Roguemos por ellos, por esos valientes que al enfrentarse con las manos a la soldadesca del tirano encontraron la muerte en la isla de Corisco.

No importa si en su desesperación intentaron lo imposible con sus manos. No importa si el cabo mandó disparar de rabia al ver truncado su afán de robar lo poco que traían de Libreville, a donde huyeron años atrás escapando del infierno de Guinea.

No conocemos su número ni sus nombres por ahora, pero son nuestros hermanos, carne de nuestra carne y sus corazones latían al unísono con los nuestros en nuestro afán común de ver liberado nuestro país del tirano enloquecido.

Roguemos por ellos, roguemos por todos los que vertieron su sangre por nuestra libertad o por su pan o por el pan de sus hijos, nuestros hijos.

Que la eternidad nos devuelva con su sacrificio la libertad que tanto añoramos. Que el Destino nos conceda el destino que quisieron para nosotros, o para sus hijos, nuestros hijos.

Que nuestro clamor obnubile al tirano y raudo le aparte de nuestro camino hacia la libertad.

Anteayer fueron los bubis en Luba, ayer los encarcelados en Black Beach, esta mañana Weja seguía gimiendo en las mazmorras del tirano, mientras se derramaba la sangre de nuestros hermanos en la Bahía de Corisco, en la noche de nuestra noche más oscura, oscura y tenebrosa como el corazón del tirano.

Roguemos porque no haya más muertos y si ha de haberlos, que sean los últimos cuya sangre nos traiga la libertad al alba, cuando sus almas partan tras el destino inmortal que les aguarda.

Son doce muertos o cinco. Cada uno de ellos era sangre de nuestra sangre. Nos debemos a ellos porque somos biennacidos aunque el destino hasta ahora nos haya vuelto la espalda.

Y si han muerto con el brazo levantado mientras los fusiles acribillaban sus ansias de libertad, con más motivo les debemos cien mil súplicas. Porque si así fuere el caso, el heroismo de estos hombres en Corisco no tiene parangón. Luchar con las manos, en la desesperación, es el mayor timbre de rebeldía y nobleza jamás acontecido en Africa desde los tiempos de Shaka.

Quisieron atrapar la libertad con las manos y encontraron la muerte a manos de los delincuentes armados que han invadido nuestra soberanía y nuestras riquezas.

Que los tambores de las tribus giman por las almas de los que han sido acribillados por la sinrazón. Las almas de los doce de Corisco, que partieron al alba mientras esperabamos que alumbrara la libertad.

Así sea.

Nvo e´Zang Okenve Mituy

Fuente: propia

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