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Editorial

EL SINDROME DE LA MONCLOA EN EL GOLFO DE GUINEA


publicado por: Celestino Okenve el 07/09/2011 3:44:34 CET

EL SINDROME DE LA MONCLOA EN EL GOLFO DE GUINEA

Bata 26 de agosto de 2011.-

El síndrome de la Moncloa es aquel que padecen los jefes de gobierno españoles cuando, una vez que acceden al poder, comienzan a dar muestras de percepción errónea de la realidad. El tiempo que tarda en aparecer este síntoma parece depender del grado de inteligencia y formación (I, F) de la persona afectada, pero siempre aparece. A mayor I+F, mayor es el tiempo que tarda en aparecer.

Este síndrome no sólo lo padecen los jefes de gobierno españoles sino todas aquellas personas que ocupan el poder. Es decir que de alguna forma todos los jefes de gobierno del mundo están expuestos a sufrir este grave mal. El tiempo que permanezcan en el poder y su inteligencia determinarán que lo lleguen a padecer o no.

No se sabe cómo opera, pero parece ocurrir una transformación en las estructuras mentales de las personas cuando ejercen el poder y esa transformación les inhabilita para percibir la realidad tal como es, de tal forma que mientras todos perciben una realidad, los afectados perciben otra muy distinta. No hace falta decir las graves consecuencias que esto tiene, pues las decisiones que los afectados tomen y que afectan a todos los nacionales y residentes extranjeros, serán erróneas o estarán lejos del óptimo, ya que se basarán en una realidad distinta de la objetiva (la realidad cierta).

Es cierto que la realidad es producto de un proceso mental y no un absoluto. Hasta lo que vemos con los ojos es producto de nuestro cerebro, como demuestran las últimas investigaciones científicas. No obstante eso, la realidad que percibe la mayoría de las personas es bastante similar y además, se puede objetivar, es decir, se puede especificar cada uno de los parámetros fundamentales que lo componen, cualitativa y cuantitativamente.

De modo que el llamado en España síndrome de la Moncloa es una disfunción del cerebro ocasionado por el ejercicio sin límites del poder.
No hace falta decir que Obiang Nguema Mbasogo padece el síndrome de la Moncloa y los gobernados padecen el síndrome de Estocolmo.

En Guinea Ecuatorial no hay hospitales públicos que cubran todos los servicios que necesita un hospital moderno. Teniendo los enormes recursos que procura la explotación del gas, el petróleo, la madera y la pesca, en lugar de subsanar este grave déficit, lo que hace Obiang Nguema es construir un centro médico moderno con fondos públicos, asociándose con una empresa israelí y luego atribuye la titularidad de este centro a una entidad privada, que aplica, cómo no, precios privados altísimos inaccesibles para el 95% de la población. Y ese centro se presenta al exterior como un ejemplo de desarrollo sanitario público en Guinea realizado por el gobierno guineano. A pesar de las críticas acertadas contra esta perversa política (construir centros privados con dinero público, poner precios inaccesibles y decir que es sanidad pública), este modelo se ha llevado a la isla de Bioko aprovechando la construcción para la reunión de la UA en Sipopo. Y los dos centros, repito, financiados con fondos públicos pero gestionados de forma privada, reciben el nombre de “La Paz”, cuando esta conducta invita más a la rebelión popular que a la paz.

El autor de esta grave anomalía -por llamarlo de forma suave-sin duda padece el síndrome de la Moncloa. Lleva en el poder más de 30 años.

