HOMILÍA. JESÚS HA RESUCITADO. ALELUYA
• Queridos hermanos y hermanas en Cristo: hoy leemos el evangelio que a Jesús le habían dejado muerto de verdad y enterado en un sepulcro cavado en roca viva. Nadia tenía dudas sobre su muerte. Han pasado tres días. Los discípulos están a la espera, pero escondidos, con mucho miedo y mayor desilusión.
• Las mujeres, llevadas de su profundo sentimiento de corazón, van a ungir el cuerpo del Señor, ya que su entierro había sido un tanto precipitadamente por las fiestas que los judíos habían de guardar.
• La sorpresa fue enorme: el sepulcro estaba abierto y vacío. María Magdalena, que había sido fiel en los duros momentos por los que el Señor había pasado, quiere acompañarle también ahora. Pero allí no está el Señor y “no sabe dónde lo han puesto”.
• Es de suponer que, con la muerte del Señor, había sufrido una gran desilusión y no solamente una enorme pena. Ella también creía que con Jesús había llegado “la salvación” anunciada por los profetas; la liberación de los oprimidos y la instauración de la justicia en el mundo.
• La muerte de Jesús truncó sus esperanzas. Pero aunque es verdad que “la muerte ha apresado a Jesús, la paz, la justicia, la verdad no pueden morir. Más tarde o más temprano saltarán las cosas que las sepultan”.
• Por eso, “la resurrección de Jesús nos descubre, antes que nada, que Dios es alguien que pone la vida donde los hombres ponemos muerte. Alguien que genera vida donde los hombres la destruimos.”
• Los discípulos piensan que aquel anuncio de María Magdalena era “cosas de mujeres”. Un delirio. Sin embargo, la esperanza que en ellos no ha muerto, les hace salir corriendo a verificar lo que les dicen. Al llegar al sepulcro vacío, “creyeron”; entendieron lo que las Escrituras y Jesús les habían anunciado. Desde entonces, aquel día dejará de ser “el día del sol” para ser el día del Señor.
• La lucha entre vida y muerte es un viejo drama del mundo vivido entre fiestas y desencantos. Fiestas en quienes experimentan la vida; desencantos en quienes sufren la muerte.
• Pero no podemos olvidar que del sepulcro brota la vida de Jesús cuando en realidad lo habían matado. Así como la naturaleza canta en primavera la nueva vida, la Iglesia canta en el día de hoy la nueva vida de Jesús y la nuestra.
• Hoy siguen luchando vida y muerte, de e increencia, esperanza y desesperación, amor y odio, violencia y perdón. La pasión por la vida del que cree en la resurrección, debe impulsarnos a hacernos presentes allí donde “se produce muerte”, para luchar con todas nuestras fuerzas frente a cualquier ataque a la vida. Esta actitud de defensa de la vida nace de la fe en un Dios resucitador y “amigo de la vida”.
• La noticia de la resurrección del Señor, pone nerviosos a todos:
- A los enemigos porque lo temen y la quieren ocultar a base de sobornos y dinero; y hacen callar a los testigos con mentiras y amenaza de cárcel,
- A los amigos que “no se lo pueden creer” por la alegría que entraña; y la testifican, a pesar de las amenazas, torturas y cárceles, transformando al mundo entero.
• Con la resurrección de Jesús, resucita: la esperanza, la ilusión, la certeza de que Jesús es el Hijo de Dios, la seguridad de que “ha llegado la redención de Dios” al mundo.
• Hoy, como ayer, no cabe duda que vencerá la fe, el amor, el perdón, la esperanza, porque son bienes de allá arriba donde está Cristo resucitado.
• ¡Esta es nuestra fe que nadie nos puede arrancar, porque sería provocarnos la muerte definitiva y total! AMÉN.
Fuente: Jesús Rafael