Si algo está claro, es la saciedad, la saturación, la hartada que muchos guineanos estamos de la dictadura. Para ser más claros, la dictadura ya nos sale por la nariz, por el sobaco, los poros y por todo el alcantarillado que los humanos compartimos. Muchos han perecido buscando cómo acabar con esta oprobiosa cosa: unos desterrados, otros encarcelados, unos confinados, otros recluidos, unos enclaustrados, otros reducidos al atolondramiento. Nosotros no queremos ese final, sobre todo, en manos de estos esbirros para que lo cuenten, con vaso de vino en la mano sin que paguen nada por ello; tampoco es nuestro deseo dejar nuestra tierra para ir a vivir fuera de nuestro país, ni mucho menos queremos vivir con miedo que impide gozar la belleza de nuestra hermosa tierra. No queremos nada de eso. Queremos vivir inteligentemente como ciudadanos normales tamando precauciones necesarias, sabiendo que nuestra moral, nuestra formación, nuestra forma peculiar de percibir y distinguir las cosas, nuestra forma de encajarlas, nuestra forma de dar el juicio de valor, no nos permiten hacer la vista gorda ante tanta miseria humana. Por eso luchamos contra las injusticias, pero también con el freno de mano de nuestras vidas puesto para no lanzarnos a la inmolación antes de tiempo. No tenemos esa vocación. Aquí me matan sin que pase nada. Así como es tan difícil oponerse entre muchas cosas buenas, del mismo modo es difícil escoger entre las cosas malas.
Yo iba a la bodega de Bivui, en el mercado central de Añisoc, que conste, a degustar el exquisito vino de palma (Esas) y a conocer la fama de esta legendaria ciudad, que es famosa en la manufacturación de los distintos guisos y en sus zagalas que, al parecer, son entretenidas (la famosa canción Bia ye da wu ya, ye bia bo dzama fe, o Eso no es nada yo soy tu marido “cógeme”), lo describen mejor. Yo iba, también para curarme de una afección curiosa que padezco desde hace tiempo en que Nkukuma (jefe) decició trasladar (rumores) la capital administrativa a esta nueva ciudad en Oyala; vamos, quería conocerla. A Eso voy ahora.
No puedo disimular la ingente información fidedigna que he obtenido en la cantina de mi amigo Bivui que arrastra sin recortes las injusticias que, tanto las empresas, los militares, los prohombres del gobierno cometen a los nativos y extranjeros de este nuevo asentamiento. La nueva ciudad de Oyala abarca dos pueblos Mebere y Oyala. Allí se pescaba sabrosos barbos que salaban y conservaban en los braseros tres a cuatro días, los metían en sacos para venderlos después en los mercados de Ayene, Añisoc y Mongomeyen. Era casi la antesala de estos pescados que comemos refrescados y que en el futuro no lejano destinados a la extinción” nos cuenta un aldeano.
Tener un vecino de la dimensión y trascendencia de mi amigo Bivui con eso que tiene, y ese buen vino que fabrica, tiene sus ventajas y sus inconveniencias. Lo primero tiene que ver con la noticia que aparece como titular en esta entrega. Por que una cantina como la de Bivui siempre puede traerte sorpresas; allí llegan militares, altos funcionarios del gobierno, agentes secretos para degustar el Esas (vino de palma) y en ocasiones transitar por esa falta de discreción que creativamente han lucido y lucen estos personajillos de un país como el nuestro. En esta Bodega, se escucha cosas de Nze Nfumu, de Pilar Asangono, de Obiang Nguema, de Osa Osa Ekoro, de la ministra de Sanidad, de Teodorín; de lo más abrupto de esos personajes, sobre todo de lo que nunca se habla de ellos en público. Y de allí nos han contado uno de los sucesos que han ocurrido en Oyala ultimamente: el 3 y el 11 de Noviembre de este año. En estos siempre momentos de la alegría que provoca el cristal, nadie sabe a quién tiene enfrente y a quién no: un ”opositor” un ”enemigo” [categorias del régimen]; y así llegamos a los sucesos.
