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“El drama de África, es que el hombre africano aún no ha entrado en la historia”. NICOLAS SARKOZY, PRESIDENTE DE FRANCIA publicado por: Association de la Presse Equatoriale Guinea el 12/09/2007 15:05:05 CET
En un discurso políticamente ‘galimático’ del 26 de julio en la capital Senegalesa, el flamante presidente francés, Nicolás Sarkozy, como era de esperar, no se detuvo en un compromiso tácito sobre el nuevo papel de Francia en África negra, como hubiera sido el deseo de todos los negroafricanos. Como si esto fuera poco, tampoco se atrevió a mencionar ni menos criticar la proliferación de regímenes corruptos, brutales y dictatoriales que hunden el continente negro. Mas bien, huyó del papel francamente nefasto que Francia desempeña en África hace más de 40 años. Sarkozy no habló, en su ‘magistral’ ponencia cómo su país ha contribuido, tan largamente, en maniatar el sueño de los africanos en crear Estados libres, democráticos y desarrollados.
No es de recibo, como bien se ha criticado, que sea precisamente un presidente francés quien recrimine y culpe a África de su eterno fracaso en erigirse como un continente próspero política y económicamente. ¿Sarkozy se olvida de los tejemanejes de las tres EEE (Elíseo, Estado Mayor y Elfs, muy alérgicos a la llegada al poder de dirigentes africanos con signos nacionalistas y democráticos?
Pretender argumentar y justificar que África, ella sola, es el protagonista de su propio fracaso, es una huida hacia delante de un país cuyo único interés en el continente es procurar la explotación despiadada y a cualquier precio de sus recursos naturales.
Si África está donde está, inmóvil y sumido en las dictaduras más brutales del mundo y conflictos regionales de toda índole, hay que culpar a Francia por mantener el statu quo y por evadirse de sus eternos compromisos, como se puede constatar claramente tras la Conferencia franco-africana de la Baule, sobre “Democracia ya en África”. ¿Qué ha hecho Francia desde 1989 para contribuir a la creación de una democracia efectiva en África? Nada.
Nada de nada, hasta el extremo de que ha seguido persiguiendo a demócratas que recibieron con aplauso la Conferencia de la Baule y quisieron poner en marcha sus objetivos en un continente neocolinizado política y económicamente por las tres EEE.
No obstante, de su discurso ‘galimático’, el nuevo inquilino de Elíseo pareció entrever que Francia no ocupará el lugar de África para resolver sus problemas, si bien ayudará a quienes así lo decidan. Corresponde, en este sentido, que los países negroafricanos sumidos en regímenes omnímodos y monocultivos se organicen en expediciones para probar desde el Elíseo de Sarkozy hasta qué punto los africanos podemos seguir confiando en Francia para satisfacer el sueño de la independencia: libertad, democracia y desarrollo. SÁNCHEZ MEMBA, LIBREVILLE.
El discurso de Nicolás Sarkozy en Dakar, el 26 de julio de 2007
REVISTA DE PRENSA La alocución del jefe del Estado francés ha sentó muy mal en Senegal: “Los jóvenes senegaleses no escucharon sino un discurso magistral sobre la colonización y la desgracia africana”, lamenta un periodista de una emisora dakariana”.
En un discurso histórico-filosófico editado por su consejero especial Henri Guaino, Nicolás Sarkozy se esforzó en reconocer los “defectos” de la colonización para mejor invitar a los africanos mirar hacia el futuro. Su reflexión, minado de juicios perentorios sobre “la África” que “jamás avanza hacia el futuro”, ha provocado y herido las sensibilidades en Dakar. Para muchos senegaleses, Nicolás Sarkozy, quien afirma refutar un “paternalismo [...] que ha hecho mucho daño a la relación entre Francia y África”, dio la impresión opuesta: la del “gran jefe blanco” llegado para imponer sus verdades a los “pequeños hermanos” africanos.
EL DISCURSO INTEGRO DE NICOLÁS SARKOZY EN LA UNIVERSIDAD ANTA DIOP DE DAKAR SENEGAL. 26 de julio de 2007 (La traducción es literal, pero guarda el fondo)
Señoras y Señores, Permítanme agradecer primero al Gobierno y al pueblo Senegalés por su acogida calurosa. Permítanme agradecer la universidad de Dakar que me permite por primera vez dirigir a la elite de la juventud africana en tanto Presidente de la República Francesa.
