GUINÉE EQUATORIALE | LIBERTÉ DE LA PRESSE – LIBERTÉ D’EXPRESSION

ASOCIACIÓN PARA LA LIBERTAD DE PRENSA
Y DE EXPRESIÓN EN GUINEA ECUATORIAL
ASOLPEGE_Libre

RAPPORT PRESSE | Septiembre de 2006
PRESSE-DÉNONCE
Versión en español


“La libertad de prensa está condenada al afán del régimen, un entorno políticamente hostil y reacio a la tribu de los medios de comunicación social. En Guinea Ecuatorial no solamente es notable el menosprecio a los informadores, sino que la violación sistemática de las libertades y derechos fundamentales de las personas es una burda e incontestable realidad. Aquí, no hay derecho ni tolerancia. Nadie tiene derecho a opinar ni a exponer sus ideas libremente; se impone a todo el mundo al conformismo social y se trabaja para que la ciudadanía, rendida en la desesperación y en el infortunio, se refugie en el silencio y en la mera contemplación del delirante comportar del sistema político imperante”. RAMÓN N’NAR NSIE, PERIODISTA (1960-2004)


-PRENSA Y DEMOCRACIA-
GUINEA ECUATORIAL: Pluralismo doméstico y libertad de prensa


INTRODUCCIÓN
Han pasado diez años. En agosto de 1997, Guinea Ecuatorial acogió la conferencia sub-regional sobre “Prensa y Democracia en África Central”, promovida por la entonces no legalizada ASOPGE – Asociación de la Prensa de Guinea Ecuatorial – (hoy institucionalizada por el régimen) y patrocinada por la UNESCO, la Embajada de Estados Unidos en Yaoundé y la Unión de Editores de la Prensa Privada de África Central (UEPAC).

La dictadura, aprovechando la presencia en el país de periodistas africanos y occidentales, se comprometió en poner en práctica la Declaración de Windhoek de 1991 sobre el fomento de una prensa libre, independiente y pluralista en África. El ministerio del Interior aireó le legalización –sobre la marcha- de ASOPGE, cuyo expediente llevaba tiempo en el departamento, como prueba de buena “voluntad política”.

¿Buena voluntad política?, se cuestionaría un editorialista africano que anticipó el signo del Interior como “una estrategia de distracción del régimen para escaparse de las críticas de la prensa extranjera y seguir beneficiándose del apoyo de los donantes”. Y acertó.

Diez años después, Guinea Ecuatorial sigue siendo el único Estado nefgroafricano cuasi-democrático donde no circula prensa libre e independiente, ni se permite el libre ejercicio del periodismo. Muy antagónico a la libertad de prensa, de opinión y de expresión, la dictadura de Teodoro Obiang ha optado por instituir un ‘pluralismo doméstico’, guiado por una oposición igualmente domesticada, donde los partidos acreditados y el gobernante comparten el poder legislativo en ausencia de una prensa crítica y del escrutinio público de los ciudadanos. El parlamento guineano es mas bien un auténtico foro de camaraderías leales al régimen, preocupados más sobre sus ventajas económicas y privilegios sociales, que de su actividad legisladora a un Ejecutivo considerado como uno de los más corruptos del mundo.

El régimen, su partido de ‘masas’ y la ‘oposición’ asambleísta no disimulan ni la más mínima preocupación por la existencia de una prensa libre e independiente en el país y mantienen su “extraordinario y distintivo” pluralismo político en ausencia de cualquier crítica interna –[salvo cuando se trata de sus propias diatribas caseras por el reparto de cuotas de poder] – que compromete y pone en duda su “joint venture” político-ideológico y en última instancia, económico.

