Por Nánãy-Menemôl Lêdjam Sala 

Se dice que la verdad amarga, pero debería decirse, la verdad atormenta a los protervos, los que viven propensos en ocasionar perjuicio al otro en beneficio de sí mismo, a ellos, les incomodan la verdad.

Hace algo más de un año (si no nos equivocamos), circuló por las redes sociales, un documento que denunciaba el indecoroso trabajo que se estaba acometiendo en Annobón respecto a la traída de agua potable a la principal ciudad de la isla, muchos no dimos fe de las denuncias, sin embargo, los hechos son más que patentes.

Desde 1949 el annobonés dejó de sufrir el calvario de ir en busca de agua para el consumo a largas distancias (kilómetros) de la cuidad de Palea. Sin embargo, en lugar de la mejora, la situación se está declinando. La comunidad vuelve a retroceder a fechas anteriores al que acabamos de evocar. La red de la traída de agua colonial se ha hecho obsoleta, y en lugar de hacer una instalación mejor, lo que hoy se puede ver es una escoria de trabajo. ¿Cómo se puede concebir que para la traída de agua a la ciudad capitalina de una supuesta isla turística de un país, que se jata de ser joven y envidia de otros, se tenga que utilizar tubos de plástico de 15 cm. de estos que conduce agua sucia a las alcantarillas se tomen como los adecuados para conducir agua “potable” para el consumo de la población? Además, dicha instalación no parte de ninguna distancia, sino en la misma ciudad ¿en qué orbe se puede concebir tales desatinadas?

No es ninguna figuración las aseveraciones que hacemos. Actualmente, para consumir agua salubre en la ciudad de Palea, hay que vivir de la compra de agua mineral, y la inmensa mayoría de población que no dispone de recursos para la adquisición de una botella de agua mineral (por la indigencia que prevalece en la comunidad), se ve obligada a consumir un agua casi mortífera. Los que pueden, con la ayuda de una carretilla van a Ábôbô en busca del apreciado líquido, para el consumo familiar, o sea, se vuelve a hacer los mismos recorridos kilométricos que nuestros abuelos y bisabuelos hacían para la obtención de agua potable, incluso, gente venida del Ánghändji, que ha preferido traer consigo, cántaros del líquido bebible desde el pueblo situado a unos 9 kilómetros de Palea, sólo por querer consumir agua limpia, para no ingerir el peligrosísimo líquido que sale de los grifos que se hallan en la ciudad de Palea; únicamente porque el agua que hoy se está suministrando a la población isleña no reúne condiciones para ser llamada agua potable.

Varias veces hemos sostenido que las obras que se están acometiendo en Annobón no son planificadas, ni se realizan estudios previos para sus ejecuciones, por ello, todo sale muy mal, y hoy podemos seguir afirmando lo mismo. Es inaudito que a esta altura, tengamos que hablar de la chapuza de lo que algunos llaman “una buena red de la traída de agua potable a la ciudad de Palea”. Es vergonzante, pero conviene decir la verdad.

Es absolutamente denigrante la nueva red de la tríada de agua a la ciudad de Palea: lo más llamativo es que no se ha tomado la red de ningún río como se hizo en el año 49 del siglo pasado. La ridiculiza es la siguiente:

La única empresa que lleva la delantera de todas las obras en Annobón, desde el primer momento que llegó a la isla, abre un estanque de agua en el río Ábôbô, a unos 3 kilómetros de Palea, justo detrás de la capilla, con el objetivo de conseguir con facilidad el agua para sus obras, y no para el consumo. Ahora mismo, de dicha laguna artificial cuyas aguas son verdosas, no por la vegetación que tiene en su entorno, sino por las algas que cubren el fondo del estanque, es el agua que se consume en la ciudad; un coche cisterna se encarga durante todo el día en transportar agua del dichoso estanque y lo lleva a descargar en un tanque de cemento construido en la zona alta de Áô, y desde ahí, sin tratamiento alguno, se distribuye el preciado líquido “potable” casi verdoso a la población.

Obtener agua “potable” de las fuentes públicas hoy en la ciudad de Palea, es fácil advertirse de casi color sinople que fluye de las fuentes. Si el recipiente es de color claro se puede notar la presencia de gusanitos en el agua, porque no se trata el preciado líquido antes de suministrarlo a la población, o sea, ni cloro ni nada se echa en el tanque donde el coche cisterna deposita las aguas recogidas en Ábôbô, y esta situación podría causar un brote de epidemia que más tarde, podría dar lugar a una pandemia en toda la isla.

La precariedad de la instalación de la red que conduzca agua a la pequeña ciudad de Palea, hace que la municipalidad no conceda permiso a nadie para conducir agua a su casa, son muy pocos (generalmente las autoridades) los que pueden beneficiarse del lujo de tener agua “potable” en sus viviendas. Es altamente angustioso ver a señores que tienen buenas instalaciones en sus casas para la obtención de agua sin moverse de las mismas, tengan que estar pagando a los más jovencitos y las personas mayores con mayor necesidad, cargándoles aguas y pagándoles por el servicio, porque necesitan agua en sus viviendas para bañarse o cocinar con ello.

En la actualidad, sólo se puede obtener agua en los nuevos grifos públicos. No sabemos el porqué no se pudo conectar las antiguas fuentes, y que se tenga que estar gastando dineros invertidos por el Gobierno centrar, para la construcción de nuevas, lo que se debe hacer es reformar (conservando) las que ya están, y construir otras en los nuevos barrios, y no eliminar las antiguas, porque esto significa borrar la historia.

Examinando bien esta situación, no atribuiríamos la máxima competencia al Gobierno central sino al anterior equipo municipal que no ha sabido jugar adecuadamente su papel, no inspeccionaba las obras y por si lo hiciera ¿por qué no opuso tajantemente que no se hiciera con tales materiales, permitiendo tal bazofia? Consideramos que la anterior ejecutiva municipal debe rendir cuentas ante sus munícipes, por no saber defender que se haga algo bueno en su municipalidad.