Para ajustar el lugar de los hechos, recordamos al lector que hace años atrás que se está construyendo, en plena selva, una nueva ciudad en el enclave Centro Este de la parte Continental de Guinea Ecuatorial, donde hacen límites los distritos de Evinayong, Añisoc y el municipio de Mongomeyen. Las veredas de esta ciudad nueva están vetadas para cualquier tipo de visita turística, ya sea para los nativos que para los visitantes de fuera, a excepción, claro está, de los prohombres del gobierno. Los nativos hacen lo que pueden para ir a cultivar la escasa tierra que les queda y revender sus productos en sus ciudades capitalinas. Por eso, entrando por Añisoc-Oyala por la carretera de Asasi, se encuentra durante la trayectoria tres barreras militares: una Barrera en Asasi, otra en Ondeng Nsomo y otra en Oyala. Si por el contrario prefieres entrar por el municipio de Mongomeyen-Oyala, encontrarás otras cuatro barreras, una en Nkoate Yenvam, otra en Ncoagom, otra en las mediaciones de Akonekieñ y otra antes de llegar al consejo de poblado de Oyala. Si accedes por San José Evinayong-Oyala, te topas con otras tres barreras; las barrera del Cruce de San José, la Barrera de Mebere yenvam y la barrera del Río Wele, después de atravesar el pueblo de Mebere Yenvam, de este modo está blindado los accesos nueva ciudad de Oyala; cuentan que dentro de la ciudad existen algo más de ocho barreras militares; un total de 23 barreras. En cada acceso dista algo menos de 40 Km para llegar a la ciudad y la media entre barrera está entre 8 a 9 Km. Estos tres accesos ya cuentan con autovía hechas por las empresas Sogea-Satom, General Work y ARG. Aunque todavía no desembocan en las circunvalaciones de estas ciudades adyacentes, antes citadas.
De la Bodega de nuestro buen amigo Bivui, hemos encontrado a un vecino, que pide su anonimato, nos cuenta que los militares que están en estas barreras abusan de los nativos y extranjeros cada fin del mes, “aquí es un infierno vivir, cada fin del mes, esos maleantes militares quedan con más de la mitad del sueldo de un mes, a pesar de que Ngoman (el jefe) prohibió esta extorsión, pero aquí nadie hace caso, han venido aquí para enriquecerse a costa de nosotros” certifica. Este vecino que ha necesitado de nuestra confianza, nos cuenta cómo un militar disparó el pasado 3 de noviembre a un ´blanco´ latino que negó a pagarle la cantidad de lo que se le pidió, que era unos 100.000 francos (80 €). Hemos querido saber el nombre del latino, dice que es Boliviano, pero nadie quiere dar el nombre. Este empleado de la empresa brasileña ARG regresaba de una atareada jornada de trabajo. Llegó a la barrera y el trozo de cañaveral, que utilizan estos soldadescos para impedir el paso de los automóviles estaba declinado y dejaba la posibilidad del paso de vehículos; y de hecho el Boliviano atravesó la barrera sin pararse, pero el gregario de turno de nombre F.E.M., no contento con la actitud del Boliviano empezó a hacerle ademán de que parase, el Boliviano hizo caso y paró el vehículo; el militar le recriminó diciéndole que había infringido la ley al atravesar la barrera sin parar, a la que el Boliviano le responde que la barrera estaba abierta y no ha infringido ninguna ley. El militar, medio borracho, pidió la documentación al boliviano, él sólo tenía la licencia de la empresa que todos los trabajadores llevan encima en el trasiego del trabajo, si bien; tenía en casa toda su documentación en regla. El militar de la barrera le multó a pagar cien mil francos, cantidad que el boliviano negó a pagar y de forma colérica arrancó el coche para regresar al patio, situada a 3 Km de Oyala, donde viven todos los trabajadores de la empresa ARG, el militar cogió su fusil y le disparó destrozándole el vehículo sin herirle mientras circulaba. Dicen que el militar fue detenido, no está en la cárcel, pero fuentes fidedignas admiten que no regresará a Oyala, sino que le cambiarán de destino.