UNA TRANSICIÓN ANQUILOSADA
¿Se puede hablar de transición democrática, de pluripartidismo y de apertura política en ausencia de una prensa libre e independiente? Todos los países negroafricanos que a finales de la década de los 80 aceptaron la democracia e introdujeron en sus respectivas constituciones el pluripartidismo político cuentan, aun con las intemperies propias de África, con un mercado periodístico dotado de prensa independiente, crítica y en muchos casos plural. Incluso, algunos países han ido más allá de las perspectivas y han autorizado el funcionamiento de medios de comunicación social (Radio y Televisión) independientes, que raro es en África que salgan del monopolio gubernamental, por la influencia que representan en la opinión pública en unas sociedades predominadas por el analfabetismo y la incultura.

El caso de Guinea Ecuatorial ya de por sí es más que alarmante. El país centroafricano introdujo el pluripartidismo político y decretó oficialmente la transición hacia la democracia a finales de 1991, mediante un referéndum popular. Sin embargo, no solo deniega la existencia de una prensa libre e independiente sino, para más escarnio, ni los propios medios de titularidad gubernamental funcionan con periodicidad ni están a la altura de las circunstancias para informar y expresar a la opinión pública. No son profesionales y cuya escasa tirada se limita en los alrededores del casco urbano de la capital, Malabo. El periódico ‘nacional’ “EBANO”, de periodicidad intermitente, a penas tiene una tirada de 3.000 ejemplares. La agencia de noticias “CEIBA” solo existe en el nombre, porque desde su creación no ha funcionado ningún sólo día. La línea informativa de radiotelevisión, de control gubernamental, no va más allá de propaganda triunfalista y demagógica, donde el narcisismo político es el único recurso con el que cuentan los profesionales para ejercer su labor.

Reanimado por el cese de las exigencias internacionales por el respeto de los derechos humanos y la democratización, el régimen guineano campa a sus anchas desde principios del siglo XXI y ha creado un abismo inmóvil en torno a las reivindicaciones que a mediados de los 90 obligaron a la Unión Europea y a países como el Reino de España a reducir drásticamente sus relaciones de cooperación. Desde entonces, nada ha cambiado en el país del déspota Teodoro Obiang, salvo el volumen de los barriles de petróleo y de metanol, dicho sea de paso, muy codiciados por los países democráticos occidentales. En la actualidad, ningún Gobierno occidental se atreve a plantear al régimen de Malabo exigencias democráticas y de respeto de los derechos humanos, aun cuando el impasse político ha llegado a un nivel inaguantable con el riesgo de provocar una explosión social de consecuencias dramáticas.

La peliaguda situación sociopolítica que atraviesa Guinea Ecuatorial en ausencia de una prensa libre y profesionalizada, es el resultado de una política de hostigamiento y de amordazamiento a líderes políticos y de opinión, en una larga batalla en que los periodistas independientes han sido una de las víctimas más importantes. La dictadura del general Teodoro Obiang, en el poder desde 1979, está ahora más que aliviada y acomodada, tras haber ‘limpiado’ su casa de profesionales molestos que reivindicaban la instauración de una prensa libre e independiente en el país, poniendo al descubierto su nula voluntad política sobre el respeto de los compromisos internos y externos contraídos para la democratización del país.

En 2002, los pocos periodistas que agitaban ese apático escenario e intentaron poner en marcha publicaciones independientes, que el régimen no tardó en reducir al silencio, se vieron obligados al exilio, abandonar la profesión o recluirse en el anonimato desde el interior del país. A mediados de 2003, el ministerio de Información institucionalizaría la Asociación de la Prensa de Guinea Ecuatorial (ASOPGE) como órgano gubernamental, dando así el carpetazo definitivo a cualquier intento de reivindicación de prensa libre e independiente.

En la actualidad, el régimen vive en medio de una calma extrema, que llegó a su punto álgido cuando condicionó al Gobierno español el restablecimiento de las relaciones de cooperación con el cese de las emisiones del programa especial de Radio Exterior de España hacia Guinea Ecuatorial, que mantenía una cobertura informativa crítica sobre la situación sociopolítica del país centroafricano, ya convertido en el tercer productor de petróleo en África negra. Poco antes, la misma España, bajo las botas de José María Aznar, se había ofrecido en fustigar otra figura internacional muy crítica con la dictadura de Malabo: el Relator Especial de la Comisión de Derechos Humanos para Guinea Ecuatorial.

