Por Samuel Mbá Mombé (Miembro Ejecutivo de Unión de Demócrtas Independientes-UDI)

En el momento en que vuelve al debate el tema de las divergencias de los partidos políticos de la oposición guineoecuatoriana, me gustaría que fuéramos menos ilusionistas y afrontar la realidad tal y como se nos presenta.

Posiblemente algunos me tildarán de antiunionista pero lejos de toda verdad, soy tan partidario de la convergencia de las fuerzas políticas de la oposición como todos, pero la experiencia de muchos años militando en la oposición me ha hecho ser mucho más realista que optimista.

Mi pesimismo en cuanto al tema se refiere, no se basa ya fundamentalmente en los descalabros que han sufrido cualquier intento de aglutinarnos en un frente común contra la dictadura en nuestro país, sino en las referencias históricas y concretamente de Guinea Ecuatorial.

Me explico. En la lucha contra la ocupación colonial, existían varios movimientos independentistas cuya convergencia nunca fue conditio sine qua non para conseguir la liberación de nuestro país. En los mismos albores de la independencia, éstos movimientos seguían funcionando con plena autonomía y en las presidenciales de 1968, cada uno de ellos presentó a su propio candidato.

El éxito de los independentistas fue debido no a la convergencia de sus movimientos sino al clima favorable en el que tuvieron lugar las elecciones que todos los observadores coinciden hasta la fecha en calificar como “las únicas democráticas” que han habido en nuestro país. Efectivamente, las elecciones de 1968 en sus dos vueltas fueron libres y transparentes y el pueblo optó por el candidato que creyó que defendería mejor sus intereses. La posterior alianza de Macías con los líderes de MONALIGE y UNIÓN BUBI gracias a la que ganó a su rival del MUNGE, se inscribe dentro del marco del juego democrático. La administración colonial pudo haber impedido esta alianza para evitar su triunfo y tenía en sus manos todos los instrumentos para ello, pero permitió que fuera el pueblo que expresara libremente su voluntad a través de las urnas.

Quiero demostrar con esto que la unión es necesaria sólo en situaciones cuando ésta puede ser explotada al máximo. Estamos ante una situación en la que el régimen de Teodoro Obiang Nguema no permite ni en activo o pasivo ésta tan anhelada convergencia de la verdadera oposición democrática. Y no sólo el régimen, también existen factores exógenos que hacen imposible tal convergencia. Aunque es un tema que suele levantar pasiones, cabe sin embargo aceptar la cruda realidad cual es que ciertos partidos políticos de la oposición guineana actúan siguiendo los dictámenes de intereses oscuros. Ante esta situación, éstos carecen de toda autonomía por las prebendas que obtienen de esos intereses.

Los partidos o dirigentes de la oposición que se atreven a pestañear contra esos intereses son automáticamente descalificados. Para nadie es secreto que ciertos “opositores” guineanos reciben instrucciones ayer de la Moncloa y hoy del Ministerio de Asuntos Exteriores español y siempre del mismo individuo, Ramón Gil Casáres, amigo espiritual del régimen de Guinea Ecuatorial, mientras que otros están siendo manipulados y engañados por mafiosos y organizaciones de dudosa legalidad. Claro que en estas condiciones difícilmente se puede llegar a comprenderse incluso cuando aparentemente el objetivo fuera el mismo. Precisamente son estos intereses oscuros que manejan a su antojo los barómetros para clasificar a los partidos políticos de la oposición guineana y a sus dirigentes.

Mientras el pueblo hasta la fecha no ha tenido ni la más mínima oportunidad para expresar libremente su opinión sobre esos partidos y sus dirigentes en las urnas, ciertos intereses se dedican a sembrar la confusión en la opinión pública internacional ensalzando a determinados grupos al tiempo ningunean a otros lo que lógicamente no puede contribuir al entendimiento. Los mismos intereses se esfuerzan (y no se cansan hasta que no hayan conseguido sus objetivos) a dinamitar las alianzas de los partidos de la oposición guineana cuando éstas no son favorables a sus planes de paternalismo constante y a veces no esconden su desacuerdo e indignación por ese tipo de alianzas.

