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NUEVOS DESAFIOS DEL PETROLEO AFRICANO (POLITIQUE aFRICAINE, nº 89) publicado por: asociación de solidaridad democrática con guinea e ASODEGUE el 04/06/2003 15:16:47 CET
NUEVOS DESAFIOS DEL PETRÓLEO AFRICANO
En archivo adjunto enviamos el artículo de Favennec y Copinschi aparecido en el último número de Politique africaine (nº 89, marzo de 2003). Favennec es uno de los máximos especialistas franceses en estos temas. El artículo (con el que discrepamos en algunos de sus presupuestos básicos) permite analizar, sin embargo, algunas de las características más importantes (tipos de contratos, tipos de empresas petroleras, relación de las empresas petroleras y de los Estados con ”las grandes ONG transnacionales”) del sector petrolero en Africa y en especial del Africa subsahariana. Es un artículo introductorio y con información muy actualizada. Se cita en él otro artículo, publicado también en Politique Africaine (nº 81, marzo de 2001), Guinée-Équatoriale: être ”off-shore” pour rester ”national”, en el que se analiza específicamente la estructura económica de Guinea Ecuatorial dedicando especial atención al sector petrolero. Lo difundiremos en las próximas semanas. Creemos que estos dos artículos junto con la hoja informativa nº 31, de 19 de mayo de 2003, en la que analizábamos las relaciones de las petroleras norteamericanas y la dictadura de Obiang, los textos que se citan en ella y alguno otro que aparezca, deberían permitirnos, a las organizaciones implicadas en la solidaridad con Guinea Ecuatorial, perfilar más claramente nuestro trabajo respecto a las compañías petroleras con intereses en Guinea. ASOCIACIÓN PARA LA SOLIDARIDAD DEMOCRÁTICA CON GUINEA ECUATORIAL (ASODEGUE) 3 de mayo de 2003
NUEVOS DESAFIOS DEL PETROLEO AFRICANO
Jean-Pierre Favennec y Philippe Copinschi
A pesar de determinados discursos, el petróleo del continente africano representa sólo un poco más del 3% de las reservas mundiales comprobadas y el 5% de la producción. Esta importancia relativa del Africa subsahariana no impide, sin embargo, la emergencia de potencias petroleras como Nigeria y Angola, e incluso Guinea Ecuatorial. La situación en esta parte del continente es también original en lo que hace a las relaciones entre los grandes operadores privados y el Estado y las críticas de la sociedad civil sobre la falta de transparencia en el sector.
La subida de las tensiones en el golfo arabo-pérsico ha puesto de manifiesto una vez más la extrema dependencia, directa o indirecta, de los países grandes consumidores de energía respecto a esa región. El desarrollo o el crecimiento de un sector petrolero en el Africa subsahariana tiene por tanto una importancia particular aunque esta región no pueda aspirar a ser, en ningún caso, una alternativa. Sus reservas comprobadas no representan mas que la décima parte de las del Oriente Medio pero son más accesibles para los países occidentales. Sería, sin embargo, un error pensar que el interés por el petróleo africano solo responde a esta coyuntura particular: el mercado petrolero es un mercado global desde hace muchos años y muchas grandes compañías están presentes en Africa desde hace decenios. Además, el Africa al sur del Sahara presenta una serie de ventajas significativas que hacen de ella una zona privilegiada para las petroleras, en especial por ofrecer una fiscalidad y unas condiciones en los contratos de explotación muy favorables. Sin embargo, quizás más que en otras regiones, la utilización de los ingresos procedentes del petróleo por los poderes de cada uno de estos países suscita cada vez más interrogantes entre las opiniones públicas debido al impacto que tienen sobre la distribución de la riqueza, sobre el desarrollo económico y sobre el medio ambiente.
El petróleo en el mundo: desafíos económicos y políticos
Dado que con el gas natural, que está frecuentemente asociado con él, cubre las dos terceras partes de la demanda energética mundial, el petróleo es una materia prima estratégica de primera importancia que satisface por sí sola el 40% de las necesidades energéticas del planeta. Tiene, además, una particularidad fundamental: es la fuente casi única de los carburantes para automóviles, camiones y aviones. Sin petróleo, la actividad económica se detendría, los ejércitos se paralizarían. El petróleo es, por tanto, un recurso vital para los Estados y quizás por ello un motivo potencial de guerra. Finalmente, es un elemento importante en el comercio internacional: la producción anual de petróleo representa entre 350 y 700 mil millones de dólares, es decir entre el 20 y el 40% del PNB de un país como Francia.
En términos económicos el petróleo es también un producto aparte: probablemente es la única materia prima, producida a gran escala, cuyo precio de venta puede ser mucho más alto que sus costes de extracción. Mientras que el coste de producción del barril de petróleo no supera unos pocos dólares en el Medio Oriente, entre cinco y diez en la mayoría de los demás países y unos quince dólares en los yacimientos más difíciles de explotar (mar del Norte, Alaska), su precio de venta era, a principios de 2003, de más de 30 dólares por barril. Supone por tanto una “renta” – la diferencia entre el precio de venta y el coste de explotación – cuyo reparto entre los distintos actores, en esencia entre los Estados productores y las compañías petroleras, es un problema importante, tanto más cuando el petróleo es la principal fuente de ingresos para muchos países y una bajada significativa de los precios tiene consecuencias catastróficas para los mayores exportadores (países de la OPEP pero igualmente México, Rusia e incluso Noruega).
Dos elementos geopolíticos caracterizan al sector petrolero. Por una parte, los grandes países consumidores de petróleo, con la excepción de Rusia, son también grandes importadores (Estados Unidos, Europa, Japón). Inversamente, los grandes países productores son grandes exportadores. Además, las dos terceras partes de las reservas de petróleo están localizadas en Oriente Medio y, en particular en cinco países: Arabia Saudí (25% de las reservas mundiales), en Irak (11%), en Kuwait, en Irán y en los Emiratos Arabes Unidos.
Hasta la década de los 60 el mercado petrolero estuvo esencialmente controlado por las grandes empresas internacionales que garantizaban la producción, el transporte, el refino y la distribución de los productos hasta el consumidor final. El prodigioso crecimiento del consumo de oro negro en los años 1950-60 se basa en varios factores: descubrimiento y explotación de considerables reservas en el Oriente Medio, desarrollo de los mercados de carburante (crecimiento rápido del parque de automóviles y de camiones) y penetración del fioul* en detrimento del carbón en los sectores residencial e industrial. Fueron las compañías internacionales y las grandes empresas las que favorecieron y organizaron este crecimiento que estuvo acompañado de una bajada regular de los precios.
