No cabe duda que la historia está cargada de hazañas de personajes anónimos que han pasado desapercibidos a lo largo de los siglos. Otras vidas, en cambio se han convertido en auténticos mitos para la humanidad. La huella e influencia de estos personajes a la vez históricos y legendarios se deja sentir de generación en generación.


La humanidad nos deleita cada periodo de tiempo con algunos hombres y mujeres capaces de marcar los hitos de los tiempos sin ambición, ni vano honor, sino con vidas entregadas a los demás y en continua búsqueda del desarrollo de la humanidad sin que con ellos le contrarresten la sangre alguna de sus congéneres. Una de estas vidas, las cuáles seguimos disfrutando es Nelson Mandela (Sudáfrica 18 julio 1918) que celebra esta noche su cumpleaños. Una vida en continua lucha por la libertad, religada entre luchas, castigos y logros.


Los hombres y mujeres de la talla de Nelson Mandela, sus vidas han sido trazadas dentro de un amalgama de encuentros y desencuentros, topetazos y colisiones; gozos y desavenencias, esperanzas y desilusiones, confianzas y de incertidumbres; pero siempre avaladas por sus creencias y convicciones. Estos hombres y mujeres han dado respuestas a aquello que los cínicos nunca creyeron que podía suceder.


Son de estos personajes que cualquier país gustaría tener de huésped, de invitado y de amigo, son de estos personajes que cualquiera le gustaría sacar una foto a su lado, gustaría estrecharle la mano, gustaría pronunciar su nombre, gustaría tener alguna referencia suya, son en definitiva personajes que todo el universo admira, quiere y adora. Son mitos y leyendas universales, se sitúan por encima de la raza, ideología, religión, país, continente, partido político; son modelos universales, ejemplos para nuestros hijos y vida para la humanidad. Son personajes que han vivido y viven en este mundo, que han sabido neutralizar las injusticias de nuestras sociedades, las desigualdades ocasionadas por el propio ser humano, y la lucha que los propios seres humanos han declarados a sus propios hermanos. La historia de Nelson Mandela nos refresca todavía esta solidaridad y amor a los demás convertida en hechos reales.


Son 92 años de vida muy fecundos, de lucha por las libertades, de entrega a la causa de los otros, pero que desgraciadamente no encuentran relevo, ni en el continente africano donde todavía siguen aflorando muchos apartheid entre los propios africanos, ni en el resto del mundo.


Es una pena que los políticos que luchan por las dictaduras no son capaces de ser contagiados por el espíritu épico de Mandela y asumir esa tarea como servicio y no tanto como beneficio para salvar a sus hermanos que siguen añoran la libertad secuestrada por sus gobernantes.

¡¡¡Gracias Mandela, Gracias Rolhilhalha, Gracias Madiba!!!


Fuente: propia

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