A propósito de los dos acontecimientos a que cierta gente se refiere últimamente en sendos comunicados vertidos a este medio, la Oficina Nacional del PDGE quisiera hacer llegar a la opinión pública nacional e internacional, no solo su punto de vista sobre los mismos, sino las versiones reales de los hechos acaecidos, relatados por testigos presenciales que no tienen ningún interés en tergiversar o favorecer ni al Gobierno ni a los directamente afectados por los desgraciados sucesos.
Quede claro que el hecho de hacer esta comunicación por parte de la Oficina Nacional del PDGE, no implica, en manera alguna, intención de convencer o atraer las simpatías de nadie hacia el régimen ; se trata simplemente de cumplir con el deber de informar la verdad sobre unos hechos tristes, que todos lamentamos pero que, de manera cínica y sin escrúpulos, algunas personas pretenden rentabilizar para sus intereses políticos mal encauzados. Estimamos que ningún interés político puede justificar el hecho de manipular una desgracia para usarla de instrumento de propaganda .
EL INCIDENTE DE BATOICOPO :
Testigos presenciales, dignos de toda fe y honradez, cuyas informaciones han sido contrastadas aseguran que :
El día 1 de enero del 2003 se produce una pelea en el Consejo de Poblado de Batoicopo entre una joven de nombre Mpeyo, esposa de Diosdado Topapori Nkua, y otra de nombre Martina Confianza, amante de Diosdado.
Poco después, Martina Confianza se presentó en queja ante la Consejera de la Promoción de la Mujer de dicho Consejo la cual, a su vez, la dirigió a la Vicepresidenta del Consejo de Poblado. Esta última logró calmar a las partes y que se hiciera la paz de momento.
Al día siguiente, Martina Confianza, la amante, no contenta con el arreglo de la tarde anterior, se presenta al Secretario del Consejo de Poblado. de nombre Laurentino, en petición de que fuera convocada su rival para que se viera de nuevo el caso. Efectivamente, en la tarde de dicho día, se reunen para ver el caso el Consejero de Seguridad, la Consejera de la Promoción de la Mujer y el Secretario del Consejo, quienes, tras escuchar a las partes, decidieron sancionarlas por igual por alteración del orden público, pretendiendo así que ninguna de las dos fuera condenada en evitación de posteriores resentimientos.
En eso, surgió de entre los testigos uno de nombre « Francis », cuñado del Secretario del Consejo y conocido agitador del poblado, quien, apartándose completamente del tema en discusión, interpeló a todos los dirigentes del Consejo de Poblado diciendo que eran ellos los únicos culpables de todo porque siempre están ausentes y no se ocupan de lo que pasa en el Consejo.
El Secretario del Consejo, ofendido por las acusaciones de su cuñado Francis, le exigió, con voz en cuello que abandonara el local donde se estaba viendo el caso, orden que el aludido se negó a obedecer, alegando que el local donde se tenía la reunión había sido construido por su Padre, cuando éste ostentaba la Jefatura del poblado, añadiendo, además, que el tal Secretario carecía de toda autoridad para echarle del lugar porque era considerado forastero en el poblado. La discusión entre ambos cuñados subió tanto de tono que los demás miembros del Consejo, ante la imposibilidad de hacerlos volver a la calma, decidieron abandonar el local sobre las 19 horas.
En lo más acalorado de la discusión, furioso, el Secretario se subió a su coche con la intención de dirigirse al Puesto Militar de Basupú a buscar a los militares para que vinieran a detener a su cuñado ; disgustado por la reacción del Secretario, el Consejero de Seguridad se negó a acompañarle y todos los vecinos del poblado intentaron persuadirle para que no se fuera pues el tema no tenía nada que ver con la Fuerza. Furioso, y sin querer atenerse a ninguna razón, y en estado de embriaguez, el Secretario arrancó el coche a tal velocidad que no atropelló a alguien de puro milagro.
Una vez en Basupú, ignorando la presencia del Presidente del Consejo de Poblado de Batoicopo, quien se encontraba en el lugar, y sin darle cuenta de nada, logró convencer a un Sargento y un Soldado para que lo acompañaran. El Presidente del Consejo solo tuvo tiempo para seguirles, al notar que los militares se dirigían a su poblado.
