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Editorial

MIRAR HACIA ATRAS...CON DATOS


publicado por: rafi de la torre el 19/08/2007 15:22:50 CET

Con un poco de retraso debido a la canícula que hemos padecido que animaba a buscar lugares de más refrescantes aires, deseo comentar lo que nuestro amigo, Celestino Okenve, muy acertada y oportunamente publicaba en la página guinea.net. Una serie que nos refrescaba la memoria en cuanto a actuaciones de un pasado reciente por parte del régimen de Malabo así como las reacciones suscitadas en agentes internacionales, España en concreto, país en el que habían depositado sus esperanzas los guineanos para conseguir, (entonces sí se creía) un cambio real hacia una democratización en Guinea.
Todo aniversario es objeto propicio para hacer una evaluación-balance y, el en caso de Guinea, es imprescindible mirar hacia atrás para hallar datos y comportamientos que nos sitúen y expliquen el hoy con relación al ayer y posiblemente con el mañana de ese país.

Los 28 años que ahora se han cumplido del secuestro de la libertad y los derechos de los guineanos, no han registrado cambios en cuanto a la postura del que tras derrocar a su tío, Francisco Macías, ha incumplido todas las promesas realizadas a quienes colaboraron en el golpe de estado de dentro y fuera del país. Muchos pagaron con su vida, torturas, privación de libertad o el exilio la confianza depositada en Teodoro Obiang Nguema Mbasogo. La mayoría de estas víctimas del teonguemismo, eran partidarias de que una vez lograda la estabilidad, tras un proceso de transición, los poderes pasaran a manos civiles, algo totalmente descartado por Obiang desde el principio y quien en innumerables ocasiones ha mantenido rotundamente y en público, que: “aquellos que quieran derrocarle o acceder al poder, tendrán que utilizar los mismos métodos por los que él accedió al mismo”. El tiempo y los hechos demuestran que en ese sentido, sólo en ese, Obiang sí cumple con lo que dice.

REVISION DE LAS RELACIONES DE VASALLAJE DE LOS GOBERNANTES ESPAÑOLES CON EL DICTADOR OBIANG, en sus diferentes entregas, viene a demostrar que no se ha operado cambio alguno en cuanto a Guinea se refiere por la antigua metrópoli, España, que no ha sabido, podido o querido aplicar políticas más adecuadas y resolutivas según lo exigieran las circunstancias en el logro de la tan ansiada y esperada transición hacia un Estado democrático real y efectivo. A pesar de los muchos viajes de importantes cargos a Guinea; de condonaciones de deudas; de invitaciones al dictador y de otras muchas muestras de complacencia hacia quien dirige y mal gobierna su ex colonia, España, continúa dando palos de ciego sin conseguir resultados positivos y tangibles a su “declarada” aspiración y deseos: lograr que en Guinea se instaure una democracia y por ende, se respeten los DDHH, se inicie un proceso de desarrollo, etc., en beneficio de todos.

A cualquier observador no se le escapan los muchos “errores” cometidos por las diferentes administraciones españolas en relación al país con el que tantos vínculos nos DEBEN unir y no solamente por el referente de la lengua común, sino por otros aspectos. Pongamos, como ejemplo, la condición de nacionales españoles que los guineanos compartieron durante años con los que nacimos en la Piel de Toro, así como los mismos derechos y obligaciones, otra cosa es que no se hicieran efectivas en ocasiones (actitud que no compartimos y repudiamos).

