Alguien me dijo que había tres cosas en la vida que nunca fracasan cuando deciden conseguir un objetivo: el toro, los jóvenes y la mujer. Me explico, cuando un toro se embiste con un objeto no mide si este objeto le supera en la resistencia, lo mismo le pasa cuando la juventud decide superar un obstáculo, no hay ninguna fuerza que la haga retroceder; y finalmente, cuando una mujer propone, lo consigue. ¿Pero me he preguntado dónde están estos elementos en Guinea Ecuatorial?. Toros no tenemos en Guinea Ecuatorial, jóvenes indignados parece que hay y mujeres también, todos con rabia y mucha. En qué espacio y terreno se están manifestando su cabreo y su enfado para superar este gran obstáculo que es la dictadura. A qué lugares se organizan para testificar su enfado por el descomunal robo que ha provocado la dictadura y que si no eliminamos la misma antes de los siguientes tres años, podríamos acumular una deuda que van a tener que seguir pagando nuestros nietos y biznietos.
Refrescando la memoria reciente si me permiten. Para que un joven consiga un empleo hoy en Guinea ecuatorial es casi imposible, quiénes más lo sufren son las chicas jóvenes que están condenadas a ser tratada como prostituta para poder conseguir un empleo. Los miserables becas que el gobierno ofrece a los estudiantes en la UNGE (Universidad Nacional de Guinea Ecuatorial) unos 76€ mensuales a cada estudiante nunca los perciben íntegramente y en ocasiones no llegan. Muchos jóvenes guineanos no tienen esperanza de llegar a cumplir la edad de 47 años, según el informe del IDH (2015), y otras tantas cosas que le voy ahorrar al lector. Pero, la semana pasada, la primera dama de esta nación donó 40.000 € (unos 26 millones de francos CFAs) a un grupo de niños de Arabia Saudita con problemas disléxicos.
La dislexia es el retraso en la lectoescritura, es decir, dificultad en aprender a leer y escribir. Los disléxicos manifiestan de forma característica dificultades para recitar el alfabeto, denominar letras, realizar rimas simples y para analizar o clasificar los sonidos. Además, la lectura se caracteriza por las omisiones, sustituciones, distorsiones, inversiones o adicciones, lentitud, vacilaciones, problemas de seguimiento visual y déficit en la comprensión. No son niños que tienen problema psíquico, físico ni sociocultural. En Guinea Ecuatorial, país de donde procede la filántropa Constancia Mangue Okomo, tiene un 75% de niños y niñas con problemas de disléxia, discalculia, déficit de acudimento y un sin fin de deficiencias provocadas por el inservible sistema educativo guineano. Si escuchan ustedes a más de la mitad de los locutores de la Televisión guineana, verán que muchos de ellos padecieron, o padecen, hasta hoy en día la dislexia y nunca tuvieron un logopeda para ayudarles a superar esta dificultad del habla. Pero la Sra. Okomo, no quiere curar la dislexia de los niños y niñas guineanos, pero sí, sus sueños de salvar al mundo, mientras castiga a su país, han llegado hasta Arabia Saudita, un país inmensamente rico, para donar 40.000 euros a los niños y niñas disléxicos de allá y que hablen mejor el árabe que nosotros el español.
Permítame indulgente lector que le ponga a vista de pájaro los datos económicos de este país que la mujer del presidente de Guinea Ecuatorial acaba de regalar 40.000€. Arabia Saudita es un país de Asia Occidental que tiene una población de 31.016.000 millones de habitantes. Su capital es Riad. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), Arabia Saudita es la economía número 14 por delante de Turquía (15), España (16), Canadá(17) e Irán (18) y por detrás de Corea del Sur (13) e Italia (12) en una lista que encabeza China y Estados Unidos. En cuanto al Índice de Desarrollo Humano o IDH que la ONU elabora cada año para medir si un país progresa o no, le colocan en el número 39, mientras Guinea Ecuatorial ocupa el número 135 por detrás de países como Timor (países en guerra). Es un país que ocupa el puesto número 94 en Doing Business (facilidad para hacer dinero) cosa que es imposible en Guinea Ecuatorial. En cuanto al índice de percepción de la corrupción, el índice es de 46 (por ejemplo España 56) mientras Guinea Ecuatorial ocupa el puesto 163 (datos ofrecidos en 2013) si tenemos en cuenta que Somalia es el peor de todos en corrupción y ocupa el puesto 176º ya podemos imaginar dónde estamos nosotros. Un niño que nace en Arabia Saudita tiene una esperanza de vivir 74,49 años y una niña que nace en el mismo país tiene esperanza de vivir 75,89 años; pero un niño que nace hoy en Guinea Ecuatorial morirá antes de cumplir 47,19 años y una niña nacida en Guinea Ecuatorial tiene una posibilidad de vivir hasta los 49, 96 años, datos del 2015 cuando todavía había petróleo.