Entre Senegal y Francia, la historia ha trazado las líneas de una amistad que nunca desaparecerá. Esta amistad es fuerte y sincera. Por eso deseo dirigirme, desde Dakar, el saludo fraternal de Francia a toda África entera.
Quiero, esta tarde, dirigirme a todos los africanos que son diferentes entre unos y otros, que no hablan el mismo idioma, que no tienen la misma religión, que no llevan la misma vestimenta, que no son de la misma cultura, que no son de la misma historia pero que se reconocen unos a otros como africanos. Es la esencia del primer misterio de África.
Sí, quiero dirigirme a todos los habitantes de este continente magullado y, en particular, a los jóvenes, a vosotros que estáis tan perdidos los unos como los otros y generalmente muy abatidos, que a veces lucháis y perjuráis pero que os reconocéis como hermanos, hermanos del sufrimiento, hermanos en la humillación, hermanos en la indignación, hermanos en la esperanza, hermanos en el sentimiento que experimentáis de un destino común; hermano esta vez misterioso que acogéis en la tierra africana, algo que se transmite de generación en generación y que ni el mismo destierro puede descartar.
Yo no he venido, jóvenes africanos, para llorar con vosotros las calamidades de África, cuando África no quiere de mis llantos. No he venido, jóvenes africanos, para apiadarme de vuestra suerte porque ésta está primero en vuestras manos. ¿Qué esperáis, honestos jóvenes africanos, de mi compasión? Yo no he venido a borrar el pasado porque el pasado no se borra. Yo no he venido a negar los defectos ni los crímenes cuando ha habido defectos y crímenes.
Hubo la trata negra, de esclavo, los hombres, las mujeres, los niños comprados y vendidos como mercancías. Dicho crimen no ha sido solamente un crimen contra los africanos, fue un crimen contra el hombre, fue un crimen contra la humanidad entera. [...] Este sufrimiento del hombre negro (...), es el sufrimiento de todos los hombres. Esta herida abierta en el alma del hombre negro es una herida abierta en el alma de todos los hombres.
Pero nadie puede demandar a las generaciones de hoy de pagar ese crimen perpetrado por las generaciones anteriores. Nadie puede pedir a los hijos arrepentirse de las faltas de sus padres.
Jóvenes de África, yo no he venido para hablarles de arrepentimiento. He venido a deciros que yo detesto la trata de esclavos como los otros crímenes cometidos contra la humanidad. He venido a deciros que vuestra desgracia y vuestro sufrimiento son los nuestros y por tanto son los míos.
Yo he venido a proponeros de examinar juntos, africanos y franceses, al margen de este infortunio y de este sufrimiento. Yo he venido a proponeros, jóvenes de África, no olvidar esta desgracia y este sufrimiento que no puede ser olvidado, pero que ya ha pasado. Yo he venido, jóvenes de África, no de deshacer juntos el pasado pero de trazar juntos las lecciones a fin de mirar juntos el futuro. He venido, jóvenes de África, a examinar con vosotros nuestra historia común.
África tiene su parte de responsabilidad en su propia desgracia. Nos matamos en África como en Europa. Pero es cierto que jamás, los europeos llegaron a África como opresores. Ocuparon la tierra de vuestros ancestros. Relegaron los dioses, las lenguas, las creencias, las costumbres de vuestros padres. Dijeron a vuestros padres lo que deben pensar, lo que deben creer, lo que deben hacer. Hurtaron a vuestros padres su pasado, les arrebataron su esencia y sus raíces. Desilusionaron a África. Fueron catastróficos.
No vieron la profundidad y la riqueza de la esencia africana. Se creyeron superiores, que eran los más avanzados, los más progresados, que eran la civilización. Fueron catastróficos.
Quisieron convertir al hombre africano, de hacerle a su imagen, creyeron que tenían todos los derechos, que eran los más poderosos, más poderosos que los dioses de África, que la esencia africana, que las tradiciones sagradas que los hombres habían guardado pacientemente durante milenios con el cielo y la tierra de África. Creyeron que eran más poderosos que los misterios guardados con el fondo de los años. Fueron catastróficos.