Sin prensa libre, ni menos profesionales “molestos” que reivindican desde el interior la apertura de la prensa independiente, sin una prensa extranjera interesada en la cobertura informativa del país como fue en su día Radio Exterior de España y sin ninguna instancia de la ONU que documenta y denuncia los escándalos de poder, impunidad, violación sistemática de los derechos humanos y demás comportamientos amorales muy de sobra en las autoridades del régimen, la dictadura de Malabo ha visto claro que es el momento de abocar al país a la más absoluta quiebra, en medio de un silencio prodigioso, estimulado por la avidez de los países democráticos occidentales y sus gigantescas multinacionales, que se quedan a mirar el volumen de los pozos de crudo por despojar cuando en el país acentúa y de forma sistemática escándalos de violación de los derechos humanos, de las libertades públicas y fundamentales contra los ciudadanos.

El panorama político tras la proclamación oficial del pluripartidismo en 1991 no ha cambiado respecto a la era de partido único. La dictadura personalista de Teodoro Obiang sigue siendo el adalid por el que orea el rumbo político, económico, social e incluso cultural. Los trece partidos legalizados, o han sido ilegalizados, como el caso del Partido del Progreso (PP), o han sido fragmentados por presiones y amenazas gubernamentales, como el caso de Unión Popular (UP) y otros simplemente se han transformado en “apéndices” del gobernante PDGE, en palabras del propio déspota. “Me alegro enormemente que todos los partidos políticos que fueron reconocidos y legalizados durante la etapa de la transición ya son apéndices del PDGE”, se manifestó envanecido en los festejos del undécimo aniversario de la fundación de su formación política.

PRINCIPIO Y FIN
El régimen guineano no cesa de alardear que mantiene un proceso de transición democrática que comenzó en 1982 tras la promulgación de la Constitución que puso fin a tres años de Gobierno del Consejo Militar Supremo que asumió el poder tras el golpe de Estado de 1979. La Constitución de 1982, nunca puesta en práctica, salvo raros incisos de la creación de órganos de poder, motivó al embrionario dictador proclamar a bombo y platillo el denominado “ensayo democrático” que dura hasta la fecha.

Guinea Ecuatorial sería el único país que lleva a cabo un “ensayo’ hacia la democracia” durante 25 años. La Constitución de 1982, conocida como la Carta Magna de Akonibé, nunca reconoció el pluripartidismo político, pero en su artículo 20, mencionaba teóricamente el uso de la libertad de expresión y de opinión. En 1991, impulsado por la corriente democratizadora impuesta a los países negroafricanos, refrendó la introducción de la democracia pluripartidista. Una democracia plural aún anclado en el espacio y en el tiempo, y vetado por el hostigamiento y la represión bestial contra partidos políticos y sus líderes, mientras el resto de la población está condenada al mutismo total. De nada han servido los dieciséis años de proclamación oficial del pluripartidismo para que el país se deshace de los fantasmas del pasado. El uso de las libertades colectivas e individuales teóricamente definidas en el artículo 13 de la nueva Constitución, continúa siendo el principal delito, por el que muchos ciudadanos languidecen en las cárceles, son brutalmente torturados, asesinados, discriminados u obligados al exilio. En la actualidad, más de 200 presos políticos están en la cárcel y el número de exiliados crece como pasan los años.

En 1995, luego de las elecciones municipales, en las que la población desafío la represión y votó masivamente a la oposición, la dictadura se atrincheró en la retaguardia y comenzó el gran impasse político que dura hasta la fecha. Los partidos políticos fueron ilegalizados, reducidos al silencio, obligados a bicefalias y muchos políticos tuvieron que huir al exterior, donde permanecen hasta la fecha, pendientes de una apertura democrática ya de por sí inviable con el actual régimen. En 2002, la dictadura dio punto final a cualquier atisbo de reivindicación interna capaz de peligrar su continuidad, con una redada político-militar que desembocó en macro-juicio y condenas de largas penas de prisión a los opositores más temidos.