No justifica la no injerencia en asuntos de un estado soberano, la permisividad, tibieza y franco posicionamiento con un cruel dictador como vienen reflejando los distintos gobiernos españoles de diferentes tendencias. Porque hemos de concluir que en nada se ha notado el cambio de inquilino de la Moncloa en la política desarrollada sobre Guinea. Un país democrático y aún más, habiendo tenido en el pasado la responsabilidad que tuvo España con Guinea, debería haber desarrollado su papel de un modo más contundente y enérgico, en propiciar y exigir un cambio en la situación luenga y lamentable a la que tiene sometida el dictador Obiang a toda la población del país hermano. Y eso no se debe ni puede interpretar, salvo intereses de otra índole, como una injerencia en asuntos de otro Estado, sino como el deber y compromiso hacia unos ciudadanos que siempre han mantenido la esperanza de una solución a su penosa situación propiciada y coordinada con el arbitrio de la que aún consideran como madre patria y que según confirma el día a día más bien demuestra ser - en opinión de la mayoría de los guineanos - una mala madrastra (a semejanza de la de Blancanieves) que en nada contribuye a mejorar la situación. Antes al contrario-opinan- se ha rendido (la madrastra) a favor de quien les tiene sometidos al terror por la consecución de materias primas (el oro negro, en concreto) marginando el interés de las justas reivindicaciones del pueblo guineano, en función de los intereses económicos que en muchos casos revierten en bolsillos privados.

España, no debería haber caído en lo que en su momento alguien calificó como “el síndrome de Malabo” contraído, según los hechos determinan, por la mayoría de los políticos y otros “observadores” españoles de los cuales ha dependido una política realista y efectiva hacia la dictadura imperante en Guinea. La administración española de diferentes signos, ha declarado hasta la saciedad y en diferentes foros tanto nacionales como internacionales su apuesta y defensa en que los DDHH sean respetados en la ex colonia. Pero –aquí existe un pero de dimensiones mayúsculas- ¿qué medidas democráticas y a su alcance ha propiciado para que ello fuera posible? ¿Cuántas condenas claras y rotundas, tal como exigían las crueles acciones del régimen de Obiang, han partido del despacho de Moncloa o en su defecto del ministerio de AAEE español? Declaraciones de intenciones, muchas; determinaciones precisas, concretas y enérgicas, ninguna.
Aún con todo lo expuesto anteriormente, es cierto y no se puede cuestionar, que el único responsable de lo que ocurre en Guinea es, Teodoro Obiang, que ha “sabido y podido” mover el mínimo resorte para salvar los obstáculos que le impidieran eternizarse en el poder utilizando los beneficios de los recursos naturales en claro hurto a su legítimo dueño: el pueblo. Un pueblo que carece de lo más elemental para sobrevivir dignamente, asolado por enfermedades endémicas de posible resolución si se pusieran medios adecuados para ello; privado de cualquier ayuda o prestación por parte del Estado, donde la dignidad de las personas no cuenta y es arrebatada, sometida y vapuleada según la voluntad de “la superioridad”.

La posible y real implementación de la democracia se ha convertido, desafortunadamente en Guinea, “en el cuento de nunca acabar” a consecuencia de la falta de voluntad del que se ha considerado y así lo ha declarado hasta el empacho, “árbitro y moderador” de un proceso de transición nunca desarrollado y que más bien desde que declarara su inicio le ha servido para eliminar a prácticamente todos los partidos opositores; a sus adversarios más notorios a base de persecución, cárcel, torturas, posibles acciones golpistas, nunca probadas fehacientemente ante los tribunales — no olvidemos que la administración de Justicia es una de las carencias más sobresalientes que se observan en Guinea — y que ha contribuido a que en estos momentos en el país no se cuente con un liderazgo opositor (permitido por la superioridad) de suficiente calado como para ejercer libremente el papel de una auténtica oposición al régimen y a quien lo detenta.

Si se es realista y en el caso de Guinea es condición sine cuanon (sine qua non) para valorar la situación tal como es, ninguno de los partidos opositores exige y se le permite un ejercicio libre de la actividad política tal como ocurriría en un estado realmente democrático, muy a pesar de los innumerables esfuerzos por parte de quienes quieren convencer de que ello se está realizando, con tal de justificar su presencia en las “teonguemistas instituciones” impuestas en el país. Allá ellos, es su opción, pero no deberían ni intentar convencer a aquellos que conocen el engranaje del régimen y su trayectoria, de que es la más efectiva para conseguir el propósito de un cambio real y duradero en la ex colonia española.