No costaría nada llevar a cabo el diseño y despliegue de un sistema de seguridad social, pero de forma inexplicable y después de tantos años, no se ha creado un sistema sanitario acorde a los ingresos públicos y a las grandes necesidades sanitarias de los guineanos. No hacer esto y sin embargo poner en marcha los dos centros sanitarios La Paz, es provocar a los guineanos. Una grave falta de realismo. Y eso que hay un ministerio de Trabajo y Seguridad Social (1). INSESO una institución que no se sabe si es pública o privada, pretende hacer las veces de un seguro social nacional pero funciona aparentemente sin directrices con fines sociales, a pesar de existir un “estatuto orgánico del Instituto de Seguridad Social”. Lo cierto, en todo caso, es que la población rural, sin trabajo y sin ingresos derivados de una actividad productiva, está totalmente abandonada en cuanto a la atención sanitaria.
Hay dos ministerios que tienen responsabilidades en materia sanitaria: el de Trabajo y Seguridad Social y el de Sanidad.
En los centros sanitarios públicos, que no son de INSESO, con sanitarios guineanos y cubanos que cobran una miseria, las consultas y tratamientos deben ser pagados por los pacientes y si éstos no tienen recursos, sencillamente mueren si el mal es grave. Los viejos de los pueblos son los que están en peor situación ya que ni siquiera disponen de una pensión mínima con la que pagar las medicinas o las consultas.
Eso lo he comprobado hasta en mi pueblo Beayob, que no es de los peor situados. Ahí, hace más de diez años la Organización Mundial de la Salud (OMS) construyó un centro asistencial y lo donó al gobierno guineano para su gestión, pero este gobierno no ha sido capaz de mantener los sanitarios que se necesitan (al menos un ATS y dos auxiliares) ni la farmacia del centro para casos de urgencia y asistencia a necesitados (todos).

El argumento para justificar estas graves carencias en materia de sanidad podría ser la falta de recursos económicos, pero veamos de forma rápida algunos graves despilfarros cometidos por Teodoro Obiang Nguema Mbasogo y que evidencian como mínimo que sufre el síndrome de la Moncloa:

- Se está construyendo una ciudad en la aldea de Oyala, situada entre Evinayong, Bimbili y Mongomo, más cerca de éste último y que es la ciudad origen del dictador. Esta ciudad es fruto de los delirios de nuestro excelso paciente, a donde pretende llevar la capital del país. Nadie, ni el propio Obiang, sabe exáctamente cúanto dinero se lleva gastado. Una cifra de 800 millones de dólares parece baja y se cree que todavía habrá que gastar al menos tres veces lo gastado hasta ahora. La rentabilidad inversora de este proyecto descabellado es negativa. Oyala equivale al menos a tres hospitales ultramodernos con capacidad para 200 camas, o sea que con ese dinero hubiéramos suplido las necesidades de infraestructura sanitaria que Guinea entera necesita.

- Se está construyendo una autopista de 2+2 carriles desde Bata hasta Mongomo, la ciudad del dictador. Mongomo es una ciudad poco poblada (sus habitantes han ido a ocupar Malabo y Bata) y nadie se explica la razón de este gasto inútil. He visto las obras de desbroce que llegan ya a la confluencia con la carretera Bata-Ebibeyin a la altura de Ayantang y parece que esta autopista, al menos hasta Ayantang va paralela al rio Wele para evitar grandes desniveles.

- Se ha gastado en Annobón más de trescientos millones de dólares para realizar un puerto, un aeropuerto de 1800 metros y otros gastos desconocidos. Annobón no tiene un barco de pesca y su aeropuerto no es tal pues NO tiene código de aeropuerto ni ha sido validado por la Organización Internacional de Aviación Civil (OACI) ni tiene cartas de navegación ni estación meteorológica. Tres barcos de pesca, la formación de pescadores annoboneses, un almacén frigorífico y un radiofaro marítimo y aeronáutico hubieran costado menos de tres millones de dólares y hubieran significado un verdadero desarrollo para Annobón. De nuevo los 300 millones que dicen haberse gastado en Annobon han sido improductivos. (SOMAGEC)

- Se ha destruido la isla de Corisco para construir una pista de aterrizaje tan inútil como dañina. Corisco ha perdido el encanto que podría atraer a turistas ansiosos de islas paradisíacas a las que se llega con hidroavión, barca o helicóptero. Desconocemos el monto del gasto de esta brutalidad que supone una isla adherida a una pista de aviación, pero pongamos unos 100 millones de dólares (SOMAGEC).

