El señor Obiang, que lleva una racha de desdichas y crímenes este año batiendo su propio record, se cree que el asesinato de José NDONG BINDANG, magistrado y profesor, quedará así, sin que pase nada.

No quedará así.
No quedarán asi las cosas.

Ni las demás muertes en las cárceles que se han producido estos últimos años, ni la del taxista asesinado por un soldado del dictador. Esas muertes no han sido olvidadadas y las cosas no quedarán como si no hubieran ocurrido.

Ocurrre que el sistema creado por el dictador permite en principio que los asesinos, sus asesinos, campen a sus anchas, para que el miedo haga su trabajo y el expolio de nuestras riquezas prosiga sin oposición. Pero a su vez su sistema se apoya sobre la negación de todos.
Y cuando se niega a todos, se termina negandose a sí mismo. Si nadie es nadie, si todos pueden ser vilipendiados y asesinados, ¿qué impide que le toque la misma suerte al dictador?. El sistema consume al propio sistema, lo engulle todo.

Aunque la oposición no hicieramos nada, que hacemos y eso es innegable, la propia dictadura es una máquina voraz que no conoce a nadie, no tiene autoinmunidad o en algun momento ha comenzado a descalabrarse. Como prueba, un botón: matar a un juez que, todo hay que decirlo, era un juez de la dictadura.
Todavía seguimos preguntandonos dónde está Chico Enri y Ondo Nkumu, famosos torturadores de la dictadura que fueron detenidos en enero y nadie sabe dónde están ni cual es su estado.
Tal es la voracidad de la dictadura, tal es la actividad asesina de la dictadura, tan imparable y tan esquizofrénica, que ha perdido, si acaso lo tuviera alguna vez, la capacidad de discriminar al enemigo del amigo. La dictadura no tiene ideologia, el dictador no tiene amigos. Y los que ayer se alineaban en apariencia en el lado derecho del tirano, mañana pueden verse o ser vistos, alineados en el lado siniestro, casi a capricho del alea, sin doctrina ni previsión posible. Todo imprevisible, todo caótico. Y así los propios "miembros del régimen", en la nomenclatura aclaratoria que me hizo Clemente Engonga, pueden verse envueltos en la locura succionadora del torbellino asesino.

Y entre ellos, el propio dictador puede ser víctima de su propia maquinaria asesina. Cuanto más maten, más probable es que les toque a ellos verse atrapados por la locura.
Y por eso nada quedará igual tras las muertes. La tormenta ha comenzado y a más muertes, más se retroalimenta la locura.

Aparte de eso, nosotros no olvidaremos estas muertes, mientras quede un solo guineano vivo. Y los guineanos sobrevivirán a la dictadura.

Ahora las cosas se han puesto muy serias.

Obiang debe buscar rapidamente la forma de abandonar el poder. Sus trampas, su capacidad enorme para el engaño, la trampa o la mentira no puede hacer nada ya. Aunque nos mate a todos, siempre quedará un guineano vivo con memoria, memoria para no olvidar estas muertes sin sentido.

Obiang tiene que destituir ya a Juan Olo Mba, a Nicolas Obama Nchama y a Salvador Ondo Nkumu. Y llevar ante la justicia a los torturadores, dejando en libertad a todos, incluidos todos los presos politicos. ES URGENTE. Y cuando se hayan calmado las cosas, debe llamar a la verdadera oposición para negociar la hoja de ruta de la transición y los términos de su salida del poder.

Si cree que va a seguir malgobernando y matando, se equivoca. Nosotros la oposición no tenemos armas ni aviones ni millones ni soldados. Pero esta batalla contra su locura la vamos a ganar, la estamos ganando, porque tenemos la verdad y la justicia de nuestro lado. Si no se ha dado cuenta el dictador que está perdiendo la batalla, entonces que Dios se apiade de su alma.

Dése prisa Sr. Obiang.