MADRID,16 de Mayo de 2004.-
Una mujer, GERTRUDIS SIOTO BOCO fue asesinada, y su esposo LORENZO MATUKU, gravemente herido, en un incidente ocurrido en la barrera de Sampaka, localidad cercana a la ciudad de Malabo.
El luctuoso suceso ocurrió en la tarde del sábado día 15 de Mayo, en el mismo día en que el dictador Obiang mantuvo una reunión secreta con los responsables de sus fuerzas represoras e impartió serias consignas de alerta y vigilancia contra la población, llegando a animar a sus militares fieles (los que llevan municiones en sus armas ) a matar sin reparo a quien consideren . “Yo mismo os defenderé y no pasará nada”
La barrera de Sampaka, un pueblo bubi donde conviven diferentes grupos étnicos, es uno de los múltiples y desgarradores instrumentos con los que el régimen de Obiang Nguema dificulta, controla, fiscaliza y prohíbe el libre tránsito de personas, vehículos y mercancías; donde los militares o la “seguridad” de Obiang, encargados de la vigilancia de estos palos cruzados sobre las carreteras y caminos, extorsionan, roban, saquean, violan, disparan y matan a las personas. Eso sí, siempre bajo el principio de “obediencia debida”.
Esta es la breve y trágica historia de GERTRUDIS SIOTO Y LORENZO MATUKU:
Un paseo mortal
Desconocedores de las órdenes y consignas que Obiang Nguema había impartido aquella mañana de sábado (día 15 de Mayo) en el Campamento Mañe Ela, a sus más fieles sicarios: (“Matad a quien sea, yo mismo os defenderé”), Lorenzo y su esposa, Gertrudis, acompañados de dos de sus hijas, decidieron darse un paseo por su pueblo. Al salir de Malabo, se encontraron, a escasos kilómetros de la Capital, un atasco de coches detenidos en la incómoda e innecesaria barrera de Sampaka. Lentamente se fueron acumulando más coches en el absurdo control, y al final se armó el indignado revuelo de protesta de los retenidos en la barricada.
Un militar guineo ecuatoriano mata a una mujer indefensa.
Como casi siempre, uno de los uniformados dio la señal de paso, retirando el palo que cruzaba la carretera. Lorenzo, quizás nervioso y (naturalmente) molesto como todos los demás puso en marcha el coche, con la trágica mala suerte de rozar el bidón sobre el que descansaba la traviesa elevada. Al darse cuenta de que había rozado la estructura, Lorenzo Matuku paró el vehículo, bajó del mismo y se dirigió a pedir perdón al militar jefe enfurecido que con aspavientos y de maneras absolutamente desproporcionaba, recriminaba la insignificante rozadura . Este ordenó a los miembros de la patrulla armada que apalearan y “redujeran” a Lorenzo. Tirado al suelo, la víctima fue objeto de toda clase de golpes con la culata del fusil y toda suerte de patadas con sus sólidas botas militares. Ante el terrible y violentísimo espectáculo, Gertrudis, la esposa del hombre maltratado, salió del coche para interceder por su marido recibiendo como única respuesta los disparos de un fusil que la tumbó contra la carretera.
La mujer muere desatendida en el mismo hospital y su marido presenta un pronóstico de “muy grave”.
Llevados, el matrimonio, al hospital y mientras los “militares” esperaban las órdenes del “jefe”. Que curioso, para apalear a un hombre desarmado y padre de familia y para asesinar a una indefensa mujer que intercede y suplica por su esposo, nadie consultó a ningún jefe. Gertrudis expiró, mientras sus agresores consultaban si debía ser atendida sanitariamente. Su esposo, Lorenzo, según las informaciones de Malabo se debate, desfigurado, entre la vida y la muerte, en el “hospital “de Malabo.
El recuerdo imborrable de la cooperante española asesinada en otro “control”.
Hace algunos meses España sintió en su alma el disparo mortal de un guardia de Obiang a una joven cooperante toledana de Ocaña, en una barrera del Distrito de Mongomo, (feudo natal de Obiang Nguema).
“Así acaban con todos nosotros”- comentan en el pequeño poblado de Sampaka.
Fuente: Malabo