- Se está construyendo un aeropuerto internacional en el pueblo de Mongomoyen, cercano al pueblo natal del dictador. En realidad la pista, de 3 mil metros de longitud, está terminada desde hace más de 2 años, pero algo pasa que no se acometen las obras para su finalización. La empresa alemana DYWIDAG International, la misma que construyó Nsimalen en Yaunde, es la contratista de la obra, fue criticada hace tiempo por el dictador, que hizo alusión a mala calidad de obra. Decir que los alemanes han hecho una obra sin calidad es poco creíble y parece que en realidad Obiang no quiere pagar los dineros que faltan para terminar la obra, o alguien le engañó o quiere hacer un tercer proyecto Mongomoyen donde pueda “sifonear” los dineros.

- Los cincuenta y tres palacios y la jaima construidos para albergar a los jefes de estado y gobierno africanos (la mayoria, dictadores) en Sipopo para la última cumbre (ARAB CONTRACTOR), son ejemplos claros de despilfarro. El mismo Obiang habló de una cifra de 600 millones, que debe ser más. Hoy es una ciudad fantasma a la que se llega tras pasar un control militar que no se sabe lo que protege. 600 millones para una reunión de cinco días. Hasta ahora no hay turistas y el hospital, eficiente, tiene precios de infarto: 14 millones de francos se pide por las operaciones sufridas por un sobrino mío tras sufrir un grave accidente de circulación. Se le salvó la vida pero ni trabajando el resto de su vida será suficiente para pagar esta deuda.

Uno de los corolarios que acompañan al sistema algebraico del síndrome de la Moncloa, es que nadie le dice NO al que lo sufre, y eso aumenta la deformación de su realidad, en la que él se encuentra situado en el polo de la hipérbola. En efecto, tengo la impresión de que un “no estoy de acuerdo” tiene graves consecuencias en la corte de Obiang. Ninguno de sus colaboradores más cercanos parece tener ni la personalidad ni la estatura intelectual y profesional que le permita corregir u oponerse a las decisiones del dictador. Los que reunen tales características han sido apartados de su entorno cercano, que ahora está lleno de aduladores ineptos que cacarean vivas estúpidas a lo kim-il-sung.

Este ejercicio totalitario y absoluto del poder que ejerce Obiang Nguema ha agravado los síntomas de autismo e irrealidad que padece. El síndrome nos ha costado hasta ahora más de 2500 millones de dólares tirados a la basura.

En otro momento abordaré los gastos realizados para traer “electricidad para todos”. Por ahora la red eléctrica de alta y media tensión está instalada desde hace tiempo y no se ha enganchado la central hidroeléctrica de Djibloo, que se anunció a bombo y platillo que iba a ser la panacea de la energía eléctrica de Guinea y que ahora se revela como un proyecto mediano e insuficiente. La red ha debido costar muchísimo dinero, es aérea y su mantenimiento va a ser muy elevado. Sospecho además que las fugas capacitivas por el arbolado que existe debajo, combinado con la alta humedad relativa van a ser apreciables. Mientras no nos den las cifras, esta red puede estimarse en 150 millones de dólares su coste (chinos). No se incluye la central. Esta red no se puede considerar en principio un despilfarro desde el momento que desconocemos su coste real y desde el momento en que puede formar parte de una infraestructura productiva. Sin embargo, su erección excesivamente temprana y su trazado nos permiten calificarlo como coste excesivo, tanto en su establecimiento como en su mantenimiento.

Aquí dejamos tantas y tantas obras de despilfarro como los múltiples proyectos inacabados del aeropuerto de Bata o las obras interminables y de baja calidad de ECOCSA, obras que suman en su conjunto un valor apreciable y que sin embargo no podemos estimar de momento.

Obiang ya no ve la realidad que vemos todos los guineanos. No tenemos agua, ni sanidad, ni energía eléctrica, ni educación para nuestros hijos, que son las prioridades de cualquier gobierno responsable para con sus ciudadanos. En lugar de ello, el hermano militante fundador se dedica a construir ciudades fantasmas en medio de la espesura, sin más objetivo aparente que parodiar el guión de la película “las minas del rey Salomón”. Dentro de 50 años unos monos se habrán adueñado del escenario de tanta riqueza dilapidada por un dictador que sufrió, entre otros males propios de la satrapía, el síndrome de la Moncloa.

Nvo Zang Okenve Ndo
Profesor Universidad Politécnica de Madrid


Fuente: propia e interna

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