Fue el triunfo de la barbarie y de la ignominia. La dictadura logró, con la complicidad de la comunidad internacional, reforzar su sistema de partido único y en diciembre de 2002, el déspota fue adulado con el 99,9 por ciento de los votos en un plebiscito presidencial. En mayo de 2004, organizaría las llamadas elecciones municipales y legislativas, a las que llamó al único partido interno que se mantenía estable, Convergencia Para la Democracia Social (CPDS) para formar parte en la asamblea progubernamental con 2 diputados y en las juntas municipales que, tras lo cual, se puso en macha el insólito “pluralismo doméstico”, mas bien “joint venture” político-ideológico, fundamentado en el “conformismo político” y la renuncia de las libertades públicas y elementales.

Hoy, oposición-régimen comparten mesa, mantel y alfombra, y entre ellos reparten alforjas, y para más pasmo, han logrado formar un cerco contra la oposición del exilio y quienes desde el interior se desentienden de esa simbiosis tan teologal, entre un régimen selladamente brutal, corrupta y antojadiza, y una oposición que antaño se endiosó como radical en sus planteamientos de cambio de rumbo político en el país.

Rendida ante el miedo, preocupada por su pasado y ansiosa por las ventajas económicas que el régimen reparte a troche y moche en la compra de voluntades políticas internas y externas, la pretérita oposición radical interna ha optado por claudicarse ante un imperio pavoroso amparado en los últimos años por la vieja metrópoli, Reino de España, en su búsqueda desesperada de introducir sus petroleras en la expoliación de los cada vez más abundantes yacimientos petrolíferos monopolizados por las multinacionales norteamericanas.

Con este panorama, ¿quién le iba a exigir al rancio régimen dictatorial la apertura democrática y el respeto de las libertades fundamentales? “Monocromática y monótona, la información que tienen los ciudadanos del país de Teodoro Obiang Nguema da muy mala imagen. La Guinea Ecuatorial de Teodoro Obiang Nguema no tiene que rendir cuentas por el desierto de libertades que mantiene el gobierno. Nadie le habla de libertad de prensa al jefe del “Kuwait de Africa”, denuncia Reporteros Sin Fronteras en su Informe de la libertad de prensa 2006, titulado “La impunidad, un mal continental en África”.

Si la impunidad es un mal continental en África, en Guinea Ecuatorial es simplemente una norma. Una norma con la que el régimen implanta sus criterios sociopolíticos. Así se explica que en el interior del país todas las voces discrepantes hayan sido reducidas al silencio. Misiones diplomáticas occidentales como las de Francia, España y Estados Unidos y sus reductos de cooperación, a penas vociferan. De sus cada vez misteriosos proyectos de “apoyo institucional o la sociedad civil”, a penas mencionan la libertad de prensa . Agencias de Naciones Unidas, como la UNESCO y el PNUD, prefieren colaborar con el régimen en su política de monopolización de los medios de comunicación social, ignorando de esta forma el papel que les asiste como garantes de la Declaración de Windhoek sobre el fomento de una Prensa Independiente, Libre y Pluralista en África.

Proclamas rimbombantes como “los estadounidenses y la comunidad internacional no estarán convencidos de que se están produciendo cambios en Guinea Ecuatorial hasta que no se vean evidencias certeras de una prensa libre”, que hizo gala el ex embajador norteamericano R. NIELS MARQUARDT, a mediados de 2006, no son sino demagógicas o teatrales.

¿A caso no hemos visto en otros países negroafricanos cómo la cooperación bilateral y multilateral ha ayudado a los Gobiernos en la formación y capacitación de profesionales y en la creación de medios de prensa independientes? El caso de Guinea Ecuatorial es único y encierra un enigma que solo la propia historia se encargará de desvelar con el paso del tiempo. No obstante, en última instancia, la comunidad internacional, los países democráticos occidentales y sus gigantescas multinacionales, están rendidos a los pies del sátrapa centroafricano, porque su petróleo se ha convertido en el más codiciado del Golfo de Guinea.

