Para muchos, la larga marcha iniciada por Macías termina hoy con la lenta agonía de Obiang , cuando la misteriosa muerte del Dr Elías M. Sicachá vuelve a centrar de nuevo el interés sobre la “Cuestión Bubi” en Guinea Ecuatorial
Algunos de los que leyeron el ensayo sobre el régimen de la primera dictadura guineana (1968-1979), publicado con el título “la larga marcha de Macías” tuvieron la impresión, o parecieron tenerla, de que me alzaba en defensa del hombre que entró en nuestra memoria colectiva como el primer criminal genocida de la historia de Guinea Ecuatorial. Los más exaltados me tildaron de “antiespañol”, y los más simpáticos de “comunista”. Sin embargo, muchos ignoran que el mismo Macías ordenó mi encarcelamiento por ser “estudiante traidor antirrevolucionario hermano de los curas y amigo de las monjas ... españolas”.Pues, este pasado de prisionero en Africa (antiespañol y comunista) me libera hoy en Europa para discurrir mejor sobre la realidad de mi país y el futuro de nuestro continente. En este sentido, el objeto de mi estudio y por consiguiente de mi preocupación, que al parecer no quedó claro en el primer escrito, es el modelo de Estado que nosotros los africanos debemos adoptar en nuestras tierras. Este tópico sigue siendo de actualidad más de cuarenta años después de las independencias africanas. Este era el principal reto que se planteaba a Macías durante su alocada marcha posindependentista, y este reto sigue siendo también la serpiente de mar que emerge periódicamente en la punta Ela Nguema, en estos años caracterizados por el esperpento agónico de Obiang.
Esta inquietud profunda no solo es mía, porque tengo comprobado que algunas figuras guineanas de primer círculo también se interesan de la cuestión. Celestino Okenve es uno de los que han avanzado mucho sobre la cuestión, con su visión de economista ha dado una forma de diagnóstico sobre el fracaso del Estado poscolonial guineano. En alguno de sus trabajos, por ejemplo el de la zona del Franco Cefa, también ha esbozado algunas alternativas de modelo societal para nuestro país, con nociones innovadoras que desprenden de la economía informal. Lo que no acabo de comprender es el optimismo de Okenve en lo que se ha dado en llamar la “sociedad civil”. Porque tengo para mí que esta “sociedad civil” es, ni más ni menos, un nuevo eslogan de las Naciones Unidas inventado por sus expertos. En Africa, la observación de un fenómeno es siempre colectiva. Lo que vemos juntos puede ser falso, pero como lo vemos todos acaba por ser verdad, aun cuando no se ajusta a la realidad. Vemos pues que en Guinea, tras haber participado a la larga marcha de Macías, ayer, asistimos hoy la lenta agonía de Obiang. Y, al estilo guineano, burlesco y tragicómico, cada uno de nosotros acompaña alegremente a este lúgubre y siniestro personaje hacia su tumba; él con paso de vía crucis y nosotros con cantos de carnaval. A cada estación, por momentos, no sin picardía, uno se tapa la nariz para no respirar el hedor putrefacto que derrama a su paso la momia viviente de Akuakam(1), quien, cual Drácula en una noche de espanto, sigue arrastrando con embrujo de ultratumba el féretro de su muerte. En este ataúd de trágicas dimensiones se halla también encerrado el cadavérico Estado guineano. Y este es nuestro problema : el Estado fantasma de Guinea ecuatorial. Un niño nacido muerto en la noche de su engendramiento. Un preso ciego, nunca liberado.
