Han pasado ya 34 años. Guinea Ecuatorial, desde su accesión a la independencia de la España de Franco en 1968, no ha conocido ningún sólo estadio de libertad democrática. Pobres dentro de la opulencia, el país figura entre los más productores de petróleo en África, pero el 85 por ciento de sus 500.000 habitantes viven por debajo del umbral de la pobreza, acompañada por una persistente violación sistemática de sus elementales derechos, ante los ojos perplejos de los países occidentales y de la comunidad internacional.
Por Pedro Nolasco.
Madrid, lunes 14/10/02.- Día de España, día de la hispanidad y día de la independencia de Guinea Ecuatorial, ex colonia española de África negra hasta el 12 de octubre de 1968. Esta es la jornada que el pasado fin de semana ha conmemorado millones de hispanos repartidos en los tres continentes de Europa, América y África.
De nuestra parte, Guinea Ecuatorial, no fue un simple azar el que los líderes independistas fijaran el 12 de octubre como día de la independencia nacional. En aquel histórico 15 de julio de 1968, ante la Comisión de Descolonización de las Naciones Unidas, el Secretario General del Movimiento de Liberación Nacional (MONALIGE), Atanasio Ndong Miyone, manifestó que ¨el 12 de octubre es el descubrimiento de nuestra personalidad y el lazo de hermandad en la cultura y en la historia con nuestros hermanos del otro lado del atlántico¨. El concepto de la hispanidad representa, pues, a todos los pueblos y razas de cultura hispana, define la idea de la comunidad lingüística y cultural y afirma la voluntad de solidaridad entre las naciones de habla hispana, como acertadamente se ha definido.
Situado en el Golfo de Guinea, Guinea Ecuatorial nació de los Territorios heredados por España de los portugueses después del Tratado de ¨El Pardo¨ de 1778, aunque fueran diametralmente recortados durante el siglo XIX debido a la codicia alemana, inglesa y sobre todo francesa, cuando se celebró el Tratado de París en 1900, por lo que, de sus más de 300.000 kilómetros cuadrados, sólo se conservó unos escasos 28.051 kilómetros. Este tema, ampliamente abordado por historiadores, escritores y observadores políticos, no es el objeto de este artículo, sino replantear la dramática situación que se registra en este pequeño país, que en 34 años de soberanía no ha sido capaz de articular un desarrollo que satisfaga los más elementales derechos a la vida de sus ciudadanos, debido a la permanencia en el poder de regímenes cada vez más tiránicos y brutales, que han situado a un país que, por su ubicación geográfica y abundantes recursos naturales hubiera sido la ¨Suiza negra¨, en uno de los más penosos del mundo. Hasta la fecha de hoy, y aun cuando desde 1991 ha adoptado el pluralismo político en la Constitución, sigue sin embargo, conservando la herencia del pasado dictatorial de Franco, consistente, como escribe el historiador suizo Max Lininguer-Goumaz, ¨en un poder desenfrenado en un mundo tropical encadenado sobre el poder omnímodo y la violación sistemática de derechos humanos¨, que tío y sobrino han legitimado en el país.
Lininguer-Goumaz, quien ha escrito mucho sobre la atroz situación sociopolítica y económica del país, define el actual régimen del general Teodoro Obiang Nguema como una ¨democratura, un tipo de gobierno autoritario, que además de la falta de distinción entre el ámbito público y el privado, de la acumulación de autoridad que causa una concentración del poder cuyos resultados son el monofacelismo y el monopartidismo, aplica un sistema de desigualdades y de dominación basado en la violación de los derechos humanos, en particular a través del rechazo de los contrapoderes y de la participación popular en los procesos de decisión... y que procede a un simulacro de los principales instrumentos de la democracia pluralista que confirma la total predominancia del ejecutivo sobre un legislativo, por otra parte ficticio¨. Casual o desgracia histórica, lo cierto es que Guinea Ecuatorial es un país que en pleno siglo XX presenta a todas luces características propias de una sociedad inerme, dirigida por unos ¨elefantes blancos¨, que han perdido contacto con la realidad. Su futuro ha sido ensombrecido, más bien diría, hipotecado, con una democracia bananera.
Las democracias bananeras sólo son dables en repúblicas también bananeras. El caso de Guinea Ecuatorial resulta indescriptible cuando nos ponemos a analizar qué es lo que ocurre exactamente. El general Teodoro Obiang Nguema, en el poder desde 1979, no ha hecho sino hacer pasar el tiempo al frente de la magistratura, dilapidando los recursos cruciales para el crecimiento y la prosperidad, impidiendo, a cualquier precio, el proceso de libertades democráticas con el que se comprometió en la Constitución de 1991. El golpe de Estado que le condujo al poder, no fue sino un ajuste de cuentas, un cambio dentro de la continuidad, en el que se pasó de una dictadura ilegal a una legalizada, que tras el fin de la guerra fría ha aumentado su poderío, incluso en nombre de la comunidad internacional. De hecho, en abril del presente año, la Comisión de Derechos Humanos de Ginebra suprimió, sin argumentos convincentes, la figura del representante especial de derechos humanos para Guinea Ecuatorial.