Como reacción a esta bajada de los precios, y teniendo por objetivo la estabilización de sus cotizaciones, cinco países crearon en 1960 la Organización de los Países Exportadores del Petróleo (OPEP). Progresivamente la OPEP fue asumiendo el control del mercado petrolero y, en los años 70, la mayoría de los países miembros de esta organización procedieron a nacionalizar su industria del petróleo. Fue, sin embargo. en 1973, en la primera crisis petrolera cuando se evidenció el control que ejercía la OPEP sobre el mercado de estos productos. Iniciada el 6 de octubre, la guerra del Yom Kippur entre Israel y los países árabes fue la oportunidad para que estos últimos decidiesen un importante aumento de los precios del petróleo y un embargo contra determinados países occidentales a los que suponían favorables a Israel. Aunque muy limitado en el tiempo, este embargo provocó la desconfianza de los grandes países consumidores respecto a los países productores, en particular a los del Golfo Arabo-Pérsico que tenían en sus manos el arma absoluta: la posibilidad de perturbar de manera considerable, sino de interrumpir, la actividad económica de los países consumidores. A partir de entonces estos países se han esforzado en desarrollar fuentes alternativas: Mar del Norte, Alaska y Africa del Oeste. Los costes de producción eran allí más elevados, pero las alzas de precio consecutivas tras las crisis de 1973 y 1979-1982, las hicieron, pese a todo, rentables. La fuerte caída de los precios debida al “contra-choc” de 1986 pudo poner de nuevo en peligro esta rentabilidad, sin embargo, los progresos técnicos permitieron entonces dividir casi por dos los costes de producción, en especial en las zonas más difíciles, y que continuase en ellas la explotación.
En este comienzo de 2003, la voluntad de diversificar las fuentes del petróleo está más de actualidad que nunca. Los Estados Unidos quieren reducir su dependencia respecto al Oriente Medio, y Africa es objeto de todas sus apetencias. El continente africano está considerado por los Estados Unidos y Europa como una fuente privilegiada de petróleo. En particular, los Estados Unidos vienen desarrollando desde la segunda mitad de 2002 importantes esfuerzos para multiplicar las partidas de petróleo procedentes del Golfo de Guinea. Lo testimonian, por ejemplo, las visitas del secretario de Estado, Colin Powel, a Angola y a Gabón en septiembre de 2002, del secretario de Estado adjunto para temas africanos, Walter Kansteiner, a Nigeria y después a Sao Tomé e Príncipe. El objetivo de los Estados Unidos es que sus importaciones petroleras procedentes del continente africano pasen del 15% actual al 25% en 2020.
El petróleo africano: situación general
Mientras que en otros continentes la producción petrolera comenzó en el siglo XIX (Estados Unidos, Rusia, Indonesia) o a comienzos del siglo XX (Oriente Medio, América del Sur), la exploración de los yacimientos de hidrocarburos fue mucho más tardía en Africa: la producción arrancó en los años 1950 en Argelia, en Gabón, en el Congo o en Angola y en los años 1980 en Nigeria y Libia. Está concentrada en dos zonas y en determinados países: el entorno del golfo de Guinea, con un productor principal (Nigeria) y varios productores significativos (en especial Angola, Congo, Gabón y Guinea Ecuatorial, productor reciente en pleno desarrollo); Africa del Norte (Argelia, Libia, Egipto y, en menor medida, Túnez).
En total, las fuentes de petróleo del continente se elevan a 77 mil millones de barriles, de los cuales 42 estarían en Africa del Norte y 34 en Africa del Oeste y en el entorno del Golfo de Guinea. La producción del continente alcanza 7,8 millones de barriles por día (es decir poco más del 10 % del total mundial). Africa no es por tanto, en términos de reservas y de producción, un nuevo Oriente Medio, pero su papel como proveedor de los Estados Unidos y Europa hacen de ella un actor clave.
El petróleo en Africa del Norte.
Africa del Norte, en particular Argelia y Libia, es un proveedor esencial para Europa. El petróleo norteafricano sólo tiene que cruzar el Mediterráneo para alcanzar Francia, Italia, Grecia o Turquía. Los lazos entre Francia y Argelia, por una parte, e Italia y Libia por otra, han jugado un papel importante en el desarrollo de la industria petrolera de estos dos países. Fueron sociedades francesas las que, antes de la independencia argelina, pusieron de manifiesto la existencia de los yacimientos del Sahara. Para tratar el petróleo libio, descubierto y explotado primeramente por empresas americanas independientes carentes de capacidad de refino en Europa, se construyeron importantes instalaciones en Cerdeña, en Sicilia y en el Messogiorno – lo que respondía por otra parte a la intención del gobierno italiano de desarrollar económicamente esta región.
Libia y Argelia son importantes exportadores de petróleo; Egipto consume una gran parte de su producción. Libia exporta también algo de gas natural pero es Argelia el actor fundamental en la escena gasística. El gas del Sahara se exporta a Europa ya sea por el gaseoducto Argelia-Tunez-Sicilia que cruza el Mediterráneo, ya sea por el Argelia-Marruecos-España que pasa por el estrecho de Gibraltar, ya sea en forma de GNL (gas natural licuado). Estos países de Africa del Norte manifiestan, en términos de trayectoria histórica, características petroleras más cercanas a las de los productores de Oriente Medio que a las del Africa del Oeste: en el caso de Argelia y Libia, miembros de la OPEP, nacionalización en los años 1970, papel aún muy importante y activo de la empresa nacional del petróleo, fuerte sensibilidad por las tensiones políticas en el mundo arabo-musulmán, etc.
La producción del petróleo en el Africa subsahariana (1)
Ha sido recientemente, en los años 1960 y 1970, cuando la región del Golfo de Guinea ha pasado a formar parte del paisaje petrolero mundial. Es cierto que sus reservas, a escala global, son limitadas: con el 3,1% de las reservas mundiales y el 5,3% de la producción, el Africa subsahariana no es un continente fundamental en las reservas y en la producción de petróleo y de gas. Sin embargo, desde finales de los años 1980, el golfo de Guinea se ha convertido en uno de los destinos predilectos de los inversores petroleros internacionales y la producción ha experimentado allí un fuerte crecimiento: el petróleo – aunque sea en offshore** – es relativamente fácil de producir y es de buena calidad (2). La región se encuentra, además, bien situada respecto a los mercados consumidores de Europa y de los Estados Unidos.
La mayoría de los Estados del Africa subsahariana ofrecen además un sistema jurídico relativamente favorable a los inversores extranjeros en términos de acceso a los recursos y de regímenes fiscales. Evidentemente no todos los países tienen las mismas pretensiones: los potenciales petroleros (y eventualmente gasistas) de Nigeria y Angola colocan a los regímenes de estos dos estados en una cierta posición de fuerza ante las compañías petroleras. Si estos dos países pueden mostrarse relativamente exigentes en el reparto de la renta vía fiscalidad, los pequeños países petroleros han emprendido la revisión de la suya, en distintos grados, a fin de conservar una cierta competitividad en el contexto de estancamiento de sus reservas; en la actualidad se aproximan a los estándares practicados en el Mar del Norte o en el golfo de México (es decir en países industrializados), donde el derecho fiscal está cercano al régimen ordinario.
