DE LOS ARCHIVOS DE LA DIÁSPORA
Como recordarán, La Diáspora daba a conocer hace unos días el artículo de Sylvia Ekong titulado: La paz tenía un precio en el que la articulista informaba sobre la visita oficial que próximamente realizará a España (del 16 al 19 de octubre), el presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang Nguema Mbazogo.
En relación a esa información, La Diáspora quiere subrayar la consternación que reina en la en ánimo de los guineoecuatorianos ante este giro en las relaciones hispano-guineanas y lo hacemos reproduciendo esta carta de un ciudadano guineoecuatriano de a pie enviada en su día al Presidente del Gobierno español, José María Aznar, y publicada en el Número 37. Abril de 1998 de LA VERDAD (Órgano Informativo de Convergencia para la Democracia Social-CPDS).
A José-María Aznar,
Presidente del Gobierno español.
Palacio de la Moncloa (España)
Señor Aznar:
Con razón dijo alguien: por la diplomacia se defienden los intereses de los grandes, y por la justicia los intereses de los pobres.
Increíble, verdaderamente increíble, señor Aznar, que diga usted que el señor Obiang ha dado pasos importantes para la democratización de Guinea Ecuatorial. Señor Presidente del Gobierno español, ¿nos puede decir a nosotros, que vivimos día a día la mortal angustia de la total indefensión e inseguridad jurídica, cuáles han sido esos pasos? ¿La segunda firma del pseudo Pacto Nacional? Una nueva tomadura de pelo del señor Obiang. Seguro que el señor Obiang le ha prometido a usted unas elecciones parlamentarias libres y transparentes para 1998. Pura mentira, señor Aznar. Usted y el señor Obiang saben muy bien que este pueblo ya no quiere ni oír hablar de este dictador. Es más, le odia de todo corazón. Concebido y nacido en la agonía de este pueblo, percibo, con toda nitidez, su latir de libertad.
En unas elecciones verdaderamente libres y transparentes, Obiang no obtendría más de cinco diputados de los ochenta de que consta la Cámara de los Representantes del Pueblo. El ejemplo lo tiene, señor Aznar, en los resultados de las elecciones municipales del 95. Fue un descalabro total para el PDGE, el partido de Obiang. Con su „ordeno y mando“, se hizo con los resultados de las votaciones. Cogió, sin embargo, un susto tal que mandó a hacer gárgaras al censo electoral, las listas de las mesas, el secreto del voto, etc. y sacó a la calle toda su metralla aterradora en las elecciones de 96, autoproclamándose Presidente, igual como lo hiciera en su famoso golpe de „libertad“del 3 de agosto del 79. ¿Esto es lo que, señor Aznar, llama usted „pasos hacia la democracia“? ¿Es un paso serio hacia la democracia dejar fuera a CPDS, el partido más serio de la oposición guineana en un encuentro entre el Gobierno y la Oposición, para hablar de la democratización del país?
Señor Aznar, ¿cree, de verdad, que su inesperado amigo Obiang puede admitir una administración electoral independiente? ¿Puede permitir la plena participación de los observadores internacionales? ¿El Parlamento puede revisar, a satisfacción de todos, la desastrosa ley electoral „made in Obiang Nguema Mbasogo“?
Señor Aznar, si no conoce usted a Obiang, pregunte a Adolfo Suárez o a Felipe González quién es el Presidente Fundador. Felipe le dirá si Obiang cumplió una mínima parte de todo cuanto le prometió en su visita a Guinea en 1991. Nunca jamás Obiang dará un paso serio hacia la democracia a iniciativa personal. Sólo cuando usted, como Jefe del Gobierno español, Monsieur Chirac y Mister Clinton, lo hayan dejado de la mano, como acaban de hacerlo Estados Unidos y Francia con ese otro dinosaurio que se llamaba Mobutu, Obiang perderá – y no dejará el poder.
Y en cuanto a la Cumbre de la Tierra que ustedes celebraron en Roma, ¿su amigo Obiang le ha informado cómo está arrasando, como un ciclón apocalíptico, los bosques de Río Muni? Ojala, como en un cuento de Las Mil y Una Noches, pudiera, señor Aznar, convertirse en un viejo Yenvam o Esawong de ochenta años y sentarse en el cruce de las barreras policiales de Niefang – terribles barreras, señor Aznar – entre las cinco de la madrugada y las diez de la mañana, vería usted, señor Aznar, bajar entre treinta y cincuenta camiones madereros, cargados con cincuenta y cien toneladas de madera cada uno. Y. esto, pásmese, señor Aznar, todos los días del año, incluidos los domingos. Es algo que produce un verdadero escalofrío. Imagínese cómo pueden quedar nuestros bosques. Son empresas chinas, coreanas, filipinas y españolas las que esquilman, sin piedad, nuestro patrimonio forestal. Y nuestro !ay! se alarga hasta el infinito al ser conscientes de que los centenares de millones de dólares que se obtienen van a parar a un sólo hombre, Obiang Nguema Mbasogo y su familia.
Como buen demócrata que supongo es usted, debería saber, señor Presidente del Gobierno español, que los principios democráticos de libertad, tolerancia y respeto a los derechos humanos son universales. Por lo tanto, lo que para los ciudadanos españoles es inadmisible en una democracia, como la tortura, la persecución por motivos políticos, la corrupción, etc., no puede permitírseles a los guineanos. Decir que Obiang da pasos hacia la democracia mientras tortura, encarcela y mata de hambre a su pueblo, es afirmar que la democracia en Guinea Ecuatorial es compatible con la opresión y la violación de los derechos humanos, cosa que es inadmisible, señor Aznar.
Por todo lo que más quiera en su vida, señor Aznar, si le quiere dar más dinero a Obiang, déselo, si quiere mejorar sus relaciones con el dictador guineano, hágalo; pero, por favor, no diga usted que es porque Obiang está dando pasos hacia la democracia, porque, sencillamente, no es verdad.
Fuente: LD/LA VERDAD
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