En ningún otro Estado del mundo, los familiares del dirigente que no ostentan cargos públicos tienen tanto poder como en Guinea Ecuatorial. Muy poca cosa, para no decir ninguna, de lo que ocurre en éste país es dable en otro. Guinea es único y no ha lugar comparación para entender lo que aquí ocurre. Tres herméticas mujeres, tan despiadadas como ellas solas, mantienen en vilo a la población por sus escándalos y comportamientos amorales: cuñada, madre e hija, de la oligarquía dominante hacen y deshacen a su antojo en el país de las maravillas de Teodoro Obiang. Tratar de situar a la primera dama Nsue Okomo y su madre Okomo Mba, así como la hermana mayor del déspota, Omomuan, en el escenario sociopolítico guineano, resulta no menos trascendente que los cuentos del pueblo imaginario Eyi-Mba-Mikú, origen de las epopeyas del mítico juglar Eyi Mon Ndong.
Crónicas zascandiles (III)
GUINEA ECUATORIAL Y SUS MARAVILLAS
MARTES |22|05|07
PEDRO NOLASCO
Entre los más impertérritos dictadores que hoy pueblan África, al margen de Teodoro Obiang, están Robert Gabriel Mugabe de Zimbabwe y Mswati III, rey absolutista de Swazilandia, casada con trece mujeres. “La democracia es un sistema de vida que no conviene a Swazilandia”, mantiene. De Mugabe ya se sabe más de lo mismo. Obiang, Mugabe y Mswati III, son los tiranos más rústicos que todavía sobreviven en medio de una África negra cada día más cerca de la deriva perenne, ante la impotencia y la indiferencia de sus súbditos, y la mirada cómplice de los adoradores del mercado internacional. Este es otro tema, que no entra en las crónicas “zascandiles”.
Puestos a comparar y analizar el tejemaneje sociopolítico, Swazilandia y Zimbabwe son un paraíso. El cúmulo del desastre, del caos y del subterfugio está en Guinea Ecuatorial, donde parece que los humanos del poder andan al revés, con las ‘patas’ hacia arriba y el ‘coco’ hacia abajo. ¿Se imaginan a la hermana o suegra de Mswati III o de Mugabe cobrando impuestos revolucionarios a los ciudadanos y apoderándose de los bienes privados y públicos? Si eso hacen la hermana y la suegra del presidente, imagínense lo que puede hacer la ‘propia’ primera dama.
Los excesos de ‘nuestra’ primera dama no tienen límites. La excéntrica y vanidosa esposa de Teodoro Obiang ya no recela con las mujeres de los ministros porque van mejor vestidas que ella, como hacía, al menos, hasta finales de los ochenta, cuando un embajador fue fulminantemente cesado de París y metido en los calabozos de Guinea por orden de ‘nuestra’ primera dama, simplemente porque en uno de sus viajes a la capital gala vio a la señora del embajador lucir el tipo de vestimenta que llevaba. ‘Es una provocación, una tomadura de pelo’, recriminaría la primera dama. La esposa del embajador caído en desgracia es la que se encargaba de comprar ropa a la primera dama en las lujosas tiendas de París. ‘¿Por qué tiene que llevar la misma ropa como la que me ha comprado?’ Se preguntó enfurecida cuando urdió el cese y confinamiento del embajador.
Los excesos de Koo, como es conocida en el país, resultan indescriptibles. Eso sí, parece que ya no se fija tanto en la vestimenta que luce las esposas de los colaboradores de su marido. ¿Qué se puede esperar de una persona tan vanidosa? Koo, es omnipresente en el imperio de las maravillas y según los más cercanos colaboradores de su marido, juega un papel determinante en la orientación sociopolítica de la dictadura. Eso merecía toda una novela.