Después del entierro anunciado de Obiang, celebraremos su defunción con gritos y abrazos en una eufórica noche africana, como ya lo hicimos con Macías, pero en nuestras mentes despuntará el alba con esta lancinante cuestión ¿Cuál es el modelo de Estado para los pueblos de Guinea? Para dar respuesta a este interrogante habría que definir primero lo que se entiende por guineano (habitante de Guinea Ecuatorial) y lo que caracteriza a éste. En 1996, en el prorrogo del “Párroco de Niefang” expuse lo que era para mí la identidad guineana. En aquella ocasión muchos me trataron de oportunista y de “protoespañol”. Desde entonces todavía no he encontrado mejor definición. Sigo manteniendo que la identidad guineoecuatoriana actual se ha fraguado, y sigue forjándose, por la acción del substrato colonial español. En otras palabras ( más dulces) ha sido el aporte hispánico lo que ha hecho del ndowe, del fang, del bubi, del bisio y del annobonés, un nuevo individuo llamado guineano, guineoecuatoriano. Una identidad supraétnica, desconocida, que se sitúa fuera de la senda trazada por el sesgo cultural africano. No se puede circunscribir hoy la dimensión del hombre guineano sin incorporar de facto el sedimento español de ultramar. Cada guineano “vive” en España, aun en estando en su propia tierra. Es cuestión de estado; ser y estar. Como ilustración de esa íntima realidad poscolonial pongo el caso de las diferencias y de los lazos que me ligan o me separan, de una personalidad de Ebebiyín (Wele Ntem) como es el caso, por ejemplo, de Aquilino Nguema Ona Nchama. Para mí, Ona Nchama es un caso curioso, digno de estudio. Se ha formado en la escuela francesa de Libreville. Junto a sus colegas de Mbam (Camerún) y Bitam (Gabón) no se hace ninguna reserva mental. Por su formación universitaria, Aquilino pertenece a la elite cultural de estos dos países fronterizos, Gabón y Camerún. El fang (ntumu) que habla Aquilino es el practicado rigurosamente tanto en Mbam como en Bitam. En estas dos ciudades Ona Nchama se siente en su casa, tanto como en su propia morada de Ebebiyín. Lo cual no es mi caso, por mi ascendencia (fang-okac) no me indentifico culturalmente de la misma manera con los de Ebebiyín, tampoco mi acercamiento al mundo fronterizo fang del norte se hace con la misma osmosis que con Oná Nchama, sin embargo, como guineano, me identifico plenamente con Aquilino con quien comparto nuestro legado cultural hispanoguineano. Algo similar pero muy acentuado me ocurre con otro personaje, también de mucho sabor, Justo Bolekia, guineano de la isla de Bioko. Y, en las playas del litoral riomunense me conmueve igualmente la amenidad del paisaje ndowe visto con los ojos de Malela Idjabe, cuando en alta mar, entre olas y vientos, el susurro apagado de la isla de Annobon me llega por la voz de Paco Zamora. Este es el lirismo dramático que configura el Estado guineano; a la diversidad geopolítica se añade el pluralismo etnolingüístico.
Esto es porque cuando los países africanos accedieron a la independencia sus líderes se encontraron con territorios y fronteras artificiales (la forma rectangular de Río Muni ya casi es legendaria ). Eran inmensas superficies que encerraban enormes riquezas y recursos naturales donde, como en Katanga, se concentraba también a ingentes cantidades de trabajadores traídos de las diferentes regiones de la colonia. En realidad, el dirigente africano había heredado del colono europeo no un país presto para formar un Estado, sino una inmensa finca de explotación, con trabajadores inmigrantes ( como fueron las plantaciones de cacao de Bioko), con una población abigarrada que no era homogénea ni tenía arraigo nacionalista, ocupada tan solo en las tareas arduas que impone la economía extravertida de explotación colonial. Así se presentaron las independencias. En un escenario dantesco, en parcelas de tierras abandonadas, sin estructuras, sin pueblos, sin historia, sin conciencia ni nada.
De estos territorios de geometría variable, de estos brotes de colonización, de estos antiguos campos de concentración, se pedía al nuevo dirigente africano fundar un Estado moderno. Esta nueva institución, jamás habilitada en aquellas latitudes, estaba a su vez encargada de fraguar en su seno al nuevo hombre africano, moderno, dotado de nuevas señas de identidad, capaz de afrontar y asimilar agresivo mundo contemporáneo diseñado en su único provecho por el hombre occidental. Dicho de otra manera, para nosotros los guineanos, se pedía a Macías y a su gobierno, a partir del 12 de octubre de 1968, de hacer que el fang de Ayamiken, el bubi de Bososo, el annobonés de Palea, el ndowe de Bemba y el bisio de Comandachina se sintieran como un solo hombre, unidos en cuerpo y alma, con una identidad común y un pasado identico orientado hacia un proyecto de futuro para todos. Lo mismo se pedía a Lumumba en Kinshasa, de cara a los congoleses, en enero de 1960. Ante tal empresa faraónica, Lumumba murió unos meses después de su accesión al poder. Macías resistió durante once años, pero aunque el Estado que engendró fue demoledor, el tío de Obiang acometió su obra y eso es lo que quise decir en “la larga marcha de Macías” ¿había otra opción? Sí. Pero no la que hemos visto con Obiang. Por eso invitamos hoy a los que, no sin valentía, se han lanzado resueltamente a la arena política para la sucesión del clan Obiang, a una profunda reflexión, en la búsqueda del diseño de un modelo de Estado original que englobe a todos los guineanos, salvando y protegiendo a las diferentes identidades y especificidades étnicas que pueblan el territorio guineoecuatoriano.