Lo más característico es que las reservas africanas están entre las más accesibles para las compañías petroleras occidentales. La mayoría de los demás países productores (Oriente Medio, Venezuela, México, Rusia o China) no se abren tanto a los inversores extranjeros, o lo hacen en condiciones con frecuencia netamente menos ventajosas que en el Africa subsahariana. Por estas razones, el golfo de Guinea se ha convertido, junto con el Caspio, en una región clave en el juego geopolítico del petróleo de principios del siglo XXI y en un elemento central de las estrategias de desarrollo de las grandes multinacionales petroleras. El golfo de Guinea representa así en torno al 14,5% de las actividades básicas de Shell (esencialmente en Nigeria), 30% para TotalFinaElf (en Angola y los estados francófonos) y 35% para ChevronTexaco (en Angola y en Nigeria). ExxonMobil, compañía históricamente menos introducida en esta antigua región de “cotos vedados”, ha invertido mucho en ella y, aunque está ya muy presente en Nigeria, debería ver como aumenta sensiblemente su producción africana en los próximos años, cuando los proyectos actualmente en desarrollo (en Angola, en Guinea Ecuatorial (3) o en Chad) estén operativos.
El país más importante de la región es, con mucho, Nigeria que dispone de importantes reservas en la zona de la desembocadura del Níger La cuenca de sedimentos creada a lo largo de los tiempos por los aluviones del Níger incluye los yacimientos de Camerún y de Guinea Ecuatorial. Hasta hace unos pocos años la producción nigeriana procedía de numerosos yacimientos, en general de tamaño mediano. Los flujos procedentes de ellos se mezclaban para dar los brutos comerciales que se exportan desde las terminales de Forcados, Escravos y Bonny y llevan sus nombres. Más recientemente se han encontrado yacimientos importantes en offshore profundo, a veces muy profundo, lo que debería hacer que la producción nigeriana aumente sensiblemente. Sin embargo, el país es miembro de la OPEP y su producción está limitada por una cuota. Su renegociación es uno de los problemas a los que debe enfrentarse esa organización.
El segundo país de la región en producción es Angola. Su producción, que comenzó durante la colonización portuguesa en el enclave de Cabinda, está hoy en pleno crecimiento, en especial gracias a los descubrimientos hechos en este mismo enclave (el 60% del petróleo angoleño procede de esta zona) y, más al sur, en offshore profundo, a la altura de Luanda. Las perforaciones recientes, hechas en offshore muy profundo se han mostrado, por el contrario, decepcionantes.
En el vecino Congo-Brazzaville la producción viene aumentando también de manera regular desde los años 1970 y los últimos descubrimientos en offshore profundo deberían mantenerla a un nivel relativamente alto en los próximos años. En estos dos países (Angola y Congo-B.) la casi totalidad de la producción se hace a partir de offshore, lo que explica en parte que no se haya interrumpido de manera continuada a pesar de los conflictos que han afectado a ambos países. La producción en Guinea Ecuatorial comenzó, de manera muy modesta, en 1992 y no ha alcanzado cifras importantes hasta 1997. Ahora crece muy rápidamente (fue de unos 10 millones de toneladas en 2002) y los descubrimientos recientes hacen de este país uno de los más importantes actores de la región(4). Por el contrario, Gabón, que había doblado su producción en los años 1980 y alcanzado casi 18 millones de toneladas en 1996, está en declive. A la inversa de sus vecinos productores más cercanos, se han hecho recientemente pocos descubrimientos en el offshore gabonés.
Por último, otros países del Africa subsahariana han sido, o son, productores de petróleo, empezando por Camerún, cuya producción superó los 10 millones de toneladas por año en los 80 del pasado siglo pero que actualmente solo extrae unos pocos millones por año. Costa de Marfil es un productor modesto (con una media de 1 o 2 toneladas por año), lo mismo que el Congo-Kinshasa.
Fuera del golfo de Guinea, la producción de Sudan, ha alcanzado un nivel significativo en 1999, con más de 10 millones de toneladas por año. Todos los yacimientos en explotación se sitúan al sur del país y el petróleo bruto se transporta gracias a un oleoducto (inaugurado en 1999) de más de 1500 kilómetros hasta Port-Sudan. La extracción está asegurada por pequeñas compañías independientes, canadienses (Talisman Oil) (5) y suecas (Lundin), asociadas con la empresa nacional malaya (Petronas) y la china (PetroChina). Existen con toda probabilidad otros yacimientos importantes pero están en las zonas de guerra entre el gobierno de Jartúm y los movimientos armados de oposición.
Finalmente, los primeros barriles de petróleo chadiano llegarán al mercado mundial en el año 2003. A mediados de los años 1970 se habían detectado reservas de petróleo en torno al lago Chad, en el norte del país. Pero su cuantía no justificaba la construcción de un oleoducto hasta la costa camerunesa (distante más de 2000 kilómetros), indispensable para su exportación. Además la guerra civil retrasó en varias oportunidades el sueño del Chad de convertirse en país productor de petróleo. Prosiguiendo en el sur las exploraciones iniciadas en el norte, las compañías petroleras americanas (Conoco y más tarde Exxon) han puesto de manifiesto la existencia de reservas importantes en la región de Doba. Su explotación ha hecho necesaria la construcción de un oleoducto de 1200 kilómetros que atraviesa Camerún, de un coste superior a 3 mil millones de dólares (instalaciones de producción y oleoducto), financiado con la ayuda directa del Banco Mundial.
Las reservas situadas en Chad y en Sudan, de primera importancia para el desarrollo de ambos países, son relativamente marginales a escala mundial. Alimentan, sin embargo, una viva polémica internacional en razón de la naturaleza de los regímenes en presencia en Jartúm y N´Djamena y de la situación política y económica de estos dos países. Las ONG locales e internacionales se muestran especialmente inquietas por el uso que puede darse tanto a los fondos proporcionados por el Banco Mundial como a los que se generen por la venta del petróleo (6). Muestran también su alarma por el riesgo medioambiental que lleva consigo el que el oleoducto Chad-Camerún cruce el bosque tropical camerunés.
El problema del gas natural
La producción de petróleo bruto va acompañada siempre de gas natural (compuesto mayoritariamente de metano, con fracciones más o menos importantes de etano, de propano, de butano y de productos más pesados). El gas natural recuperado en el momento de la producción petrolera puede ser reinyectado en los yacimientos para mantener la presión y favorecer la extracción posterior de los líquidos o utilizado como combustible (industria, producción de electricidad).