Atengámonos a los hechos y al cambio 0 operado por el régimen desde que el CPDS aceptara los dos escaños concedidos, “por orden de la superioridad” en las últimas legislativas tan fraudulentas como fueron todas las que les precedieron. Utilicemos a modo de ejemplo, qué ventajas, resultados, consecuciones positivas podrían derivarse (llevándolo al terreno deportivo) de un partido jugado por dos equipos uno compuesto por 98 jugadores (PDGE) contra otro de sólo 2 contrincantes (CPDS) y además actuando de árbitro el PF del más numeroso. Elemental, querido Watson, diría el detective de todos los detectives. Y es que no hace falta ni investigar, ni marear las neuronas para llegar a las posibles consecuencias y resultados. Arriesgándonos aún más, podríamos predecir y diagnosticar, muerte súbita debido al esfuerzo y otros daños colaterales a los integrantes del segundo y reducido equipo ante la superioridad de su adversario y arbitraje tan “de casa”.

Por otro lado, y siguiendo con los “avances” realizados por el teonguemista régimen durante este período transitorio sólo en beneficio propio, familiar y de sus fieles esbirros del “sí señor”, Obiang cuenta con un balance positivo hacia sus fines y de derrota para sus adversarios políticos, hasta el momento. Esa cuasi derrota cuyos factores sería muy prolijo enumerar, se debe en cierta medida a las expectativas puestas por los partidos opositores en la comunidad internacional (España, sobre todo) en que ejerciera de presión hacia Obiang para que cumpliera sus compromisos y permitiera realizar su labor, sin trabas, a la incipiente oposición dentro del país.

Poco a poco, los acontecimientos mostraron que Obiang seguía su línea sin encontrar presiones ni obstáculos impuestos con poder ejecutivo, por parte de nadie. Por otro lado, la cierta pasividad, con tintes esperanzados, mostrada por la oposición, a pesar de los signos evidentes de los llamados países donantes, dieron como fruto que Obiang se consolidara cada día más en el poder con su cleptocracia en primer plano, abonada con la inmensa riqueza derivada de los recursos del petróleo. Una ventaja muy apreciable en comparación con una oposición cada vez más empobrecida y carente de recursos. Aunque en este sentido habría que hacer una excepción, el CPDS, partido que desde casi el inicio se decantó como favorito del PSOE, que le ha prestado su apoyo a muchos niveles en clara desventaja para los demás partidos que iniciaron su puesta de largo cuando sonó el silbato de salida de la mal llamada e irresoluta transición guineana.

Así en este devenir de “aterriza como puedas” por lo que a la oposición se refiere, ha ido pasando el tiempo sin que nada haya variado desde 1991, año presuntamente donde se iniciaba el proceso de “la madre de todos los cambios posibles” auspiciado por una comunidad internacional que hace tiempo se ha desentendido de un pueblo que creyó en ella y que ha olvidado que, para que un proceso político se desarrolle, han de existir partidos políticos que ejerzan en libertad, en igualdad de condiciones al que gobierna (en este caso, mal gobierna y hace de la tortura, la injusticia y la impunidad sus mejores aliadas) y que no ha proporcionado ninguna solución para hacer realidad las justas aspiraciones/reivindicaciones de un pueblo que se siente olvidado y lo que es peor, desesperanzado en obtener una solución justa y duradera que pase por el abandono del poder a quien pudiendo propiciarla no ha querido y es más, ha impedido con métodos crueles y represivos devastadores, llegar a esa meta.

La mejor aportación de los organismos y gobiernos internacionales debe ser la prevención de conflictos, con Guinea esta medida no se ha tenido en cuenta “a cuenta” de los muchos intereses económicos. Ojalá, que no sea motivo de lamentaciones en un futuro más o menos inmediato.

El 28 aniversario de la ascensión al poder de Obiang, por medio de un golpe de estado más cruento de lo que se quiere mantener por personas interesadas y beneficiadas por el mismo, no es motivo de celebraciones y así lo han mostrado los que de verdad creen en la libertad y la justicia. Lo que se vislumbra en el futuro inmediato guineano es otro golpe a la libertad y a favor del silencio y la injusticia: las próximas elecciones, que si el Destino y los guineanos no lo remedian, será otro simulacro avalado por los observadores internacionales de dudosa procedencia y de algunos concurrentes que se contentarán - como ya lo han hecho- con los escaños o resultados que disponga “la superioridad”.


Fuente: Propia

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