapuceros pulsos que echa un hombre acorralado por problemas personales y familiares. Si se quiere y se trabaja, la convocatoria puede ser una oportunidad de poner, negro sobre blanco, los infinitos atentados de TONM contra el sentido común. Se puede pasar del pretendido y auto proclamado “monólogo”, a forzar un auténtico diálogo, elemento primario para completar la deriva autodestructiva ameritada por el dictador.
(Para una comprensión de lo que aquí se dice, léase el artículo 9 de la Constitución de Guinea Ecuatorial; los artículos 3, incisos A y E del 14, 15, 17 y el 25 de la Ley de Partidos Políticos. Mención especial merece la Ley Electoral en cuanto al reparto de escaños)
Fuente: bosila
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