No es improbable que bajo las normas del nuevo orden mundial África consiga levantar cabeza, lo que sí es poco probable es que bajo ese sistema de normas África pueda alzarse de la pobreza con una voz propia. El MCSE cree que los africanos y africanas de hoy tenemos la obligación moral de no legarles a las generaciones futuras un status de sub-humanos porque, digámoslo claro, el subsahariano es ninguneado en todas las convenciones de ese planeta. A nadie le preocupa África realmente, las ONG´s y los políticos occidentales, por lo general, utilizan el tema de áfrica con fines netamente instrumentales. A parte de pobres, enfermos y hambrientos se nos utiliza como carnaza. Ni el plan de inversiones (NEPAD), ni el reciente interés en torno a la transparencia de los fondos que se detraen de la explotación de los recursos naturales, nada puede sacar a África del escenario humillante en el que estamos hoy, a no ser los propios africanos. El interés que las potencias coloniales vienen mostrando recientemente por el drama de áfrica es única y exclusivamente para sacar provecho de él. Necesitamos UNA HOJA DE RUTA que pacifique África, que haga habitable áfrica pero nuestro problema no es una amenaza para nadie. Morimos en silencio y sin hacer ruido, y, en el peor de los casos, ofreciendo espectáculo.

África tiene que resolver sus problemas y lo tiene que hacer confiando únicamente en los africanos; el MCSE no propugna un cierre radical respecto al resto del mundo, en el escenario de la globalización la autarquía es una propuesta suicida, lo que el MCSE quiere subrayar es que el problema de África es un problema político, necesitamos crear estructura políticas adaptadas a la realidad de nuestra historia, necesitamos estructura políticas que garanticen la paz por que es sólo en la paz cuando pueden florecer los pueblos. Condenamos el recurso de acudir a Occidente y la historia reciente avala nuestra postura. Cuando vienen a ayudarnos sacan provecho ellos y paradójicamente nosotros quedamos peor. El caos en que vive África beneficia a la industria armamentística, dota de materias primas a las nuevas tecnologías, etc y nosotros qué sacamos. Muertos, pobreza, hambrunas, pandemias incontrolables, etc. Esto es lo que sacamos.

África tiene que trazar, y es obligación moral de todos los africanos y africanas de hoy, una nueva concepción del Estado y de sociedad. El pensamiento liberal que cimienta
los sistemas políticos occidentales es ajeno a nuestra realidad. Nuestras sociedades no pueden salir adelante en base al egoísmo y al individualismo posesivo. Creemos, efectivamente, que los ciudadanos son la fuente de la soberanía de la nación o del pueblo, la base de legitimidad de los poderes públicos y del Estado pero afirmamos que la democracia liberal burguesa es ajena a África. La utopía liberal, construida hace cuatro siglos, sirvió para derrotar al viejo régimen europeo y forjó los Estados modernos pero hoy en día su desfase es patente, incluso en las propias soceidaddes occidentales. Con el proceso real de formación de las naciones la utopía liberal ha mostrado la insuficiencia de su mito original. La desigualdad ante la ley y la urna se cruza con la desigualdad ante la propiedad, la herencia y el poder. La trama social, en occidente, no ha sido nunca la de ciudadanos libres e iguales, sino la de poderes sociales ejercidos por grupos, clases o estamentos desde el Estado o desde la sociedad civil. La utopía liberal, en occidente, se estrella con la palidez de la democracia realmente existente. La sociedad de ciudadanos que propugnan las potencias occidentales es una abstracción sólo comparable con los modelos de competencia perfecta, de mercado libre constituido por compradores iguales, equidistantes, automáticamente informados, que concurren sincrónicamente movidos por la fantasmagórica mano invisible.
La democracia representativa occidental es una aberración en tanto que se ha hecho evidente que la representación del poder y la efectiva capacidad para decidir sobre la acción del Estado está en manos de instituciones que no emanan del pueblo sino de instituciones carentes de toda base de legitimidad democrática, especialmente en la fusión de oligopolios económicos e ideológicos.

África tiene que buscar su alternativa. O preparemos y preparemos a las generaciones futuras por que sólo estamos en el principio del caos.




Fuente: Oráculo

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