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Editorial

¿Se conocerá algún día la verdad?


publicado por: La Díaspora Boletín informativo para la communidad ecuatoguineano en el extranjero el 20/10/2003 15:50:43 CET

¿Se conocerá algún día la verdad?

Por Samuel Mbá Mombé

Después de haber leído el artículo de Joaquín Mbomio Becheng, ”La larga marcha de Macías”, no he dejado de hacerme la pregunta de si algún día se conocerá la verdad de lo que pasó tras la independencia de Guinea Ecuatorial. Estoy más que convencido de que muchos guineanos y no guineanos, se hacen la misma pregunta. El tema de Guinea Ecuatorial y sobre todo, su reciente pasado histórico, sigue siendo ”materia reservada” como la impuesta por España en la década de los 70. ¿Por qué nadie de los principales actores de nuestra tragedia no cuenta lo que pasó en los primeros meses de nuestra independencia y que llevó a Guinea Ecuatorial a esa crisis sin precedentes? El mutismo de esos actores nos puede sólo llevar a la conclusión de que algo se esconde detrás de ese bochornoso pasado. Estoy tratando de remover los archivos para encontrar algún resquicio por el que me pueda llegar alguna información valiosa. Creo tener como guineano el derecho de conocer la verdad de lo que aconteció en mi país y es por eso que pido una vez más a las personas que conocen lo que pasó que nos lo cuenten. Sería un crimen de lesa humanidad escondernos la verdad de nuestra historia. Muchas personas que han querido investigar el tema de Guinea Ecuatorial se han encontrado y tropezado con un muro de silencio y se les han puesto cortapisas como lo denuncia Gustau Nerín, ”...no quiero olvidar, sino exponer públicamente, la actitud obstruccionista de algunos funcionarios españoles destinados a Guinea, últimos (esperemos) herederos de la Inquisición, que hicieron todo lo posible para impedir mi investigación. A estos últimos, lo único que se les puede desear es que sigan siendo tan mediocres como lo han sido hasta ahora”( 1). Pues, si esos funcionarios no quieren que se sepa lo que pasó en Guinea, es porque lógicamente algo esconden y que no quieren que se sepa. ¿Cuál será ese algo? En el momento de escribir éste artículo he echado un vistazo a un trabajo del periodista Xavier Lacosta. El autor afirma que Macías ”padecía una enfermedad mental con brotes psicóticos muy violentos”(2), quizás para explicar o justificar la naturaleza violenta de su régimen. Sin embargo, y aunque fuera cierta esta posibilidad, ¿por qué hasta ahora no se ha conocido un parte médico de alguna clínica donde se le pudo haber diagnosticado esta supuesta enfermedad mental? Yo no creo que haya alguna razón para seguir manteniendo el ”secreto de sumario” al caso Macías. La falta de esta prueba crucial deja por descontado que Macías pudo haber padecido una enfermedad síquica. Repasando unos apuntes que un amigo quiso compartir conmigo he encontrado también una observación lógica sobre el mismo tema.”...Es necesario destacar que Francisco Macías contó con amplio apoyo popular, especialmente en los primeros años de la independencia, lo que crea problemas respecto de la importancia que se otorga a su perfil psicológico. Pues, si a pesar de su locura, todavía fue apoyado por el pueblo, se tendría que aceptar la existencia de una locura colectiva en la población. En segundo lugar, si, como sostienen algunos, Macías ya presentaba claros indicios de locura antes de ser presidente, desconcierta que España, que elaboró la Constitución y todas las leyes que regularon el proceso de independencia, no tomara medidas para impedir que Macías tomara el poder. Por ejemplo, se podía haber incluido entre los requisitos establecidos en la ley electoral el de ”la capacidad física y mental” para los candidatos”.


”La constitución del 1968 – continúa-, establece en su artículo 10 que: ”los casos de incapacidad física o mental, así como el impedimento legal para desempeñar la Presidencia de la Republica, deberán ser denunciados por la Asamblea, previo acuerdo adoptado por mayoría de las tres cuartas partes de sus componentes, informados por el Consejo de la Republica y declarados por el Tribunal Supremo en pleno…” Sin embargo, no existe constancia de que tales denuncias hubieran tenido lugar, ni siquiera cuando empezaron a producirse actos que constituían clara ”violación intencionada de la Constitución o en hechos que puedan dar lugar a responsabilidad criminal grave”, tal como lo prevé el mismo artículo, a pesar de que los miembros del Grupo Macías eran una minoría en la Asamblea de la República”.