Hemos cogido un ómnibus (taxi) que trasporta a la gente de Añisoc hasta Oyala; y nos cuentan otro suceso acaecido en Oyala el pasado 11 de noviembre. En este caso los propios protagonistas oriundos del lugar, nos hablan orgullosamente, sin miedo de nada cómo habían reducido a cinco huestes del ejercito en una reciente pelea. Manifiestan que están ya hartos de estos bandidos militares que les roban a la cara, violan a sus mujeres y les imponen criterios que no están dispuestos a aceptar. y afirman que están decididos a lo que sea para frenar los abusos de estos militares.
Estos militares dejan siempre la barrera y vienen al poblado donde ya hay muchos negocios, entran y beben hasta hartarse sin pagar nada. El pasado domingo entraron en el Bar de la hija del presidente del consejo de nombre Dalina Ansue, se hicieron con la bebida y se marcharon sin pagar nada; la gente ya sospechaban que no pagan al contado y cuando se les reclaman el préstamo te amenazan por llevarte a la comisaria y darte una paliza allí; ya que en Oyala existe un campamento militar con toda su estructura; campo de tiro, de adiestramiento, de tortura y de interrogarios. En muchas ocasiones, el mismo presidente del consejo de Poblado de Oyala se ha ido a Anisoc a denunciar el sabotaje y el robo mano armada que estos militares infligen a la población pero el jefe militar de Añisoc se ha hecho siempre la vista gorda, según nos cuentan. Lo que nunca pensó era la reacción de los muchachos del pueblo, edades de entre 20 a 25 años.
Domingo 11 de noviembre, regresaron otra vez cinco militares armados como siempre hasta los dientes, entraron en el mismo bar de Dalina Ansue pidieron una ronda de consumición a la que la dueña se negó a ofrecer, con o sin dinero, argumentando que nunca pagan las consumisiones. Uno de ellos se encolerizó y empezó a manipular el mosquetón que llevaba en mano para intimidar a la dueña del Bar exigiéndole un vaso de vino Covilan. En este justo momento apareció su hermano de nombre Rendji con dos chicos del pueblo, que iban al bar a tomar unas cervezas. El hermano de la dueña del Bar se interesó de lo que pasaba y el militar, sin mediarle palabra, le empapó un puñetazo por toda la cara. En estos momentos de confusión todos salen al recinto del Bar con alboroto.
El amigo del Rendji, respondió al militar con un soplo moco mortal por toda la nariz y boca dejándole grogui, el militar cayó inconsciente y los tres amigos se hicieron rápidamente con todas las armas que llevaban los militares, los portaron a la casa de una vieja y empezaron a merendar a los militares, hasta tal punto que dos de los militares llegaron al hospital de Añisoc inconscientes y los otros tres militares ensangrentados. Cuentan que todo el pueblo participó, sobre todo jóvenes; hombres y mujeres, quien más y quien menos tenía un trozo de leña (Esig Nduan) en la mano para rematar a estos merluzos, llegó un refuerzo del campamento que está a 5Km de oyala, detuvieron al presidente del Consejo y lo llevaron a Añisoc. Los tres heroes que había huido en el momento de la llegada de los militares, se entregaron al comisario de Añisoc para que liberase al tío padre, presidente del consejo; ya están todos de vuelta a Oyala a la espera del juicio. Seguiremos informando. Hay muchas, muchas noticias, sobre los desalojos forzosos en Mebere y Oyala, sobre un prohombre del gobierno que se han hecho con las tierras en Oyala y Mebere, sobre un ministro que vende gravillas de la cantera de Akonekieñ, sobre el detrozo de las plantaciones sin indeminización, sobre el incendio provocado de cuatro camiones de la empresa ARG, al parecer una vengaza de un empleado despedido. Estamos recogiendo datos, nombres, lugares, fotos y documentos.
Fuente: agencias