Pasa que, en los últimos meses, Koo ha puesto su mirada en el municipio de Nzork-Esebekang, en el marco de la expansión galópala de la familia dictatorial para afianzar su monopolio hasta los últimos confines del país. Quieren tenerlo todo y en todas partes, más que ninguno otro ser viviente del imperio: terrenos, vehículos de lujo, mansiones, tiendas, import-export... Cómo no, también quieren acumular más problemas, que les harán pasar a la dramática historia guineana como la familia más escandalosa y ‘molesta’.
Koo se ha ido a Nzork y ha visto un buen terreno, sobre el que puede levantar un palacete para sus órdagos fuera de las grandes urbes. Se supone que cualquier terreno dentro de la ciudad pertenece a alguien, otra cosa es que este alguien sea un simple súbdito sometido al capricho de gente tan poderosa como nuestra flamante primera dama. El terreno es propiedad de una pobre mujer, Obuan, madre de familia numerosa, que se pasó la vida haciendo trabajos menos dignos en la vecina Gabón y por fin logró construir una amplia casa familiar con material permanente.
De la noche a la mañana, llegan tractores y a 50 metros de su casa, empiezan a excavar y a levantar una casa de tres plantas. La mujer se entera que es propiedad de Koo. ¿ Qué iba a decir cuando le han ‘oficializado’ que la obra pertenece a la dueña y señora del imperio de las maravillas? Esta no es la parte más escalofriante de la historia. Como en Eyina-Mba-Mikú, los problemas empiezan como ‘bromas’ y terminan ante el tribunal de Dios, cuenta Eyi en sus epopeyas.
Koo ya ha timado un terreno ajeno, de tantas hectáreas. Ha ordenado la construcción de un palacete de tres plantas. Ahora necesita proteger su nueva propiedad de posibles intrusos: hay que vallar el palacete. El vallado es tan amplio, cuatro veces que el terreno construido. La casa de Obuan está a escasos metros y entra en el vallado... Todo lo que está dentro ya es propiedad de Koo. La mujer ha sido expulsada automáticamente y ahora anda buscando cobijo en no se sabe dónde [la familia presidencial tiene una fachosa costumbre. Por cada metro cuadrado construido, el vallado es infinito. Se calcula que son dueños de la mitad de los terrenos edificables del país. Encima no los compran].
Los habitantes de Nzork están alborotados. Nadie entiende nada. Mientras, la pobre mujer anda lloriqueando desesperadamente. Parece que el descontento poblacional ha llegado hasta Koo... ‘nuestra’ primera dama decide actuar. Llama a uno de los caciques oriundo de la zona, Fidel Marcos Mañé, parlamentario del partido oficial, para que tome cartas en el asunto y calme a su gente, que para eso le paga el Gobierno [Mañé es uno de los hombres bienafortunados del régimen. Está obligado, para bien y para mal, cumplir cualquier encomiendo de quienes le han colocado hasta donde está, cuando sus coetáneos de Nzork debaten entre miseria y pobreza]. Se va a las arcas públicas y coge un fajo de 10.000.000 francos CFA en nombre de la primera dama. Viaja a Nzork en medio de una comitiva pedegista y convoca a los jefes locales y sus súbditos, entre ellos, la víctima: “Os he convocado en nombre y representación de la primera dama. Ella lamenta mucho que por error de los albañiles la casa de Obuan ha quedado en el recinto de su palacete. Me ha dicho que os diga que no lo ha hecho a propósito. Como muestra de su buena voluntad, me ha dicho que haga entrega en público la cantidad de 10.000.000 de francos CFA a Obuan, para que construya una nueva casa. Y, para vosotros, los lugareños de Nzork, dos cebúes...”
