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EL EMBLEMÁTICO LÍDER, ENTRE REJAS Y TORTURAS, RETA LA MUERTE POR QUINTA VEZ EN MENOS DE OCHO AÑOS. publicado por: Association de la Presse Equatoriale Guinea el 16/03/2003 20:56:02 CET
¿CÓMO ESTARÁ ONDÓ OBIANG EN BLACK BEACH?
“Estoy recibiendo la humillación más grande de la historia de mi vida... Yo ya estoy acostumbrado a la humillación... Hacerme el mal ahora es ya mi vida, mi modus vivendi, porque esta humillación, estos sufrimientos que estoy llevando me han hecho crónico en el mal... Yo no espero que me van a hacer el bien. Yo prefiero que muera así. Si el mundo acaba conmigo, acaba; pero como conmigo no se acaba, es insignificante... Pero lo único que no pueden hacer es que ellos entren en mi imaginación, en mi capacidad como hombre o como individuo... Prefiero mi pobreza y quiera Dios que yo me muera con esta pobreza, con esas ideas mías que considero dignas, pero alejado de toda clase de opulencia, de toda clase de opresión y del desconocimiento tácito de que el ser humano en este país es únicamente aquel que ostenta el poder, aquel que es poderoso. Yo no comparto este sistema de vida, por eso decidí renunciar como presidente del Parlamento”... Felipe ONDÓ OBIANG ALOGO. Memorias (mayo de 2000)
EL EMBLEMÁTICO LÍDER, ENTRE REJAS Y TORTURAS, RETA LA MUERTE POR QUINTA VEZ EN MENOS DE OCHO AÑOS.
PEDRO NOLASCO. MADRID, 14/03/03 Debía ser entre las 17h30 - 18h00, cuando en la tarde del jueves, 14 de marzo de 2002, una brigada de mercenarios armado hasta los dientes y comandado por el Director de la Seguridad Presidencial Jualián Ondó Nkumu, se irrumpió en el solar en que vivía, propiedad de su cuñado Emilio Ndong Biyogo. Les empaquetaron en un saco infeccioso y metidos en el capo de un vehículo blindado, que el mariscal Moboutu Sese Seko donó a su ahijado Teodoro Obiang Nguema a finales de los noventa. Cuando la noticia se hizo eco por toda Malabo, sus allegados se acercaron al lugar para informarse de lo ocurrido, pero ni los que lo vieron con sus propios ojos pueden explicar hasta la fecha en qué rumbo se dirigió el vehículo. Fue una operación relámpago, un secuestro a ojos vistos, pero que el régimen intentaría tapar hasta cuando días después decreta una masiva oleada de detenciones contra todos los sospechosos militantes de FDR.
Al día siguiente, el 15 de marzo, era detenido uno de los cerebros de Fuerza Demócrata Republicana (FDR), Guillermo Nguema Elá, mientras en Río Muni se recrudecía la misma tónica, un estado de sitio oficioso, que culminaría en la capital con la captura del Secretario General de CPDS, Plácido Mikó Abogo. El régimen concluía así con el proceso de desmantelamiento de la oposición iniciado en 1993, dos años después de que autorizara literalmente el pluripartidismo, una noticia aunque no extraña, pero desbancaría a los incrédulos de la tesis del retorno al monopartidismo pedegista y la mutilación definitiva del tibio proceso democrático, difundida hace años por los observadores de la política guineana.
Después de casi dos años entre la sombra y el anonimato, el dirigente de Fuerza Demócrata Republicana Felipe Ondó Obiang Alogo, había iniciado el proyecto político más eficaz de lucha contra la dictadura, el cambio de rumbo político y la alternancia de poder, animado por la proximidad de las segundas elecciones presidenciales, en las que su partido, hasta ahora no legalizado, utilizaría mecanismos para crear un contrapeso político en el seno de la población y frustrar el habitual fraude característico en los procesos electorales del régimen nguemista. Sin embargo, para distraer a la opinión pública, el régimen daría a conocer que el opositor guineano estaba gestando un golpe de Estado y monta un vergonzoso juicio en el que no se demostró el más mínimo indicio relacionado con ello. Ondó Obiang, a quien el Fiscal pidió pena de muerte, fue condenado a 20 años de cárcel. Si Dios le aguarda la vida y la esperanza, saldrá de Black Beach en marzo de 2022, con 80 años de edad.
