Para colonizar África, o sea, para saquear África, esclavizar a los africanos y alienar las almas de los africanos, los esclavistas, saqueadores y alienadores se inspiraron en supuestos filosóficos que conferían la superioridad evolutiva al hombre blanco. De tal suerte que lo que nuestros antepasados experimentaron como una vejación para ellos fue ni mas ni menos que un proceso civilizatorio. Los esclavistas, saqueadores y alienadores les llevaban a nuestros antepasados las buenas costumbres y la salvación de sus almas demoníacas. Las tres m (mercaderes-misioneros-militares) eran los unos para los otros complementarios perfectos. Los militares ganaban en geopolítica, los mercaderes se aseguraban factores de producción (mano de obra y materias primas) gratis o a precios irrisorios y los misioneros ganaban un stock de almas para redimir.

Hoy las cosas han cambiado y las estrategias también. Los análisis racistas y racialistas no superan ningún filtro científico. La biología y la genética han desmontado la división de razas de Hegel e incluso el propio concepto de raza se coge con pinzas. Hoy sabemos que la Iglesia es una institución política más que divina. Lo que desgraciadamente parece no querer desaparecer es la explotación de unos hombres sobre otros. El MCSE (movimiento contra la segunda esclavitud) asume que es una entelequia la pacificación de la existencia, o sea que la emancipación política y económica de todos los hombres de la tierra, mal que nos pese, debe servir de inspiración pero no es en la praxis una propuesta viable. Lo que el MSCE se niega a aceptar es que la explotación se concentre en un grupo determinado de personas. Nos negamos a aceptar que el continente africano y los africanos sean y sigan siendo el “negro” (blanco) perfecto para las prácticas vejatorias. Sencillamente, basta ya, ya está bien.

El discurso de la neocolonización es sofisticado. Es el mercado, es la estabilidad social, es el crecimiento económico, etc. Pero ¿para quiénes?. El sistema de explotación y distribución de la renta planetaria en plena configuración es la culminación de un proceso que comenzó hace unos siglos: la colonización. A día de hoy solo un país del África negra (Sudáfrica) cumple los requisitos para insertarse en la economía mundial. África tiene un peso residual en el PIB planetario. En África, el crecimiento industrial ha pasado del 8% en los años sesenta a menos del 1% en los años noventa. A día de hoy la participación de África en el comercio mundial se limita a productos básicos y materias primas. Esta situación desastrosa que vivimos se explica tanto por la senda política de África, dicho sea, plagada de injerencias, y de la permanente violación de las reglas del comercio internacional por parte de los países industrializados, que, dicho sea también, a través del Fondo Monetario Internacional (FMI), del Banco Mundial y de la Organización Mundial del Comercio (OMC), obligan a los mercados africanos, nuestros mercados, a abrirse a sus productos industriales y agrícolas subvencionados. Los embrionarios procesos de industrialización y democratización del África postcolonial han sufrido tantos reveses que el panorama, no nos engañemos, desalentaría hasta al más optimista de los mortales. Todo se derrumba. Creemos que es nuestra (de todos) responsabilidad prepararles un mundo mejor a los africanos que vendrán y honrar la memoria de aquellos que vivieron subyugados. Esto no debe seguir así, el mundo opulento se ríe de nosotros, se aprovecha de las debilidades individuales para subyugarnos y convertirnos en el objeto de caridad y la mofa. Nuestros muertos a cambio de sus teléfonos móviles, ¿qué pasa con los africanos?

En estos días se está celebrando la Cumbre del G-8 y puesto que el multilateralismo de opereta así lo requiere en Evian están Wade y Obassanjo. Se les ve tan dignos, tan presidentes, tan a gusto en sus papeles. Esto es una mierda, todo es una farsa. ¿Es que no tenemos cerebro para constatarlo? Ahora que el Nepad planea sobre África creo que es necesario recapacitar un poco sobre qué ese plan de Inversiones.