Si se estima demasiado costosa la reinyección y si los destinos industriales no parecen muy claros el gas excedentario se quema en la antorcha, lo que supone un despilfarro de energía cada vez menos aceptable que contribuye, además, a aumentar la emisión de gases con su reflejo en el efecto invernadero. Es una practica especialmente importante en Nigeria dados los volúmenes de petróleo que se producen en este país. Por esta razón se ha construido en Bonny una fábrica de licuefacción de gas natural. Inaugurada en 1999 exporta gas natural hacia Europa y, en menor medida, hacia Estados Unidos. Dos trenes de licuefacción de varios miles de millones de metros cúbicos cada uno están ya en servicio y varios trenes suplementarios están en estudio.
Una parte del gas natural se utiliza en la propia Nigeria para usos industriales. Además, otros dos proyectos podrían permitir una utilización suplementaria:
- un gaseoducto oesteafricano alimentará de gas a Benin, Togo, Ghana y Costa de Marfil, desde los yacimientos nigerianos. Hay que tener presente que Costa de Marfil produce ya, a partir de yacimientos locales – gas asociado a los yacimientos de Lion y Panthere, gas de Foxtrot – gas natural que se utiliza en la producción de electricidad y para suministrar energía a algunas industrias (como las instalaciones de la Sociedad marfileña de refino) en la zona industrial de Vridi, cercana a Abidjan;
- un gaseoducto Nigereia-Argelia exportará gas natural hacia Argelia a través del Sahara. Este gaseoducto se conectará con la red de los gaseoductos argelinos que permite la exportación a Europa.
En Angola está también en estudio un proyecto de GNL (gas natural licuado) para, como en Nigeria, evitar que se queme un recurso energético tan preciado. La única dificultad del proyecto es la distancia que separa a Angola de los grandes consumidores americanos y europeos.
Los protagonistas de la exploración-producción en el Golfo de Guinea (7)
Mientras que en muchos países de Oriente Medio, América Latina o Africa del Norte las empresas nacionales disponen de una situación de monopolio o juegan un papel activo y determinante en todas las fases de las actividades petroleras, en el Africa subsahariana la situación es distinta. En Nigeria en torno al 95% del petróleo lo producen joint-ventures (JV), es decir asociaciones entre la compañía nacional NNPC (Nigeria National Petroleum Corporation) y compañías extranjeras que en la mayoría de los casos son operadoras. La principal JV, ejecutada por Shell y en la que la NNPC mantiene un porcentaje del 55%, produce casi la mitad del petróleo bruto del país. En las otras JV (donde las operadoras son ExxonMobil, Chevron-Texaco, ENI/Agip y TotalFinaElf), la participación de la NNPC está en torno al 60%. En una JV cada socio (NNPC y la compañía extranjera de que se trate) contribuye a la financiación de las operaciones proporcionalmente a su participación general. Desde hace algunos años el gobierno ha puesto en marcha, para la exploración y, llegado el caso, la explotación de nuevos yacimientos unos contratos de participación en la producción (CPP). En estos contratos todos los gastos de exploración y, en su caso, de puesta en producción los soporta la compañía extranjera, que es compensada (reembolso de los costes y participación en los beneficios) con una parte de la producción.
En Angola la sociedad nacional Sonangol es, en los términos de la ley de hidrocarburos de 1978, la única empresa concesionaria para la exploración y la producción de hidrocarburos. Por esta condición, como la NNPC, puede asociarse en joint-ventures con sociedades extranjeras o – y este es el caso más frecuente – delegar en una empresa extranjera las inversiones y los trabajos de exploración y de producción en el marco de CPP. Las principales sociedades extranjeras presentes en Angola son:
-ChevronTexaco que asegura lo esencial de la producción de Cabinda a través de su filial Cabinda Gulf Oil Company con Sonangol, Agip y TotalFinaElf.
-ExxonMobil, operador (CPP), en asociación con BP, Agip e intereses noruegos, del bloque 15 del offshore profundo en el que se han realizado importantes descubrimientos en los últimos cinco años.
-TotalFinaElf, operador (CPP) del bloque 17, en asociación con ExxonMobil, BP, Statoil y Norsk Hydro (dos empresas noruegas). En este bloque se han hecho descubrimientos muy importantes desde 1996 (en especial los campos Girassol, Dalia, Rosa, Lirio, Tulipa, Orquidea, Cravo, Camelia y Jazmin).
El consorcio de compañías creado para la exploración del bloque 31, situado en offshore muy profundo, en el que se han identificado numerosos campos, es un símbolo de la situación angoleña: BP es el operador, asociado con ExxonMobil, TotalFinaElf, Sonangol, Statoil, y Marathon, una “pequeña” empresa norteamericana. Solamente Shell, que hubo de abandonar su exploración en el bloque 16 (situado sin embargo entre los bloques 15 y 17, muy abundantes ambos) por falta de resultados, está ausente en el juego angoleño.
TotalFinaElf que ha heredado los activos de Elf en los Estados francófonos es el principal operador en el Congo-Brazzaville, donde Agip, implantada desde los años 1960, ocupa el segundo lugar. TotalFinaElf opera allí principalmente en asociación con Chevron Texaco, Energy Africa (Engen, Africa del Sur) y SNCP (Societé National des Pétroles du Congo), la compañía nacional del petróleo. Agip trabaja también en asociación con ChevronTexaco y SNCP. Si Shell, ExxonMobil o BP no tienen aquí mas que intereses limitados, empresas más pequeñas, frecuentemente norteamericanas, como la emprendedora Marathon (presente también en Guinea Ecuatorial) o Anadarko han adquirido recientemente importantes participaciones en el offshore congoleño. Desde 1968 las empresas petroleras trabajan en régimen de joint-ventures. En 1994, una nueva ley ofreció a las compañías extranjeras la posibilidad de pasar a contratos de participación en la producción, lo que fue aceptado por la mayoría de los operadores.
En Gabón, los dos principales operadores siguen siendo Shell y TotalFineElf, implantados en el país desde el principio. Sin embargo, más aún que en el Congo, las inversiones en exploración están desde ahora en manos de pequeñas compañías privadas como Amerada Hess, ya en producción, Pioneer Natural Resources, Vaalco Energy, Pan African Energy Corparation Ltd, Sasol Petroleum Interntional y PetroEnergy Resources Corporation. Agip, tercer operador histórico en Gabón, está asociada en tres bloques de exploración con la muy activa sociedad nacional malaya Petronas.
En Guinea Ecuatorial, el primer descubrimiento – y la primera producción petrolera – los hizo la firma española CEPSA. El primer campo puesto en explotación (Alba), que producía cantidades modestas – en torno a 1 millón de toneladas por año – de un petróleo muy ligero llamado “condensado”, es ahora propiedad de Marathon Oil, en asociación con pequeñas compañías americanas independientes (Noble Affiliates, Globex International). El campo más importante, Zafiro, ha sido puesto en explotación por ExxonMobil, con Ocean Energy, otra compañía americana independiente. El tercer campo en importancia, Ceiba, lo explota actualmente Amerada Hess.