Llegados a Batoicopo, el Sargento, al buscar sin encontrarle a Francis, se dirigió a la multitud preguntando por la causa del desorden, lo que nadie supo contestarle. El Secretario dirigió a los militares en la búsqueda de las dos rivales que se habían pegado encontrándose con Dña. Matilde Nkua, madre de Diosdado y suegra de las dos rivales ; el Secretario indica a los soldados que detengan a la mujer, lo cual hicieron, provocando que las hijas de la detenida se abalanzaran sobre ellos exigiendo que soltaran a su madre que no había cometido delito alguno.
Ante la situación, que se deterioraba por momentos, y al darse cuanta de que se pretendía detener a su madre, Diosdado se presentó a los militares pidiendo que se le detuviera a él y la soltaran.
Durante el forcegeo que se produjo, en el que los militares no se aclaraban mucho sobre a quién detener y a quien soltar, mientras las hijas y Diosdado intentaban soltar a su madre, al querer manipular el arma ésta se le disparó al soldado alcanzando la bala perdida que salió a la joven Agatónica Topapori Nkua, hermana de Diosdado, minusválida (coja) que asistía al tumulto alejada del lugar. Eran las 20’30 horas.
Al constatarse la situación, se trasladó a la herida inmediatamente al Hospital de Malabo, donde fue urgentemente sometida a una operación que duró cuatro horas. Desgraciadamente, y a pesar de la solidaridad que recibió por parte de todos y la presteza y dedicación de los médicos, no se pudo salvar la vida de Agatónica.
Todos apuntan que la situación especial de festivo que era el día 1 de enero, contribuyó enormemente al triste desenlace que todos lamentamos, pues son conocidos los desbordamientos que en esa fecha suelen producirse en los comportamientos de las personas al festejar el advenimiento de un nuevo año.
Se ha sabido que, en venganza, las hermanas de Agatónica incendiaron las viviendas del Secretario y del Consejero de Seguridad ; mientras, por Orden Judicial, el militar al que se le disparó el arma se encuentra detenido, pendiente de las correspondientes actuaciones judiciales. Algunas acciones de solidaridad han sido emprendidas, tanto a nivel oficial como particular, para con la familia afligida de la finada.
MUERTE DE BENJAMIN RIVAS BULELUELE
De un pariente muy cercano, se ha tenido la siguiente reacción ante la burda e irrespetuosa manipulación que ciertos impresentables políticos han pretendido hacer de la muerte de este guineoecuatoriano :
« Lo que concierne a la muerte de D. Benjamín Rivas ( mi pariente muy cercano) solo puedo decir que, como persona formada, he recurrido al Internet y he visto las chorradas que dicen los del MAIB (Organización que ignoro, ya que no sé ni quiero conocer dónde se registró ni dónde tiene su campo de actuación).
En primer lugar, Benjamín Rivas Buleluele es el nombre del finado y no Benjamín Rivas Esara.
En segundo lugar, el finado me confesó (un día en que nos vimos después de que salió de la cárcel) que a él no se le pegó ni siquiera un golpe en Evinayong ; es más, estuvo contento ya que pudo encontrarse con muchos amigos de antaño (les recuerdo que fue militar de profesión y pasó varios años en la Región Continental).
No sorprende que los del MAIB o, mejor dicho, unos chalados que hablan en nombre de los supuestos bubis del MAIB, haciendo uso de su visión innata sobre la mortalidad según los bubis, atribuyan la muerte de todo guineoecuatoriano no fang a sus oponentes políticos...
Declaro pues, que mi pariente a muerto de enfermedad, lo cual es natural, y no puedo ni debo pensar que es por un tercero ni por la cárcel que sufrió por haberse comprometido con otros en ideas antinacionalistas y de terrorismo, algo que en cualquier País democrático del mundo es perseguido por la Ley ».
La Oficina Nacional del PDGE deja a la opinión pública sacar sus conclusiones, aunque las mismas deberían no dejarse influenciar por los consabidos prejuicios y afabulaciones que todos conocemos y cuya procedencia tampoco escapa a nadie.
Por lo que concierne al PDGE, estos lamentables incidentes deberían suscitar compasión hacia las familias y solidaridad en vez de despertar apetencias propagandísticas absurdas. En todo caso, el Pueblo de Guinea Ecuatorial es el único con capacidad de juzgar y es a él al que nos remitimos todos los actores políticos en el País.
Lo demás no nos merece más comentario, solo recordamos que especular con el dolor y la muerte es sencillamente inmoral.
Malabo, 6 de enero de 2003
LA OFICINA NACIONAL DEL PDGE.
Fuente: OFICINA NACIONAL DEL PDGE
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