La ”Cuestión Bubi” en Guinea Ecuatorial necesita un planteamiento global.
Eso parecía pronosticar el rotativo ”El Muni” del mes de junio, mediante una entrevista de Justo Bolekia Boleka (JBB), representante permanente del Movimiento de Autodeterminación de la Isla de Bioko (MAIB) en Europa. JBB no solo es un bubi militante portavoz del MAIB, sino también una de las figuras emergentes de la nueva generación de intelectuales guineoecuatorianos víctimas de la larvada crisis que asola a nuestro país hace más de un cuarto de siglo. Como ideólogo de su formación (calificada por muchos como un etnopartido) JBB enmarcaba con agudeza la problemática bubi dentro de la escueta realidad postcolonial guineana. Referente a lo expuesto por el dirigente isleño en las páginas del “Muni”, no vendría mal hablar aquí de la ”Cuestión Bubi” parafraseando de esta manera al filósofo francés, Jean Paul Sartre, en su opúsculo ”La Question Juive”. Evidentemente no se pretende establecer una comparación entre el holocausto judío (que los sionistas llaman hoy Shoa) y el martirio que sufre el pueblo bubi en Guinea Ecuatorial, Un calvario compartido con los demás pueblos de este Estado africano. No. Se trata, no obstante, de singularizar el tormento colectivo padecido por los oriundos de la isla de Bioko como consecuencia de un interminable periodo de tiranía que destruye, uno a uno, como antaño lo hizo el colonialismo español, todos los valores ancestrales y derechos de los pueblos autóctonos, dueños y habitantes naturales del territorio que configura hoy el Estado de la República de Guinea Ecuatorial.
Esto significa, como dice Sastre referente al antisemitismo, que uno puede sentir compasión por un bubi cuando se le maltrata en una barrera a la entrada del pueblo de Rebola; uno puede expresar su solidaridad por una familia isleña de Batoikopo, de Musola, de Baney, de Basakato o de Baloeri, cuando ve despojar sus bienes, sus cultivos, sus fincas, sus tierras; uno puede gritar, horrorizado, cuando ve a Cayo con un grupo de militares y agentes de la “Seguridad” y miembros de la ”Presidencia”, quienes, obedeciendo órdenes de Obiang y de su hermano Armengol, organizan una verdadera carnicería de escarmiento contra el Pueblo Bubi en la espesura de la selva africana, sin ninguna intervención, advertencia, ni molestia por parte de la mal llamada ”comunidad internacional”. Finalmente, uno puede gritar en las calles de Malabo junto a los bubis de Bioko,”yo soy como vosotros, sufro como vosotros, milito por vuestra causa y yo también, como víctima, me identifico con vuestro pueblo mártir”. Pero nunca jamás uno podrá sentir lo que siente el hijo del Pueblo Bubi cuando ve pisotear sus valores los más sagrados en su propia tierra ancestral. Nadie más que un bubi, y sólo un bubi, puede sentir en lo más profundo de su ser el dolor intenso que provoca en sus entrañas el filo de la espada que penetra en su ser más profundo. Este filo de la dictadura que sirve de guillotina a todo un pueblo, año tras año. Esa es la escueta realidad de todos los pueblos de Guinea Ecuatorial. La cual no es irreversible.