La escena petrolera africana básica (exploración y producción) se reparte así en tres categorías de actores relativamente bien diferenciados. En primer lugar las compañías nacionales, que han conocido distintos avatares. La NNPC nigeriana experimenta grandes dificultades para financiar su parte en las inversiones destinadas a los joint ventures y favorece los contratos de participación en la producción. Lo mismo sucede en el Congo donde SNPC, que ha sustituido a Hydrocongo, favorece también ese tipo de contratos. En Angola, Sonangol participa activamente en las asociaciones peros sus implicaciones financieras son limitadas. En Gabón no hay sociedad nacional, es el ministerio de Minas, de Energía y del Petróleo quien representa al Estado en las actividades petroleras.
En segundo lugar, las grandes compañías internacionales: la principal compañía petrolera privada del mundo, Exxon Mobil está presente con fuerza en Nigeria (antiguos intereses de Mobil), en Angola y en Guinea Ecuatorial. Shell tiene la mitad de sus actividades productoras en Nigeria y en Gabón, mientras que ChevronTexaco, primera productora en Angola es muy activa en Nigeria y en Congo-Brazzaville. TotalFinaElf está presente en los cuatro principales países productores y está en primer plano de la escena en Angola, en el Congo o incluso en Gabón. Agip está bien implantada en todas partes. Sólo BP (8) se muestra en retirada y no interviene significativamente mas que en Angola.
Las posiciones de TotalFinaElf deben mucho evidentemente al pasado de Elf. Pero la privatización de esta empresa en 1994 y más tarde su absorción por TotalFina en 1999 han tenido consecuencias importantes en el lugar y el papel de la compañía en la región, que se inscriben perfectamente en la evolución general de la política francesa en Africa. Elf, más tarde TotalFinaElf, ha redefinido su acción en torno a una lógica esencialmente comercial. Cada vez menos ligada a las contingencias estratégicas o diplomáticas del gobierno francés, los centros de interés de la compañía en el Africa subsahariana se han ampliado más allá del área francófona (Gabón y Congo esencialmente) hasta llegar a los Estados petroleros punta, Nigeria y Angola, donde se juega lo esencial de una competición petrolera en la que TotalFinaElf inscribe ahora su actuación. En estos dos países, sólo las compañías más poderosas, las “grandes”, entran en liza por la atribución de contratos de exploración o de producción. Están inmersos en una lógica competencial de ámbito mundial, y su poder se expresa cada vez más en términos de capacidad financiera y de “saber-hacer” técnico.
En tercer lugar, las llamadas compañías “independientes”: de tamaños variables, pero siempre inferior al de las grandes, mantienen una política de movimientos muy precisos. Africa del Oeste y el golfo de Guinea ofrecen, efectivamente, numerosas oportunidades a estas pequeñas empresas independientes que buscan la diversificación geográfica de sus actividades: por una parte, la exploración en el offshore está aún en sus comienzos y las reservas se suponen abundantes y, por otra, todos los gobiernos de la región se muestran especialmente bien predispuestos ante los inversores extranjeros con independencia, además, de su tamaño.
Las compañías independientes, con una base financiera muy limitada, no pueden competir con las grandes si no es utilizando una “política de nichos” a dos niveles: pueden hacerlo siguiendo el ejemplo del mar del Norte, relanzando las actividades de exploración o de producción en campos marginales o en una zona que ha alcanzado la madurez y a la que los grandes abandonan; o también, solución más arriesgada pero potencialmente muy rentable, jugando a pioneros en zonas todavía vírgenes. El aprovechamiento del offshore africano en torno al golfo de Guinea ofrece el mejor ejemplo de sus nuevas estrategias de inversión, con un reparto de papeles de hecho entre los grandes, que se concentran en los países con más oportunidades (Nigeria, Angola, Congo incluso) y los independientes que actúan en el resto (Camerún, Gabón), incluyendo a aquellos donde la producción petrolera era, hasta ahora, casi inexistente (Guinea Ecuatorial, Costa de Marfil, Mauritania, Ghana, Senegal). Compañías como Vanco, Amerada Hess, Marathon, Ranger Oil, Occidental, Ocean Energy, Anadarko o Triton han conseguido establecerse ya como protagonistas esenciales del juego petrolero regional, sin buscar la competencia con las grandes compañías; dado que no se dirigen a los mismos mercados, ni a los mismos sectores de actividad, estos dos tipos de empresas no compiten frontalmente.
La historia del consorcio para la explotación del petróleo en el Chad es un perfecto resumen de la evolución de los desafíos que ha presentado el mercado del petróleo en los treinta últimos años. Tras el descubrimiento del yacimiento a comienzo de los años 1970 y la constitución de un consorcio que incluía Conoco, Exxon, Chevron (tres empresas norteamericanas) y Shell, se abandonó el proyecto cuando en 1979 dio comienzo la guerra. Vinieron después la retirada, en 1981, de Conoco, el operador del proyecto, su sustitución por Exxon, la venta de la parte de Chevron a Elf Aquitaine en 1993 (tras la llegada al poder de Idriss Déby, más conciliador respecto a Francia que su predecesor Hissène Habré), la retirada de Shell y Elf del proyecto en 1999 (debida oficialmente a la falta de rentabilidad) y después la compra de sus participaciones, en abril de 2000, por la compañía nacional malaya Petronas y por Chevron.
Petronas también está presente en Guinea Ecuatorial y en Sudán, donde participa también PetroChina. Estas dos sociedades parecen así enlazar con las estrategias muy antiguas de “brazos armados” de gobiernos deseosos de asegurarse recursos petroleros fuera de sus países cuando temen la insuficiencia de sus recursos locales.
Refinado, transformación y consumo. El petróleo, una fuente indispensable de energía.
La actividad de exploración y de producción de petróleo y de gas es ampliamente autónoma con relación a otras actividades económicas. Genera relativamente poco empleo, salvo quizás en Nigeria, y tanto las tecnologías como los capitales que utilizan son extranjeros en muy alta proporción. Por el contrario, los productos petroleros representan con mucho en Africa, y particularmente en el Africa subsahariana, la primera fuente de energía – al margen de energías tradicionales: madera, carbón de leña, residuos vegetales y animales. La insignificancia de los mercados (debida a la escasez de los ingresos), la extrema dispersión del consumo hacen prácticamente imposible, por falta de rentabilidad, (salvo en Costa de Marfil y en Nigeria, donde puede alcanzarse un tamaño crítico) el desarrollo de una red de distribución del gas natural. En cuanto al carbón, del que la región carece casi por completo, su utilización llevaría a las mismas dificultades económicas. Es por tanto el petróleo, bajo la forma de carburante o de combustible, la energía dominante. Su utilización como carburante es clásica: gasolina y gasóleo se distribuyen en estaciones de servicio controladas por empresas internacionales, por sociedades locales – caso poco frecuente- o por independientes.
