A nadie se le oculta a estas alturas que la dictadura guineana es el régimen político más demoníaco que haya habido jamás sobre la faz de la tierra.

No solo presenta las características de un fascismo clásico -violencia hasta el asesinato, ignorancia de la dignidad humana, alarde de primitivismo, creencia en fuerzas ocultas, militarización de los ciudadanos devenidos súbditos, anarquía aparente para confundir a los analistas, etc- sino que subsiste en el tiempo yendo a ”salto de mata”, procurando en el corto plazo realizar el mayor número de actos engañosos y violentos para mantener en jaque al resto de los mortales, gobiernos e instituciones internacionales.

No es fácil por tanto comprender a la dictadura guineana. Cualquier intento por racionalizar el comportamiento de la dictadura corre el riesgo de producir un diagnóstio erróneo de graves consecuencias.

La dictadura guineana sobrevive a base de victorias pírricas que se transforman en el medio plazo en una victoria a largo plazo, el único objetivo de la dictadura: mantener la dictadura con sus modos primitivos mientras sus miembros se hacen con los recursos del país a marchas forzadas sin importar las consecuencias a largo plazo. Aparentemente esto constituye un suicidio porque gran parte de las consecuencias de estas victorias pírricas se contradicen aparentemente con las condiciones de reproducción del sistema político.

Cuando el régimen necesita neutralizar como ahora algún apoyo a la oposición o a los Derechos Humanos en Guinea, se inventa algún ardid para congraciarse con España mediante la firma de cualquier cosa, llenando de esperanzas a los despistados o dando argumentos a los asalariados que tiene Obiang en España que colaboran en su perversión criminal. Justo en estos momentos la existencia del Gobierno en el Exilio inquieta a Obiang y está dispuesto a alejar el potencial peligro mandando firmar a los ministros cualquier cosa útil a la España oficial. Dentro de tres meses la situación de peligro puede haber cambiado, justo cuando se empiece a notar el fracaso de los acuerdos firmados por incumplimiento de Guinea.

Otrora, nadie podría creer que un régimen político puede mantenerse con las ciudades sin energía eléctrica, ni agua ni servicios sanitarios. Eso era antes de Obiang.

Porque con Obiang, vemos que se ha mantenido en el poder sin que funcionen las cosas básicas no ya de un estado sino de una sociedad y entre ellas, fundamentalmente el ORDEN. El desorden o la anarquía contraviene la supervivencia de cualquier sistema, sea biológico o político, pero Obiang sobrevive precísamente gracias a la anarquía que él mismo produce.

A partir de ahora habrá de concluirse que el desorden puede ser el estado estacionario de algunos sistemas singulares. Si antes un sistema podía ser estable o inestable, la realidad de Guinea introduce un nuevo tipo, el INESTABLE-ESTABLE, una especie de tercer estado como el plasma o el coloide: ni sólido ni liquido ni gaseoso pero exhibiendo solidez y ”liquidez” al mismo tiempo. Una singularidad perversa imposible de caracterizar.

Acabamos de ver la solidez momentánea del régimen con los últimos eventos relacionados con España y Guinea: Se firman unos acuerdos en materia de sanidad -en principio innecesarios porque hay un Tratado de Amistad y Cooperación y unos acuerdos MARCO, marco ideal para desarrollar la cooperación en cualquier ámbito-, se firman otros para condonar la deuda habiendo otro marco -FMI y Club de Paris en los que España participa y que disponen de un instrumento consensuado internacionalmente que exige condonación mediante planes de alivio de pobreza controlados por el FMI-, se realiza un encuentro con empresarios españoles en los que, cómo no, todo son alabanzas a las perspectivas de inversión en Guinea.

Todo eso ya se hizo de otra forma hace tiempo y fracasó porque Guinea no devuelve las deudas, ni garantiza la inversión, ni respeta a los empresarios, ni invierte en sanidad sobrando dinero, ni tiene un sistema judicial, ni nada.