Si algo le convierte en el más conspicuo de los opositores y líderes políticos guineanos es precisamente esa intensa persecución y el número de cautiverios que ha sufrido después de que a finales de 1993 dimitió como presidente del Parlamento y manifestó su determinación de luchar en favor de la liberación y democratización del pueblo guineano. Bajo amenazas de muerte, confinamientos, exilio, secuestros, torturas, humillaciones y demás tratos inhumanos y degradantes, Ondó Obiang se ha asumido con valentía sus compromisos y convicciones morales y políticos, de dedicar los últimos años que Dios le guarda en pro de una Guinea libre del yugo dictatorial, como me dijo durante una entrevista hace ahora tres años: “Lo que ha hecho que este país no puede desarrollar es, primero, hay gente que no conocen lo que es Estado, han creído que el Estado es una familia... El Estado es una cosa para todo el mundo, no tiene nada que ver con regiones o lo que sea. ‘Nuestra política es de todo el territorio nacional, es liberar a este país’, que cada individuo exprese lo que sea y no lo que yo quiero”...
Aislado en una estrecha celda, donde se alimenta con pan seco y unos gramos de arroz blanco, sus compañeros de lucha creen y están esperanzados de que Ondó Obiang sigue siendo una persona suficientemente fuerte, aun cuando la parálisis por los recientes maltratos y la crisis que sufre en los riñones, como consecuencia de las primeras torturas que recibió cuando fue secuestrado de la república gabonesa en septiembre de 1997, pone en peligro su supervivencia.
Se trata de un hombre de pocas palabras, pero impregnadas de profundos significados. Un hombre de fuertes convicciones, con una honestidad y sencillez que brota a borbotones desde las venas en que circula su sangre roja, cuya última gota no podrá ser derramada por un imperio sanguinario y de antropófagos si no es en pro de la democratización de su país, y quizás, como dicen las dogmas de fe, cuando San Juan baje el dedo. Si algo le mantiene vivo en medio de tanta persecución sigue siendo este compromiso suyo, porque no se trata de un guineano extraordinario ni inmortal, sino de antemano supo dar su palabra y la captaron bien sus adversarios.
Mientras políticos ‘charlatanes’, cosquillados por ínfimas rentas de Euro alardean con frases como “que lo coman con su propio pan”, sin embargo el martirio del líder de FDR ha pasado a la historia convirtiéndose en un referente imprescindible para quienes ahora y en adelante hablen de lucha contra la dictadura y la violación sistemática de los derechos humanos en Guinea. Su dimisión como presidente del Parlamento y la creación de un partido como alternancia del poder omnímodo de Teodoro Obiang, es una lección moralizadora para los que incrustados por el miedo y la desesperación, han rendido no sólo ante los tentáculos de la dictadura, sino contribuyen sutilmente a maniatar las esperanzas de la sociedad guineana.
En medio de un pueblo sin espíritu de lucha y no habituado a seguir a sus líderes si no es bajo la sumisión, la opresión o la dictadura, Felipe Ondó Obiang se ha erigido como un líder espiritual, que por una parte representa el mosaico de sufrimientos de su generación, de sus hijos y nietos, y por otra, la entrega de su vida a luchar y a defender una causa justa y universal. Cauto con los momentos históricos que le ha correspondido vivir, el anciano de la tribu Nkodjeñ deja muy claro las cosas en una de las entrevistas que hoy nos sirven como sus principales memorias y orientación ideológica: “... Yo he pertenecido al régimen de Macías como ministro y Macías era un dictador... Yo he trabajado como trabajé en 1967-1968 para la independencia de Guinea Ecuatorial. Trabajé también para la democratización de este país. Entonces, cuando yo he aportado lo que es necesario para el desarrollo de un programa, para el desarrollo de una idea que tú crees que coincide con la tuya y te ves otra vez como me vi inmerso en una dictadura quizás peor que la de Macías..., empecé a ver que no existía coincidencia con mi proyección de político... Al llegar en esta época, los proyectos, los programas, los planes diseñados para el desarrollo de un programa político democrático empezaron a resbalar en mi mente y en mi ideología, entonces decidí ya no seguir porque la dictadura se volvía a multiplicar por diez...”.