Cuando la debilitada oposición intenta explicar a la comunidad internacional el drama que se está desdibujando en el país, esta se da de bruces con sonrisas irónicas, atraído, irresistiblemente por lo que erróneamente ha denominado el nuevo ¨El Dorado¨ de África, en alusión a los 700.000 barriles de petróleo que las multinacionales estadounidenses sustraen diariamente en los pozos petroleros de los campos Zafiro, Ceiba y otros.
Paradójicamente, la pobreza sigue afectando al 85 por ciento de la población, que soporta condiciones de extrema pobreza. La elevada renta per cápita, que alcanzó 7000 dólares en 2000, representa únicamente los ingresos de los ricos, en un país en que el cinco por ciento de la población controla el 80 por ciento de la riqueza nacional, lo que implica que el 95 por ciento tiene que contentarse con el 20 por ciento restante, denuncia el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
Un caso reciente, en el que podríamos sustraer conclusiones muy desesperantes, se registró en el primer trimestre del presente año, cuando en una operación relámpago, el régimen secuestra a más de 200 opositores y líderes políticos, a los que acusó posteriormente de una supuesta tentativa de golpe de Estado. Condenados a penas de entre 6 y 20 años de prisión en un proceso judicial sin garantías jurídicas, la administración guineana los mantiene en unas estrechas e inhabitadas celdas en condiciones absolutamente infrahumanas, sin atención médica, alimentación ni agua y sin que puedan ser visitados por sus familiares. Con ocasión del 34 aniversario de la independencia se esperaba que fueran indultados, conforme a las reiteradas peticiones de organizaciones internacionales como Amnistía Internacional, que en tanto como observador en el juicio celebrado al respecto entre mayo y junio, calificó de bochornosa la sentencia final. Pero frente a ello, sorprende los precitados elogios de ciertas autoridades españolas que han considerado que la decisión de ¨indulto¨ de Teodoro Obiang tiene una ¨importancia simbólica y da a entender que su ejecutivo empieza a dar pasos en la buena dirección¨. Sin embargo, nada se sabe, hasta el momento de redactar este artículo, sobre la naturaleza del posible indulto anunciado por los medios oficiales el pasado día 11que, tanto ambiguo como impreciso, que sólo se limita a señalar que algunos presos podrían ver reducidos sus penas. Los condenados son todos presos de conciencia, como lo ha reconocido en numerosos comunicados la Amnistía Internacional y la propia Unión Europea, por lo que se pide su puesta en libertad incondicional, ya que no cometieron ningún sólo delito sino el uso de los derechos tipificados en el artículo 13 de la Constitución guineana y en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
El caso de los políticos de la oposición democrática encarcelados y torturados vilmente, que continúan suspirando dentro de unas celdas invadidas por insectos y mosquitos (hasta el extremo de que tres de ellos se han perecido en los últimos meses como consecuencia de malos tratos) con la esperaza de una libertad o de un proceso justo y equitativo, es un ejemplo típico de la frialdad y el desinterés con el que occidente contempla y silencia los horrores y las injusticias de su socio guineano, a pesar de las gigantescas campañas y de la retórica del respeto de los derechos humanos y de la democracia. Este comportamiento, muestra la gran contradicción del neocolonialismo occidental, que por una parte predica la instauración de la democracia, pero por contra, tolera los comportamientos antidemocráticos aun cuando se registra evidentes pruebas de
flagrantes violaciones de derechos humanos.
Obiang ha incrementado su fortaleza dictatorial gracias a la explotación del petróleo, muy codiciado por las potencias occidentales y a la debilidad mostrada por la oposición interna. Pero creemos que las organizaciones internacional y los países del Norte no deberían mirar a otro lado cuando sus socios del Sur imponen como regla de juego de democrático la impunidad, la violación de derechos humanos y la persecución de los militantes y líderes de la oposición democrática, máxime en zonas tan preceptivos a los conflictos armados como África. Precisamente, en Guinea Ecuatorial, muchos ya empiezan a preocuparse por la excesiva permanencia de un régimen dictatorial respaldado por el Norte, en lo que parece que lo que acabará con ella será, probablemente, una larga guerra civil. Pues, cuando esta se estalla, nuestro hermoso país volverá a la edad de piedra en todos sus aspectos. En Guinea no que queremos corredores humanitarios que no lleguen hasta la conciencia de los déspotas: urge la diplomacia preventiva.
Pedro Nolasco, es periodista independiente y Presidente de la Asociación de la Prensa de Guinea Ecuatorial, Exiliado en España desde julio de este año.
Fuente: La Diáspora