Cuando la firma de los acuerdos de pesca Guinea-UE, aquello prometía aliviar el problema de la pesca andaluza amarrada por decisión de Rabat. Pero no hubo nada: Guinea no facilitó la producción pesquera en sus aguas y después de los primeros dineros entregados por la UE se paralizó todo. Nadie ha pedido cuentas al gestor de esa ”gran promesa para España” como se presentó entonces, que es el mismo que nos está vendiendo ahora otra panacea: Gil Casares y sus amigos protectores y protegidos -Repsol, Robles Fraga, etc.-...en un país sin Derecho Civil ni Penal ni Administrativo.

El mero acto de la firma descongeló entonces la irritación de Madrid, al igual que ahora. Y eso es justamente lo que necesita el régimen de Obiang: engañar durante unos meses, desarticulando en ese tiempo los mecanismos que debe disponer el estado español para hacer valer sus derechos o sus intereses. De esta forma Madrid se encuentra inerme para reaccionar y para cuando quiera darse cuenta, Obiang tendrá preparado otro engaño creible para España, en un ciclo interminable de malas relaciones-buenas relaciones, que es la verdadera base de la doctrina perversa de la dictadura guineana en sus relaciones con casi todos y que produce como resultado el desmantelamiento de mecanismos de vigilancia y de control internacional sobre la dictadura.

Mantener unas relaciones caracterizadas por ciclos con máximos y mínimos no parece racional. Todos intentan mantener o malas relaciones o buenas relaciones durante un tiempo largo. Pero Obiang no tiene el más mínimo interés en respetar nada, ni las leyes internas que dicta -para engañar a los que desde fuera miden la eficacia en función de las normas elaboradas- ni los acuerdos que firman -que en principio indican buena voluntad entre las partes- Su método es la tensión continua seguida de cortos periódos de calma chicha.

Tal perversidad resulta increible a cualquier observador porque éste utiliza una racionalidad que es, como mínimo, el sentido común, olvidando que Obiang no usa el sentido común para casi nada y que es precísamente esta forma de ser la que le permite engañar a todo el mundo y mantenerse en el poder mientras vacía el país de recursos: cuando no debería asesinar asesina, cuando debería estar en Malabo está en Rabat o Bata, cuando debería callarse, habla, cuando debería hablar se calla, cuando debería mantener la paz social manda detener y torturar...

Todo un alarde de irracionalidad que desarma a casi todos, personas e instituciones, ataques sorpresivos al más puro estilo guerrilero. Esa es la marca de la dictadura de Obiang y con ella, a juzgar por la pervivencia larga del régimen, ha triunfado hasta ahora...inexplicablemente.

Firmar un acuerdo con un ministro en principio es firmar un acuerdo con el gobierno y los gobiernos tienen unos planes de acciones y operan en el medio plazo optimizando algún factor importante. Pero la firma de acuerdos con el ministro de sanidad guineano o con el de economía NO ES NADA para Obiang, porque Obiang no sigue lo que dicen los ministros sino que los usa para implementar su política diabólica del engaño perpetuo y el robo perenne y despiadado.
Los ministros en Guinea no tienen autoridad ni sus ministerios disponen de ninguna autonomía en el ejercicio de sus ínfimas funciones. Todo, incluido los ministerios, constituye un montaje para el engaño, el escenario creible de un virtuoso de la realidad virtual llamado Teodoro-Obiang Nguema Mbasogo.

El comportamiento ”irracional” de Obiang puede ser el resultado de un plan demoníaco o simple resultado de la esquizofrenia del tirano. El resultado empero es el mismo.

Dentro de cuatro meses veremos en qué quedan los acuerdos firmados: España cumplirá más o menos sus compromisos para beneficio de algunos empresarios españoles amiguetes de Aznar y Guinea se saltará a la torera lo escrito y firmado para a continuación violar algo grave: detenciones, torturas, muertes ”accidentales”, expulsiones, cualquier cosa que Obligue a España a pedir que se libere, se investigue, se reconsidere tal persona o tal acto mientras los acuerdos se hunden en la ciénaga del marasmo guineano...pasando al olvido.

Otro ciclo volverá a comenzar y Obiang, una vez más habrá triunfado...¿ad infinitum?.


Celestino Okenve Ndo
Profesor Universidad Politécnica de Madrid


Fuente: Celestino Okenve

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