Mi aventura en busca de la verdad, me ha llevado a consultar el libro de Teodoro Obiang Nguema, el ”brazo armado” de Macías durante los once años de su régimen. Con el pomposo título: Mi vida por mi pueblo, el actual presidente de Guinea Ecuatorial relata en su libro que ”Macías postulaba por una acción política radical y se oponía frontalmente a los colonizadores. Durante la Conferencia Constitucional, había intentado lograr aprobar un texto de Constitución que no estaba apoyado por los españoles. Se trasladó a la sede de la ONU durante la segunda parte de la conferencia, para hacer presión sobre Madrid, y durante el referéndum constitucional, hizo campaña contra su adopción, porque consideraba que el texto estaba inspirado por España. Debo reconocer que tenía razón porque dicho documento contenía disposiciones que podían incitar tendencias étnicas o autonomistas, concretamente las que afectaban a los poderes económicos. Macías apoyaba esencialmente a los modestos agricultores y pescadores de la parte continental del país, que representaban por sí solos la mayoría... Macías se había presentado como un dirigente opuesto a España, y sin duda lo era realmente. Pero tengo mis dudas respecto a que en España se le hubiera considerado como el Presidente que convenía a sus intereses a largo plazo, y conociendo que no estaba muy bien preparado para dicho cargo, y que podría acabar haciendo un mal papel ante el pueblo...”(3). Este perfil de Macías visto por su más estrecho colaborador choca frontalmente con lo que mantienen otros analistas como el historiador africanista suizo, el Profesor Max Linniger-Goumaz que describe la personalidad de Macías en los siguientes términos: ”...Se le nota pronto un complejo de inferioridad frente a los extranjeros a la vez que asume una actitud altanera frente a la gente de a pie que ignoran el español. De una personalidad apagada, no participo jamás en las fases iniciales de la lucha por la independencia. Contrario a lo que sostienen los militantes, trabajo tranquilamente en la administración colonial, siempre dispuesto a satisfacer a sus superiores españoles. Fácil de manipular, como consecuencia de su capacidad intelectual y de una formación mediocre, era el cómplice ideal para la metrópoli franquista”.


Hasta que alguien me demuestre lo contrario, no puedo aceptar la teoría según la cual, Macías era un enfermo mental para justificar todo lo que pasó durante su régimen. Si de verdad Macías padecía una enfermedad mental y algunos lo sabían y no hicieron nada para pararlo en su camino a la presidencia, entonces éstos deben ser juzgados por complicidad en los crímenes cometidos contra la población guineana. Aunque como digo, soy más que escéptico de que Macías hubiera padecido una enfermedad mental. Mi impresión es que algunos utilizan este argumento para eludir responsabilidades. Lo que creo es que Macías fue víctima de una conspiración deliberadamente diseñada desde la administración española de aquel entonces. España se dio cuenta de la popularidad de Macías y para evitar un desenlace fatal del proceso de descolonización, seguramente aceptó a regañadientes el triunfo de Macías en las elecciones con la idea de hacerle la vida imposible con bloqueos de todo tipo una vez en el poder. El fallido golpe de Estado de Atanasio Ndong Miyone pudo ser una de esas estrategias. Aunque siempre se ha cuestionado si de verdad hubo tal intento de golpe de Estado, todos los indicios apuntan que sí y no sin la complicidad española. Así lo afirma Obiang Nguema en su libro: ”Esta crisis con el Gobierno de Madrid se vio agravada por un acontecimiento interno que no dejaba de tener implicaciones con España. A principios de 1969, el ministro de Asuntos Exteriores, Atanasio Ndong Miyone, que viajaba con escala en Madrid a una reunión ministerial de la OUA en Addis-Abeba, tuvo en la capital de España una entrevista secreta con responsables españoles a los que pidió apoyo para echar a Macías del poder. A su regreso al país, tras haber entregado en Bata el informe de su misión, se fue a su distrito, Mbini. De ahí, en la noche del 5 de marzo, solicitó el apoyo de algunos militares para derrocar a Macías. En Bata hizo detener a Ángel Masie Ntutumu (ministro del Interior), Miguel Eyegue, (Gobernador de la Provincia de Río Muni), a Juan Manuel Tray y Mueri (comandante jefe de la Casa Militar), al alférez Don Salvador Ela Nseng y otros. Ocupó incluso el palacio presidencial, pero Macías, al que se había puesto sobre aviso, se había refugiado en su residencia particular, no lejos de ahí. Atanasio Ndong Miyone aseguraba haber recibido la promesa de las autoridades de Madrid, en el sentido de que debía comenzar la tentativa del golpe de Estado para luego recibir inmediatamente el apoyo de la Guardia Civil estacionada en el país. Emprendió la acción, detuvo a personalidades y consecuentemente ocupó el Palacio presidencial, pero cuando pidió el apoyo de la Guardia Civil, no lo obtuvo a tiempo, siendo esa la causa de su fracaso...”(4).