Cualquier comentario que se pretenda añadir aquí, poco o nada dice. Es redundante. Koo ha hecho lo que están haciendo en todo el país, lo que han hecho a miles de guineanos en 28 años de poder omnímodo. Se consideran dueños y señores de las personas y sus bienes. Si su marido, como ya dijo la Radio Nacional en 2003, “puede matar sin que nadie le diga nada y sin ir al infierno”, cuánto más despojar a un pobre ciudadano de sus bienes. ¿Qué casa de cemento se construye con 10 millones de CFAS en una Guinea Ecuatorial petrodolarizada? La señora Obuan construyó una casa familiar, pensando en sus cinco hijos, esposas y nietos. Tenía muchas habitaciones y es fruto de sus trabajos indignos en la vecina Gabón. Lo que Koo ha hecho en Nzork, es lo que su marido Obiang está haciendo en Mongomo, donde ya es propietario de más de 6 kilómetros cuadrados. En Guinea Ecuatorial, los terrenos si no son hereditarios, tienen que ser comprados o cedidos a título personal o expropiados legalmente por razones de Estado, con todas las reglas de la Ley. ¿De dónde Obiang ha sacado tanto terreno en Mongomo, cuando su padre no nació allí? ¿Quién se los ha vendido o cedido?
Koo está al corriente de todo lo que se mueve en el país, hasta de la importación y exportación de mercancías en los puertos de Malabo y Bata. Si no, ¿cómo pudo impedir el levantamiento aduanero de unos tractores del puerto de Bata? Eso ocurrió a principios de este mes de mayo, en el puerto de Bata.
“Nuestra” primera dama, que vive al margen de cualquier procedimiento legal en su forma de actuar, ha vetado, bajo no se sabe qué facultad, el levantamiento aduanero del puerto de Bata de dos tractores, porque mantiene una adversidad con su propietario. Un tractor-moto pala de marca caterpillar, modelo 914G y una escavadora, marca CASE 1088. La mercancía ha cumplido todos los trámites y procedimientos para su levante, y cuando así se hizo, de nuevo Koo ordenó su devolución a la aduana. Su hijastro, Inocencio Obiang Bekoba [un de los tantos hijos extramatrimoniales del déspota], actual administrador general del puerto de Bata, ha implorado a Dios que le libre del pecado. Este tipo, que parece un poco listo que los hijos faraónicos del déspota, ha dicho que no entiende nada: “que se haga la voluntad de mi madrastra antes de que me coman vivo”. ¿Se imaginan a la primera dama de Mugabe o de Mswati III interviniendo en el levante de las mercancías en los puertos de su país? Estas cosas solo ocurren en Guinea Ecuatorial, en el imperio de las maravillas de Teodoro Obiang.
Ahora ‘vamos ha hablar de las cosas’ de Okomo Mba y de Omomuan, madre y cuñada de Koo. Las dos más Koo forman una perfecta trilogía del mal, insensibles, impías y vanidosas como ellas solas.
Los que conocieron a Okomo en los noventa ya no la pueden reconocer hoy. La tipa, de setenta y pico de años, se ha vuelto quinceañera. Las cosas que hace el dinero, porque la cirugía estética que le ha metamorfoseada equivale a la renta per cápita de cualquier municipio del interior del país. La suegra de Obiang ya es tan sexy, que cuando Obiang era cantaría otro gallo, bromean sus allegados.
Okomo, es la dueña de facto de la ciudad de Bata. Se sabe que sus hijos, nietos y bisnietos son más que simples multimillonarios. Son los semidioses del país ¿Y esta carrera desigual por la corrupción salvaje? No consta ninguna actividad comercial, si quiera un puesto de heladería, propiedad de Okomo. Sin embargo, es una de las personas más ricas del país. Tiene decenas de inmuebles en Bata. Cobra impuestos revolucionarios a todo aquel que se atreve a instalar un negocio cerca de sus fincas.