Ellos alteraron una forma de vida. Alteraron una imaginación maravillosa. Alteraron los procesos ancestrales. Fueron catastróficos.
Crearon un desasosiego, un mal de vida. Alimentaron el odio. Hicieron más difícil la apertura hacia los otros, el cambio, la división para abrirse, para distribuir, necesitaban asegurarse de su identidad, de sus valores, de sus convicciones. Frente al colonizador, el colonizado terminó en no tener más confianza en él, por no saber más que existió, para dejarse dominar por la aprensión del otro, por el miedo al futuro.
El colonizador vino, ocupó, se sirvió, explotó, se apropió de los recursos, de las riquezas que no le pertenecieron. Despojó al colonizado de su personalidad, de su libertad, de su tierra, del fruto de su trabajo.
El colonizador ocupó pero les puedo decir con respeto que él también ha dado. Él ha construido puentes, rutas, hospitales, dispensarios, escuelas. Dejó las tierras vírgenes, dio su penitencia, su trabajo, su saber. Les voy decir aquí que todos los colonos no fueron ladrones, que todos los colonos no fueron explotadores.
Para mí hubo hombres malos pero también hombres de buena voluntad, hombres que creyeron cumplir con su misión civilizadora, hombres que creyeron hacer el bien. Se tropezaron pero algunos fueron sinceros. Ellos creyeron dar la libertad, crearon la alienación. Creyeron romper los caminos del oscurantismo, de la superstición, de la servidumbre. Ellos forjaron los caminos mas bien dolorosos, impusieron una servidumbre más penosa (...). Creyeron dar el amor sin saber que cultivaban la indignación y la inquina.
La colonización no es responsable de todas las dificultades actuales de África. No es responsable de las guerras sangrientas que se turnan entre los mismos africanos. No es responsable de los genocidios. No es responsable de las dictaduras. No es responsable del fanatismo. No es responsable de la corrupción, de la prevaricación. No es responsable de los pillajes y de la contaminación.
Pero la colonización cometió un gran error que fue pagado por amargura y pena por aquello que destrozó crudo para dotar y que no comprenden por qué se lo exigimos hasta ahora.
La colonización cometió un gran error que arruinó hasta la autoestima del colonizado y abrió en su interior este odio que intrínsecamente perdura hasta ahora en otros . La colonización cometió un gran error pero este gran error no es el embrión de un destino común. Y esta idea me tiene particularmente preocupado. La colonización cometió un error que ha cambiado el destino de Europa y el destino de África y que les ha mezclado. Este destino común ha sido sellado por la sangre de los africanos que murieron en las guerras europeas.
Y Francia no olvida esa sangre africana derramada por su libertad.
Nadie puede imaginar que nada hubiera ocurrido. Nadie puede imaginar que ese error no fue cometido. Nadie puede imaginar que esa historia no tuvo lugar.
Para mal o para bien, la colonización ha transformado al hombre africano y al hombre europeo.
Jóvenes de África, sois los herederos de las más viejas tradiciones africanas y de todo lo que Occidente ha depositado en el corazón y en el alma de África.
Jóvenes africanos, la civilización europea hizo mal al considerarse erróneamente superior a la de vuestros ancestros, pero en adelante la civilización europea también depende de vosotros.
Jóvenes africanos, no cedan a la tentación de la pureza porque es una enfermedad, una enfermedad de la inteligencia, y una de las más peligrosas del mundo.
Jóvenes de África, no dejen aquello que os puede enriquecer, no amputéis una parte de vosotros mismos. La pureza es una enfermedad, la pureza es una intolerancia. La pureza es un fantasma que conduce al fanatismo.
Os quiero decir, jóvenes africanos, que el drama de África no está en una presunción inferior de su arte, de su pensamiento, de su cultura. Porque, para lo que es el arte, del pensamiento y de la cultura, es Occidente el que recurre a la escuela de África.