Conocedor de la tradición y de la modernidad, este antiguo maestro es el típico africano que a la vez dirige con la misma perfección y abnegación tanto los rústicos salones que constituyen la base de las culturas y sistemas de vidas ancestrales que los suntuosos templos que representan la civilización en su sentido más amplio. Nadie como él ha sabido combinar con destreza la modernidad y la tradición. De hecho, siempre que era separado de sus funciones administrativas y gubernamentales se afincaba en su poblado natal de Nkodjeñ Adjab, donde no aparentando sino se identificaba y llevaba el mismo nivel de vida que los autóctonos, consagrado a las tareas cotidianas propias de un lejano poblado del casco urbano, lo que era no menos asombroso para sus compañeros.
La combinación clásica de estas dos formas de vida en un hombre de sus características le ha hecho muy popular hasta en las recónditas aldeas del interior del país, y no por casualidad ostenta la presidencia del ‘verdadero’ Consejo de ancianos de su distrito natal de Mongomo, una responsabilidad que le ha abierto más frentes en los que detentan el poder político y económico de Guinea.
Cuando se cumple el primer año de su quinto cautiverio del que saldrá en 2022, la cuestión sigue siendo, como él mismo la planteó hace escasos dos años, ¿cuál es el problema de que unos destacados señores se reúnen y digan que van a hacer un partido político?, ¿esto es peligroso? No es peligro, decía, al contrario, esto beneficia a este país.
Desde 1994, Felipe Ondó Obiang Alogo, ha venido siendo y sigue siendo víctima del poder desenfrenado del dictador guineano, escandalizado por la pérdida de liderazgo en la zona que fuera de su máxima influencia política, Wele Nzás, tras la creación de Fuerza Demócrata Republicana. Por eso el dictador le quiere muerto, aunque parece haber agotado todos los métodos científicos y brujeriles para eliminarlo silenciosamente, como comentó el opositor durante el juicio de mayo: “Me enroscaron los dedos con el alicate y, decían, para que esté cojeando cuando sea presidente de la república. A altas horas de la noche, unos curanderos ghaneses me llevaban, atado, a la selva y me daban de beber una infusión de hierbas y plantas para quitarme el alma”. En última instancia, Obiang ha optado por discapacitarlo física y psicológicamente, de modo que no se valga en adelante de sus capacidades biológicas para continuar en la lucha política. Mediante el exorcismo y otros rituales brujeriles que los videntes ghaneses le someten periódicamente, el dictador intenta que Ondó Obiang pierda la conciencia, se vuelva loco o se convierta en un demente mental. Sólo cuando se logra podrá ponerle en libertad.
Veinte años pueden ser mucho o quizás poco en la vida de una persona, sobre todo, cuando se espera que se realicen los deseos más queridos. Como Ondó Obiang siga creyendo en la capacidad divina y en la democratización de su país, como lo hizo el líder negro Nelson Mandela, tarde o temprano estará, junto a sus compañeros de lucha y de prisión, Plácido Mikó, Guillermo Nguema Elá, Donato Ondó Ondó y otros, entre el pueblo libre y democrático de la Tercera República de Guinea Ecuatorial, el post-nguemismo. PEDRO NOLASCO
Fuente: MEMORIAS DE FELIPE ONDÓ OBIANG ALOGO, 2000.
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