Finalizada la concelebración de la Eucaristía en la Basílica Vaticana con los padres sinodales, con motivo de la apertura de la II Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos, Benedicto XVI se asomó a mediodía a la ventana de su estudio para rezar el Ángelus con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro.

”El Sínodo constituye siempre una experiencia eclesial muy intensa -dijo-; una experiencia de responsabilidad pastoral colegial frente a un aspecto específico de la vida de la Iglesia o, como en este caso, de una parte del Pueblo cristiano determinada según el área geográfica. El Papa y sus estrechos colaboradores se reúnen con los miembros designados de la Asamblea, con los expertos y auditores para profundizar en la temática elegida.”

”Es importante subrayar -prosiguió- que no se trata de un convenio de estudio, ni de una asamblea programática. (...) Todos sabemos que los protagonistas no somos nosotros: es el Señor, su Santo Espíritu que guía a la Iglesia. Lo más importante, para todos, es escuchar: escucharse unos a otros y, todos juntos, escuchar lo que el Señor quiere decirnos”.

”África es un continente con una extraordinaria riqueza humana. Actualmente su población ronda los mil millones de habitantes y su tasa de natalidad general es la más alta del mundo. Es una tierra fecunda de vida humana, pero esta vida está marcada desgraciadamente por tanta pobreza y a veces por graves injusticias. La Iglesia está comprometida a superarlas con la fuerza del Evangelio y la solidaridad concreta de tantas instituciones e iniciativas de caridad”.

Después de rezar el Ángelus el Papa recordó ”a las poblaciones del Pacífico y del Sudeste asiático, afectadas en los últimos días por violentas catástrofes naturales: el tsunami en las Islas Samoa y Tonga; el tifón de Filipinas que sucesivamente se cebó también en Vietnam, Laos y Camboya; el devastador terremoto en Indonesia. (...) Pienso además en los que sufren a causa de las inundaciones en Sicilia (Italia), sobre todo en la zona de Messina. Invito a todos a que se unan a mí en la oración por las víctimas y sus seres queridos. (...) Lanzo un llamamiento a la comunidad internacional para que a estos hermanas y hermanos no les falte nuestra solidaridad ni la ayuda de la Comunidad internacional”.

”No puedo olvidar -añadió- los conflictos que actualmente ponen en peligro la paz y la seguridad de los pueblos del continente africano. En estos días he seguido con preocupación los graves episodios de violencia que han sacudido a la población de Guinea. Expreso mi dolor a las familias de las víctimas, invito las partes al diálogo, a la reconciliación y estoy seguro de que no se ahorrarán esfuerzos para alcanzar una solución equitativa y duradera”.
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Fuente: Vaticano

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