El arte moderno debe aproximarse a toda África. La influencia de África ha contribuido a cambiar no solamente la idea de la guapura, no solamente la sensación del ritmo, de la música, de la danza, pero también dijo Senghor, la manera de caminar o de sonreír del mundo del siglo XX.
Les quiero decir con eso, a la juventud africana, que el drama de África no quiere decir que quien ama África sea impermeable a la lógica y a la razón. Cuando el hombre africano es tan lógico y razonable como el hombre europeo.
Es un progreso en la imaginación africana que vosotros habéis legado de vuestros ancestros, es un avance en el tiempo, en los proverbios, en las mitologías, en los ritos, en esas formas que, después de tanto tiempo, se transmiten y se enriquecen de generación en generación que encontráis la imaginación y la fuerza de forjar un futuro que deseáis próspero, un futuro singular que no se parecerá a ningún otro, donde en fin os sentiréis libres, libres, jóvenes de África, de sentirse ellos mismos, libres de decidir por vosotros mismos.
Yo he venido a deciros que no os sintáis vergüenza de los valores de la civilización, que no os hacen inferiores sino superiores, que son un antídoto al materialismo y al individualismo que embargan al hombre moderno, que son los más preciados de los patrimonios frente a la deshumanización y el aplastamiento del mundo.
Yo he venido a deciros que el hombre moderno que experimenta el deseo de reconciliarse con lo natural tiene mucho que aprender del hombre africano que vive en simbiosis con la naturaleza después de miles de años.
Yo he venido a deciros que este contratiempo entre esas dos partes de vosotros mismos es vuestra fuerza más grande, y vuestro gran ánimo según os esforcéis o no en hacer la síntesis.
Pero también he venido a deciros que depende de vosotros, jóvenes africanos, los desafíos, los retos, las tradiciones que han sido largamente combatidos: ya sea en África que en Europa.
Les he venido a decir que esta parte africana y esta parte europea de vosotros mismos constituye vuestro cordón umbilical.
Yo no he venido, jóvenes de África, a daros lecciones. Yo no he venido a lavaros la moral. Pero yo he venido a deciros que la parte de Europa que es vuestra es el fruto de una gran trasgresión del orgullo del Occidente pero que esa parte de Europa no os ha sido digno. Porque se habla de la libertad, de emancipación, de la justicia y de la igualdad entre las mujeres y los hombres. Cuando se habla de la razón y de la conciencia universales.
El drama de África, es que el hombre africano aún no ha entrado en la historia.
Los paisajes africanos, que después de milenios, coexisten con sus épocas, donde el ideal de la vida debe estar en armonía con la naturaleza, no conoce que el eterno reconocimiento del tiempo rima por la repetición sin fin de las mismas conductas y de las mismas expresiones. En este contexto donde todo empieza de nuevo, no hay lugar ni para la aventura humana, ni para el ideal del progreso. En este universo donde la naturaleza demanda todo, el hombre se escapa de la angustia de la historia que soporta el hombre moderno pero que se vuelve inmóvil en medio de un orden inmutable donde todo tiende a ser escrito previamente. Jamás el hombre se lanza hacia el futuro. Jamás se atreve a desarrollar la idea que le hace salir de la repetición para inventar un destino.
El problema de África y permítanme de decírselo, es el siguiente. El desafío de África, está de entre las prioridades de la historia. Está en ponerla la energía, la fuerza, la envidia, la voluntad de escuchar y de empujar su propia historia.
El problema de África, es dejar de repetir siempre, de contradecir siempre, de liberarse del mito del eterno regreso, es de tomar conciencia que la edad de oro que no cesa de desear, no vendrá jamás por la razón que nunca existió.
El problema de África, es que aprecia mucho el presente con la nostalgia del paraíso perdido en la infancia.
El problema de África, es que con frecuencia juzga mucho el presente para atener a una puridad de los orígenes totalmente imaginarios y que ninguna persona no puede hacer resucitar.
El problema de África, no consiste en inventar un pasado más o menos mítico para ayudarse a soportar el presente sino de inventar un futuro con los medios a su disposición.
El problema de África, no consiste en prepararse en torno a la calamidad, como si ella fuera a repetirse indefinidamente, sino de disponer los medios necesarios para reparar el mal, porque África tiene el derecho a la felicidad como los otros continentes del mundo.