Con este testimonio que parece coincidir con muchos otros, nos hace llegar a dos conclusiones inequívocas: 1) Hubo un intento de golpe de Estado y 2) España no sólo estaba al corriente del mismo sino que prometió ayudar para su ejecución. Mis sospechas de una conspiración montada contra Macías a parte del intento del golpe de Estado también toman fuerza cuando analizando algunas situaciones descritas en algunos trabajos como el mencionado arriba periodista Xavier Lacosta, se puede comprobar fácilmente que Macías fue víctima de un entramado que partía desde la metrópoli y que tenía como finalidad, la asfixia financiera del nuevo Estado como se verá más adelante y la posterior eliminación física de Macías.


Si hubo un intento de golpe de Estado como se evidencian los hechos, ¿se puede decir que Macías aunque desmesuradamente, actuó en defensa propia? ¿Cómo España iba a justificar si el golpe de Estado hubiera tenido éxito, el derrocamiento de un Gobierno salido de las urnas por voluntad popular? No hay que olvidar que dicha intentona golpista se llevó a cabo sólo unos meses después de la accesión de Guinea Ecuatorial a la independencia y aún era muy temprano juzgar a Macías en particular y a su Gobierno en general.


Se habla por ejemplo de una inversión de 700 millones de pesetas anuales en el presupuesto colonial y que su última aportación fue de 104 millones de pesetas en obras, en tanto el PIB rondaba los 4.000 millones de pesetas. ”Pero la economía diaria, dice Lacosta, registra muy escaso capital circulante, al punto que muy pocos pagan sus transacciones en metálico y al momento, sino mediante ”vales” o ”recibos”... que se hacen efectivos al mes siguiente... Ante la proximidad de la independencia y la desconfianza hacia lo que traiga ésta, muchos españoles, particulares y empresas, deciden colocar su capital en España, con lo que se ”evaden”, aunque de manera legal, hasta 2.000 millones de pesetas” (5). Esto significa en mi opinión personal, que el retorno de los españoles a su país estaba ya programado y se culminó con la evacuación de las personas en 1969 cuando éstos ya habían evadido ”legalmente” sus dineros a España. Una operación meticulosamente preparada de esta forma claro que no podía fallar. Los funcionarios guineanos empezaron a tener problemas de pago de sus salarios. No se explicaba que, con un PIB de 4.000 millones de pesetas, no había líquido: es evidente que se ha independizado una colonia desmonetarizada, gran parte de cuyo capital privado ha sido evadido y sin capital público ni proyecto presupuestario ni económico de futuro (Lacosta, España-Guinea, 1969: la estrategia de la tensión). Macías había intentado congelar las cuentas de los españoles para evitar una fuerte descapitalización por parte de los repatriados. Pero según se sabe, la orden no se llegó a cumplir porque los bancos falsearon los libros para convertir el activo en pasivo o números rojos y luego entregan el metálico a los colonos a escondidas, burlando así el decreto presidencial. Hasta el saldo de la TV fue escamoteado, y luego depositado en la Embajada de España. A penas quedan 2.000 pesetas en caja bancaria en toda la república (Xavier Lacosta, idem). No creo que hace falta citar otras maniobras para boicotear al nuevo gobierno guineano como era la desobediencia manifiesta de las autoridades coloniales y los diferentes actos de sabotaje para crear problemas a la nueva administración autóctona.


