Por: Dr. Samuel MBA MOMBE, (Médico)

El 30 de agosto tendrán lugar en la vecina República de Gabón las primeras elecciones presidenciales tras la desaparición del dictador Omar Bongo Odimba. La actual situación política interna de Gabón demuestra claramente que las dictaduras no pueden garantizar ni la unidad ni la paz que tanto predican en sus arengas públicas. Las políticas de las dictaduras africanas con sus respectivos partidos únicos se basan en el clientelismo, el nepotismo, el favoritismo lo que suele provocar su derrumbo al ser sólo unos monstruos con pie barro. La descomposición del Partido Democrático Gabonés (PDG) es el botón de muestra del derribo del imperio de Omar Bongo Odimba.

Los grandes barones del PDG de ayer se han desmarcado de lo que parecía ser un partido sólido y aglutinador de todos los gaboneses lo que demuestra que todo lo que se crea en la dictadura es pura ficción y que no puede ser referencia para el futuro. Los que seguimos en directo los debates televisivos de los candidatos a las elecciones presidenciales podemos afirmar y reafirmar que los 42 años de la dictadura de Omar Bongo Odimba fue una ficción y que todos o casi todos que participaron como actores en este circo lo hicieron no por convicción sino por conveniencia.

Todos los que en su día comían en la cocina del presidente son los primeros ahora en denunciar el oprobioso régimen que sirvieron y que defendían a capa y espada. No en vano el hijo del difunto dictador también candidato a esas elecciones se burla de sus adversarios achacándoles de oportunistas. Los candidatos desertores del PDG se pasan ahora de inocentes criticando la mala gestión del país po Omar Bongo Odimba como si nada tuvieron que ver con su régimen. Todos salvo algunos casos excepcionales son “hijos” del difunto presidente como se lo recordaba un representante de la candidatura de Alí Bongo Odimba y que es absurdo escuchar las criticas que algunos de ellos vierten contra el régimen en el que participaron libremente sin que se les conozca por su oposición o crítica de lo que se hacía. La única nota positiva del desarrollo de la campaña electoral es el acceso en igualdad de condiciones en los medios de comunicación sobre todo independientes y que por de momento no se ha denunciado oficialmente alguna restricción de los candidatos a desarrollar su campaña y trasmitir su mensaje electoral a los electores y al pueblo gabonés en general. Todavía no se ha registrado ni denunciado algún incidente mayor durante todo el proceso electoral y parece ser que tanto el Ejército como las demás fuerzas del orden público se mantienen imparciales en la carrera para ocupar la silla presidencial. Algunas dudas se presentan sólo en las listas electorales y el reparto de los carnés del elector.

Otro aspecto muy importante que hay que señalar es la posibilidad de que la oposición al PDG se aglutine entorno a un solo candidato lo que podría sin duda acortar distancias con el candidato Alí Bongo Odimba.

En mi opinión personal creo que los gaboneses deberían elegir un candidato de ruptura con el pasado y no de continuidad. Los 42 años de poder absoluto de Bongo no mejoraron las condiciones de vida de la mayoría de sus ciudadanos. A pesar de las enormes riquezas y recursos naturales que tiene el país, una inmensa mayoría de los gaboneses sigue sumida en la miseria y pobreza absolutas sin agua salubre ni electricidad, viviendo en barracones y en barrios marginados, sin una Sanidad ni Educación apropiadas que atienda a las necesidades de la población. La elección de un candidato dispuesto a romper con el pasado podría ser a mi juicio la solución de los múltiples problemas que azotan a la sociedad gabonesa en su conjunto.

Los guineoecuatorianos debemos seguir con interés el desarrollo de las elecciones presidenciales gabonesas y aunque se desarrollan en un contexto diferente, podrían servirnos de referencia para cuando se nos presente la oportunidad de poder votar libremente a un presidente que se comprometa a romper con el obianguemismo y reiniciar una nueva andadura que nos permita construir una sociedad moderna, libre y democrática dentro del respeto y consideración de la persona humana. Una sociedad exenta de clientelismo, favoritismo, nepotismo, pero sí basada en la igualdad de oportunidades. Una sociedad donde cada uno hará lo que sabe hacer y no lo que puede hacer. En fin, una sociedad donde los analfabetos dejarán de mandar a los intelectuales. Una sociedad donde cada uno ocupará el lugar que le corresponde de acuerdo a sus propios méritos.

Esta será la Guinea Ecuatorial de ruptura y no de continuidad con el desmadre actual.




Fuente: LD

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