AFRICA CONTRA LOS FALSOS ESTADOS AFRICANOS
Exilio, 30 de septiembre de 2009.-
”La Corte Constitucional dice que está realizando un trabajo interno y que le gustaría que los notarios estuvieran ahí para testificar que ellos han hecho su trabajo. Este recuento no tiene valor para nosotros, ni es la verdad que buscamos”
Son palabras del exministro del Interior gabonés André Mba Obama, candidato en las últimas elecciones presidenciales celebradas en Gabon.
En Gabón se ha dado el tercer caso en Africa de ”monarquía presidencialista” o de ”república monárquica”, casos en los que tras la muerte del dictador, su hijo asume el poder usando todo tipo de artificios, como unas elecciones fraudulentas como ha sido el ejemplo de Gabón. Y se hado el caso usando la fuerza, al igual que ocurrió en Togo o en el ex-Congo Belga.
Mba Obama continúa diciendo: ”La Corte nos ha dicho que el recuento, tal como lo exigimos, se va a hacer más tarde. Tenemos confianza en la Corte”
Después de todo lo que ha pasado en Gabon, Mba Obama dice tener confianza todavía en un tribunal cuyo presidente es una mujer que tuvo hijos con el fallecido dictador Omar Bongo, padre de Ali Bongo, autor éste del golpe de Estado electoral que le aupó al poder, casi sin solución de continuidad, después que su padre. Mba Obama sigue creyendo en la ”sacrosanta” república gabonesa, una ficción que se ha impuesto en su cerebro, al igual que en la de muchos cuadros gaboneses culturalmente sometidos a los valores culturales y políticos de una Francia Imperial.
Y es que aunque la ficción estalle en la cara a muchos gaboneses drogados en el falso republicanismo de un Estado patrimonializado por la familia del ”monarca” Bongo, no serán capaces de darse cuenta que la situación real en que se encuentra el pueblo gabonés es explosiva. Haber servido a la dictadura colonial de Bongo como ministro del Interior sin caer en la cuenta del desfalco que estaban sometiendo al pueblo gabonés, es admitir que uno sigue en estado drogado, con el cerebro respondiendo a estímulos impropios de un estado mental normal.
Porque en la realidad Gabon no es una república. Ni siquiera es una mala copia de una república. No es sino el resultado de haber intentado convertir un enclave colonial, otrora suministrador de esclavos, en una república sin base social como la Francia Imperial. Un resultado que es una aberración, como nación, aparte de ser un Falso Estado y un estado fallido.
En 42 años de dictadura, Albert Bernard Bongo, devenido Omar Bongo por la gracia del islam, no fue capaz de crear las mínimas bases de un Estado, no ya de Bienestar, sino de Derecho, leáse con disciplina y reglas de juego asumidas por todos los actores. Aparte de ello, las inmensas riquezas petrolíferas y minerales no han servido para que Bongo haya podido crear una infraestructura propia de una nación incipiente, como escuelas, hospitales, carreteras, agua y electricidad, un adelantado en el tiempo de Obiang Nguema, que copia de Bongo todo lo malo que puede copiar.
Su hijo Ali Ben Bongo, de quien se duda su autenticidad de gabonés, ha decidido continuar el expolio iniciado por su padre, usando la violencia, lo único que funciona en los falsos Estados africanos y a la que se recurre, no como última instancia, sino como primera y única instancia cuando los tiranos se enfrentan a los problemas reales, como su legitimidad discutible, problemas que ellos son incapaces de gestionar y resolver en el contexto de un sistema político asumido por todos (democrático) y con división real de poderes en equilibrio.