En los informes sobre educación, Arabia Saudita ha pasado del puesto número 12 del 2014 al puesto 10 del año 2017 superando a España e Italia; mientras Guinea Ecuatorial se encuentra en el puesto 148. Estos son los datos que se pueden encontrar en FMI, en la UNESCO, en la página de las distintas agencias de las Naciones Unidas para el desarrollo.
Curiosamente no he visto que nadie, casi ninguno haya exhibido un enfado en la que se tilde de mala persona a esta mujer. Será que no me he dado cuenta, o no estoy pendiente. Pero que haya una asociación en Córdoba y otra en el norte de España que estén pidiendo acogida a niños y niñas guineanos para que puedan pasar un verano agradable en España, mientras el dinero de estos pobres niños está yendo hacia Arabia Saudita es algo que no podemos tolerar por más tiempo.
Ni manifestaciones, ni repudio a esta mujer, será que el joven guineano no se indigna, o está completamente anestesiado de tantas injusticias que ya todo le parece normal. Es que esta manera tan criminal de la dictadura de esquilmar al pueblo de Guinea Ecuatorial ya no alcanza una dosis de indignación necesaria para que algunos expresen y hagan con la contundencia que merecen el rechazo a ese tipo de actuaciones. Será que tantas cosas vista en este régimen ya ha hecho que perdamos la sensibilidad y ya nada nos duele, ni nos indigna. ¿Es que la impunidad del régimen ya no merecen un correctivo?
Decía el bueno de M. Pritchard, que el miedo es un pequeño cuarto oscuro donde los negativos son revelados. ¿No nos damos cuenta de que tanto miedo a un mal, nos está llevando a realizar uno peor? Qué tiene que ocurrir más para que este pueblo ponga fin a esta inusitada dictadura que ha perdido el sentido de la vergüenza, y la vergüenza, como la virginidad, una vez se pierda, ya no se vuelve a recuperar. La dictadura ya no va a cambiar, si ellos lo tienen claro que no van a cambiar, nosotros deberíamos tenerlo tan claro que ellos no pueden seguir gobernando este país por muchos tiempo más. Ya no es porque alguien por su figura te caiga bien o mal, se trata de vida o muerte, o la dictadura nos sigue matando lentamente y muy despacito a despacito o debemos reacción para poner fin a todo este malestar.
Si demasiado es con lo que se nos presenta ante nuestros ojos, no quiero ni pensar qué es lo que ha pasado y está pasando en la trastienda, mediante el cual se está alimentando un sistema de expolio total de fondos públicos, mientras nuestros hijos se lanzan a la desesperación y les esperan un futuro de muerte de manera lenta.
Hay que recordar a los que tienen miedo, que hay dos personas que hoy son capaces de matar por orden del dictador, de su hijo y de su mujer: el ministro del interior y el de Seguridad. Sólo dos, el restos de la gente de la dictadura ya no quieren seguir matando a su gente por un presidente que no va a durar 5 años más. Allí están, dos brutos con aspectos de directores de Recursos Humanos, capaces de controlar y meter miedo a 1.199.998 millones de habitantes de Guinea Ecuatorial. Sólo dos individuos, que podrían haber sido, como mínimo persuadidos y llamados a la razón. Pero en Malabo y Bata, por más que algunos quieran silbar, la presencia de uno o de otro causa pavor una y otra vez. De la eficacia de poder tumbar esta dictadura, depende el procedimientos y la salud pública de la juventud y las mujeres de Guinea Ecuatorial. ya que toros no tenemos, pero sobre todo de perder ya el miedo.
Fuente: opinion
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