A. BOTÍAS/MURCIA


El mayor tesoro que esconde José Alfonso Okenve Ndo, guineano primero, después técnico de laboratorio y ahora indigente que desploma cada noche sus 37 años sobre cartones en la calle, son dos mantas gruesas y unos cuentos recuerdos borrosos de su tierra natal.

José Alfonso, mientras recorre la ciudad en busca de trabajo, observa cualquier recodo donde instalar su improvisada cama, mirar un instante al cielo y dormir sin que surque su mente un sueño. Porque perjura, mientras se ajusta con elegancia su pesado abrigo, que «nadie puede soñar a uno bajo cero». En cambio, antes de rendir los párpados, no logra contener la imaginación y sueña con que la vida deje de congelarle la sonrisa. «Es muy duro estar en la calle y, encima, sentirte despreciado -continúa-. Hace tiempo, cuando Franco, un ciudadano de Guinea Ecuatorial era respetado en esta tierra. Ahora nos meten en el mismo saco que a los ladrones».

José Alfonso duerme cada día en un lugar diferente porque teme ser descubierto por la Policía. Aunque precisa que pasa la madrugada tranquilo «pues no bebo, ni robo ni me meto con nadie. He llegado a ver cómo los agentes se llevaban a otros que dormían a mi lado». También confiesa tener miedo de que le roben las mantas. «Son tan buenas que, si sabes colocarlas sobre un banco, parece que duermes en una cama de verdad». La verdad, pese a tanto entusiasmo, es que José Alfonso aprieta el paso apenas comienza a caer la escarcha y se refugia en una esquina para soñar. Al menos, mientras no se duerma.

Fuente: La Verdad (15.1.03)

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