Dada la débil entidad de los mercados (salvo en Nigeria) sólo se han construido pequeñas refinerías que operan en condiciones económicas difíciles. Hay que tener presente, una vez más, el caso de Nigeria que, con cuatro “grandes” refinerías reúne ella sola el 75% de las capacidades de refinado de toda el Africa del Oeste. Sin embargo, estas refinerías tienen niveles de utilización muy bajos. Nigeria muestra la paradójica situación de un país productor de petróleo que dispone de refinerías capaces de satisfacer dos o tres veces su demanda interior en productos petroleros y que debe... importar cantidades considerables de gasolina. Esta situación, que hace a veces la felicidad de algunas refinerías vecinas (SIR en Abidjan, por ejemplo), impide la creación de un mercado oeste-africano de productos del petróleo, condición necesaria para la disminución de los costes de aprovisionamiento de la región.
El Congo-Brazzaville constituye un caso bastante similar. Importante exportador de bruto (si se mide sobre todo por su baja población) dispone de una pequeña refinería en Pointe-Noire, la capital petrolera del país. Pese a ello, la capital política, Brazzaville, padece regularmente escasez de gasolina debido a la tensión y a la violencia armada que agitan la región más próxima. Esta zona esta atravesada por la única línea de ferrocarril del país que enlaza Pointe-Noire en la costa, con Brazzaville a las orillas del río Congo. Cuando el tráfico ferroviario está interrumpido (lo que sucedió durante la mayor parte de 2002), la gasolina no llega a Brazzaville, lo que da lugar a interminables colas ante las estaciones de servicio (los taxis deben esperar pacientemente hasta cuatro días para llenar el depósito) y genera un lucrativo mercado negro de gasolina importada desde Kinshasa mediante piraguas y revendida dos veces y media mas cara que en el surtidor. A orillas del Congo, en una zona oficialmente militar cercana al puerto de Brazzaville, decenas de “Gadhafis” (9) (personas llegadas de Kinshasa) viven en complicidad con los aduaneros, cultivan pequeñas parcelas, pescan y cocinan mientras importan bidones de gasolina desde la RDC para paliar las penurias que padece Brazzaville. Las piraguas hacen el viaje inverso cargadas de sacos de ajos de contrabando o de otras mercancías conforme a la escasez del momento en cada lado del río. Por cada reventa de gasolina, los soldados y los aduaneros del puerto de Brazzaville descuentan un porcentaje, especie de tasación privada que compensa el retraso con que les paga el Estado.
Los Estados africanos en la mundialización del petróleo.
En sus relaciones con las compañías petroleras, los Estados africanos disponen de un poder considerable: el de su soberanía sobre el acceso a los recursos petroleros. Este poder tiende actualmente a disminuir en la medida en la que se impone el credo liberal, haciendo de la apertura de las fronteras el eje prioritario del desarrollo económico. Además los Estados africanos productores de petróleo están muy endeudados. En muchos casos, el acceso a los mercados internacionales de capitales, necesario para financiar los desarrollos petroleros, no pueden hacerlo mas que las compañías petroleras que disponen de un crédito innegable en estos mercados.
La sociedad civil gana poder: el caso de Shell en Nigeria.
Con el final de los “cotos vedados”, la apertura general a la competencia y el crecimiento rápido de la producción offshore, el ambiente económico en el que se desarrolla la producción petrolera africana ha conocido en los últimos años una profunda evolución. Otra tendencia de fondo se dibuja también desde mediados de los años 1990 y tiende a poner en causa el equilibrio de fuerzas entre los Estados y las compañías petroleras: cada vez más ONG se movilizan en torno a los problemas “etico-petroleros”, obligando a las petroleras a dialogar con las organizaciones de la sociedad civil. El caso de Shell en Nigeria tiene valor de ejemplo para entender esta nueva relación de fuerzas entre empresas petroleras y sociedad civil.
En Nigeria, Shell es una institución más antigua que el Estado mismo. Su presencia en el país se remonta a 1937, cuando se le atribuyó (asociada con BP) por parte de la administración colonial el derecho exclusivo de prospección. Aunque Shell no ocupa actualmente una posición hegemónica, contribuye sin embargo, con en torno al 40%, a la producción nacional. Sin embargo, su implantación histórica en el país y la concentración de sus actividades en una de las regiones más densamente pobladas de Africa han establecido una relación de proximidad muy fuerte con las comunidades locales. La compañía simboliza, para los habitantes del Delta, la producción petrolera en su conjunto.
A finales de los años 1980 florecieron en Nigeria, particularmente en el delta del Níger, organizaciones autonomistas con carácter identidario. Estos movimientos se reclamaban políticos y ecológicos; militaban por la autonomía regional, la protección de las culturas locales y denunciaban la iniquidad del reparto de la renta petrolera (que consideraban no beneficiaba suficientemente a las poblaciones locales) y la degradación del medio ambiente causada por la extracción del petróleo. Entre estos movimientos, el Mosop (10) fue el primero en articular de manera verosímil su discurso no en torno a la cuestión de la redistribución centro-periferia sino al impacto medioambiental de la explotación petrolera, reclamando al respecto importantes compensaciones financieras no solo del Estado Federal, sino también de las petroleras (Shell, Chevron y la NNPC). Con el impulso del escritor Ken Saro-Wiwa, el Mosop se convirtió en una organización de masas inspirada en el modelo del movimiento americano por los derechos civiles. Rápidamente implantada en el ámbito local, estableció estrechas relaciones con otras etnias “petroleras” de la región, con los partidos de la oposición a nivel federal y sobre todo entre los medios intelectuales, políticos y mediáticos del extranjero.
Gracias a grandes ONG transnacionales como Greenpeace o Human Rights Watch, la campaña politico-ecológica emprendida por el Mosop contra Shell encontró eco internacional. Sobre el terreno, las acciones contra Shell (sabotaje de los oleoductos, ametrallamiento de vehículos, agresiones físicas contra el personal expatriado o nigeriano, etc. ) se hicieron habituales hasta el punto que la compañía decidió, en enero de 1993, retirarse del país ogoni y cerrar allí sus instalaciones (no reabiertas desde entonces). Esta decisión sin precedentes, supuso un endurecimiento por parte de las autoridades nigerianas que ordenaron al ejército ocupar el territorio ogoni y reforzar la represión contra los dirigentes del Mosop. El arresto y la condena a muerte de Ken Saro-Wiwa en 1995 provocaron una intensa movilización internacional tanto en lo que hace a la diplomacia como a las opiniones públicas, dirigidas no solamente contra el régimen del general Abacha sino también contra Shell a la que se acusaba de complicidad, al menos pasiva (11).
