El MUNDO
Miércoles, 12 de abril de 1995

Rendición diplomática
por: PABLO SEBASTIAN

España perdió la batalla de Terranova. La flota pesquera española se verá obligada a retirarse pronto de los caladeros del fletán donde las patrulleras de Canadá han obtenido una amplia victoria, una vez que los aliados de Madrid en la Unión Europea abandonaran a su suerte al Gobierno español.

El de Felipe González es un Gobierno desprestigiado y maltrecho que se bate en retirada y que, ahora, dice que renuncia a las altas cotas de pesca en aguas de Terranova a cambio de que la Unión Europea se mantenga firme en las negociaciones pesqueras con el Gobierno del rey Hasán II de Marruecos.

Como si eso pudiera consolar a los armadores, marineros y pescadores gallegos que han perdido unos derechos históricos, amparados por la legalidad internacional y que fueron avasallados por la fuerza de Canadá y la complicidad de importantes países de la UE, como Gran Bretaña y Alemania, que prefieren salvaguardar sus intereses comerciales con el Gobierno de Otawa en vez de defender los intereses de la Unión.

Esto parece normal. El desprestigio del Gobierno español es harto conocido dentro y fuera de España, y la debilidad de la diplomacia española se acaba de ver en la crisis de Canadá, y no digamos en Guinea Ecuatorial donde el dictador Teodoro Obiang se mofa de España, tiene asustado a nuestro embajador en Malabo y viola todas las normas de la democracia y los derechos humanos.

Pensar que España podría actuar con firmeza, o incluso montar una «operación Entebe» para liberar a Severo Moto, es una temeridad. Sobre todo, cuando todo lo que hizo el Gobierno de González fue enviar una delegación de parlamentarios del PSOE a Guinea, que luego vinieron casi encantados con el régimen de Obiang, o enviar una carta a Obiang, y publicar unas fotos «electoralistas» del presidente González recibiendo a la esposa del encarcelado dirigente de la oposición.

Y mientras tanto, España, que sigue con soldados desplegados en Bosnia, continúa pagando dinero a Guinea y es incapaz de coordinar con Francia (país que se quedó con la influencia política y económica en Guinea Ecuatorial) y con Estados Unidos una acción conjunta de presión para evitar los abusos y crímenes que se están perpetrando en la antigua colonia española.

En contra de lo que decía hace pocos días el vicepresidente Narcís Serra, el prestigio internacional de González ha quedado reducido a poca cosa. Se humilla ante Malabo, se rinde en Terranova y, ahora, aparenta firmeza ante Hasán II, a pesar de que Marruecos parece decidido a expulsar de sus aguas territoriales a la mitad de la flota española, mientras los productos agrícolas marroquíes entran en la UE con preferencia sobre los españoles y son transportados a través de la Península Ibérica.

Pero González dice que esta vez España apostará con fuerza en las negociaciones, entre otras cosas porque en Andalucía el PSOE se juega más votos que en Galicia. Por eso, el Gobierno de Madrid no ha querido presionar a sus colegas europeos frente a Canadá y, mucho menos, politizar hasta el fondo la cuestión de la pesca en Terranova. Cosa que había podido hacer si España se hubiera atrevido a plantear el tema ante el Consejo de la OTAN. Y motivos tenía para ello porque barcos armados de Canadá han hostigado y apresado a pesqueros españoles en aguas internacionales.

Algo que, por lo que se ve, le importa un pimiento a la Unión Europea y a la OTAN, lo que ha dado alas al Gobierno de Otawa para renovar sus amenazas contra la flota pesquera española si España, que presidirá próximamente la Unión Europea, no se aviene muy pronto a firmar el acuerdo que interesa a Canadá.


Fuente: El Mundo 12 abril 1995

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