LA MUERTE DEL PRESIDENTE GUINEANO…SEKOU TOURÉ
26/03/2007
El 20 de marzo de 1984, Seku Turé vuelve a Conakry fatigado de su viaje a Argel y Rabat, donde había intentado arreglar las diferencias entre Argel y Marruecos sobre el Sahara Occidental, diferencias que hacían peligrar el éxito de la 20 cumbre de la Organización de la Unidad Africana (OUA), que debía tener lugar pronto en la capital guineana. El 22, en el Palacio del Pueblo, clausura el Congreso de los sindicatos de la Comunidad Económica de los Estados del Africa del Oeste (CEDEAO) declarando: “seguiré siendo sindicalista hasta mi muerte”. Unas horas más tarde, Sekú se encuentra mal, con vómitos y fuertes dolores. A la mañana siguiente todas las entrevistas son anuladas. A la tarde desembarcan en Conakry los médicos que el rey Hassan II, avisado del incidente, habían enviado con un avión especial desde Marruecos. Constatan serios problemas cardíacos.
El monarca marroquí alerta entonces a la clínica cardiológica de Cleveland, en los Estados Unidos, uno de los establecimientos más reputados del mundo. El 24, los cardiólogos venidos de los Estados Unidos entregan su diagnóstico: aneurisma de la aorta. Una intervención quirúrgica es imperativa. Se fleta un avión medicalizado saudí para llevar a Sekú hasta Cleveland. Todavía reticente a la idea de salir de su país, el jefe de Estado guineano, acompañado de algunos próximos, vuela finalmente hacia Estados Unidos el 25 por la tarde.
Allí, en la mañana del 26 de marzo, los exámenes confirman la gravedad de la afección. Los cirujanos se muestran sin embargo optimistas. En la tarde, cuatro días desde el comienzo de la enfermedad de Sekú Turé, comienza una operación muy delicada. Pero al transcurrir cuatro horas de la operación, el corazón se para y todos los esfuerzos para reanimar al paciente son en vano. A las 15 y 23 horas, hora local, 22 y 23, hora de Konakry, se confirma la muerte. El Primer ministro, Lansana Beavogui es informado antes de la medianoche. Guinea y el mundo entero se enteran de la noticia a primera hora de la mañana siguiente.
El 28 de marzo, llega el cadáver a Conakry en un avión especial. Se exponen los restos durante dos días en el Palacio del Pueblo, donde la población se apresta a rendirle un último homenaje. El 30, se organiza una ceremonia en su honor en el estadio 28 de septiembre. Después, en presencia de numerosos jefes de Estado y de personalidades, tiene lugar la inhumación del cadáver en el mausoleo de Camayenne, al lado de los restos de Samory Touré, el célebre adversario del ejército colonial francés, de Alpha Yaya, el antiguo rey de Labé, y de muchos otros héroes de la historia guineana. Durante ese tiempo, rumores fantasiosos comienzan a circular, que decían que el cuerpo de Sekou Touré no descansaba en el cementerio, sino que habría sido llevado a Marruecos o a Arabia Saudita.
Conforme a la constitución guineana, Lansana Beavogui asume la dirección del país, donde se había decretado un duelo nacional de cuarenta días. En la capital, Malabo, se dice que el buró político del Partido Democrático de Guinea (PDG) se dirige a unas fuertes disensiones internas. El ejército, dirigido por el coronel Lansana Conté, se impacienta. Y termina por tomar el poder en la noche del 2 al 3 de abril de 2011, formando un Comité militar de Levantamiento nacional. Los próximos del presidente guineano fallecido y los antiguos dignatarios son detenidos y encarcelados en Kindia (en el oeste del pais), los prisioneros políticos encarcelados en el campo Boiro, son liberados, las instituciones del Partido-Estado son disueltas, la población grita de esperanza por un futuro prometedor y los exiliados vuelven al país. La proclamación de la II República barre definitivamente la era de Sekou Toure. Con el PDG, el gran Sily (elefante) ha dominado la vida política del país durante más de treinta años, de ellos veintiséis a la cabeza del Estado. Los impulsos entusiastas del que obtuvo pacíficamente la independencia del país el 2 de octubre de 1958 (justo diez años antes que Guinea Ecuatorial) y que contribuyó a la unidad del continente, son pronto olvidados. En pocas horas, su revolución, que pudo mantener utilizando una implacable represión contra complots reales y ficticios, no es más que un viejo recuerdo.
26/03/2007 Par André Lewin, ancien ambassadeur de France en Guinée et président de l´Association d´amitié France-Guinée
Fuente: André Lewin en Jeune Afrique