En mayo del presente año y coincidiendo con el Día Mundial de la Libertad de Prensa, la Asociación para la Libertad de Prensa y Expresión en Guinea Ecuatorial (ASOLPEGE_Libre), remitió a la embajada de los Estados Unidos en Malabo un importante proyecto de puesta en marcha de un periódico independiente, aprovechando así mismo el anuncio, a bombo y platillo, de la colaboración entre la Agencia de Estados para el Desarrollo Internacional (USAID) y el Gobierno de Guinea Ecuatorial. El periódico, que se editaría en el extranjero y se distribuiría en el país, ya que Guinea Ecuatorial no reúne mínimas garantías de libertad de imprenta ni técnicas-profesionales para editar y mantener una publicación independiente, serviría para forjar ese debate que mucho hace falta para que se puede hablar de un país en transición democrática. La respuesta de la embajada, a través de su Secretaria o Encargada de negocios, SARAH CRADDOCK MORRISON, fue que “la guerra de Irak ha dejado sin fondos a la embajada de Estados Unidos para financiar proyectos de la sociedad civil en Guinea Ecuatorial”.

CLIMA IRRESPIRABLE
El 2007 podría ser considerada como el año de la consolidación del ‘pluralismo domestico’ de Teodoro Obiang. En medio de este proceso, nacido de la represión y eliminación de voces discordantes, raros son los casos de violación de libertad de prensa que se registran, no porque no quisieran sino porque la eterna “limpieza en casa” no da pista para sobresaltos, salvo cuando algún profesional de la denominada “prensa nacional” se ve envuelto en “gajes de oficio” que rayan la disciplina profesional impuesta.

Comprimidos ya, a golpe de palo, en una fantasmagórica ‘Asociación de periodistas profesionales’ (APPGE), en la que el hijo libertino del déspota, Teodorín, es el presidente honorífico, los taquiperiodistas de la denominada “prensa nacional” continúan siendo, sin embargo, víctimas de ‘imperceptibles’ castigos si rozan, sin querer, el código ‘ético’ tributado.

En mayo del presente año, Teodoro Obiang y su primer ministro, Ricardo Mangué Obama, se escandalizaron porque la televisión estatal había emitido un reportaje con imágenes que mostraban las pésimas instalaciones de la prisión de Black Beach, una de las más peligrosas de África negra. La televisión publicó dichas imágenes en un reportaje en el que entrevistó al ministro de Justicia y Culto, Mauricio Bokung, sobre el funcionamiento de la administración de justicia y el ‘estado de Derecho’ en Guinea Ecuatorial.

El dictador y su premier se perturbaron no tanto por las declaraciones del ministro sino porque la televisión mostró las pésimas condiciones de la prisión. Teodoro Obiang reprochó al titular de justicia y a los responsables de televisión de dar “una mala imagen al país al no haber utilizado imágenes recientes para mostrar las enormes mejoras” de Black Beach. El primer ministro tuvo que acudir de inmediato a la sede de la televisión para advertir que los autores del reportaje podrían ser despedidos, porque habían emitido imágenes de Black Beach que “naturalmente son negativas para Guinea Ecuatorial”. “Cualquier periodista que emita una sola noticia que desprestigie a Guinea Ecuatorial será inmediatamente despedido”, amenazó.

CONCLUSIÓN
¿En Guinea Ecuatorial hay indicios de apertura democrática? Los congresistas así como el ministro de Asuntos Exteriores del Reino de España no cesan de reproducir, cada vez que aparecen ante la prensa para hablar de Guinea Ecuatorial, que “hay mejoras en materia de derechos humanos y democratización”. Incluso, el ministro Miguel Ángel Moratinos ha llegado a declarar públicamente que no hay presos políticos en Guinea, cuando son alrededor de 300.

