Que estamos en plenas fiestas navideñas, no es noticia nos lo indican las números del calendario y la gran profusión de luces en las calles y escaparates de las ciudades y como no, la avalancha machacona de los anuncios para el consumismo desde los medios de comunicación.

Tampoco es noticia la reiterada invocación de los gobernantes (incluído el Papa) a que la solidaridad, la paz, la justicia y un paquete de buenas intenciones se hagan realidad sobre todo en los pueblos que sufren por diversas razones (ocupación, pobreza, dictaduras, etc) sin que a lo largo del año hayamos sabido cúal ha sido su contribución efectiva para que ese panorama cambiara radicalmente. Sería conveniente que los medios destacaran no sólo sus palabras (la de los políricos) al respecto, sino tambien qué se ha hecho, para que esos pueblos conozcan y disfruten lo que a veces a miles de kilómetros se les desea para un inmediato futuro.

Esta berborrea demagógica vacía de contenido efectivo ha contribuído a que apenas se repare en este apartado en los discursos de Navidad y Año Nuevo por parte de los receptores de tan preparadas intervenciones radiotelevisadas y por cierto, grabadas semanas y hasta meses antes de las fechas en las que van a ser emitidas. Como dicen por tierras andaluzas, los políticos nos desean y - en este caso me estoy refiriendo a los deseos expresados en relación a otros países, no al nuestro- lo ”mejón de lo mejón” a fin de quedar bien ante la audiencia. Aunque luego se invite y dé la mano a sátrapas que violan todo lo violable; se sigan políticas económicas contrarias a los intereses de los pueblos que no tienen porqué recibir migajas o limosnas de nadie cuando cuentan con materias primas suficientes en su suelo para vivir cómodamente y con dignidad. Y así un largo etc...

Sería necesario que la Navidad sea -tal como nos lo quieren hacer creer- un tiempo de reflexión y solidaridad verdadera y de corazón, hacia los pueblos perseguidos, oprimidos, indefensos, que se debaten sin tregua navideña de ninguna clase, con las enfermedades, la injusticia de quienes les malgobiernan, la pobreza de todo lo que hace que un ser humano se sienta como tal. No solo con deseos se arreglan los conflictos; hacen falta acciones concretas, voluntad verdadera y generosidad de todos para que se resuelvan y estas tres condiciones -entre otras muchas-son las que faltan a los que negocian o eso parece, para solucionar tan graves situaciones que afectan a millones de ciudadanos del mundo, impotentes, para ser ellos mismos quienes lo hagan.

Estas fechas son las que más reflejan las desigualdades existentes entre los seres humanos. Quizás por eso no las celebro, ni las entiendo y no es cuestión de ateísmo o agnosticismo. Es cuestión de sentido común y de valorar y respetar en toda su extensión, que todos hemos de tener las mismas oportunidades y los mismos derechos para vivir de la forma más digna y en libertad. Nunca he creído que la solución deba partir de las ayudas más o menos generosas (a modo de limosnas) de los paises ”ricos” hacia los más ”pobres” cuando en realidad los primeros tienen esa condición a base del esquilmamiento de las riquezas de los segundos. Cuando en realidad la solución debe ser la exigencia de la extricta ejecución de las leyes nacionales e internacionales que permitan que muchos pueblos salgan de esa especie de ”limbo” en el que se encuentran sin esperanza de futuro.

¿ Celebración de la Navidad cuando el escenario en el que nacio el que motiva estas fiestas se cubre a diario de la sangre de seres inocentes que reivindican su derecho a existir, a la tierra de sus ancestros que les fue arrebatada a la fuerza y por las armas sin tener en cuenta sus legítimos derechos?

¿Celebración de la Navidad cuando tantas y tantas personas están privadas de libertad, en el olvido, sin haber cometido delito alguno, y que por el simple hecho de defender sus ideas permanecen en siniestras cárceles donde se les aplican las mayores de las torturas, desasistidos de toda ayuda humanitaria?

¿Celebrar la Navidad mientras cada segundo mueren niños por inanición (hambre de todo) sin la posibilidad, no del mejor regalo, sino de sus más elementales derechos a la alimentación y la sanidad cuando los recursos de su país, en muchos casos, son malgastados, robados, por propios y extraños?

Y así podríamos enumerar miles de injusticias que, aun siendo Navidad, no dejan de producirse a cada segundo en este mundo tan engalanado con profusas luces y que en la realidad contribuyen a que las causas justas queden irresolutas y en la misma oscuridad e impunidad de siempre.

Navidad, sí, siempre y cuando todos gocemos de los mismos derechos a vivir dignamente y en libertad. Mientras eso no ocurra estas fiestas no serán compartidas por muchos ciudadanos que las consideran el mejor exponente de la gran injusticia y desigualdad que se produce en este planeta Tierra, donde un porcentaje de sus ciudadanos nadan en la abundancia mientras una gran mayoría se debate en la pobreza y la desesperación.

Parece mentira que en la Navidad que festeja el nacimiento de Jesús, un hombre que predicó y dió su vida por un mundo mejor, (según nos dicen) no se tenga en cuenta y practique su ejemplo.

Yo, particularmente, me considero optimista y pienso que a pesar de todo no se debe perder la esperanza en que ese ” mejor mundo” es posible y que no hay ”mal que dure cien años y cuerpo que lo resista”.

Por ello y desde aquí, quiero desear para todos los guineanos, ya que ésta es su página, un próximo 2008, pleno de buenas noticias, y que no es el cava o cualquier otro elemento el que debe presidir el paso de una año a otro, sino la promesa y puesta en marcha de acciones que de verdad y para un tiempo indefinido, lleve hasta su país el ansiado cambio hacia una democracia aún no conocida por los ciudadanos y que las riquezas del país sean compartidas por todos.

Me despido de todos vosotros tal y como hacia cada 31 de diciembre ante el micrófono en la emisión de REE:

¡GUINEA ECUATORIAL: FELIZ, ESPERANZADO Y DESARROLLADO, 2008, EN PAZ Y LIBERTAD!



Fuente: Propia

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