El problema de África, es ser fiel así misma y no quedarse inmóvil.
El reto de África, es de aprender a mirar su accesión al universo no como una resignación de lo que es sino como una complementación. El reto de África, es aprender a sentirse parte de todo aquello que hay en el universo en todas las civilizaciones humanas. Adaptarse a los derechos humanos, la democracia, la libertad, la legalidad, la justicia, como parte común de todas las civilizaciones y de todos los hombres. Adaptarse a la ciencia y a la técnica modernas como producto de toda inteligencia humana.
El reto de África es el de todas las civilizaciones, de todas las culturas, de todos los pueblos que quieren tener su identidad sin cerrarse porque saben que la cerrazón es mortal.
Las civilizaciones son grandes en la medida de su participación en un gran mestizaje del espíritu humano.
La deficiencia que África ha conocido en su tierra en tiempos de civilizaciones resplandecientes duró tanto que no pudo participar en ese gran mestizaje. África ha pagado muy caro esta falta de compromiso con el mundo, que le dio esa vulnerabilidad. Pero, de sus males, África ha derrochado una nueva fuerza en su intento de reencontrarse. Este intento, que le ha rendido condiciones dolorosas para su futuro, es la verdadera fuerza y el verdadero cambio de África en el momento en que emerge como primera civilización mundial.
La civilización musulmana, la cristiana, la colonización, al margen de los crímenes y de las faltas cometidas en su nombre y que no son excusables, han abierto los corazones y las mentalidades africanas al universo y a la historia.
No os puedo dejar, jóvenes de África, destruir vuestro futuro por aquellos que no saben oponer a la intolerancia que la intolerancia, al racismo que el racismo. No os puedo dejar, jóvenes de África, destruir vuestro futuro por aquellos que os quieren expropiar de una historia que os pertenece, también porque se trata de una historia dolorosa de vuestros parientes, de vuestros descendientes y de vuestros antepasados. No hagáis caso, jóvenes de África, aquello que puede hacer salir a África de la historia en nombre de la tradición porque nada cambiará a una África que mas bien será condenada a una nueva servidumbre.
No hagáis caso, jóvenes de África, aquello que puede destruir vuestro interés de ser parte de la aventura humana, porque sin vosotros, jóvenes de África que son la juventud del mundo, la aventura humana será menos bella. No permitáis, jóvenes africanos, aquello que os puede tumbar, privar de vuestra identidad, borrar todo lo que es africano, de toda la mística, religiosidad, la sensibilidad, la mentalidad africana, porque para cambiar debe haber alguna cosa que dar, porque para hablar de otros, hay que tener alguna cosa que decirles. Escuchaos con atención , jóvenes de África, la gran visión del Presidente Senghor que dedicó toda su vida para reconciliar las tradiciones y las culturas creando de ellas los mestizajes y las tragedias que la historia desplazó a África. Él dijo, del niño de Joal, descrito por las rapsodias de los juglares: “somos los mestizos culturales, y nos preciamos en negros, expresamos en francés, porque el francés es una lengua de vocación universal, que nuestro mensaje se dirige tanto a los franceses que a los otros humanos”. Dijo también: “el francés nos ha hecho de un modo abstracto- si bien raro en nuestra lengua materna. En nuestros países las palabras están naturalmente cubiertas de una insignia de energía y de sangre; las palabras del francés están irradiadas de mil fases, como los diamantes. Los lazos que iluminan nuestra oscuridad”. Leópold Senghor hizo honor también a todo lo que la humanidad entiende como inteligencia. Este gran poeta y este gran africano quiso que África se pusiera a hablar con toda la humanidad y escribió en francés poemas para todos los hombres. Estos poemas son canciones que hablan a todos los hombres como seres fabulosos que cuidan los fenómenos. Cantó sobre los ríos y sobre los bosques. Los poemas que le hizo tener conciencia de las muertes del pueblo y de los ancestros. Los poemas que le hizo cruzar los bosques de símbolos y remontar hasta las fuentes de la memoria ancestral que cada pueblo guarda en el fondo de su