Cuando se produce la ruptura automáticamente se les conoce ya que se alinean inmediatamente a la parte que les resulta favorable y que pueden manipular. Estos intereses actúan exactamente como el régimen que dedica todos sus esfuerzos en mantener dividida a la oposición democrática.

No voy a dar ejemplos porque están a la vista de todos y si nadie habla de ello, no es porque se desconoce. Ya lo he dicho en otro artículo que cuando nuestro pueblo tenga la oportunidad de expresar libremente su voluntad en las urnas, habrán sin duda sorpresas. Cuando al pueblo lo dejen votar libremente como en 1968, es cuando se sabrá la fuerza que tiene cada formación política dentro del espectro político guineano y el carisma de sus dirigentes.

Siempre se ha puesto aquí el ejemplo de la transición española donde fueron centenares las formaciones políticas que participaron en las primeras elecciones democráticas españolas y no se sabe que hubiera necesaria la unión de esos partidos. El electorado español simplemente borró del mapa político a los partidos que estaban obsoletos y muchos de ellos son historia hoy en día.

Cuando se celebraron las elecciones de 1968 en Guinea Ecuatorial fueron cuatro candidatos los que se presentaron en las mismas y cada candidato obtuvo el número de votos que su electorado le había acordado. Dos fueron eliminados en la primera vuelta y los otros dos se presentaron en la segunda vuelta. Así es como funciona la democracia en condiciones normales. Si se celebrasen en Guinea Ecuatorial unas elecciones en las condiciones de 1968 y aunque se presentasen diez candidatos, al final ganará el mejor y si entonces fuera necesaria una alianza se justificaría por razones electoralistas.

Después de tantos intentos de formar alianzas sin resultado, creo que sería mejor que cada uno vaya trabajando por su cuenta en la esperanza de que algún día la transición hacia la democracia pueda ser una realidad en nuestro país y a partir de ahí, buscar posibles socios para posibles alianzas ya sean preelectorales como postelectorales. Los que quieren pactarse ahora están libres de hacerlo pero lo que no se puede forzar es que toda la oposición se aglutine en una lo que resulta ser pura ilusión.

Como guineano no tengo por qué tener pelos en la lengua en el momento de hablar sobre los problemas que afectan a mi país. He acumulado suficiente experiencia en las filas de la oposición guineana en la que llevo militando desde la década de los 70 hasta ayer. Como vengo diciendo, el fracaso de las alianzas de la oposición guineana depende de dos factores: endógenos y exógenos. Los endógenos aunque tengan su porción de dosis en el fracaso, no creo que se puedan considerar como decisivos. Las ambiciones y protagonismos personales son unos de esos factores endógenos que para mí son normales en una empresa como en la que estamos embarcados todos. Yo encuentro normal que cada uno quiera ser el futuro presidente de Guinea Ecuatorial y que tenga ambiciones para serlo pero eso sí, cuando sea el pueblo que lo decida. Los factores exógenos son los más decisivos y los más perjudiciales para nuestra lucha. El régimen utilizando todas las artimañas, ha desarticulado el núcleo de la oposición interna comprando voluntades e integrando en su seno a las fracciones rebeldes de los partidos democráticos para hacer mayorías gubernamentales.

Otros partidos sin ningún arraigo en el país son otros de los ingredientes de esta sopa de cacao. Salvo el caso de CPDS y el de la no-legalizada FDR, prácticamente no se puede hablar de oposición interna porque no existe como tal. Las facciones democráticas de los partidos fagocitados por el régimen tienen que trabajar casi en condiciones de clandestinidad al no tener el reconocimiento de la administración.

El CPDS, único superviviente de esa decapitación de los partidos políticos no puede coaligarse oficialmente ni con la FDR ni con las fracciones democráticas de los partidos absorbidos por el PDGE, porque automáticamente estaría acusado de “pertenencia a bandas de malhechores”. El juicio y encarcelamiento de Plácido Mico, Secretario general de CPDS es el botón de muestra de esta aseveración.