Sobre Macías pesaba una gran responsabilidad al ser elegido primer presidente de la Guinea Ecuatorial independiente. Durante su campaña había prometido al pueblo el mejoramiento de sus condiciones de vida que serían mejor que las que tenían durante la colonia pero sin saber que los viejos dueños le tenían preparado una gran sorpresa. Sin la más mínima intención de justificar alguna acción de violación de los derechos humanos que tuvieron lugar durante el mandato de Macías, se puede decir que fue la frustración e impotencia las que le llevaron a cambiar radicalmente. No se puede decir que Macías no quería a su pueblo porque sería demasiado injusto. Sé que esta observación puede despertar pasiones pero el que la hace perdió 3 de sus tíos en las siniestras cárceles de Guinea Ecuatorial, uno de ellos fue fusilado en Ngolo en 1974.

Macías fue juzgado y ejecutado por sus crímenes en septiembre de 1979, pero seguimos sin conocer la verdad, pero ¿esta se conocerá algún día?


Aunque en aquel entonces sólo tenía 14 años, recuerdo exactamente la primera vez que vi a Macías en persona (como se dice en Guinea). Fue en mi pueblo durante la campaña electoral donde todos los habitantes del entorno se reunieron para recibirle apoteósicamente. Nunca podré olvidar ese día por el incidente que ocurrió poco antes de la llegada de la comitiva de Macías. Resulta que fue Bonifacio Ondó Edú el primer candidato que había efectuado su gira pasando por mi pueblo y a decir verdad, no convenció mucho a la población a excepción claro está de los jefes tradicionales y algunos pequeños comerciantes. El resto de la población estaba convencida de que Ondó Edú quería venderlos a España y es por eso que estaba en contra de una independencia total como la que preconizaba Macías. Como decía, antes de la llegada de Macías a mi pueblo, un grupo de seguidores de Ondó Edú con la intención de contrarrestar el éxito que estaba cosechando Macías en su gira, decidió adelantar a la comitiva de campaña de Macías para intentar convencer a la población a que vote a su candidato. Cuando se escucharon el ruido de los coches, la masa congregada en la Casa de la Palabra y otros que bailaban en su recinto, empezó animar más el espectáculo con cánticos y gritos de ”oyenga”. Cuando llegaron los coches y al darse cuenta de que no eran los que se esperaba, el lugar se convirtió en un cementerio donde no se podía ni escuchar el ruido peristáltico de los intestinos. La decepción fue generalizada. Los recién llegados rompieron este silencio invitando a los congregados a entrar a la Casa de la Palabra para darles el mensaje que traían. Algunos por educación, otros por curiosidad se acercaron a escucharles. No faltó algún atrevido que les reprochó que su candidato ya había pasado y que ahora querían escuchar a otros. Cuando los seguidores de Ondó Edú comenzaron su tertulia, se empezaron a escuchar desde lejos a través de los megáfonos y altavoces la famosa canción: Votar, votar, votar a Macías, como vota MONALIGE, como vota MUNGE, como vota IPGE. El público olvidando a los mensajeros de Ondó Edú, empezó a formarse para recibir a Macías y cuando éste baja del coche se puede decir que todos se pusieron locos por los gritos que se escuchaban. No me acuerdo cómo y cuando salieron los mensajeros de Ondó Edú ni tampoco hubo tiempo para ocuparse de ellos. Fue la primera vez que saludé a Macías y le vía hablar. Con mis 14 años no sabía lo que era demagogia o populismo pero el mensaje de Macías no podría decir que fuera ni lo uno ni lo otro. Simplemente decía lo que el pueblo quería escuchar de su futuro presidente. Había esperanza en sus palabras. No sé si me equivoco si llego afirmar que Macías fue el único candidato que presentó un programa político escrito y que se podía leer en sus pancartas y que muchos de nosotros aprendimos de memoria. Prometía a cada sector de la población algo concreto. Para los estudiantes como yo, prometía becas para cursar estudios en el extranjero lo que también le hizo popular en los círculos estudiantiles y juveniles. Atanasio Ndong Miyone y Edmundo Bosio Dioko nunca llegaron a Ebebiyin mi ciudad natal para hacer campaña y sólo los conocí cuando ya eran ministros en el Gobierno de Macías. La primera gira de Macías ya como presidente también la viví en mi ciudad natal y puedo asegurar que fue un gran éxito. No me acuerdo que hubiera incidentes por motivaciones políticas. Todos aceptaron a Macías como el nuevo presidente de todos los guineanos y el ambiente que reinaba era de optimismo y de esperanza.