Sin libertad de prensa y de opinión, de expresión o de manifestación; de movimiento o de asociación, ningún país del mundo puede catalogarse como democrático, a menos que se trata de la democracia dentro de la opresión, que en este informe hemos preferido denominar “ pluralismo doméstico”, que solo tolera la oposición leal al régimen de turno. Sus reivindicaciones políticas, tan blandas como estériles, no comprometen los intereses del régimen ni su continuidad en el poder.

En Guinea Ecuatorial “hay democracia plural” en la medida que así lo contempla la Constitución de 1991 pero, en la práctica, el país continúa ensangrentado por un régimen opresor, que ha convertido la Ley en delito y el delito en la Ley. El régimen monocultivo de Teodoro Obiang solo admite la crítica interna en la medida en que no afecta sus intereses ni repercute ante la opinión pública. La mayoría de los presos de conciencia que languidecen en las cárceles no cometieron otro delito que el uso de las libertades de expresión, de opinión o de libre asociación consagradas por la Constitución:

“Nosotros, pueblo de Guinea Ecuatorial, consciente de nuestra responsabilidad ante Dios y la historia; [...]; Apoyados firmemente en los principios de la justicia social reafirmados solemnemente en los derechos y libertades del Hombre definidos y consagrados por la Declaración Universal de los Derechos del Hombre en 1948; En virtud de estos principios y los de la libre determinación de los pueblos; Adoptamos la siguiente LEY FUNDAMENTAL de Guinea Ecuatorial:

ARTÍCULO 1. Guinea Ecuatorial es un Estado soberano, independiente, republicano, unitario, social, y democrático, en que los valores supremos son la unidad, la paz, la justicia, la libertad y la igualdad. Se reconoce el pluralismo político [...]

ARTICULO 9. Los partidos políticos son organizaciones políticas integradas por personas que libremente se asocian para participar en la orientación política del Estado. Constituyen la expresión del pluralismo político y la democracia; concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular, como instrumentos fundamentales para la participación política. [...]

ARTICULO 11. Los ciudadanos, los poderes públicos, los partidos políticos, los sindicatos, las asociaciones y otras personas jurídicas, están sujetas a la Ley Fundamental y al ordenamiento jurídico [...]

ARTICULO 13. Todo ciudadano goza de los siguientes derechos y libertades:
a) El respeto a su persona, su vida, su integridad personal, su dignidad, su pleno desenvolvimiento material y moral. La pena de muerte sólo puede imponerse por delito contemplado por la Ley.
b) A la libre expresión de pensamientos, ideas y opiniones.
c) A la igualdad ante la Ley. [...].
d) A la libre circulación y residencia.
[...]
k) A la libre asociación, reunión y manifestación.
[...]

¿Alguien, ciudadano nativo o extranjero, que vive o haya vivido en Guinea Ecuatorial, puede hablar con propiedad y conocimiento de causa que algo de lo aquí expuesto y consagrado por la Ley Fundamental se respeta o se ha respetado? Se autorizó algunos partidos políticos, algunas asociaciones, como también se autorizó algunos órganos de prensa, pero en ningún momento gozaron de la mínima posibilidad legal para ejercer libremente su actividad. En Guinea Ecuatorial, el que pretende respetar la Ley está llamado a ser perseguido, en contra de quienes impune y sistemáticamente la violan. Los informes de los antiguos Relatores Especiales de la ONU para Derechos Humanos son más que elocuentes al respecto.

EN EL EXILIO, SEPTIEMBRE DE 2007
ASOCIACIÓN PARA LA LIBERTAD DE PRENSA
Y DE EXPRESIÓN EN GUINEA ECUATORIAL
(ASOLPEGE_Libre)
asopge_ngo@hotmail.com



ESTE INFORME HA SIDO REMITIDO A LA UNESCO, REPORTEROS SIN FRONTERAS Y TODAS LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES QUE PROMUEVEN Y DEFIENDEN LA LIBERTAD DE PRENSA Y DE EXPRESIÓN
















Fuente: ASOLPEGE_Libre

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