La condena y posterior ejecución del intelectual nigeriano constituyeron un momento especialmente grave para la Shell, convertida ya en blanco de las actividades ecologistas en Europa a propósito de la plataforma de Brent Spar, en el mar del Norte (12). La unión de los dos hechos (contestación en Nigeria y abandono de la plataforma Brent Spar) tuvo un efecto debastador sobre la imagen de la compañía petrolera (incluyendo la de sus clientes y sus propios empleados). Este fue el elemento determinante para convencer a los dirigentes de Shell, de la dificultad de oponerse a las campañas de las ONG internacionales organizadas en red y disponiendo de una gran credibilidad entre la opinión pública. Tras de estos hechos, Shell inició un giro importante adoptando una estrategia basada en el compromiso ético del grupo. La compañía procedió a una modificación radical de su política de comunicación, haciendo a partir de entonces del principio de transparencia el eje central de su nueva cultura de empresa.
La tradición contestataria conoció un nuevo impulso en 1999 con el final del régimen militar. En Port-Harcourt, por ejemplo, el grupo local de la red alternativa internacional de vigilancia ciudadana Oilwatch reclamó la paralización total de las actividades petroleras en las zonas habitadas o ecológicamente sensibles del delta del Níger (lo que en la práctica condenaría a la casi totalidad de la producción terrestre e incluso la producción offshore situada en la proximidad de la costa o de los poblados de pescadores). En el Congo nadie se arriesgaría a reclamar la implantación de una moratoria de la producción petrolera.
El petróleo ante la transparencia informativa
Sector esencial de la integración en la economía mundial del segundo país en importancia dentro de la escena petrolera africana, el petróleo es también un elemento clave para entender el sistema político angoleño. Si ha sido para el gobierno el medio determinante de su supervivencia militar y política ante la Unita, es también un factor de desconexión del régimen con el resto de la población del país. Por una parte, la existencia de la renta petrolera dispensa al Estado del deber de recurrir para financiarse a la tasación de la actividad económica nacional; por otra, le proporciona los medios para llevar a cabo una política de redistribución clientelista. En Angola la producción petrolera se hacía exclusivamente en offshore, es decir fuera de las zonas pobladas, por lo que las compañías no deben hacer frente a ningún problema de cohabitación con las poblaciones locales, ni a las dificultades ecológicas que conocían en el delta del Níger. Sin embargo, aunque la guerra civil no había impedido el crecimiento rápido de la producción, la transparencia financiera en las operaciones del petróleo llamó la atención de las organizaciones militantes de la sociedad civil internacional.
En la segunda mitad de los años 1990 algunas ONG movilizadas en torno al conflicto militar angoleño empezaron a criticar públicamente a los socios económicos de ambos beligerantes, incluido el gobierno. Fue Global Witness (14) quien en su informe publicado en 1999, A Crude Awakening (“Un petróleo poco grato”) señala el papel de los pagos procedentes del petróleo, hechos por las compañías internacionales, en la financiación de la guerra en el campo gubernamental. Ironía de la historia, antes de volverse extremadamente antipática a ojos del gobierno angoleño con este informe acusador, la misma ONG había publicado otro que denunciaba la influencia del tráfico de diamantes en la posibilidad de que Unita pudiese mantener el conflicto armado. Luanda no disimuló entonces su placer al ver a su adversario en el banquillo de los acusados y había hecho lo necesario para traducir este informe en actos, empujando a la comunidad internacional a decretar un embargo sobre los diamantes de Unita.
Sin embargo. la importancia de la publicación del informe de la ONG británica debió menos a las revelaciones de su investigación que a las repercusiones posteriores. Por el rigor de las informaciones, la gravedad de los hechos que se denunciaban y la identidad de los protagonistas a quienes se acusaba (las grandes compañías petroleras) la difusión de A Crude Awakening desbordó las redes tradicionales de la movilización militante. Su gran difusión dio lugar no solamente a una serie de artículos en la prensa internacional (15), sino que también lo convirtió en referencia imprescindible en cualquier escrito sobre Angola, proceda del FMI, de ONG como Amnesty International, de trabajos de investigadores o incluso de artículos de prensa, incluida la petrolera. Dentro de este proceso se ha lanzado, por iniciativa de Global Witness, una campaña internacional (“Publish What You Pay”, “Di a quien pagas”). Su objetivo es hacer transparente la financiación de los gobiernos a partir de los ingresos que les proporcionan las petroleras (tasas o royalties, distribución del petróleo producido por su cuenta) exigiendo que estas compañías hagan públicas sus cuentas con el Estado. BP ha anunciado recientemente su intención de empezar a satisfacer esta exigencia de publicidad en sus próximos informes anuales.
La actividad de las ONG tiende en la actualidad a generalizarse en el conjunto del Golfo de Guinea (con la excepción, quizás, de Guinea Ecuatorial). En el Congo-Brazzaville, tercer país productor, la Iglesia católica está implicada en una acción en favor de la transparencia en la utilización de los recursos procedentes del petróleo que se ha concretado en la publicación sobre este tema, en junio de 2002, de una Declaración oficial de los obispos del país. Sin embargo, la actitud de la Iglesia congoleña se inscribe en una opción a largo plazo; intenta, con la ayuda de sus redes en el Congo, en los demás países de la región, en los Estados Unidos y en Francia, dar lugar a un proceso de sensibilización y de concienciación de la sociedad civil congoleña ante los problemas del petróleo. El objetivo de esta movilización es iniciar el debate publico sobre la opacidad de la gestión de los ingresos procedentes del petróleo colocando al gobierno y a las petroleras ante la mirada crítica de la población local y de la comunidad internacional. Frente a estos actores, las compañías petroleras, perfectamente integradas en la lógica de la globalización, la Iglesias y sus activistas de las ONG católicas (en especial la red de Cáritas) actúan también con una lógica global que incluye los escalones locales, nacionales y transnacionales. CRS (la potente rama americana de la red de Cáritas) o el Secours catholique (Cáritas-Francia) se han unido también a la campaña internacional “Publish What You Pay”) igual que el financiero Georges Soros.
Los nuevos desafios del petróleo africano.
Parece admitido actualmente que Africa, sin ser un nuevo Oriente Medio, es ya y lo será más a medio plazo un protagonista significativo en la escena petrolera mundial. Aunque la explotación petrolera de este continente es relativamente reciente en relación con otras grandes zonas como son Estados Unidos, Rusia, Oriente Medio o America del Sur, se beneficia de algunas bazas que deberían favorecer su desarrollo, en especial de su parte subsahariana.