conciencia como un adulto guarda en el fondo de su seno el futuro de felicidad de su hijo. Cada pueblo ha conocido ese tiempo de la eternal presente, donde busca no ha dominar el universo pero a vivir en armonía con el universo. Tiempo de la sensación, del instinto, de la intuición. Tiempo del misterio y de la iniciación. Tiempo místico donde lo sagrado era para todos, donde todo fue sellado correspondientemente. Fue el tiempo de los magos, de exorcistas y de los chamanes. El tiempo en que la palabra era grandiosa, porque se respetaba, se glorificaba y se transmitía de generación en generación; y transmitido, de siglo en siglo, por los dioses y las tradiciones ancestrales . África ha hecho rememorar a todos los pueblos de la tierra que se habían apartado de su propio linaje. África ha despertado los gustos esenciales, los buenas gustos y ese deseo, ese deseo que estimo tanto, ese deseo de creer aún más que de comprender, ese deseo de resentir aún más que de razonar, ese deseo de estar en armonía antes que de ser victorioso. Quienes juzgan la cultura africana de antiguada [...], todos han olvidado que la Grecia antigua que nos ha enseñado sobre el uso de la razón tiene también sus encantos, sus proezas, sus cultos de misterios, sus sociedades secretas, sus armazones secretos y su mitología que viene del fondo de sus años y de las cuales nos remitimos todavía, hasta hoy, como un inestimable tesoro del pensamiento humano. África que también tiene sus grandes poemas dramáticos y sus leyendas trágicas, escuchando a Sófocles, ha experimentado una vía más familiar que no detendrá su crecimiento y Occidente ha reconocido en el arte africano las formas más hermosas que le habían sido vetadas y que pueden hacerla resucitar. Entonces, jóvenes africanos, cómo Rimbaud es africano cuando pone colores sobre las vocales como sus ancestros los ponen en sus máscaras, “máscara negra, máscara roja, máscara blanca y negra”. Abráis los ojos, jóvenes de África, y no observáis más, como lo hicieron siempre vuestros antepasados, a la civilización mundial como una amenaza para vuestra identidad sino como algo que también os pertenece. A partir del momento en que vosotros reconoceréis en la esencia universal una parte de la esencia que tenéis de vuestros padres y que tenéis la voluntad de hacer fructificar, comenzará lo que, en mi entender, denomino el Renacimiento africano. A partir del momento en que vosotros proclamaréis que el hombre africano no está consagrado a un destino que será incuestionablemente trágico y que, para toda África, no habrá otro comienzo que la esperanza, entonces comenzará el Renacimiento africano. A partir del momento en que vosotros, jóvenes africanos, declararéis que no habrá otras finalidades para una política africana que la unidad de África y la unidad del género humano, entonces comenzará el Renacimiento africano. A partir del momento en que considerareis en parte la realidad de África y que la tendréis en vuestras manos, entonces comenzará el Renacimiento africano. Porque el problema de África se ha vuelto un mito que nadie asume a costa de su causa. Y ese mito evita mirar en parte la realidad de África. La realidad de África, es una demografía muy fuerte para un crecimiento económico excesivamente débil. La realidad de África, es aún muy penosa, muy mísera. La realidad de África, es la rareza que suscita la violencia. La realidad de África, es el desarrollo que no es vertiginoso, la agricultura que no produce lo suficiente, falta de carreteras, de escuelas, de hospitales. La realidad de África, es un gran derroche de energía, de coraje, de talentos, de inteligencia. La realidad de África, es la de un gran continente que tiene todo para resurgir y que no resurge porque no llega a liberarse de sus mitos. El Renacimiento que requiere África, vosotros solos, jóvenes de África, podéis cumplirlo porque solo vosotros tendréis la fuerza. Ese Renacimiento, he venido para proponéroslo. Os lo he venido a proponer porque lo cumpliremos juntos, porque del Renacimiento de África depende en gran parte el Renacimiento de Europa y del mundo. Soy consciente de la envidia de salir que experimenta gran parte de vosotros cuando confrontáis las dificultades de África. Soy consciente de la