El ‘discreto’ delfín maldice a su amigo porque no le ha nombrado ministro de Economía tras cesarlo como representante de Guinea Ecuatorial ante el Fondo Monetario Internacional
AMISTADES PELIGROSAS: OBIANG NGUEMA-ONDÓ MAÑÉ
SÁNCHEZ MEMBA. LIBREVILLE
Damián Ondó Mañé, anda maldiciendo a su amigo Teodoro Obiang, el petro-déspota del pequeño estado negroafricano de Guinea Ecuatorial. Con o sin razón, no está lejos de la verdad imperante en la practica totalidad de los guineanos. Su amistad con el dueño de Guinea ha sido tan intensa durante los últimos años, hasta el extremo de que las tres E francesas: Elíseo, Estado Mayor y Elfs, intentaron maniobrar para encumbrarlo como sucesor del supuesto moribundo dictador de Malabo.
Ocurrió a finales de los 90, cuando Ondó Mañé representaba a Guinea Ecuatorial en el Banco de los Estados de África Central (BEAC), con sede en Yaoundé, Cameroun. Posiblemente, estiman los observadores consultados, Francia abandonó su idea por la avidez - querrán decir indiscreción- tan manifiesto en su recóndito protector, falto de compostura y de principios políticos.
Las tres E sospecharon que el mismo Ondó habría desvelado la estrategia cerca de Malabo, días después de que interviniera el padrino político de Teodoro, el dictador gabonés El Adji Omar Bongo Odimba, quien advirtió a París del malestar surgido en Malabo a raíz de su ‘inesperada’ amistad con el quimérico economista. Francia se retractó y dio carpetazo a cualquier intento de sucesión presidencial en el país centroafricano. Damián fue declarado por Elíseo persona non grata. Se trata de uno de los secretos bien guardados por las tres E y los servicios secretos galos.
Escudado tras una personalidad política enigmática y sombría, si bien con mucha suerte como siete vidas de un gato, Ondó ha sobrevivido en el turbo-escenario sociopolítico del país vecino gracias a su enorme maestría traidora, que le ha granjeado mucha simpatía cerca de la familia presidencial. Sus compañeros le describen como hombre sin sentido común, falto de carácter y de personalidad, capaz de traicionar hasta su propio instinto con tal de merecer el afecto de Teodoro Obiang y de su familia. Cadáveres políticos, hasta mecánicos, se cuentan al montón entre sus allegados, desde el tiempo de Macías Nguema, primer dictador y tío del actual.
Cuando exteriorizó a Obiang los planes de París, éste optó en designarlo representante de Guinea ante el Fondo Monetario Internacional. El déspota, que no se fía ni de su propia sombra, consideró que Yaundé era tan cerca de Malabo y que Damián podría ser más listo que él, comentan las fuentes consultadas.
Llegado a Washington, éste falso economista, jugaría hasta un triple papel. Como funcionario del Fondo Monetario Internacional y como un perfecto agente secreto de su amigo y amo. Sin embargo, estaba descerebrado o se equivocó del escenario y pronto quiso reactivar cerca de la Casa Blanca la invitación formulada por las tres E francesas. No dudó en maniobrar contra su amigo. Éste lo descubriría, aunque un poco tarde, pero no tan tarde como para ponerse a la defensiva. Como aquí en Libreville se dice, “los viejos blancos viven de las deudas”. Obiang, un viejo blanco [juró la bandera española en 1967] vive de lo que le debe la gente, en este caso, sus camaradas occidentales, a quienes ha regalado la casi totalidad de la hacienda guineana.
En Washington, Damián colaboraría precipitadamente con el Senado norteamericano para desvelar la trama corruptela de la familia Nguema y los suyos, que a mediados de 2003 llevó a la bancarrota el banco norteamericano Riggs Bank, en el que la oligarquía guineana era más que una clientela privilegiada, con más de 700 millones de dólares acumulados, alrededor de 5.000 billones de Francos CFA. Contribuiría, cómo no, en la elaboración de informes demoledores del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional sobre la práctica de corrupción en el país centroafricano.
Damián reafirmó a las instituciones de Breeton Wood el carácter corrupto del régimen de Malabo y la desviación de ingentes recursos provenientes del petróleo a cuentas particulares del extranjero.
La llegada al FMI del español Rodrigo Rato sería, sin embargo, el principio del fin de la era de los tejemanejes del tipito guineano. Siguiendo la política española de apoyo al régimen represivo guineano, Rato filtró a Malabo el papel cínico que Ondó desempeña contra su país cerca de las instituciones monetarias internacionales, del Departamento de Estado y de la Casa Blanca. Obiang se estremeció. Pero tuvo que armarse de prudencia política. Fue estratégico. Siempre siguiendo las recomendaciones del español Rodrigo Rato, que ya mantenía bajo vigilancia los movimientos del ya declarado, oficiosamente, ‘paria guineano en Washington.
