En mi anterior escrito publicado en esta misma página hace unos días, hice una propuesta. Esta propuesta venía acompañada de un pequeño razonamiento, un análisis superficial de la trayectoria seguida por la oposición democrática ecuatoguineana. Creo que cualquier observador crítico notaría que básicamente me refería a la oposición que se realiza desde dentro del territorio nacional y residente en el interior del país. Pues, es de la única oposición que puedo hablar con cierta propiedad porque es la que mejor conozco. No quiero con ello soslayar la aportación a la causa de algunos grupos activos desde la diáspora. Todos, en principio y hasta que no se demuestre lo contrario, estamos luchando por el mismo fin y perseguimos los mismos objetivos: la liberación de nuestro país de las garras de la dictadura, la instauración de un estado de derecho y la búsqueda del bienestar, el desarrollo y el progreso de nuestros pueblos.

Si bien es cierto que lo que el pueblo y el mundo quiere ver son los resultados, aunque no se noten todavía los efectos, es obvio que en Guinea Ecuatorial algo se ha avanzado en estos más de diez años de ensayos de democracia en lo que respecta a la oposición democrática. El mayor de estos avances es evidente aunque intangible: los ecuatoguineanos nos vamos conociendo mejor.

Ahora bien, lo más positivo no es sólo el hecho de que nos vayamos conociendo entre nosotros mismos, sino que los seguidores y simpatizantes de los principales actores políticos del país y de sus grupos también han tenido la posibilidad de ir conociendo y valorando mejor a sus líderes. Por eso encuentro pertinente la propuesta presentada por la RENAGE, sobre la necesidad de asumir y reconocer errores propios cometidos por aquellos grupos y aquellas personas que tienen una trayectoria política conocida. La valoración de estos errores, en caso de una hipotética unión, deberá ser realizada por los demás grupos de la oposición o por los demás participantes y asumida por el grupo o partido responsable o por las personas aludidas. Entre otras razones, esta medida es extremadamente positiva y permitiría evitar que en un futuro inmediato volviéramos a recaer en los mismos comportamientos que hemos abominado. Considero incluso que el reconocimiento de errores debería ser una condición indispensable para poder iniciar cualquier tipo de contacto con aquellas personas o grupos que las hubieran cometido.

En mi anterior disertación ya expresé mi opinión contraria a las uniones forzadas y la mantengo. No soy partidario de la tan repetida y cacareada unidad de la oposición que tanto gusta a algunos y tanto parece asustar a los demás. No creo que sea necesaria la unidad de toda la oposición para conseguir la eficacia y la eficiencia necesarias para alcanzar los objetivos deseados. Todo lo contrario, creo, a raíz de experiencias anteriores, que cuanta más gente se involucre en el proyecto menos garantías tiene el mismo de llegar a buen término. Por eso no creo que sea preciso que estemos todos juntos para que nuestra lucha sea efectiva, creo más en la buena labor de un buen equipo, un equipo homogéneo, compacto y sinérgico orientado a unos fines concretos. Un equipo en el que todos los miembros demuestren su capacidad y manifiesten un serio, abierto y sincero compromiso con la causa. Eso, frente a la deficiente labor de un grupo numeroso donde la confianza entre sus integrantes brilla por su ausencia, donde el grado de compromiso es bajo y en el que ni los objetivos ni los intereses son compartidos.

Sigo convencido de que cuando en la oposición democrática ecuatoguineana aparezca éste equipo, éste grupo conjuntado capaz y decidido con un alto grado de compromiso por la causa, será el principio del fin de la dictadura en nuestro país. En este momento, estoy seguro de que parte del camino ya está recorrido, ahora sólo tenemos que mirar nuestra trayectoria y descubrir dónde hemos fallado para no volver a caer en lo mismo.

Mientras tanto, no tenemos más remedio que continuar leyendo las tribulaciones de nuestro Embajador convertido en escribano, en su afán de demostrarnos que Faustino Ondo Ebang, Bienvenido Samba, Felipe Ondo Obiang, Guillermo Nguema Ela, Weja Chicampo y todos los demás no están en la cárcel sufriendo torturas y maltratos, sino que son invitados especiales en el lujoso palacio de su árbitro y moderador en Malabo. Que todo lo que pasa con nosotros es porque no queremos “unirnos” a su árbitro y moderador en su ingente tarea de construir nuevos pabellones en la lujosa mansión de Black Beach, obra en la que ha invertido todos los ingresos procedentes del petróleo, de la madera, de la pesca y de todos los demás recursos que se explotan de manera descontrolada e indiscriminada en el país. Todo ello, por una Guinea mejor. “Unámonos”, Aleluya.

Nsue Esono Mibuy


Fuente: NSUE ESONO MIBUY

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