¡Profesor! seré breve. Siento, de todo corazón, tener que enzarzarme en lo que, al final, parecería una disputa de turno; pero, por razones didácticas, primero, felicitarle por su definición(a fin de cuentas, los diccionarios servirán de algo), y segundo, ayudarle a dar un paso más en su aprendizaje. Luego, en otro momento, hablaremos del pulso airado, un tanto pervertido e irracional, de su artículo.

En efecto, celote es, precisamente, lo que usted sabe(puede encontrarse en cualquier diccionario enciclopédico español); pero es también, para su curiosidad(pues, a pesar de su esfuerzo, he de avisarle de que los diccionarios no son -¡ni pensarlo!- el punto final), figura representativa de una actitud. El celote guardaba, frente a la promesa de la Salvación, una disposición estrictamente belicista. Esperaba un salvador(no el Cristo pacifista) que, armado y a la cabeza de un ejército celestial, bajaría de las nubes para liberar al pueblo de Israel de la opresión romana. Ciertamente, el celote no entendió la naturaleza de la Salvación. Espero(todavía me queda algo de fe), con esa anotación, sepa ahora comentar el texto. No olvide, profesor, el sentido figurado.

¡Ah! por si acaso. Soy guineoecuatoriano. ¿Se me nota alguna simpatía hacia CPDS? Será porque hablé de sentido común y compromiso en mi artículo. y, por cierto, no conozco al serñor Marugán.

Fuente: observador_amaama

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