No creo que alguien me podría acusar de radicalismo si llego afirmar que España no tenía intención de salir de Guinea Ecuatorial por razones diversas. Hay que señalar (y así lo manifiestan muchos estudiosos sobre Guinea), que nuestro país aportaba inmensos beneficios a la economía española algo que la España oficial nunca quiso reconocer justificando su presencia en Guinea Ecuatorial por razones puramente evangelizadoras. En el libro de Gustau Nerín que he mencionado arriba se puede leer las declaraciones hechas por Franco el 3 de junio de 1961: ”no puede confundirse la noble empresa de colonización, la elevada tarea de alumbrar pueblos nuevos, entregándoles generosamente -en una verdadera transmutación espiritual-toda la herencia de cultura, con este concepto peyorativo y actual, encarnado en dolorosas realidades de hoy que se ha llamado colonialismo o coloniaje”. Sin embargo, los datos que se tienen coinciden en afirmar que la presencia española en África y en particular, en Guinea Ecuatorial jamás fue desinteresada. Se sabe que España estaba implicada en la trata de esclavos durante todo el primer cuarto de siglo XIX y los últimos años del siglo XVIII y fue uno de los más reticentes a la abolición de la trata, pues la esclavitud era uno de los principales recursos para el desarrollo de la economía de Cuba. Las primeras expediciones enviadas a Guinea (en el último cuarto de siglo XVIII) tenían el mandato expreso de evaluar las posibilidades de implementar el comercio negrero(Gustau Nerín, GE. Historia en blanco y negro, pág. 23). El mismo autor en su libro ofrece datos que demuestran que Guinea fue una colonia que produjo ingentes beneficios que compensaban ampliamente las pérdidas generadas por el improductivo Sahara Occidental. Sin necesidad de ofrecer cifras, la verdad está en que las inversiones ofrecidas por la metrópoli para promocionar determinadas actividades económicas, revertían de inmediato a manos de compañías españolas, que devolvían los capitales a la península y por lo tanto, algunas ayudas no beneficiaban en realidad a los territorios guineanos. Se ha hablado mucho de la bonanza económica de Guinea Ecuatorial antes de la independencia pero algunos estudios recientes sobre la situación económica del país antes de la independencia, arrojan contradicciones enormes. La renta per cápita había sido utilizada como el indicador económico que avalaba esta bonanza. Sin embargo, el economista guineano, Fernando Abaga Edjang en su libro: La ayuda externa en el desarrollo de GE, apunta que ”la renta per cápita es un indicador politizable y la Administración colonial por su delicada posición y las constantes críticas que recibía de la ONU y de los movimientos independentistas, debía demostrar que el nivel de vida en Guinea Ecuatorial era más alto que en los países vecinos, gracias a la acción colonizadora de España. Armas importantes- dice el autor-, eran por tanto la renta per cápita y su alta tasa de crecimiento. España estaba interesada en demostrar que Guinea Ecuatorial había alcanzado progreso ”... en el orden social, cultural, económico...” según palabras del embajador español ante la ONU, Jaime de Pinies. Lo que me deja boca abierta es la brillante exposición que hace el autor sobre la renta per cápita. Por ejemplo explica que ”la renta per cápita es una medida del bienestar de una economía si, y sólo si, la renta nacional estuviese dividida equitativamente. Cuando la renta no está dividida equitativamente, como ocurre con frecuencia, éste parámetro pierde su valor como indicador del nivel de bienestar de un país ya que no sólo no refleja dichas desigualdades, es decir quién se beneficia de la expansión del ingreso nacional, sino que incluso las oculta. Cuando la riqueza nacional está muy desigualmente distribuida, lo que la renta per cápita y su tasa de crecimiento miden son los ingresos y el mejoramiento de las condiciones de vida de la porción de la población en cuyas manos se concentra la riqueza nacional. A partir de esta conclusión se puede afirmar que la alta renta per cápita y su alta tasa de crecimiento registradas en Guinea Ecuatorial antes de la independencia medían el nivel de bienestar no todo el país, sino del 3% de la población que controlaba el 70% de las tierras nacionales, es decir los colonos. En efecto, cuando la renta per cápita de los españoles ascendía a 1.463 dólares y 1.354 dólares en Fernando Poó y Río Muni, respectivamente, la renta per cápita de los nativos era solamente de 158 dólares y 70 dólares en las mismas provincias. Con estas enormes disparidades en el nivel de ingresos no se debe tomar este indicador como base para afirmar que la situación económica del país era próspera...Podemos concluir, por tanto, que a parte de las razones evocadas más arriba que hacen difícil la comparación entre diferentes países en términos de la renta per cápita aquí se presenta otra, la desigual distribución de la renta aconseja que tampoco se deba tomar la renta per cápita como indicador para afirmar que el nivel de vida de Guinea Ecuatorial era más alto que el de los demás países de la región...”(6). Esta brillante exposición de la realidad económica de Guinea Ecuatorial antes de la independencia lo confirma Xavier Lacosta: ”Llegados a este momento cabe realizar diversas puntualizaciones sobre la sociedad de la colonia. Pese a las buenas y autocomplacientes palabras de los dirigentes españoles sobre el alto nivel de renta per cápita en Guinea, el monto de las inversiones públicas o el número de camas hospitalarias, la realidad tiene otra cara muy diferente: en 1968 sólo hay 5 médicos indígenas en toda Guinea y no existe ni un solo economista guineano. Se calcula que en Río Muni hay 300 kilómetros de carreteras, de los que sólo el 30 por 100 están asfaltados”. Según el mismo autor, los datos de los dirigentes españoles tenían un discurso propagandístico: en 1962 se registraba una renta per cápita de 332 dólares, la más alta de África. Se acusaba un 7,8 por 1.000 de mortalidad, la más baja de África, frente al 27 por 1.000 de la media en la banda tropical. De cada 7 habitantes, 1 estaba escolarizado. Una cama hospitalaria por cada 300 habitantes, mientras en la vecina Nigeria era de una por cada 2.700.