En Bata, obtiene terrenos a golpe de palo. “¿De quién es este terreno?... Llamarlo... me gusta este terreno... te doy dos meses para que lo abandones, porque a partir de ahora es mío... quiero construir aquí... si en dos meses no lo abandonas, ya verás...” Así, ha golpe de palo, Okomo sexy está haciéndose con terrenos en Bata, donde levanta macro-solares. Los casos más escandalosos se han registrado en los barrios de Bumudi y Ngolo, donde está levantando edificaciones de 70 pisos, 35 en cada barrio. ¿De dónde saca tanto dinero? Ni respuesta merece.
En el régimen de Teodoro, la señora Okomo está considerada como Ayom-Ngang de Engong, una tribu inmortal en el pueblo de Eyina-Mba-Miku. El personaje de las epopeyas de Eyi se le atribuye poderes casi divinos. Si se enfada, anoche y si llora, llueve. Ayom-Ngang es capaz de todo, hasta resucitar a los muertos. Okomo no tiene que rendir cuenta a nadie. Hace lo que la da la gana, cuando quiere y como quiere. Si se enfada, tiembla la presidencia. Ni el hermano de Obiang, otro de los todopoderosos del sistema, se atreve a enfrentarla, temeroso de los poderes brujeriles que se le atribuye.
Omomuan, se diría que es una perfecta caricatura de Okomo, a diferencia de que no es tan bruja como ella. La hermana del presidente, si bien más discreta que madre e hija, sin embargo, rivaliza con ellas en excesos de poder. Vive en la isla, en Malabo, capital. Se fijó en Luba, Sur de la Isla. Allí encontró a un tal Bonsundi Tang con sus enormes hectáreas de plantación de cacao y otros cultivos agrícolas. Justo al lado de sus hectáreas, comenzó a hacer sus plantaciones. Parece que envidiaba las importantes cosechas de su vecino. Y a ver lo que iba a ocurrir: se ha hecho con las plantaciones de Bonsundi y le ha confinado a su poblado natal, en Río Muni.
Escoltada con tres militares, incluido el conductor, utiliza vehículos del parking militar de la presidencia. En sus plantaciones emplea, como mano de obra gratuita a presos y militares. Su poderío es igualmente de temerario como el de Okomo. Ha convertido en almacén de reserva para sus cosechas, uno de los edificios reservados para ‘ilustres’ y ‘honorables’ huéspedes extranjeros en el palacio de Conferencias Internacionales de Banapá, construidos con fondos públicos.
Las tres damas, forman una perfecta trilogía. La simbiosis del mal. Sus poderes son ilimitados y sus escandalos impunes. Nadie se atreve a vociferarlos. Es la trilogía de los intocables en el imperio de las maravillas. La gente teme más a ellas que a Teodoro Obiang, quien encarna el mal, que simplemente ellas se limitan a propagar.
En el imperio de las maravillas se repite una y otra vez: si te encarcela Obiang; Okomo, Koo, Omomuan o Armengol te pueden liberar; pero si te encarcela uno de ellos, ¿quién te pondrá en libertad?. Ellos están por encima de quien se supone que es el ‘verdadero dios y señor’ del imperio, el que “puede matar sin ir al infierno y sin que nadie le exija responsabilidad, porque está en contacto diario con el mismo Dios, que le ha conferido ese poder”.
¿En qué otro estado dictatorial africano, la esposa del tirano, hermana y suegra, sin que se les conozca cargo público alguno, tienen poderes ilimitados, hasta por encima del mismo déspota? En Guinea Ecuatorial, todo es posible. Excepto lo posible.
NOTA DE LA REDACCIÓN
CRÓNICAS ZASCANDILES, trata de describir la realidad guineana a partir de ciertos excesos de poder y comportamientos amorales de la oligarquía dominante y su corte canallesca. Pero la realidad guineana tan compleja como enigmática, parece una perfecta expresión conjugada de los cuentos de nvet-oyeng. El mundo al revés está en Guinea Ecuatorial, país único, cuya realidad diaria, excepto la moneda local, petróleo y demás recursos naturales, resulta incomprensible a ojos vistos de gente civilizada.
Fuente: DH