En primer lugar, los progresos técnicos, especialmente en lo que hace a las explotaciones offshore, hacen hoy día fácilmente explotables, y en condiciones económicas competitivas, los yacimientos situados a lo largo del Africa del Oeste subsahariana, en el golfo de Guinea o en las aguas territoriales de Angola. Se produce un petróleo de buena calidad y la región está bastante bien situada respecto a los mercados consumidores de Europa y Estados Unidos. Además, aunque Africa del Norte (sobre todo Argelia y Libia) continua siendo un proveedor importante de Europa, en especial por su situación geográfica, presenta característica que la acercan a los países de Oriente Medio: nacionalización en los años 1970, papel preponderante de las empresas nacionales y fuerte sensibilidad ante las tensiones políticas del mundo arabo-musulman.
Además, la mayoría de los países del Africa subsahariana tienen regímenes jurídicos de explotación relativamente favorables para los inversores extranjeros, tanto en lo que hace al acceso a los recursos como a su régimen fiscal, en un momento en el que los demás países productores están relativamente cerrados. La explotación se hace fundamentalmente por medio de joint-venture (el 95 % de la producción de Nigeria, el primer productor africano) o por contratos de participación en la producción asociando a las compañías nacionales con las “grandes” empresas del sector.
Sin embargo, estas grandes compañías internacionales deben a partir de ahora tener en cuanta a las ONG, locales o internacionales, que militan en ámbitos tan diversos como el medio ambiente, los problemas humanitarios, la transparencia financiera o los derechos humanos. Y aunque la acción de estas ONG no se traduce sistemáticamente en una oposición a los proyectos de las compañías petroleras, ha obligado a estas últimas a redefinir las relaciones que mantienen con su entorno político y económico en Africa. El final de las complicidades heredadas de la época colonial, sustituidas por nuevas relaciones contractuales, asociada a los nuevos medios de presión que representan las campañas de boicot o el activismo financiero por medio de los fondos de pensiones, han modificado las relaciones de fuerza. Las grandes empresas han entendido que deben tenerlas en cuenta a partir de ahora.
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Derivado de las fracciones mediana y pesada del petroleo adaptado a la calefacción. (Nota de los traductores).
(1) Para una visión completa de la escena petrolera africana ver J-P. Favenne y P. Copinschi “L´amont petrolier en Afrique de l´Ouest: état des lieux” Revue de l´Energie nº 511, noviembre 1999, páginas 693-701.
** Expresión inglesa que significa “a cierta distancia de la costa”. Se llaman así las explotaciones petroleras submarinas (N. de T.)
(2) Los petróleos brutos africanos son, como promedio, relativamente ligeros (dan por tanto buenos rendimientos en gasolina y gasóleo) y poco sulfurosos. Son muy atractivos para las refinerías, en especial para las europeas.
(3) J. Roitman y G. Roso, “Guinée Equatoriale: être “offshore” pour rester “national”, Politique africaine nº 81, marzo de 2001, páginas 121-142.
(4) Otros países del golfo de Guinea podrían convertirse próximamente en productores de petróleo, es el caso de Sao Tomé e Príncipe, vecino de Guinea Ecuatorial, cuyas aguas territoriales ocultan con toda probabilidad cantidades importantes de petróleo
(5) Hay conversaciones en curso para vender su parte a una compañía hindú
(6) A. De Waal, “Une perspective de paix pour le Soudan en 2002?”, Politique africaine nº 85, marzo de 2002, páginas 93-107.
(7) Puede verse también P. Copinschi “Strategie des acteurs sur la scène pétrolière africaine (Golfe de Guinée)”, Revvue de l´Energie, nº 523, janvier 2001, páginas 33-42
*** Production sharing contract. Contrato mediante el cual la producción de un yacimiento es compartida por el Estado y la compañía extranjera encargada de su explotación. Esta última recibirá el “Cost Oil”, que le permitirá cubrir los costes de la exploración y el desarrollo a los que ha hecho frente sola, y el “Profit Oil” como remuneración. (N. de T.)
(8) Históricamente ausente de la región desde la nacionalización de sus intereses en Nigeria en 1979. Es el único caso de nacionalización por un Estado, en el Africa subsahariana, de los activos petroleros de una compañía extranjera. Además, los bienes de BP en Nigeria fueron nacionalizados por razones de política exterior, como reacción al apoyo que el gobierno británico de la época, propietario de BP, daba al régimen blanco de Rodhesia.
(9) Gadhafi representa en el imaginario de las poblaciones congoleñas “el que tiene petróleo”.
(10) Movement for Survival of Ogoni People (Mosop), fundado en octubre de 1990 por un puñado de intelectuales para que se escucharan las reivindicaciones del “pueblo ogoni” sobre el control de la renta petrolera.
(11) A modo de respuesta a todos los que denunciaban su actitud neutral ante la suerte de Ken Saro-Wiwa la compañía publicó en diciembre de 1995 una página publicitaria completa en el New York Times explicando: “Algunas empresas dicen que deberíamos intervenir en el proceso político nigeriano. Sin embargo, aunque pudiéramos nunca deberíamos hacerlo. La política es una cuestión de gobiernos y de políticos. El mundo en el que las compañías americanas y su influencia económica, instalaban o derribaban gobiernos debería producirnos miedo y desolación”.
(12) A principios de 1995 Shell anunció su intención de hundir la plataforma abandonada de Brent Spar en el mar del Norte. Greenpeace lanzó enseguida una intensa campaña mediatica para denunciar el proyecto. Hecho rarísimo, el llamamiento al boicot de Shell lanzado por Greenpeace fue, en Europa del Norte, ampliamente seguido, especialmente en Alemania donde las ventas de carburantes en las estaciones de servicio de esta compañía cayeron un 50% en el periodo de la crisis, la más cubierta por los medios de comunicación. Pese a los intentos de Shell de argumentar lo bien fundado de su proyecto, la compañía debió resignarse a abandonarla tras dos meses de batalla con Greenpeace capitulando ante la ONG de defensa del medio ambiente.
(14) Global Witness es una ONG con base en Londres cuya acción tiende a estudiar las relaciones existentes entre la explotación de los recursos naturales y las violaciones de los derechos humanos. Su objetivo es alertar a la opinión política internacional sobre estos problemas, pero también la de producir los elementos (informaciones, pruebas, etc.) susceptibles de ser utilizadas a efectos de lobbying ante los gobiernos y las organizaciones internacionales. En el Copyright de sus publicaciones se indica que la prohibición de reproducir los textos no afecta “a quien quiera utilizarlos para promover la defensa del medio ambiente y los derechos del hombre”. Página web: www.globalwitness.org.
(15) Le Monde, Financial Times, The Economist, etc. que se contentaron las mas de las veces con sintetizar fielmente las conclusiones del informe, sirvieron también de portavoz de las denuncias que contenía.
Jean Pierre Favennec, Centre d´economie et de gestion de l´Ecole du pétrole et des moteurs y Philippe Copinschi, Institut d´études politiques.
Con la colaboración de Toni Cavatoria y Fehrat Esen.
Politique Africaine, nº 89, marzo 2003.
Fuente: ASODEGUE
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