Hace apenas dos siglos, la civilización occidental, identificada sobremanera por el imperio del Hombre Blanco, al cabo de un largo y tortuoso proceso, llegó a admitir la humanidad del Hombre Negro y el reconocimiento de los valores africanos. Para muchos, el momento cronológico y punto inicial de este proceso se sitúa en los albores de la Revolución francesa cuyo acto más relevante no fue, contrariamente a lo que muchos piensan, la Declaración de los derechos humanos y del ciudadano de 1789, sino la abolición de la esclavitud en 1848. Esta supresión fue más bien simbólica, poco después las potencias occidentales rehabilitaron y pusieron de nuevo en circulación el funesto ”Código Negro”, un breviario elaborado en 1685 por Juan Bautista Colbert, ministro de Luís XIV, que seguiría manteniendo a los ”hombres de color” como la raza paria del globo terrestre. Hace poco, en septiembre de 2001, en Durban (Suráfrica), al término de una acalorada y tumultuosa Conferencia Mundial Contra el Racismo, las potencias occidentales hicieron su mea culpa, pero no hubo acto de contrición. Reconocieron las atrocidades cometidas contra la raza negra durante varios siglos (esclavitud, trata negrera, guerras, invasiones, colonización y reparto de Africa). Sin embargo hoy, como por inercia, en Guinea Ecuatorial triunfa un hombre cuyos métodos y sistema de valores se asientan sobre los mismos postulados de la era de la trata, siguiendo los mismos moldes de supresión de la humanidad del ”Otro”, aniquilando la alteridad. Fundamentando su sistema en la negación de los derechos de las personas y en la explotación brutal de los recursos colectivos. Este hombre se llama Obiang (biang, en fang significa medicina, hechizo, embrujo. La partícula O se traduce por estar en). Este hombre, que mejor debería llamarse O-biang (el hechizado), no es ni mucho menos el jefe de los Fang. Ni representa siquiera a una de las castas de los pueblos que integran la nación fang, extendida ésta entre cinco de los principales Estados de Africa central,: Camerún, Centroáfrica, Congo Brazaville, Gabón y Guinea Ecuatorial.
En este último país, ex colonia española, Obiang ha hecho del fang lo peor que se puede hacer a un ex-colonizado: convertirle en un extranjero en su propia tierra. El fang de Guinea, sin saberlo, ya se ha convertido en un extranjero en su propio territorio. No solo en la isla de Bioko sino también en el continente, en su Rio Muni natal. El Hombre Fang ya es extranjero en todas partes: en Bata, en Ebebiyín, en Añisok, en Mbini, en Akurenam, en Evinayong, en Nsorc, etc. Es más, el fang de Guinea ha llegado a ser como aquel francés, colono en Argelia, que nos presenta Albert Camus en su novela ”L´Etranger” (El Extranjero) que durante un paseo, saboreando los inmensos espacios del país norteafricano, se encuentra con un autóctono magrebí y lo asesina. Cuando le preguntan las razones de su acto da como única respuesta el calor del sol. De la misma manera, hoy, el guineano de Rio Muni, que se llame Cayo, Nguema Mba, Tito Garriga o Armengol, convertido en un zombi por Obiang, desterrado del continente y puesto en el exilio interior de la isla de Bioko, asesina al autóctono bubi, tanto como lo hubiera hecho cualquier otro colono llegado allende los mares. En realidad se sigue viviendo en Guinea la continuidad de la política colonial española que se sustentaba del enfrentamiento de las dos etnias más numerosas de los territorios oprimidos y explotados.
Ya es tiempo de dar paso a un nuevo modelo de Estado africano, un Estado de pueblos, fomentado por el Pacto de convivencia pluriétnica que ya existía de forma tácita en el periodo precolonial. Este Estado, forjado por el consenso general, se inspiraba de la sabiduría ancestral y promocionaba la cultura de la paz. Era una sociedad de la interculturalidad y de la mediación. En Guinea, el funcionamiento de la sociedad pluriétnica y multicultural del pueblo de Mbini nos ofrece un ejemplo concreto y constante de este modelo de Estado en gestación en Africa(2). La sociedad africana es esencialmente multicultural, visceralmente opuesta el Estado unitario, centralizador, jacobino y colbertista. Un modelo de Estado acorde con esta profunda realidad humana sólo lo pueden diseñar los mismos africanos depositarios de esta forma de democracia que hoy aparece como una elemento innovador en el planteamiento político alternativo. La Cuestión Bubi en Guinea Ecuatorial ya no debe limitarse en la mera denunciación del sistema de represión y tiranía implantado hace treinta y cuatro años en Guinea Ecuatorial, es más, debe cuestionar también la propia identidad guineoecuatoriana y socavar igualmente los fundamentos del Estado guineano actual como consecuencia de la acción poscolonial en Africa negra. La Cuestión Bubi, implica también la problemática del Fang, el planteamiento del Ndowe, el posicionamiento del Bisio y el enfoque del Anobonés para un renacimiento de los pueblos de Guinea en el marco de un nuevo pacto africanista por el desarrollo integral de los pueblos..
Joaquín Mbomío Bacheng
1.- Pueblo natal de Obiang
2.- Pueblos de Guinea Ecuatorial, Mbini, Jesús Itongo Iviti, ”el Patio” N° 53, Enero 1997
Fuente: JMB