tentación del exilio que posee tantos jóvenes africanos de ir a buscar en otras partes lo que no encuentran aquí para hacer vivir a su familia. Soy consciente de vuestra voluntad, el coraje para tentar esta aventura, para salir de vuestra patria, la tierra en que han nacido, donde han crecido, para abandonar después vuestro seno familiar donde habéis sido honrados; el amor de una madre, de un padre o de un hermano y ésta solidaridad, este calor, este espíritu comunitario que son muy fuertes aquí en África. Soy consciente de lo que puede hacer la fuerza de amor para afrontar la expatriación, el distanciamiento, la frustración. Sé que la mayor parte de vosotros debéis afrontar igualmente con compostura, dificultades y riesgos. Soy consciente que irán alguna vez hasta encontrar lo mejor que creéis que constituye vuestro sueño. Pero soy consciente que nadie les detendrá. Porque nadie puede detener a un joven cuando cree llevar a cabo sus sueños. No creo que la juventud africana no lucha sino para salir de la miseria. No creo que la juventud africana se va porque, como todos los jóvenes, quiere conquistar el mundo. Él va para ir a ver cómo se vive, cómo se piensa, cómo se trabaja, cómo se estudia en otras partes. África no realizará jamás su Renacimiento cohibiendo las ansias de su juventud. Por tanto, África necesita de su juventud. El Renacimiento africano comenzará a partir del momento en que la juventud africana vive con el mundo, no a la exclusión. La juventud africana debe tener el sentimiento que el mundo les ha dado como a todos los jóvenes de la tierra. La juventud africana debe tener el sentimiento de que todo será posible como igualmente todo fue posible a los hombres del Renacimiento. Entonces, sé muy bien que la juventud africana, no debe ser la única juventud del mundo destinado al exilio. No puede ser la única juventud del mundo que no puede vivir sino en la clandestinidad para satisfacer su propio deseo. Tiene el derecho de procurar la competencia y el saber que no lo encontrará en su propia África. Pero también debe a la tierra africana de poner a su servicio los talentos que haya desarrollado. Tiene que venir a construir África; debe aportarle el saber, la competencia, el dinamismo de sus cuadros. Hay que poner fin al pillaje de los elites africanos porque África les necesita para desarrollarse. Lo que puede la juventud africana es no estar agradecida de quienes sin escrúpulos juegan con su vida. En el fondo, es lo que quiere toda África. África no necesita de la caridad. África no necesita ayuda. África no necesita del privilegio. Lo que necesita África y que es lo que hay que darle, es la solidaridad, la comprensión y el respeto.
Lo que necesita África, no es que alguien coja su futuro de la mano, no es que se dedica en su lugar. Lo que necesita África es lo que necesita Francia, es la cooperación, es la asociación, es la colaboración entre las naciones iguales en derecho y deberes.
¿Juventud africana, queréis la democracia, la libertad, la justicia, el Derecho? Os corresponde decidir. Francia no decidirá en vuestro lugar. Pero si vosotros necesitáis la democracia, la libertad, la justicia y el Derecho, entonces Francia se asociará con vosotros para construirlo. Jóvenes africanos, la mundialización tal y como se hace no os satisface. África ha pagado muy caro la ilusión del colectivismo y del progresismo que les ha dejado hacer lo que quieren.
Jóvenes africanos, creéis que el libre intercambio es benéfico pero que no es una religión. Creéis que la concurrencia es un medio pero que no es un fin. No creéis en el libre intervencionismo. Sabéis que el ser muy ingenuo, África será condenado en el futuro por la proeza de los predadores del mundo entero. Y esto no lo queréis. Vosotros queréis otra mundialización, con la humanidad, con la justicia, con las reglas.
Yo he venido a deciros que Francia también la quiere. Francia necesita gobernarse con Europa, con África, con todos aquellos que, en el mundo, quieren cambiar la mundialización. Si África, Francia y Europa lo quieren conjuntamente, entonces lo conseguiremos. Pero no podemos experimentar una voluntad en vuestro lugar. Jóvenes de África, queréis el desarrollo, el crecimiento, quieren un elevado nivel de vida.