La alianza para el Desarrollo Económico de África (Nepad), aprobado en la cumbre de la OUA el 11 de julio de 2001 en Lusaka (Zambia), es el rimbombante nombre que lleva la última estrategia neocolonial. Esta iniciativa africana (gestada fuera de África) define una estrategia económica basada en la financiación de cuatro sectores prioritarios: las infraestructuras, la agricultura, la educación y la sanidad. La financiación del plan, en lo esencial, corre a cargo de la comunidad internacional y las inversiones directas de capital extranjero (IDE). Sirve sobre todo para que África se sume al neoliberalismo de la globalización, con las instituciones de Bretton Woods como promotoras, bajo el control total de las multinacionales y con Michel Camdessus, antiguo director general del FMI, como coordinador. El hecho de que este plan se propusiera a lideres lo africanos me parece un insulto su inteligencia pero que lo aceptaran sonrientes y aceptaran posar sonrientes en fotos oficiales me resulta descorazonador. ¿Qué es lo que pasa con Africa? ¿Qué pasa con los africanos?. El Nepad va en contra del sentido comun, las sociedades africanas no cumplen las condiciones mínimas para insertarse en economía mundial, regida por la codicia y la demencia del mercado. Nos piden, con un descaro sin precedentes, que les entreguemos todas nuestras riquezas con una sonrisa en los labios, nos piden que les abaniquemos y les cantemos canciones mientras nos saquean. ¿Qué pasa con África? ¿Qué demonios pasa con los africanos? Después de todo por lo que ha pasado el continente negro ¿cómo podemos resignarnos tan dócilmente a aceptar el papel de pedigüeños internacionales?. En materia de desarrollo, los acuerdos firmados por África con las instituciones internacionales no se han respetado. Los informes postevaluación demuestran que la mayoría de proyectos financiados por los bancos multilaterales no han logrado sus objetivos. Ahora bien, puesto que los prestamos son transacciones financieras, si esta se revela perjudicial para una de las partes, la parte perjudicada puede -y debe- recurrir a la cláusula de arbitraje incluida en el acuerdo de préstamos para exigir reparación. Pedir reparación implica sentarse y negociar. Puede parecer absurdo pedir a un rehén aún retenido y sin ninguna esperanza de liberación que lleve a sus carceleros ante la justicia. Sin embargo, bastaría con que un solo país se atreviera a hacerlo para crear un precedente. Pero ¿qué dirigente Africano lo hará? Para que un dirigente africano tenga el valor de hacerlo, ha de pertenecer a ese tipo de personas que consideran el patrimonio de su país como una fortuna heredada del pasado que debe perpetuar, incluso mejorar, en beneficio de las generaciones futuras. Desgraciadamente, la mayoría de los dirigentes africanos hipotecan el futuro de sus países y de sus pueblos a cambio de dividendos inmediatos. Avivan las divisiones étnicas, manipulan las Constituciones, recurren al fraude electoral y gobiernan de manera improvisada, con una total falta de previsión. Las consecuencias, catastróficas, de esta situación se constatan por la persistencia, e incluso el empeoramiento, de los problemas que hacen que los africanos sigan siendo los ”condenados de la tierra”, casi 40 años después de haber conseguido la independencia. El MSCE invita a todos los dirigentes africanos a reconsiderar su posición. Hay que romper esa baraja, hay que impugnar ese contrato que nos asfixia y nos condena a la dependencia y ello requiere que estemos JUNTOS. Dentro de cada país del África subsahariana se tiene que abandonar la praxis política destinada a satisfacer las exigencias de los cínicos países industrializados y formalizar un contrato entre africanos que nos permita levantar cabeza.


PD: Para el caso concreto de Guinea ecuatorial es urgente que oposición y dictadura se sienten y se comuniquen intenciones. No como oposición ni como dictadura, conceptos al fin y al cabo más válidos para titulares de prensa occidentales, sino como hermanos, como personas obligadas a cogerse de la mano puesto que al mundo opulento le importamos una mierda. La política se tiene que hacer para, con y por los Guineanos. Ya está bien de pequeñas historias de caballería, de la mano de sujetos e intereses indiferentes (en el mejor de los casos)

Fuente: MSCE (movimiento contra la seguna esclavitud)

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