La política española hacia Guinea Ecuatorial sigue siendo un fiasco

Por: Samuel Mbá Mombé

El derecho y la razón de ser guineano me obligan a expresar mi indignación y repulsa a las informaciones aparecidas en los últimos días en la prensa que apuntan a un supuesto envío a nuestro país de barcos de guerra de la armada española para una misión rodeada de secretismos y contradicciones por parte del Gobierno español.

No creo que merece la pena seguir redundando en lo que está siendo la política española hacia Guinea Ecuatorial porque los mismos hechos confirman el eterno fiasco que ésta ha supuesto a largo de los últimos decenios.

Lo que nadie llega a entender es que España como potencia ex colonizadora no haya elaborado hasta la fecha una política de Estado hacia Guinea Ecuatorial, situación que impide que la problemática guineoecuatoriana sea tratada con mayor rigurosidad ahí donde debe ser tratada.

Esta observación cobra más fuerza cuando vemos que ningún Gobierno de la España democrática sea del color que fuera, ha tratado con rigurosidad y contundencia que se requiere, a las autoridades guineanas. Al contrario, éstos siempre se han claudicado a los caprichos del dictador Obiang Nguema como lo fue por ejemplo el cierre manu militari de la Emisión de Radio Exterior de España para Guinea Ecuatorial, la voz que se había convertido en la de los sin voz en nuestro país.

Si por una parte España ha querido escudarse siempre detrás del argumento de no querer ser acusado de imperialismo y neo colonialismo para justificar su “la no-ingerencia en los asuntos internos de un Estado soberano”, no ha cesado por otra en dar cobertura internacional a un régimen hartamente conocido por su desprecio a los derechos humanos los cuales viola sistemáticamente así como su intolerancia y persecución manifiestas a la disidencia política.

La total ausencia de una política de Estado hacia Guinea Ecuatorial hace que perdure esta situación que deja a una inmensa mayoría de la población ante las puertas de un futuro incierto siempre que ésta ha augurado siempre la esperanza de que España como la ex madre patria acudiría a su rescate. Todo lo contrario, la España Institucional prefiere jugar todas sus cartas para conseguir un puesto privilegiado en el reparto del “pastel negro” mientras el tema de los derechos humanos se encierra en el baúl de los recuerdos.

La hipocresía y la política de doble moral siguen siendo la tónica de la política española hacia Guinea Ecuatorial. Mientras condenan con contundencia la violación de los derechos humanos en determinados países, mientras nos tienen acostumbrados con unos discursos grandilocuentes sobre las libertades democráticas, cuando a diario condenan los actos terroristas como amenaza a la libertad y la democracia, éstos mismos políticos con la mayor desfachatez del mundo no dejan de apoyar en activo y pasivo a un déspota que practica el terrorismo de Estado amedrentando y amordazando a sus conciudadanos sólo por el mero hecho de reclamar precisamente esos derechos inalienables que debe gozar cualquier ciudadano libre en cualquier Estado Democrático de Derecho.

Ha llegado el momento en que los guineanos debemos dejar de hacer ilusiones. Tanto España como la llamada Comunidad Internacional que para mí es más bien la Comunidad de “Intereses” ya nos dieron la espalda hace tiempo haciéndonos comprender con eso que si queremos la libertad debemos mojar el trasero al agua es decir, luchar a por ella y no esperar que se nos caiga del cielo como el maná. Nelson Mandela dijo en su tiempo que: “La libertad no se compra, se conquista” así que olvidemos de España y de otros y pongámonos manos a la obra para conquistar lo más precioso del mundo: LA LIBERTAD.

Cuando el 19 de abril de 2002 la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas decidió revocar el mandato de su Representante Especial para Derechos Humanos en Guinea Ecuatorial por una supuesta mejora de la situación en el país en esa materia mientras que precisamente en esas fechas más de un centenar de ciudadanos estaban siendo vilmente torturados en las mazmorras del régimen de Teodoro Obiang Nguema, todo quedó claro que a la “comunidad de intereses” sólo le preocupa las riquezas de nuestro suelo y subsuelo. Nadie, absolutamente nadie ha hecho nada para poner coto a esta situación a parte de los acostumbrados panfletos condenatorios que después de par de días se olvidan mientras Obiang sigue con su agosto.

¿Por qué ahora y no antes?

El tema de los barcos de guerra españoles que supuestamente debían ser enviados a Guinea Ecuatorial para fines dudosos es una muestra clarividente de la amalgama de desaciertos de una política exterior española inmadura, absurda y ridícula. Al margen de las razones y los motivos que pudieron inducir al Gobierno de José María Aznar a enviar esos barcos de guerra a nuestro país, los secretismos que han rodeado a esa operación como viene siendo todo lo concerniente a las relaciones hispano-guineanas, muestran a todas luces el entramado político Aznar-Obiang contra el pueblo de Guinea Ecuatorial.

Cabe sin embargo recordar que cualquier intento por querer resolver el problema de nuestro país a espaldas de su pueblo encontrará una fuerte oposición por parte de éste, actor único del cambio que todos deseamos. Que España deje de hacer el ridículo ante propios y extraños y si aún les queda un poco de honestidad al presidente Aznar y al Jefe de Estado español que se pronuncien sin ambages en qué parte están aunque el pueblo de Guinea Ecuatorial ya no tiene la menor duda de que el contubernio de la España Institucional con el régimen dictatorial de nuestro país es ya un hecho consumado.

Si España no puede ayudar a nuestro pueblo a salir del atolladero que le ha metido el tirano Teodoro Obiang Nguema pues que deje esas payasadas de enviar clandestinamente ayuda militar a favor del dictador o simplemente para proteger supuestos intereses españoles en Guinea Ecuatorial. El espaldarazo diplomático español al régimen dictatorial de nuestro país ya es suficiente como para encima enviar tropas a Guinea Ecuatorial con fines dudosos. El apoyo diplomático no ha servido sino para potenciar el poder del dictador Obiang en detrimento de las altas aspiraciones de nuestro pueblo a la libertad y a la democracia.

En este contexto sólo cabe pedir solemnemente al pueblo español siempre sensible a la causa de nuestra lucha por las libertades democráticas, a que se interponga ante las autoridades españolas competentes para que no colaboren o apoyen ni directa o indirectamente al régimen despótico y antidemocrático de Guinea Ecuatorial.


Fuente: LD

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