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Editorial

CATEQUESIS DOMINICAL


publicado por: jesus Rafael Eyama Achama el 25/10/2008 16:55:52 CET

CATEQUESIS DOMINICAL
30º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO A
¿ES PRECISO ALEJARSE DE LOS HOMBRES PARA ENCONTRAR A DIOS?

IDEAS PRINCIPALES DE LAS LECTURAS DE ESTE DOMINGO
- 1ª Lectura: Éxodo 22, 21-26: El Éxodo recuerda la verticalidad del amor a Dios, pero exige la horizontalidad amando sus cosas, especialmente la obra predilecta de sus manos: los hombres. Dios, siempre compasivo, encenderá su ira si abusamos de los débiles, que son sus preferidos. Muchas veces nos comportamos débiles ante los fuertes y fuertes ante los débiles. En la lectura se mencionan normas referentes a la justicia social con relación con el prójimo.
- 2ª Lectura: Tesalonicenses 1, 5c-10: Pablo recuerda a los cristianos de Tesalónica los inicios de su evangelización, cuando entre dificultades acogieron la Palabra y abandonaron los ídolos y aceptaron al verdadero Dios. Pablo con los tesalonicenses actuó siempre movido por la caridad. Ellos siguieron el ejemplo del Señor y de Pablo. El Apóstol desea que sigan siendo modelos de fe y de amor para que la Palabra continúe siendo anunciada.
- Evangelio: Mateo 22, 34-40: Jesús resuelve la polémica teórica que existía entre los judíos. Discutían cuál es el mandamiento principal de la Ley. El Maestro responde a los fariseos, diciendo que el amor a Dios y al prójimo son tan semejantes entre sí que se reducen a un solo precepto.

1. Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Fieles a nuestra cita semanal, vamos a escuchar lo que nos dice el Señor en la catequesis de este Domingo XXX del Tiempo Ordinario. Como vemos en el evangelio, los fariseos se acercan con las “buenas intenciones” de tenderle una trampa. La pregunta tiene pega porque era una cuestión muy debatida en la época de Jesús. La Ley de Moisés tenía 613 preceptos. Era urgente poner orden entre ellos, cosa que discutían los rabinos en reuniones interminables. Y aunque algunos opinaban que el sábado era el más importante, en general estaban de acuerdo en reconocer como precepto fundamental y primero el amor a Dios, hasta el punto que lo recitaban dos veces al día. Ya en el precepto de amar al prójimo no estaban tan de acuerdo, sobre todo porque no quedaba claro quién era el prójimo. Si sólo el israelita, si lo era también el que se convertía, o quien lo era realmente. El concepto de prójimo no lo tenían claro. En esto de la necesidad de amar a Dios y al prójimo no está, por tanto, la novedad de la respuesta de Jesús a los fariseos.
2. ¿Cuál es la novedad de la respuesta de Jesús? La originalidad de la respuesta estriba en que coloca a un mismo nivel el precepto de amor a Dios y el precepto de amor al prójimo. Más exactamente, la novedad de la respuesta de Jesús es que ambos preceptos son inseparables y constituyen un mismo un mismo centro y punto de apoyo de toda la ley y los profetas. Pretender separar en la vida cristiana el mandamiento del amor a Dios y del amor al prójimo sería tan absurdo como intentar separar en Cristo lo humano y lo divino. En ambos casos cabe una distinción pero no una separación.
En los últimos domingos venimos buscando el perfil de la Iglesia que Jesús quiso fundar y del cristiano que va a ser el ciudadano de ese nuevo Reino. Todo yéndonos a la fuente, al origen, que es donde el agua era pura. Podemos decir que Jesús nos revela hoy la CONSTITUCIÓN del Reino de Dios, la Iglesia. El mandamiento del amor a Dios y al prójimo en el contexto que acabamos de explicar es la ley de leyes del cristiano, ciudadano del nuevo Reino de Dios. No olvidemos que esta pregunta y respuesta están dentro del discurso sobre el Reino y, por tanto, que es una pincelada más en la descripción del mismo.
Jesucristo no viene a modificar la ley, ni a cambiarle un solo acento (Mateo 5, 17), sino a darle su cumplimiento, a que se cumpla en plenitud. La importancia del prójimo ya esta revelada por Dios en el Antiguo Testamento (Levítico 19, 18) Lo difícil es cumplir la ley. Dios se ha puesto de parte de los más débiles. Desde que el mundo es mundo, la fuerza es la gran triunfadora de la humanidad. En tiempos de las cavernas y las chozas mandaba el que tenía el mejor garrote o lanza. Hoy los garrotes y lanzas son el dinero y el poder. Frente a los fuertes, están los otros, los débiles, los grandes perdedores de la historia de la humanidad.
3. Dios está de parte del débil. La primera lectura es clara. Tres ejemplos de personas a quienes defiende Dios como algo propio.
- El forastero: El de entonces y el de hoy. La realidad del emigrante (algunos emigrantes) en cualquier país del mundo, bueno, en “algunos países”, es bastante dura: sin patria, sin hogar propio, sin raíces, sin trabajo, sin papeles, sin idioma. Como José y María en Egipto. ¿Cómo tratamos a los emigrantes que se encuentran en nuestro país?
- La viuda y el huérfano: La realidad de la viuda y del huérfano también es igual que la anterior: cruda. Sobre todo, si es una viuda sin la posibilidad de contraer nuevas nupcias; si es una viuda y con hijos menores y sin medios. Su gran dolor es la desatención y la desolación, porque han perdido la sombra del varón y del fuerte de la familia respectivamente. Y cuando algún hombre fuerte y sin escrúpulos abusa de esa pobre gente no es de extrañar escuchar una frase como ésta: “SI VIVIERA MI MARIDO (MI PADRE), ESTO NO ME HUBIERA OCURRIDO”. Por eso Dios maldice al que explote a un huérfano o viuda.
- El pobre: El mundo está lleno de pobres. Todos los países del mundo tienen un montón de pobres. Es una realidad que no se puede esconder. Ignorar sí, pero esconder no. Es una evidencia. Son pobres todos los que carecen de los medios materiales necesarios para sobrevivir; todos los que viven a nuestro lado o que encontramos a nuestro paso en una situación de miseria e indigencia absolutas; todos los que la sociedad rechaza, que rechazamos por su precaria situación económica o de salud. Y a todas estas situaciones Dios no las quiere. Ha dicho “NO” a ellas a través de su Hijo Jesús, el cuál nos reveló su rostro entrañable.