Durante el régimen de Macías fueron fundadas varias formaciones políticas opositoras en el exilio de entre las que debe destacar: ANRD (Alianza Nacional para la Restauración Democrática); FRELIGE (Frente de Liberación de Guinea Ecuatorial); MOLIFUGE (Movimiento de Liberación y Futuro de Guinea Ecuatorial); FAM (Frente Anti-Macías), PANDECA, etc. etc. Estos movimientos funcionaban sin alianzas y algunos llegaron alcanzar un reconocimiento internacional incuestionable como es el caso de ANRD, que durante muchos años fue la referencia de la oposición guineana en el exilio. Tras el golpe de Estado de 1979, algunos de esos movimientos se fueron desapareciendo poco a poco y sólo algunos quedaron en activo.

Unos años después del golpe de Obiang, los movimientos que sobrevivieron la ola de influenza golpista, se reunieron en Zaragoza para crear la Junta Coordinadora de las Fuerzas Políticas de la Oposición guineana siendo su primer secretario general, el abogado Francisco Javier Ela Abeme. Éste fue el primer intento por aglutinar a la oposición en el exilio. La JC atravesó una importante crisis en su funcionamiento apenas nacida y reapareció en 1988, tras el compromiso de sus miembros firmantes de llevar a cabo su reestructuración orgánica.

Para este cometido se reunieron en Madrid en febrero de 1988, los representantes de las formaciones políticas que firmaron la declaración de Zaragoza. Se creó una presidencia rotativa siendo Antonio Mbá Ndong, miembro de ANRD quien estaría al frente de la primera legislatura. La reunión de Madrid creó además una Comisión que debía elaborar el documento marco para la materialización de la “Operación Retorno en Libertad” propugnada por Severo Moto Nsa, presidente del Partido del Progreso (PP) de Guinea Ecuatorial.

Curiosamente, antes de que se conociera los resultados de los trabajos realizados por la Comisión creada por la Junta Coordinadora, los dirigentes políticos de las otras formaciones políticas nos informamos a través de la prensa que Severo Motó Nsa había anunciado ya su retorno a Guinea en representación de la Oposición guineana sin haber consultado antes con los demás grupos. Debo señalar aquí que en aquella época yo era el Secretario General de ANRD tras el Congreso de Stuttgart (Alemania) en Noviembre de 1987, y participé activa y personalmente en los trabajos de la JC.

Unos meses después Severo Moto regresaba a Guinea Ecuatorial junto con su Secretario general, José Luis Jones, q.e.d. Esta actuación de Moto fue una flagrante violación de los acuerdos de la JC y tras varios intentos por recuperar su credibilidad, todos los esfuerzos al final fueron infructuosos y la Junta Coordinadora fue enterrada definitivamente.

Un segundo intento fue la creación del Pacto de Madrid para la Democratización y Auto desarrollo de Guinea Ecuatorial. Una iniciativa que abrió nuevas expectativas para el futuro de la oposición guineana en el exilio. En el Pacto estaban representados no sólo los partidos políticos, sino y asociaciones culturales y profesionales, personas independientes y representantes de la sociedad civil. La iniciativa fue apoyada por todos los partidos políticos españoles y sindicatos. El Pacto dejó de funcionar con el anuncio por el régimen de Malabo de una apertura democrática en el país y como cada uno quería ser el primero, todo el trabajo realizado para que el Pacto de Madrid fuera el instrumento de presión para que esa hipotética apertura política fuese seria y transparente, fue posteriormente enterrado en el baúl de los recuerdos.

También han habido otras tantas alianzas, pactos, acuerdos, fusiones y el resultado sigue siendo el mismo.

El fracaso estrepitoso de esas dos oportunidades por aglutinar a la oposición creo que justifican mi pesimismo para pensar que un nuevo intento pueda ser el que tenga el éxito deseado. Sólo he analizado la situación en el exterior, pero en el interior tampoco creo que hay lugar para el optimismo. Los descalabros de la POC y el FOD hablan por sí solos.

En los años que llevo en la oposición si no he vivido todo, al menos he vivido un poco de cada cosa y es por eso que cuando hablo lo hago en primera persona y no porque alguien me ha contado o que he leído tal o cual cosa en alguna parte. Soy pesimista porque he pasado situaciones concretas que justifican mi pesimismo. Veamos las cosas con realismo y dejemos las ilusiones. La historia debe ser nuestra mejor referencia.


Fuente: Samuel Mba Mombe

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