Los propios presidentes africanos son los primeros desleales con sus estados, al despreciar con excesiva frecuencia las normas del Estado, normas casi siempre impuestas por ellos mismos. En esa situación de deslealtad del presidente a su propia creación, muchos ciudadanos convertidos en súbditos por el dictador se ven forzados a soslayar la Ley o a maniobrar fuera de las reglas de juego, al igual que hace el dictador. Si los presidentes incumplen sus propias leyes, están deslegitimando a su propio Estado, pero eso no les preocupa porque tienen el monopolio del uso de la fuerza. El problema aparece cuando los ciudadanos recurren tambien a la fuerza. En ese contexto donde nadie cree en las leyes ni en el Estado -que muestra de modo sangrante su ficción- los presidentes devienen dictadores y luego tiranos, teniendo que recurrir al ejército o a la policia para hacer valer sus voluntades.
Así surge la violencia. Cuando parte del pueblo se organiza en la fuerza es porque no creen en el Estado. Y no creen en el Estado porque ese Estado no ejerce su función de actuar y hacer actuar acorde a las normas o porque el Estado nunca existió ni ejerció ésa o ninguna otra función positiva para la sociedad.
La función policía del Estado es justamente aquella en la que se vigila el cumplimiento de las leyes. De ella se encarga en la práctica el llamado poder judicial, que ha de ser independiente y es el garante, y no la policia, del Estado de Derecho. (obviamente la policia sigue los mandamientos judiciales y el poder judicial se contituye por sí mismo en los verdaderos sistemas judiciales, siendo Guinea el ejemplo de todo lo contrario)
Cuando un grupo de personas se apodera de los resortes del Estado, caso de Guinea y muy frecuente en Africa, a fin de enriquecerse mediante el robo y el expolio, están atacando las bases del Estado y llamando indirectamente a la violencia a otros grupos que han contemplado la acción subversiva in fraganti de esos delincuentes que se apropiaron del poder del Estado y se hacen llamar hombres de Estado, bajo el amparo de Europa, su única legitimadora.
Gabón es un ejemplo, todavía silente, del fracaso del Estado en Africa, uno más. Los dictadores africanos son gendarmes o capataces de las potencias coloniales que deben mantener las ficciones de Estado en zonas africanas que en realidad fueron cotos de explotación pactados entre sí por los paises europeos y que no exhiben ninguna caracteristica natural del Estado, aparte de su función coercitiva que es la única de la que hacen gala. Los Estados africanos son el resultado de la historia de Europa en ultramar.
Fracasado el Estado imposible y, sobre todo, fracasado el desarrollo económico africano -el desarrollo es una combinación de crecimiento con redistribucón de rentas basado en principios de solidaridad y equidad social- las imposiciones imposibles están siendo puestas en tela de juicio por muchos africanos cansados de esperar la reacción positiva de los organismos internacionales, cincuenta años después de las independencias. Y esas son las guerras que están estallando en Africa, guerras donde el africano está probando otra alternativa que dé solución a sus problemas de subsistencia como persona humana plena de dignidad. Guerras de Africa contra sus falsos Estados. Los africanos pidieron la libertad de sus pueblos y los europeos les dieron la independencias de sus cotos, algo que no habíamos pedido.
Somalia, delta del Niger, Liberia, Uganda, Senegal, Sudan, Congo, Zimbabwe, Costa de Marfil, Guinea Conakry, Chad, Republica Centroafricana y, en el futuro Guinea Ecuatorial, son puntos conflictivos donde la violencia es un ensayo para resolver los graves problemas de los africanos, problemas derivados de la ausencia de un valedor del hombre africano sometido al ultraje y a la violencia de los tiranosaurios africanos.
Como en Gabon, se puede someter la mente de los cuadros gaboneses con el bweti francés o de la francmasonería, que les hace creer falsamente en un estado republicano, pero no se puede mantener tanto tiempo el hambre real e injustificado de los gaboneses, hambre que corre el riesgo de hacer estallar la violencia fuera del control de sus políticos afrancesados y drogados de republicanismo estúpido, los cuales podrían ser llevados al cadalso en un 12 Germinal infernal, exigiendo pan y Ley.
Fuente: propia
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