Y cuando vemos con nuestros ojos, desde las sociedades donde vivimos o a través de la televisión, estas situaciones de sufrimiento, caemos en la tentación de pensar que hay dos dioses.
- Uno, el Dios de Jesús: en el que cree Jesús, por el que vive y por el que muere. Un Dios cuyo único mandamiento es el amor. Prefiere la misericordia al sacrificio. Busca a la oveja perdida, se deja querer por la prostituta Magdalena, defiende a la adúltera, mira al corazón y no la apariencia, se rodea de marginados, va los cruces de los caminos invitando a la gente a su boda, abraza emocionado al hijo pródigo, es un samaritano curando heridas… Es un Dios encarnado, cercano al hombre, un Dios que dejó su condición divina y pasó por ser uno de tantos, hasta morir en una cruz por defender su causa justa.
- Y hay otro Dios: El nuestro: Tan distinto del anterior que en nada se le parece. Dios rígido, rencoroso, vengativo (castigo de Dios, decimos –Dios no castiga, hay que saberlo) Un Dios compatible con toda clase de dinero, con el necesario y el superfluo, con el limpio y el sucio. Un Dios por el que no estamos dispuestos a dejar casi nada, mucho menos la vida como Jesús. Un Dios de fórmulas, de titos, de cultos vacíos. El Dios donde el precepto del amor al prójimo no había sido igualado todavía con el del amor al Dios verdadero. Es el Dios del amor teórico, frente al amor práctico.
4. LO QUE HAY QUE RECORDAR TODA LA SEMANA:
- Dios vive en el prójimo. En él hay que reconocerlo, amarlo…
- Recuerda quiénes son los personajes preferidos de Dios: el huérfano, la viuda y el peregrino, emigrante. Y todos los marginados por la sociedad, las personas que nadie quiere. Ponte, con Dios, de parte de ellos. AMÉN.








Fuente: Jesús Rafael

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Véase también la declaración sobre el uso de seudónimos

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