¿Pero lo quieren realmente? ¿Quieren que cese la arbitrariedad, la corrupción y la violencia? ¿Quieren que la propiedad se respete, que el dinero se invierte en lugar de desviarlo? ¿Quieren que el Estado se dedica a hacer su trabajo, que se alejen de las burocracias que le asfixian, que se libre del parasitismo, del clientelismo, que la autoridad sea restaurada, que combate las pseudo-elites, que combate los corporalismos? ¿Queréis que entre todos reine el derecho que permite a cada uno saber razonablemente lo que debe hacer de otros?
Si lo queréis, entonces Francia estará a vuestro lado para exigir, pero ninguna persona lo hará en vuestro lugar.
¿Queréis que no haya más hambre en la tierra africana? ¿Queréis que, en la tierra africana, no haya jamás un solo niño que muera de hambre? Entonces buscar la autosuficiencia alimenticia. Entonces desarrolléis las culturas alimenticias.
África debe primero producir para alimentarse. Si es esto lo que queréis, jóvenes africanos, tenéis entre vuestras manos el devenir de África, y Francia trabajará con vosotros para construir dicho futuro.
¿Queréis luchar contra la contaminación? ¿Queréis que el desarrollo sea durable? ¿Queréis que las generaciones actuales no vivan más en detrimento de las futuras generaciones? ¿Queréis que cada país verifique el monto de su consumo? ¿Queréis desarrollar las tecnologías propias? Os corresponde decidir. Pero si vosotros lo decidís, Francia estará a vuestro lado.
¿Queréis la paz en el continente africano? ¿Queréis el arreglo pacífico de los conflictos? ¿Queréis poner fin al ciclo infernal de la venganza y del odio? Sois vosotros, amigos africanos, los que tenéis que decidir. Y si vosotros lo decidís, Francia estará a vuestro lado, como una amiga indefectible, pero Francia no va a ocupar el lugar de la juventud africana.
¿Queréis la unidad? Francia la desea también. Porque Francia desea la unidad de África, porque la unidad de África beneficiará a los propios africanos. Lo que quiere hacer Francia con África, es mirar el lado de las realidades. Es hacer la política de las realidades y no más la política de los mitos. Lo que Francia quiere hacer con África es el desarrollo, es decir, el desarrollo equilibrado.
Francia quiere con África proyectos comunes, los pilares de competitividad comunes, de las universidades comunes, de los laboratorios comunes. Lo que Francia quiere hacer con África es elaborar una estrategia común en la mundialización.
Lo que Francia quiere hacer con África es una política de inmigración negociada conjuntamente, decidida conjuntamente para que la juventud africana puede ser acogida en Francia y en toda Europa con dignidad y con respeto.
Lo que Francia quiere hacer con África, es una alianza de la juventud francesa y de la juventud africana para que el mundo de mañana sea un mundo mejor. Lo que quiere hacer Francia con África, es preparar el futuro de la Euroáfrica, ese gran destino común que espera Europa y África.
A todo ello, en África, miran con desconfianza ese gran proyecto de la Unión Mediterránea que Francia ha propuesto a todos los países ribereños del Mediterráneo. Les voy a decir que, en el espíritu de Francia, no se trata en ningún momento de distanciar a África, que se encuentra al sur del Sahara pero, al contrario, se tata de hacer de esta Unión el eje de la Euroáfrica, la primera etapa del más grande sueño de paz y de prosperidad que Europeos y Africanos son capaces de conservar en conjunto.
Entonces, queridos amigos, solamente entonces, el pequeño negro de Camara Laye, articulará en el silencio de la noche africana, sabrá y comprenderá que él puede levantar la cabeza y mirar con confianza el futuro. Y ese pequeño negro de Camara Laye, se sentirá reconciliado consigo mismo. Y se sentirá en fin un hombre como todos los hombres de del mundo.
Muchas gracias. --------------------- Sin más comentario. Esta última parte de la ponencia de Sarkozy hay que ponerla a prueba... que Francia diga que estará al lado de los nacionalistas africanos que claman por la independencia y el bienestar sociopolítico y económico, parece más que utópico, si nos remitimos a sus tejemanejes de Rwanda, Costa de Marfil, Gabón, Guinea Conakry, Burkina Faso, Tchad, Centraofrica, Congo Brazzaville, Togo, Camerún, Guinea Ecuatorial y un largo etcétera.
Fuente: PRENSA AFRICANA
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