No creo que hace falta ser un gran especialista para darse cuenta de la manipulación de información y datos sobre la situación real de la economía de Guinea Ecuatorial antes dela independencia. La politización de la renta per cápita para demostrar una supuesta bonanza económica y por consiguiente, un nivel de vida de los guineanos aparentemente mejor que la de sus hermanos de otros países cuando la situación real estaba muy lejos de ser la prefabricada por el régimen colonial, demuestra a todas luces lo abominable y maquiavélico que fue este régimen de esclavitud que durante más de doscientos años mantuvo a nuestro pueblo en la ignorancia y marginación total.


Si algún día se llegará a conocer la verdad, creo que nos encontraremos (los que sobrevivirán) con muchísimas sorpresas que por cierto ya no tendrán ninguna incidencia para nadie, sino una simple referencia histórica como tantas que se pueden encontrar en los archivos. Para el bien de todos, creo que ya es momento de levantar el ”secreto de sumario” del caso Macías.


Fuentes:

(1)(5) Gustau Nerín. Guinea Ecuatorial, historia en blanco y negro.

(2)Xavier Lacosta. España-Guinea, 1969: la estrategia de la tensión.

(3)(4) Teodoro Obiang Nguema. Mi vida por mi pueblo.

(6) Fernando Abaga Edjang. La ayuda externa en el desarrollo de Guinea Ecuatorial.


Fuente: Samuel Mbá Mombé /LD

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