El 3 de Agosto es un día de luto nacional.

El domingo día 3 de Agosto de 2003, se celebra en la ciudad de Mongomo el 24 aniversario del mal llamado " Golpe de Libertad. " Un aniversario que unos pocos celebran con alegría y champaña mientras que una abrumadora mayoría de la población sumida en la pobreza y miseria más absolutas sigue soportando hasta que Dios quiera.

Con todo lo que ha significado estos 24 años para cada guineano, para cada familia guineana y para el conjunto de nuestras poblaciones a excepción claro está de los que conforman el clan dictatorial, la frustración, la tristeza y el dolor no pueden ser más grandes. No existe familia guineana, salvando el núcleo duro de la dictadura que no ha llorado y sigue llorando a sus muertos, cuya sangre sirve para alimentar y a mantener a la dictadura.

La celebración del 3 de Agosto es una farsa y una provocación para nuestro Pueblo al que invitamos a ignorarlo. Es un día de luto nacional, el día más triste para nuestro Pueblo cuya celebración no hará sino ofender la memoria de los miles y miles de compatriotas que han caído asesinados durante éstos 24 años, amén de los casi cien mil exiliados que se encuentran en diferentes países de África, Europa y América.

A estas alturas, después de casi dos décadas y media de hacerlo todo tan mal en todos los sectores, después de falsas y reiteradas promesas de apertura política nunca materializadas por la arrogancia, falta de voluntad e intransigencia del régimen, ha llegado el momento de emprender otras vías, de formular otras políticas más atrevidas sobre bases de planteamientos inequívocamente claros y transparentes por parte del régimen, si quiere paz interna, convivencia pacífica y preservar la unidad nacional.

Toma cuerpo la decepción generalizada en el hecho de que salvo la pobreza y la miseria generalizadas, la violación de los derechos humanos en contraste con la inmensa riqueza que acumula a diario todo el aparato del PDGE y su Gobierno así como el clan familiar por la práctica de corrupción casi institucionalizada en la seudo-administración y sobre todo de los dineros procedentes del petróleo, nada ha sido realizado en beneficio de la población guineana. Esta decepción es la que hace cristalizar una serie de tensiones de orden social, político y económico.

La difícil situación política y social del país y las condiciones de subsistencia en que se encuentran sumergidos amplios sectores de la sociedad unidos a los graves problemas cotidianos que hacen cada vez más dura la propia existencia, se hace imperiosa la necesidad de plantear con seriedad y responsabilidad, incentivar los esfuerzos de todos los guineanos que verdaderamente aman a su Patria, sin excepción, hombres y mujeres que se encuentran enfrentados o divididos políticamente, para hacer posible la concordia y la reconciliación nacional dejando de lado los resentimientos y rencores pensando en los intereses vitales y generales de la Nación.

No se trata en estos momentos tan difíciles de la historia de nuestro Pueblo suscitar críticas, emitir juicios, reproches sino simplemente constatar la realidad. El momento que Guinea Ecuatorial está atravesando es delicadísimo e incluso dramático. Las dificultades de todo orden que tiene el país por delante son inmensas y lo sabemos todos. Es inútil y engañosa pretender lo contrario. No se puede minimizar ni disimular las consecuencias graves de la situación social del país ni persistir en la práctica de una falsa política de sonrisas hacia nuestro Pueblo en estas condiciones en que el SIDA y la prostitución entre las jóvenes, constituye una destrucción de nuestros valores, invaden el país y campan sin escrúpulos.

Estamos en un momento en que el País tiene absoluta necesidad de todos sus hijos y en el que éstos tienen la obligación moral y patriótica de dar respuesta positiva con generosidad, tolerancia, humildad por la reconciliación nacional. Ha llegado el momento de la verdad y confiamos en que somos capaces todos de estar de acuerdo, capaces de estar a la altura de las circunstancias si lo proponemos.

Nos sentimos obligados a subrayar e insistir que debemos evitar a nuestro Pueblo nuevos sufrimientos si queremos merecer su confianza y aprecio. Debemos todos en definitiva, tener la capacidad de mirarnos de frente, sentar para hablar y tener el valor de olvidar a fin de cicatrizar las heridas del pasado, poder convivir como una Nación para enfrentar unidos los grandes desafíos de progreso, justicia social y desarrollo de cara al futuro, con dignidad y firmeza.

01 de agosto de 2003

EL COMITÉ EJECUTIVO