Sin embargo, no parecía que Ondó fuera presa fácil de roer cerca de la capital norteameriana. Pronto supo que Malabo estaba al corriente de sus a gatas, malas a gatas. Echaría mano de sus buenas habilidades, las que le han servido de por vida para conquistar la simpatía cerca de la familia presidencial de los Nguema.
Poco antes de ser cesado de Washington, el economista con pie barro quiso asegurar que de regreso al país debería estar en primera línea de confianza del séquito presidencial. Desgraciadamente. Quienes conocen al déspota guineano saben que es alérgico a sospechas de ‘alevosía’ entre los suyos. Mas bien, Damián ha tenido más suerte que ‘ningún otro colaborador del déspota’, se comenta en Malabo. Por ejemplo, un primo del petro-dictador, Agustín Ndong Oná, general de los generales de los Ejércitos de tierra, mar y aire de Río Muni, languidece en prisión, acusado de ‘calumniar’ al mandamás y de haber prevaricado contra Teodorino, hijo revoltón y candidato a la sucesión de su padre.
Cuentan los lugartenientes del palacio Tres de Agosto de Malabo que cuando Damián supo de los planes de su amigo para sacarle de Washington, estaba más que seguro que de vuelta a l país sería nombrado ministro de Economía y de Finanzas. Trajo consigo un amplio dossier. Describía a ‘perfección’ los planes de la oposición del exilio y de sus raros contactos con el Departamento de Estado norteamericano.
El dossier contenía incluso cintas audiovisuales de charlas mantenidas con ciertos miembros de la oposición del exilio. Concretamente, invitó a Washington al Secretario de relaciones internacionales de la hasta ahora no legalizada Fuerza Demócrata Republicana (FDR), Manuel Motó Tomo, quien reside en Canadá. Grabaría con cámara oculta una charla de más de hora y media, predicando sobre el escandaloso régimen guineano y sobre los planes de FDR a nivel interno y externo para desbancar la dictadura. Durante la charla, el mismo Ondó parecía inclinarse a favor de FDR y de la viabilidad del cambio político en Guinea Ecuatorial. ¿Para sonsacar mejor a su interlocutor?. Motó, atraído por el interés de su interlocutor, se explayó.
Damián había conseguido su objetivo. Llegar a Malabo como el defensor de los defensores del régimen de su amigo. “Debe ser descerebrado, porque en la grabación solo se escucha el ‘discurso’ de Moto Tomo”, el opositor que fue confundido con su hermano, Germán Pedro Tomo [dirigente de FDR exiliado en Madrid], que por encargo del dictador Obiang, unos sicarios hispano-colombianos intentaron asesinar a mediados de 2005.
Cuentan los lugartenientes del palacio que eso hizo a Obiang sospechar aún más de su viejo amigo. El hombre de Malabo se exclamó y vio en Ondó Mañé como un colaborador extremadamente peligroso. No extraña que le haya designado un simple consejero de asuntos financieros, donde le mantiene bajo control las 24 horas del día.
El eterno somatén está en el colimador del régimen y cualquier intento falso puede ser susceptible de cárcel, tortura o asesinato. Es el fin político del economista con pie de barro. El hombre que a principios de los 80 fue torturado, cesado de su cargo, encarcelado durante dos años y posteriormente confinado en su poblado natal de Mongomo, por presunta participación en el supuesto golpe de Estado atribuido a Eugenio Abesó Mondú, fusilado días después.
Sin embargo, no parece que Mañé se resigne. Las amistades creadas cerca del Departamento de Estado, de la Casa Blanca y en algunas petroleras con intereses en Guinea Ecuatorial son su principal soporte cerca del palacio Tres de Agosto. La guerra está más que servida. Es la guerra del gato y el ratón. Por primera vez se ve a un Ondó Mañé descontento, hablando indiscretamente y de forma crítica contra el régimen al que debe hasta su espiración. ¿Quién es quién en Guinea Ecuatorial? Se pregunta el antiguo experto de la UNESCO especializado en la política guineana, el suizo Max Lininguer Goumaz, en un libro en el que describe el carácter de los colaboradores del déspota Teodoro Obiang.
Versión original en Francés
Traducción de ASOLPEGE_Libre
Fuente: SANCHÉZ MEMBA. blog-gq